El Salvador. La Fuerza Armada vuelve a perseguir campesinos en Chalatenango

El Sal­va­dor. La Fuer­za Arma­da vuel­ve a per­se­guir cam­pe­si­nos en Chalatenango

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Por Nel­son Rau­da Zablah. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 9 de diciem­bre de 2020.

Cam­pe­si­nos de Cha­la­te­nan­go han sido aco­sa­dos por el Ejér­ci­to y la Poli­cía, tras ser víc­ti­mas cola­te­ra­les de una orden tui­te­ra del pre­si­den­te Buke­le, que acu­só al FMLN y a sus alcal­des de pro­te­ger a nar­co­tra­fi­can­tes y con­tra­ban­dis­tas. En la fron­te­ra cha­la­te­ca, la «nue­va nor­ma­li­dad» sigue dete­ni­da pese a las leyes y tra­ta­dos que pro­te­gen a los habi­tan­tes de los exbol­so­nes. La Igle­sia cató­li­ca, la PDDH y orga­nis­mos de dere­chos huma­nos denun­cian que el Gobierno ha toma­do la excu­sa del com­ba­te al nar­co para repri­mir a pobla­do­res de muni­ci­pios con­tro­la­dos por el FMLN con accio­nes que recuer­dan a la per­se­cu­ción polí­ti­ca que se abo­lió en 1992.

Un día des­pués de que el pre­si­den­te Nayib Buke­le envió a sus cuer­pos de segu­ri­dad a per­se­guir a los nar­co­tra­fi­can­tes del nor­te de Cha­la­te­nan­go, los mili­ta­res cap­tu­ra­ron al cam­pe­sino y comer­cian­te Alfre­do López. Lo encon­tra­ron el miér­co­les 21 de octu­bre en el inhós­pi­to, rural y fron­te­ri­zo pue­blo de Arca­tao, un muni­ci­pio gober­na­do por el FMLN, el expar­ti­do de Buke­le que, según él, aho­ra pro­te­ge a nar­cos y con­tra­ban­dis­tas. Alfre­do López fue sor­pren­di­do en su casa, ubi­ca­da a unos 500 metros del río Saza­la­pa, fron­te­ra con Hon­du­ras, mien­tras car­ga­ba un pic­kup con el pro­duc­to que espe­ra­ba colo­car en la cabe­ce­ra depar­ta­men­tal: unos sacos relle­nos con gra­nos de fri­jol rojo.

Al día siguien­te, Alfre­do López fue remi­ti­do a la capi­tal y ence­rra­do en una cel­da de la Divi­sión Anti­nar­có­ti­cos (DAN) de la Poli­cía, un lugar usual­men­te reser­va­do para los pro­ta­go­nis­tas este­la­res de la corrup­ción y el cri­men con­tem­po­rá­neo sal­va­do­re­ño: entre estos los expre­si­den­tes Fran­cis­co Flo­res, Anto­nio Saca y el con­si­de­ra­do líder del Cár­tel de Texis, José Adán Sala­zar Uma­ña, mejor cono­ci­do como Che­pe Dia­blo. Pero aun­que lo encon­tra­ron con las manos sobre su mer­can­cía, él no ter­mi­na­ba de enten­der por qué lo habían cap­tu­ra­do ni qué hacía en aque­llas cel­das tan espe­cia­les. Se lo expli­ca­ron sus com­pa­ñe­ros de pri­sión, y lo enfu­re­ció saber­se un chi­vo expia­to­rio en otro ata­que de Buke­le hacia el FMLN. Cua­tro días más tar­de, el juez de Paz de Arca­tao lo dejó libre por­que con­tra este hom­bre acu­sa­do de nar­co­tra­fi­can­te ni siquie­ra hubo prue­bas de que los fri­jo­les que le deco­mi­sa­ron pro­vi­nie­ron del contrabando.

Antes de salir de la DAN, Alfre­do López se ente­ró que la ofen­si­va de Buke­le con­tra los muni­ci­pios gober­na­dos por el FMLN arran­có el mar­tes 20, el día en que la dipu­tada y excan­di­da­ta a la vice­pre­si­den­cia del par­ti­do, Kari­na Sosa, denun­ció jun­to a un gru­po de alcal­des que el Ejér­ci­to no per­mi­tía el libre trán­si­to de per­so­nas entre Hon­du­ras y El Sal­va­dor. Los afec­ta­dos, dije­ron, eran ocho muni­ci­pios fron­te­ri­zos del depar­ta­men­to de Cha­la­te­nan­go, en los que viven unas 32 mil per­so­nas, según las pro­yec­cio­nes pobla­cio­na­les de la Direc­ción Gene­ral de Esta­dís­ti­cas (Digestyc). La res­tric­ción, dije­ron, pro­vo­ca­ba “sepa­ra­ción de fami­lias, impe­di­men­to a reci­bir tra­ta­mien­tos médi­cos, y una eco­no­mía gra­ve­men­te afec­ta­da” para quie­nes viven en esa ori­lla del país.

