Colombia. Hidroituango, los funcionarios acusados y la justicia que reclaman el río y las comunidades

Colom­bia. Hidro­ituan­go, los fun­cio­na­rios acu­sa­dos y la jus­ti­cia que recla­man el río y las comunidades

Por Gus­ta­vo Wil­ches-Chaux. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de diciem­bre de 2020.

El pro­ce­so legal con­tra los fun­cio­na­rios y enti­da­des pre­sun­ta­men­te res­pon­sa­bles del desas­tre es un modo de evi­tar que el río Cau­ca y las mon­ta­ñas ten­gan que hacer jus­ti­cia por sus pro­pias manos.

Por muchas razo­nes se jus­ti­fi­ca el revue­lo que ha cau­sa­do en los medios ─de comu­ni­ca­ción y en los empre­sa­ria­les, polí­ti­cos y guber­na­men­ta­les─ la deci­sión de la Con­tra­lo­ría Gene­ral de la Repú­bli­ca de impu­tar­les car­gos a 28 per­so­nas natu­ra­les y jurí­di­cas por la res­pon­sa­bi­li­dad fis­cal que les pue­da corres­pon­der en las deci­sio­nes e inde­ci­sio­nes que, de una u otra mane­ra, con­du­je­ron a la emer­gen­cia que se pro­du­jo el 28 de abril de 2018 en la pre­sa de Hidro­ituan­go, y que des­en­ca­de­nó una serie de impac­tos de carác­ter geo­ló­gi­co, eco­ló­gi­co, inge­nie­ril, eco­nó­mi­co y social, que has­ta hoy no han podi­do ser conjurados.

Posi­ble­men­te las dos razo­nes prin­ci­pa­les que cau­san ese revue­lo sean la lis­ta de per­so­na­li­da­des vin­cu­la­das a esa inves­ti­ga­ción, y el impac­to que pue­da tener en el pro­ce­so pre­elec­to­ral que ya comen­zó en Colom­bia; así como el mon­to de los per­jui­cios eco­nó­mi­cos (“daño fis­cal”) pro­duc­to de esa cri­sis, que en este momen­to está en pleno desa­rro­llo y que la Con­tra­lo­ría cal­cu­la en 2,9 billo­nes de pesos (un 2.9 segui­do de 11 ceros) por des­truc­ción de acti­vos más lucro cesante.

Esta deci­sión de la Con­tra­lo­ría es el resul­ta­do de una minu­cio­sa inves­ti­ga­ción que ini­ció el orga­nis­mo tras la emer­gen­cia de 2018, y que en este momen­to lle­ga a una meta volan­te con esa impu­tación de car­gos. Se espe­ra que alcan­ce la meta final en 2022 cuan­do se pro­fie­ra un fallo definitivo.

Cual­quie­ra que sea el resul­ta­do, cau­sa ali­vio saber que un orga­nis­mo de con­trol tan impor­tan­te está cum­plien­do sus res­pon­sa­bi­li­da­des cons­ti­tu­cio­na­les. Una de las prio­ri­da­des que debe tener Colom­bia en este momen­to (indis­pen­sa­ble, entre otras cosas, para poder enfren­tar la cri­sis cli­má­ti­ca con todas sus impli­ca­cio­nes, inclui­da la pan­de­mia), es for­ta­le­cer el lla­ma­do “Esta­do de Dere­cho” sobre el cual hoy se cier­nen tan­tas y tan gra­ves amenazas.

Por la pro­tec­ción de los dere­chos inse­pa­ra­bles de la natu­ra­le­za y las comunidades

En esa cifra casi tres veces billo­na­ria no están inclui­dos los enor­mes cos­tos eco­ló­gi­cos y socia­les que ha pro­du­ci­do este, el mayor pro­yec­to hidro-ener­gé­ti­co que se ha inten­ta­do hacer en Colom­bia, inclui­dos los daños sobre la salud, men­tal, afec­ti­va y cul­tu­ral de las per­so­nas y sus comu­ni­da­des y que, como lo expre­sé en el pri­mer artícu­lo que escri­bí en Razón Públi­ca en febre­ro 2019, no comen­za­ron con la emer­gen­cia de 2018, sino des­de cuan­do, hace ya casi un cuar­to de siglo, empe­zó a ges­tar­se ese pro­yec­to en ese pun­to espe­cí­fi­co del Bajo Cau­ca. Lo que hizo esa emer­gen­cia fue hacer visi­ble ese desas­tre a que las comu­ni­da­des de la zona de influen­cia venían sien­do some­ti­das des­de dos déca­das antes.

