Por Alberto Pinzón Sánchez. Resumen Latinoamericano, 30 de diciembre de 2020.
Fin del año 2020 y comienzos de otro de lucha. Hora de balances, pronósticos, augurios, y claro, ninguna autocrítica, pues la culpa de todo la tiene el demonio imperialista y la oligarquía cipaya colombiana, bastante analizados. Pero verdad incompleta.
Porque bien miradas las cosas, si no se considera la dinámica de otra parte INSEPARABLE de la contradicción el Pueblo Trabajador (como categoría bastante amplia que incluye a la lista de las demás clases subalternas y estamentos sociales explotadas económicamente y oprimidas ideológicamente) que si no se tienen en cuenta no es posible tener el nudo contradictorio completo. Y al no tenerlo, necesariamente se incurre en desaciertos a la hora de fijar las tareas libertarias o como diría cualquier marxista, en la Estrategia en el largo plazo y en la Táctica en el corto y el mediano.
En el Mundo global actual, la Cosa Política se ha acelerado demasiado debido al virus Corona: En EEUU, el presidente Trump, según los anuncios oficiales, ha perdido las elecciones presidenciales del pasado noviembre por escaso margen, pero se queda con una cauda de seguidores bastante grande y fortalecida en un país “polarizado” y en una crisis social, económica, sanitaria y de hegemonía ante el mundo nunca antes vista.
Biden, el nuevo presidente electo (si logra sentarse el la silla presidencial de la Casa Blanca) tendrá que tratar de resolver cada una de estas cuatro crisis combinadas, para lo cual ya ha anunciado medidas urgentes para reunificar al país, reindustrializarlo, subsidiar amplios sectores económicos y poblacionales en ruina por la pandemia, volver a poner el tema del cambio climático, el deterioro ambiental y el cambio energético urgente como agendas prioritarias. Y en lo internacional seguir enfrentando la competencia de las potencias rivales cada día en mejores condiciones, tratando de meter miedo para que le hagan caso, con lo único que le queda: “el US Army-OTAN”.
En Colombia, el Bloque de Poder contrainsurgente dominante en todos los aspectos de la vida social (así algunos sectores reformistas que prefieren denominarlo “elite” para no desagradarlo y sigan empeñados en negar esta caracterización), aunque sigue teniendo “la permanente y natural” lucha de fracciones Inter oligárquicas, las que apoyaron el fascismo neoliberal de Trump y las que apoyaron el corporativismo imperial de Biden, se preparan para seguir contando con la asistencia del gobierno de los EEUU, y unidos continuar profundizando el fascismo neoliberal en la sociedad, prolongarlo en el tiempo y el espacio todo lo que les sea posible. A esta estrategia de largo plazo obedece el genocidio social de lideres sociales, defensores de los derechos humanos, ex guerrilleros reincorporaditos, y las masacres cotidianas que desde la cúpula del Poder llaman cínicamente homicidios colectivos. También la cruel destrucción del tejido social y la permanente división de la oposición, sea liberal, socialdemócrata o alternativa.
¿Cuáles son los puntos de unión de estas dos fracciones oligárquicas enfrentadas, con la política gubernamental de los EEUU? Es sencillo:
Uno, además de la tradicional e histórica dependencia a la economía estadounidense, la total sumisión (cipayaje colombiano) ante la War on Drugs que busca mediante la violencia contrainsurgente y las incautaciones mantener el precio de la cocaína en las calles del primer mundo en convulsión y desapacible.
Dos, la total confluencia del BPCi con los intereses imperialistas en la región Andino Amazónica que ha escogido a Colombia por su geoestratégica posición como la punta de lanza de sus apetencias minero-energéticas, y ha caracterizado al Estado bolivariano de Venezuela como un enemigo principal para la seguridad nacional de los EEUU. Enemigo que ha resultado un hueso duro de roer, dada la heroica resistencia que el bravo Pueblo Bolivariano en su conjunto ha desplegado para enfrentar la guerra híbrida que le fue declarada por el presidente Obama (mentor de Biden) el 09.03.2015.
Guerra híbrida que no se ha detenido, ni parece se detendrá y por el contrario seguirá su curso como lo demuestra uno de los jefes más autorizados del Bloque Contrainsurgente colombiano, el general Luis Fernando Navarro, comandante general de las Fuerzas Militares de Colombia-OTAN, en sus muy recientes declaraciones dadas al periódico oficial El Tiempo 20.12. 2020, donde dejó en claro que la “porosa frontera colombo venezolana” seguirá siendo un gran escenario de confrontación armada y de conflicto social armado reciclado, y lo más grave: Que el territorio venezolano es considerado por el Estado de Colombia como retaguardia estratégica de dicha confrontación.
Recomiendo entonces para aquellos socialdemócratas, liberales y reformistas del irreal y ficcioso “centro político”, que insisten (incluso de rodillas) en que el Acuerdo Santos-Timochenko 2016, acabó con el histórico conflicto social armado de Colombia y la sociedad colombiana se encuentra en el idilio de los cementerios del post conflicto prometido por JM Santos, que lean con detenimiento las cifras y los números que aporta el bien informado general Navarro.
El plan político en el largo plazo de la cúpula del Poder en Colombia, implica primero que todo, IMPONERLE PREMATURAMENTE a la Oposición, una agenda electoral para dentro de dos largos y penosos años en un confuso e ilusorio escenario post Uribe. Engatusarla o embobarla con discusiones irrelevantes sobre una entelequia como es la existencia de un posible centro político en Colombia, que se ha unido porque, oh milagro, súbitamente han desaparecido sus largas y sórdidas desavenencias, sus personalidades egotistas de gamonales y burócratas de izquierda (caciques sin indios) han puesto por sobre sus ambiciones personales de ascenso social y riquezas, las urgentes necesidades sociales. Y así, una gran coalición de oposición de liberales-santistas-conservadores-progresistas-verdes-y-anaranjados-socialistas-y-marcelistas del trabajo, etc, llegará triunfante a las limpias y transparentes elecciones presidenciales en mayo del 22, derrotando con el deseo, al candidato-delfín-santo-Tomás impulsado por la revista Semana, ahora abiertamente post uribista.
Agenda electoral presidencial que ha tapado y amordazado con tapabocas-corona en el debate social, los gruesos y verdaderos asuntos que están en el fondo de la grave crisis generalizada de la sociedad colombiana. Asuntos inmediatos y urgentes como: 1- El genocidio social y el Terrorismo de Estado puesto en marcha por la contrainsurgencia colombiana.
2- La continuación o reciclaje del conflicto armado interno informado por el precavido general Navarro citado.
3- El asunto de la paz de los sepulcros actual, firmada en el pacto Santos-Timochenko 2016.
4- La discusión sobre el Estado fascista y policial en Colombia y su posible superación dialéctica.
5 ‑La retaguardia militar en Venezuela y la situación en la frontera colombo venezolana.
6‑La superación concreta y las medidas económicas efectivas y subsidios del Estado colombiano (que vayan más allá de la gritería entre el alcalde Claudia y el subpresidente Duque) sobre la tremenda ruina económica y social dejada por la pandemia Covid 19.
Y por último, el más grande logro: Paralizar y anonadar el combativo movimiento social que se expresó hace un año, en noviembre 2019 y que amenazó seriamente con moverle la silla al inquilino de la casa de Nariño.
Fuente: Rebelión