En res­pues­ta, el pre­si­den­te Buke­le tui­teó: “Ahí no hay NINGÚN pues­to fron­te­ri­zo. ¡Son los pun­tos cie­gos! Aquí pue­den ver quié­nes tra­ba­jan para los nar­co­tra­fi­can­tes y con­tra­ban­dis­tas”. Dedi­có otros tres tuits más al asun­to ese día. Fiel a su esti­lo, orde­nó vía Twit­ter al minis­tro de Defen­sa Merino Mon­roy: “Dupli­que la pre­sen­cia mili­tar en los pun­tos cie­gos de San Fer­nan­do, Arca­tao, Nue­va Tri­ni­dad y San Igna­cio. Es evi­den­te que inten­tan pasar dro­ga y/​o con­tra­ban­do y que ade­más cuen­tan con el apo­yo de las auto­ri­da­des locales”. 

Dicho y hecho: la can­ti­dad de sol­da­dos aumen­tó en esos muni­ci­pios, que des­de mar­zo, cuan­do el país se fue a cua­ren­te­na, ya habían reci­bi­do a una par­te del des­plie­gue de los 2 mil ele­men­tos que el Ejér­ci­to dise­mi­nó en fron­te­ras y pun­tos cie­gos del país. El pro­cu­ra­dor de Dere­chos Huma­nos, Apo­lo­nio Tobar dijo que los alcal­des cha­la­te­cos denun­cia­ron la “cri­mi­na­li­za­ción de la juven­tud” y accio­nes arbi­tra­rias como que los sol­da­dos “bus­can tatua­jes, revi­san si usan la cami­sa gran­de, el pelo lar­go y obli­gan a los jóve­nes cor­tar­se el pelo de una for­ma determinada”.

La Pro­cu­ra­du­ría alis­ta una reso­lu­ción, tras rea­li­zar ins­pec­cio­nes en la zona. Entre el 21 y el 29 de octu­bre, la orga­ni­za­ción de dere­chos huma­nos Cris­to­sal lan­zó una encues­ta digi­tal con pobla­do­res de los muni­ci­pios afec­ta­dos por el incre­men­to del Ejér­ci­to des­de mar­zo. Hicie­ron 36 entre­vis­tas: la mitad res­pon­dió que la mayor afec­ta­ción era no poder cru­zar la fron­te­ra. Más de la mitad (el 58%) se mos­tró en des­acuer­do con la medi­da. “Las razo­nes giran en torno a que esto no favo­re­ce a la pobla­ción ni se tra­du­ce tam­po­co en una pro­tec­ción mayor, sino más bien se per­ci­be como una estra­te­gia polí­ti­ca del gobierno cen­tral y se reco­no­ce que las tro­pas des­ple­ga­das vul­ne­ran a los resi­den­tes”, con­clu­yó Cristosal.

Un día des­pués del tuit pre­si­den­cial, un sar­gen­to y dos sol­da­dos detu­vie­ron a Alfre­do en Arcatao. 

“Aquí a saber cuán­to podés lle­var de droga”

Segui­mos en pan­de­mia, pero en esta esta­día Alfre­do López ha encon­tra­do en la pru­den­te dis­tan­cia un refu­gio inmu­ne al virus. Enton­ces se aso­ma un bigo­te espe­so deba­jo de la mas­ca­ri­lla. Y como vis­te jeans, es algo regor­de­te y usa cami­sa roja, su per­fil mere­ce una seme­jan­za: tien un aire del famo­so plo­me­ro ita­liano de los video­jue­gos. “Lo mío sir­vió cabal para lo que el gobierno dijo”, dice Alfre­do, aho­ra en liber­tad, des­de la como­di­dad de su casa. Los 45 años que car­ga enci­ma los ha vivi­do en el case­río Los Cha­va­rría, del can­tón Teo­sin­te. La zona don­de lo detu­vie­ron en un pro­ce­di­mien­to irre­gu­lar a las 4:45 de la tar­de del 21 de octubre.