En ese artícu­lo cité a la inves­ti­ga­do­ra Jua­na Afa­na­dor cuan­do afir­ma que “En la zona esco­gi­da para cons­truir Hidro­ituan­go se con­cen­tran unas 15 mil per­so­nas afec­ta­das por el con­flic­to arma­do. De ellas, 4.500 sufrie­ron des­pla­za­mien­to for­za­do entre 1990 y 2012 […] Ade­más de Ituan­go, en la que que­da el corre­gi­mien­to de El Aro, hay otros 11 muni­ci­pios afec­ta­dos por la repre­sa […] Y en la mayo­ría de ellos, se expe­ri­men­ta­ron masa­cres. En cifras apro­xi­ma­das, se cree que hay entre 300 y 600 víc­ti­mas ente­rra­das, de 62 masa­cres come­ti­das por paramilitares.”

Esa otra dimen­sión de la tra­ge­dia tam­po­co ha cesa­do: en el artícu­lo ante­rior que escri­bí sobre este mis­mo tema, titu­la­do “Hidro­ituan­go: un desas­tre de mal en peor”, expu­se una serie de hechos que pare­cen indi­car que el con­trol efec­ti­vo de la zona de influen­cia inme­dia­ta del pro­yec­to está en manos de acto­res arma­dos ile­ga­les; que siguen los des­pla­za­mien­tos, los ase­si­na­tos y las ame­na­zas a líde­res socia­les y a sus familiares.

Río Cau­ca. Foto: Alcal­día de Cali.

Un pro­ce­so judi­cial paralelo

Alre­de­dor de esta otra dimen­sión del desas­tre se vie­ne ade­lan­tan­do en Colom­bia otro pro­ce­so, en este caso en los estra­dos judi­cia­les. En un comu­ni­ca­do del 18 de octu­bre de 2019 titu­la­do “Rati­fi­can medi­das de pro­tec­ción soli­ci­ta­das por la Fis­ca­lía en favor de víc­ti­mas de caso Hidro­ituan­go”, ese orga­nis­mo infor­mó lo siguiente:

“Las habi­tan­tes de 19 muni­ci­pios del área de influen­cia de la mega­obra con­ti­nua­rán ampa­ra­dos por las medi­das de pro­tec­ción soli­ci­ta­das por la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación y con­ce­di­das des­de el pasa­do 12 de junio.

La deter­mi­na­ción la adop­tó el Juz­ga­do 28 Penal del Cir­cui­to de Bogo­tá al con­fir­mar las soli­ci­tu­des que hizo la Fis­ca­lía 40 de la Direc­ción Espe­cia­li­za­da Con­tra las Vio­la­cio­nes a los Dere­chos Huma­nos (DECVDH) en favor de las comu­ni­da­des de 19 muni­ci­pios de Antio­quia impac­ta­das por el pro­yec­to hidro­eléc­tri­co en Ituango.

El juez en su deci­sión seña­ló que, tal y como lo argu­men­tó el fis­cal del caso, la fal­ta de infor­ma­ción sobre el esta­do real del pro­yec­to y los posi­bles ries­gos obli­gan a pro­te­ger a los pobla­do­res de los muni­ci­pios de Buri­ti­cá, Libo­ri­na, Cau­ca­sia, Tara­zá, Tole­do, Bri­ce­ño, Ituan­go, Saba­na­lar­ga, Nechí, Val­di­via, Peque, Cáce­res, Aya­pel, San Mar­cos, Maja­gual, Gua­ran­da, Achis, San Jacin­to y Magangué.”

Noti­cias Cara­col dijo al respecto:

“EPM y la socie­dad Hidro­ituan­go S.A., la cons­truc­to­ra del pro­yec­to, habían soli­ci­ta­do revi­sar un fallo del Juz­ga­do 75 penal muni­ci­pal con fun­ción de con­trol de garan­tías de Bogo­tá que orde­na­ba res­guar­dar con urgen­cia los dere­chos de las víc­ti­mas de la obra.

Pero la reso­lu­ción de la ape­la­ción, a car­go del juez 28 penal del Cir­cui­to de Bogo­tá con fun­ción de cono­ci­mien­to, recha­zó la peti­ción de las dos fir­mas y con­fir­mó lo que la Fis­ca­lía había soli­ci­ta­do y el juz­ga­do 75 había orde­na­do: decre­tar las medi­das urgen­tes para pro­te­ger a las víc­ti­mas del pro­yec­to, res­ta­ble­cer sus dere­chos a la vida, la salud, el míni­mo vital, la vida dig­na, la sos­te­ni­bi­li­dad ali­men­ta­ria, el dere­cho al medio ambien­te y a la salubridad.”

