Por Giorgio Trucchi, Latinoamericano, 9 de diciembre de 2020.
Cada año 92 millones de abejas mueren por intoxicación.
Este 3 de diciembre, en el marco del Día Mundial del no Uso de Plaguicidas, se realizó el foro virtual “Agrotóxicos y polinizadores en Costa Rica”, donde se abordó la grave situación de intoxicación masiva y muerte de abejas en el país a raíz del uso indiscriminado de agrotóxicos.
De acuerdo con datos brindados por Juan Bautista Alvarado, presidente de la Cámara Nacional de Apicultura, en Costa Rica muere un cuarto de millón de abejas por día, es decir casi 92 millones por año.
Ya son más de 80 millones las abejas muertas en lo que va del 2020.
Esto significa pérdida de biodiversidad, reducción de la producción de alimentos y escenarios futuros de miseria y hambre.
Son casi 1.800 millones las flores que cada día no entrarán al proceso de polinización y 50 las toneladas de miel menos cada año, que significa unos 450 millones de colones (750 mil dólares) menos para los apicultores.
En la zona de Los Santos, donde hace una década se albergaba el 8 por ciento de las abejas Apis de Costa Rica (unas 3 mil colmenas), se ha registrado la muerte de al menos 220 millones de abejas, es decir el 73 por ciento de la población, que se traduce en una reducción del 77 por ciento de la producción de miel.
“Es una verdadera catástrofe, un auténtico armageddon de las abejas. Y no se trata sólo de la pérdida de producción de miel. La miel se puede importar, la polinización no”, dijo Alvarado.
Según la FAO, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios a nivel mundial dependen de la polinización.
Los responsables
Contrariamente a la imagen que se pretende vender a nivel internacional, Costa Rica le ha venido apostando a un modelo de producción agropecuario altamente contaminante.
En este sentido, el envenenamiento masivo por agrotóxicos es una de las principales causas de muerte de las abejas.
Fernando Ramírez, investigador del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET), indicó que Costa Rica continúa siendo uno de los países donde más agrotóxicos se importan y aplican por unidad de área agrícola.
En las últimas cuatro décadas (1980−2017) la extensión de área agrícola no ha aumentado mucho, pasando de 300 a 450 mil hectáreas. En cambio, la importación de agrotóxicos se ha casi decuplicado, pasando de menos de 2.000 a 18.000 toneladas de ingrediente activo (IRET 2020).
Sólo en el último quinquenio, la compra de agrotóxicos tuvo un aumento del 37,2 por ciento (SFE 2020).
“Las estadísticas muestran un dato incontrovertible: en Costa Rica cada año aumenta la cantidad de veneno que se importa y se aplica por hectárea”, explicó Ramírez.
Entre los principales responsables de la muerte masiva de abejas señala a los insecticidas neonicotinoides, en especial el imidacloprid (prohibido en la Unión Europea desde 2018), cuyo uso ha aumentado exponencialmente en los últimos cuatro años (2016−2019).
Ramírez mencionó también a otros 49 insecticidas altamente tóxicos para las abejas, entre otros el fipronil, cipermetrina, diazinon, etoprofos, oxamil y terbufos. También en estos casos el uso ha aumentado significativamente en los últimos años (SFE e IRET 2020).
Grupos ecologistas señalan que entre 2017 y 2019 se importaron 206 tipos de ingredientes activos. El 49,1 por ciento correspondió a mancozeb. Efectos indirectos o colaterales sobre las abejas involucran a herbicidas como el glifosato, 2,4‑D y paraquat.
Entre los cultivos donde más agrotóxicos se aplican figuran el banano, tomate, piña, papa y plátano.
A pesar de que recientemente la Asamblea Legislativa declarara la apicultura de interés público, para el movimiento ecologista consolidar una verdadera protección a las abejas pasa por prohibir los agrotóxicos que las asesinan[1].
En este sentido, asegura el Bloque Verde, es urgente detener y revertir el proceso de flexibilización de la normativa de registro de agrotóxicos en el país, y hacer los análisis de evaluación de riesgo ambiental a los productos químicos.
“Es urgente proteger a los organismos polinizadores, restringir aquellas sustancias que dañan las abejas y buscar alternativas de políticas agroecológicas”, concluyó Ramírez.
Fuente: Rel UITA