Alfre­do López, de 45 años, en la entra­da de la casa de su madre, case­río Los Cha­va­rría, Arca­tao. López fue dete­ni­do por la Poli­cía el 21 de octu­bre, acu­sa­do de con­tra­ban­do. Foto de El Faro: Car­los Barrera

“Yo esta­ba car­gan­do el pic­kup para lle­var 20 quin­ta­les (de fri­jo­les) a Cha­la­te­nan­go a ven­der. Ellos ya esta­ban direc­ta­men­te ahí para­dos en el carro. Empe­za­ron a pre­gun­tar­me. Pri­me­ro, que les die­ra todos los docu­men­tos del carro, y los míos”, dice Alfre­do. “De ahí, vino el mai­tro (un sar­gen­to) y se metió sin per­mi­so has­ta aden­tro, a la casa de mi mamá”.

En El Sal­va­dor, nin­gu­na auto­ri­dad pue­de ingre­sar sin una orden judi­cial a la casa de un ciu­da­dano, a menos que este se lo auto­ri­ce. Ni Alfre­do ni su madre habían auto­ri­za­do nada. La casa de Mir­ta­la, de 60 años, está a menos de 100 metros de dis­tan­cia de la suya, en este case­río rural, al que se lle­ga des­de el cas­co urbano de Arca­tao a tra­vés de una calle de tie­rra. Alfre­do había guar­da­do los cos­ta­les con fri­jo­les ahí.

“Él se ha meti­do de abu­si­vo por­que a mí no me ha dicho ‘seño­ra, deme per­mi­so de entrar’”, cuen­ta Mir­ta­la, con la indig­na­ción fres­ca. “Y toda­vía ha lle­ga­do a decir­me: ‘apa­gue esa luz, seño­ra’, ¡como que él me man­da­ba a mí!».

Tras el alla­na­mien­to, uno de los sol­da­dos subió el tono del inte­rro­ga­to­rio. “Aquí a saber cuán­to podés lle­var de dro­ga”, le dijo a Alfre­do. En res­pues­ta, él ofre­ció abrir sus cos­ta­les. “Si que­rés te los des­va­cío uno por uno en la calle. Si me hallás dro­ga, apli­ca­me toda la ley, y si no hallás nada, que te la apli­quen a vos”, lo retó. “Des­pués, el mis­mo sol­da­do, me dijo que todas estas casas las usa­ban de bode­gas para el con­tra­ban­do. Y yo le dije: ¿por qué no pedís una orden y revi­sás todas las casas?”. 

El sar­gen­to lue­go le pre­gun­tó a Alfre­do de dón­de había saca­do los fri­jo­les. Alfre­do, ade­más de cam­pe­sino es comer­cian­te y tra­tó, en vano, de expli­car­le su nego­cio a los mili­ta­res. “Yo ven­do abono, vene­nos y así la gen­te me da gra­nos en pago. Le dije: yo aquí le com­pro a Pedro y a Juan, por­que me pre­gun­ta­ron que quié­nes, que die­ra nom­bres y ape­lli­dos. ¿Cómo le voy a dar ape­lli­dos de tan­ta gente?”.

Con­tra Alfre­do se mon­tó un gran ope­ra­ti­vo. Mien­tras caía la noche, más auto­ri­da­des lle­ga­ron a ame­na­zar. “Bajó el sub­ins­pec­tor (de la Poli­cía Nacio­nal Civil) de Arca­tao y me obli­gó a sacar el pro­duc­to para la calle”. Alfre­do tenía otros 24 quin­ta­les de fri­jo­les en su casa, ade­más de los 20 que ya había car­ga­do a su pic­kup, en total un poco más de 2,500 dóla­res a los pre­cios actua­les. “Me dijo: ‘si usted de volun­tad saca el fri­jol para la calle va a ser menos el pro­ble­ma, pero si usted no lo saca, se le va a hacer un gran pro­ble­ma y vamos a traer orden de cateo para regis­trar toda la casa’”. El poli­cía reco­no­ció que no podía hacer lo que el sar­gen­to hizo: ingre­sar a la casa sin una orden.

Alfre­do, temien­do que el pro­ble­ma cre­cie­ra o que qui­sie­ran dete­ner a Mir­ta­la, acce­dió a sacar los cos­ta­les que aún tenía en casa. “Has­ta los mis­mos poli­cías de adua­na me dije­ron que eso era prohi­bi­dí­si­mo”, cuen­ta. Se lo lle­va­ron dete­ni­do y pasó la noche en la fron­te­ra El Poy, dur­mien­do con una mano espo­sa­da a una ban­ca. Al día siguien­te, lo ficha­ron en en Cha­la­te­nan­go y lo tras­la­da­ron a las bar­to­li­nas de la DAN.

