Por Boris Rojas. Resumen Latinoamericano, 14 de diciembre de 2020.
Hay quienes se oponen a la vida, son negadores de cualquier nacimiento y defenestradores de sueños, les molesta la risa y la alegría, no quieren que se reconozca lo inverosímil, lo mágico, lo fantástico. Ni el amor, ni la alegría, ni el arte caben a la hora de los cálculos, el tráfico de influencias, los contactos con gente bien y las ganancias ocasionales por las pequeñas corrupciones cotidianas que garantizan un poco de confort mientras no muerdan la asquerosa mano que les da de comer. Su voluntad estólida solo alcanza para ser lambones con los de arriba y abusones despóticos con quienes consideran inferiores, es decir, todos los que no sean “patrones” representantes del poder y de las instituciones que puedan ofrecerles coimas o galleticas de perro por los favores recibidos, insignificancias a nombre de “los intereses superiores” de la mafia en el poder.
Falsedades, montajes judiciales, fraudes procesales, la tortura física y. psicológica; el “suicidio” con cianuro; los testigos falsos, los “cuadres” por favorcitos con jueces y policías corruptos, el mercado de influencias con funcionarios y “amigos del partido” (partido centro democrático) : todos son recursos del inventario de la fiscalía más corrupta y mafiosa de la historia de Colombia (y eso es ya mucho decir) inaugurada por Néstor Humberto Martínez y continuada por el fiscal Babosa. Un proceso esencial e irreversible para las instituciones colombianas, el ejemplo del funcionamiento del Estado colombiano. Un país en el que así funciona la justicia y en ese funcionamiento ya se encuentra vencida…rota… derrotada… caduca…podrida. La injusticia es ley, la ley en Colombia es injusticia. La cuestión es que ya todos nos dimos cuenta y eso es un problema para los cobardes calamitosos que amparan su tiranía tras violencias y mentiras.
Es como para desilusionarse, hundirse en el escepticismo y la desesperación ¿no cierto?. Eso quisieran los desesperanzados, los alucinados con el brillo del oro, los felices normales que viven al porcentaje de interés. Sobre todo en un país en el que “por la plata baila el perro”, en el que “se callan o los callamos”, en el que la masacre tiene “sentido social”, en el que se masacra y desaparece en plena capital primero a los presos y luego a la población de la ciudad; en donde a un asesino mentiroso y corrupto lo nombran embajador en España y a una persona que podría ser juzgada por una corte penal internacional le regalan la procuraduría luego de su paso por el ministerio de justicia; en un país en el que muchos jueces, la mayoría de procuradores, fiscales, directores de cárcel y policías actúan todos de acuerdo a lo que orienten de arriba sin ley o constitución que valgan a la hora de cumplir los mandatos de patrones peligrosamente violentos, fuertemente armados y corruptos; UN PAÍS EN EL QUE EXISTE UN CONGRESO VIRTUAL Y UNA DICTADURA REAL.
Que en un país así existan millones que se oponen a que así los gobiernen, que sigan luchando viviendo construyendo gritando, creando; que existan personas como Lina e Iván, como los que no nos morimos, ni nos rendimos, no somos vencidos, ni nos suicidamos, no aspiramos al martirio ni huimos y a pesar del acoso a nuestras familias, la tortura y la agresión de la cárcel, el abuso de poder y la persecución judicial y policial a quienes estamos inmersos en el montaje judicial del andino, mantenemos la alegría de vivir, celebramos la vida que se abre paso, amamos, creemos y creamos. Eso tiene que ser una contrariedad muy profunda para las bestias emperifolladas que son gobierno, justicia y ley.
Lina e Iván siguen injustamente presos, van más de 40 meses, tres veces recapturados, jueces tramposos, fiscales y policías corruptos, condenados sin juicio y presos sin condena, rehenes de una pandilla nefasta y poderosa que desde los demostrados montajes judiciales fabricados por fiscalía y policía contra Mateo Gutiérrez y Stiven Buitrago han venido tratando de inculparnos del crimen del CCA y ha sido tan errático su actuar que ni siquiera han respetado a las víctimas directas del atentado para empujarlas a la búsqueda de culpables donde sea y como sea dejando de lado la verdad y sus incomodidades para el poder. Pero no todo mundo ha renunciado a la verdad; aún quedan jueces valientes e independientes, hay periodistas que se niegan a prostituirse ante el poder, aún hay quien actúa por convicción y no por conveniencia. No todo el mundo quiere cobrar su salario e irse, aun a sabiendas de que cometen una injusticia como Bernate (abogado de victimas del andino) o Vicente (delegado del buffet para el centro comercial y de negocios andino) o los abogados de Natalia Trujillo, quien dicho sea de paso, cándida e ingenua y asesorada por semejantes genios se auto-inculpa de crímenes de los que ni siquiera la había acusado la fiscalía siendo totalmente inocente, eso sí, como quiera que la ausencia total de dignidad o no tener ni una pizca de auto respeto no son delito en Colombia.
Que asunto tan intrincado: como no tienen pruebas, dado que fue una operación de contrainteligencia para favorecer el estado de opinión uribista en contra de los procesos de paz de santos. Como fue un atentado que cometió la ultraderecha (ver testigos y primeros autores) no quieren que se descubra a los verdaderos responsables porque se les cae el escaparate de su poder fraudulento y asesino. Así lo comprueban el actuar de la fiscalía en el asesinato de los Pizano, el ocultamiento de las pruebas de compra de votos por el ñeñefiscal- la absolución anticipada de Uribe por parte de una fiscalía adicta a su causa, el montaje a Santrich* y etc.
Aunque ya se sabe que las sacrosantas instituciones colombianas solucionan sus problemas matando, encarcelando, desapareciendo: aquí hay alegría, hay esperanza, aquí no hay miedo. Que problema tan serio tienen.
Fuente: Rebelión