Cuba. Aplau­sos para lxs educadores

Por Mar­ga­ri­tas Barrios, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de diciem­bre de 2020.

No pode­mos olvi­dar los ava­ta­res de los esfor­za­dos docen­tes que tuvie­ron que idear un cur­so tan atí­pi­co y tam­po­co a los que, jun­to a sus alum­nos, estu­vie­ron tra­ba­jan­do en los cen­tros de ais­la­mien­to y rea­li­zan­do disí­mi­les funciones.

Armar y des­ar­mar un cur­so esco­lar. Cerrar las escue­las y uni­ver­si­da­des —hecho sin pre­ce­den­tes des­pués del triun­fo de la Revo­lu­ción— mar­có este 2020 para alum­nos, maes­tros y direc­ti­vos, sin des­de­ñar la par­ti­ci­pa­ción de la fami­lia. Una intru­sa pan­de­mia mar­có la vida de todos y el pro­ce­so de ense­ñan­za estu­vo entre los más per­ju­di­ca­dos a nivel mundial.

En medio de la cri­sis sani­ta­ria, eco­nó­mi­ca y social que vivía la huma­ni­dad —la cual aún no ha ter­mi­na­do— garan­ti­zar la con­ti­nui­dad de la ense­ñan­za se hacía prác­ti­ca­men­te impo­si­ble, a no ser a distancia.

La Orga­ni­za­ción de Nacio­nes Uni­das para la Edu­ca­ción, la Cien­cia y la Cul­tu­ra y el Fon­do de Nacio­nes Uni­das para la Infan­cia han expre­sa­do en reite­ra­das oca­sio­nes su preo­cu­pa­ción sobre «el año edu­ca­ti­vo per­di­do y sus con­se­cuen­cias». No han fal­ta­do los foros onli­ne para deba­tir pro­pues­tas, así como pedir a los paí­ses bus­car opcio­nes váli­das, aun­que las dife­ren­cias socia­les mar­ca­ron pau­ta, más que nun­ca, para las posi­bles soluciones.

En Cuba, con tra­di­ción en tele­cla­ses, se encon­tró en esa fór­mu­la la mane­ra de lle­gar a la mayo­ría, man­te­ner a los alum­nos acti­vos, aun­que sabe­mos que no es igual. Sin embar­go, pre­pa­rar­las en tiem­po récord, rea­li­zar trans­mi­sio­nes en vivo, ade­cuar los currícu­los, mere­ce sin dudas un aplau­so para meto­dó­lo­gos, pro­fe­so­res y todos aque­llos que debie­ron apor­tar pro­fe­sio­na­li­dad y cora­je para hacer­las realidad.

Y tam­bién para la fami­lia que, sobre todo en el caso de los más peque­ños, tuvo que acom­pa­ñar para expli­car, ayu­dar, así como tam­bién preo­cu­par­se por­que pres­ta­ran la debi­da aten­ción. Tal vez esos días en los cua­les los estu­dian­tes no vis­tie­ron su uni­for­me tem­prano en la maña­na para salir rum­bo al cen­tro esco­lar, fue­ron estí­mu­lo para que muchos com­pren­die­ran mejor cuán­to vale en tran­qui­li­dad y sosie­go con­tar con esas instituciones.

Por su par­te, los pro­fe­so­res uni­ver­si­ta­rios tam­bién asu­mie­ron sus desa­fíos, sobre todo aque­llos que tenían estu­dian­tes rea­li­zan­do sus ejer­ci­cios de cul­mi­na­ción de estu­dios, quie­nes de mil mane­ras man­tu­vie­ron el con­tac­to para dar cul­mi­na­ción a un cur­so lleno de escollos.

Tam­po­co se pue­de obviar a los que, jun­to a sus alum­nos, estu­vie­ron tra­ba­jan­do en los cen­tros de ais­la­mien­to y rea­li­zan­do disí­mi­les fun­cio­nes para apo­yar al país en la bata­lla con­tra la COVID-19.

Cada año, por estos días y como ya es tra­di­ción, las ins­ti­tu­cio­nes y las fami­lias feli­ci­tan a los maes­tros. La jor­na­da reme­mo­ra aquel 1961 en que el país se decla­ró libre de anal­fa­be­tis­mo lue­go de una epo­pe­ya pro­ta­go­ni­za­da por jóve­nes alfa­be­ti­za­do­res, algu­nos de los cua­les toda­vía hoy se dedi­can a la hon­ro­sa misión de educar.

Sin embar­go, en este año excep­cio­nal, en el cual los edu­ca­do­res acom­pa­ña­ron a sus alum­nos duran­te meses de incer­ti­dum­bre, para lue­go con­ti­nuar el cur­so y comen­zar el siguien­te cam­bian­do calen­da­rios según la situa­ción epi­de­mio­ló­gi­ca de cada terri­to­rio, la proeza de quie­nes edu­can impul­sa a aplau­dir bien fuer­te a nues­tros maes­tros en este final de diciembre.

Itu­rria /​Fuen­te

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