Entre otras cosas el fallo que fue rati­fi­ca­do deter­mi­na que:

«Se orde­ne a EPM sumi­nis­trar a la pobla­ción que pue­da resul­tar afec­ta­da por cual­quier sinies­tro del pro­yec­to hidro­eléc­tri­co infor­ma­ción real, actual, téc­ni­ca y acer­ta­da sobre el esta­do de la estruc­tu­ra inter­na de la pre­sa, el esta­do real de la obra y sobre el ries­go que pue­den estar sufrien­do las pobla­cio­nes aguas aba­jo del pro­yec­to. Asi­mis­mo, se auto­ri­ce la acti­vi­dad de pes­ca los pobla­do­res en zonas per­mi­ti­das y don­de los peces sean aptos para el con­su­mo humano, en caso nega­ti­vo, que EPM expli­que las razo­nes de la prohi­bi­ción de la pes­ca en el embal­se y final­men­te se reali­ce un inven­ta­rio real de los derrum­bes alre­de­do­res del embal­se y un ade­cua­do mane­jo de los mis­mos para evi­tar más caí­das de tie­rra y rocas al agua represada.»

EPM le otor­gó poder al abo­ga­do Jai­me Gra­na­dos para que la repre­sen­te y defien­da sus intere­ses en este pro­ce­so. Coin­ci­den­cial­men­te este es el mis­mo abo­ga­do que defien­de al expre­si­den­te y excon­gre­sis­ta Álva­ro Uri­be en los pro­ce­sos que se ade­lan­tan en su con­tra por sus posi­bles víncu­los con la masa­cre del Aro. Esta fue la pri­me­ra de las más de 62 masa­cres que se han lle­va­do a cabo en la zona des­de que se tomó la deci­sión de ade­lan­tar allí el pro­yec­to Hidroituango.

Accio­nes para exi­gir el cum­pli­mien­to de lo ordenado

Con argu­men­tos con­cre­tos la orga­ni­za­ción Ríos Vivos, que agru­pa a las orga­ni­za­cio­nes de las comu­ni­da­des afec­ta­das por este pro­yec­to, con­si­de­ró que las medi­das de pro­tec­ción orde­na­das por el Juz­ga­do 75 penal muni­ci­pal con fun­ción de con­trol de garan­tías de Bogo­tá no esta­ban sien­do cum­pli­das, e inter­pu­so una acción de Cum­pli­mien­to de Medi­das Cau­te­la­res ante el mis­mo Juz­ga­do, en vir­tud de lo cual se han rea­li­za­do varias audien­cias, la más recien­te el pasa­do vier­nes 4 de diciembre.

En esa audien­cia Isa­bel Zule­ta, líder de la orga­ni­za­ción Ríos Vivos, expu­so una serie de hechos com­pro­ba­bles que demues­tran que los pes­ca­do­res, los bare­que­ros y en gene­ral las comu­ni­da­des de la zona, siguen some­ti­das al impac­to de este desas­tre con­ti­nua­do que es cada vez más complejo.

Así tam­bién pre­sen­tó una serie de argu­men­tos de carác­ter cien­tí­fi­co y téc­ni­co apor­ta­dos por pro­fe­sio­na­les de la geo­lo­gía, la geo­mor­fo­lo­gía, la hidro­lo­gía, la inge­nie­ría, la ges­tión ambien­tal y otras espe­cia­li­da­des, que han veni­do hacién­do­le segui­mien­to a ese pro­yec­to des­de antes de la emer­gen­cia del 2018 y que ponen en duda la pre­ci­sión de los argu­men­tos en que EPM se apo­ya para “ase­gu­rar” que esa mega­obra no sigue crean­do ries­gos que pue­den lle­gar a con­ver­tir­se en desas­tres para todo el terri­to­rio aguas abajo.

Espe­re­mos que el señor Juez 75 que cono­ce de caso, vuel­va a fallar tenien­do en cuen­ta todos estos argu­men­tos que expo­nen las comu­ni­da­des a tra­vés de sus líde­res, y que expo­ne la Natu­ra­le­za direc­ta­men­te o a tra­vés de los exper­tos que la inter­pre­tan, para evi­tar así que el río Cau­ca y las mon­ta­ñas se vean en la nece­si­dad de hacer jus­ti­cia por sus pro­pias manos.

Recor­de­mos: los desas­tres son los recla­mos que hace la Natu­ra­le­za por las malas, cuan­do sus recla­mos no son aten­di­dos por las buenas.

Fuen­te: Razón Pública

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