Río Saza­la­pa, del lado izquier­do es El Sal­va­dor, y de lado dere­cho Hon­du­ras. En este pun­to per­so­nas hon­du­re­ñas se abas­te­cen de pro­duc­tos, ya que Arca­tao es el pue­blo más cer­cano a sus case­ríos fron­te­ri­zos con El Sal­va­dor. Foto de El Faro: Car­los Barrera

En la cel­da que le tocó, le dije­ron, habían dor­mi­do antes que él Gus­ta­vo López David­son (expre­si­den­te del par­ti­do Are­na acu­sa­do por una per­mu­ta ile­gal de armas), el exmi­nis­tro de Defen­sa, David Mun­guía Payés (acu­sa­do por la Tre­gua con pan­di­llas)Susy Rodrí­guez, espo­sa del expre­si­den­te de la Asam­blea Legis­la­ti­va, Sig­fri­do Reyes, acu­sa­do de corrup­ción. Ahí se ente­ró del decre­to pre­si­den­cial: “un reo me ense­ñó el dia­rio y yo leí que ahí men­ta­ba a los alcaldes”. 

Alfre­do ase­gu­ra que un sol­da­do lo acu­só de ser nar­co­tra­fi­can­te, pero esto no que­dó con­sig­na­do en el expe­dien­te judi­cial. La acu­sa­ción por con­tra­ban­do sí. La Fis­ca­lía ase­gu­ra que a Alfre­do “le incau­ta­ron el fri­jol en una bode­ga de su pro­pie­dad y en un camión por lo que no podía acre­di­tar­se el ori­gen del fri­jol; es decir que hubie­se ingre­sa­do pro­ce­den­te del extran­je­ro eva­dien­do los con­tro­les fron­te­ri­zos”. La bode­ga es en reali­dad una casa pro­te­gi­da con una ver­ja de madreca­cao y alam­bre. El “camión” en reali­dad es su pic­kup Nissan.

La Fis­ca­lía igno­ró las irre­gu­la­ri­da­des de la cap­tu­ra y no pudo pro­bar que Alfre­do era un con­tra­ban­dis­ta. En la audien­cia ini­cial, la acu­sa­ción cam­bió al deli­to de con­duc­ción de mer­ca­de­ría de dudo­sa pro­ce­den­cia. Alfre­do acep­tó un pro­ce­di­mien­to abre­via­do para vol­ver a casa: una con­de­na de dos años, reem­pla­za­da inme­dia­ta­men­te, si paga­ba 1,500 dóla­res como res­pon­sa­bi­li­dad civil. “Yo no le enten­dí mucho pero (me dije­ron) que si acep­ta­ba pagar esa can­ti­dad me iban a dejar libre”, expli­ca. Jun­to con los hono­ra­rios de su abo­ga­da y los trá­mi­tes para recu­pe­rar su vehícu­lo deco­mi­sa­do, la tra­ve­sía de Alfre­do le acu­mu­ló una deu­da de 3,000 dóla­res, más los 44 quin­ta­les de fri­jo­les que le quitaron.

Mien­tras Alfre­do cuen­ta su his­to­ria, a unos metros, un hom­bre trans­por­ta una caja de toma­tes de El Sal­va­dor a Hon­du­ras a tra­vés del río Saza­la­pa. A Alfre­do, y a los habi­tan­tes de esta fron­te­ra, el cru­ce de pro­duc­tos de un lado al otro del río les resul­ta una prác­ti­ca coti­dia­na. Y lejos de la per­se­cu­ción orques­ta­da por el pre­si­den­te des­de Twit­ter, y el car­go que ter­mi­nó acep­tan­do en el jui­cio, ese inter­cam­bio de mer­ca­de­ría ha sido regu­la­do y pro­te­gi­do des­de 1992, tras la sen­ten­cia que fijó los pun­tos fron­te­ri­zos entre Hon­du­ras y El Salvador. 

La gen­te de las orillas

La Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia de La Haya deci­dió en sep­tiem­bre de 1992, en una dispu­ta limí­tro­fe que data­ba des­de la colo­nia, que 160 kiló­me­tros cua­dra­dos que eran recla­ma­dos por El Sal­va­dor pasa­ban a for­mar par­te de Hon­du­ras. Entre estos “bol­so­nes” esta­ban zonas fron­te­ri­zas de los muni­ci­pios de Cita­lá, San Igna­cio y Arca­tao en Cha­la­te­nan­go. Lo mis­mo ocu­rrió con otras zonas en el orien­te del país. Así, miles de cam­pe­si­nos con pro­pie­da­des y tie­rras ama­ne­cie­ron en un nue­vo país, aun­que sus iden­ti­da­des seguían sien­do sal­va­do­re­ñas. Seis años más tar­de, en la Con­ven­ción sobre nacio­na­li­dad y dere­chos adqui­ri­dos, los dos paí­ses se com­pro­me­tie­ron a “garan­ti­zar que los pro­pie­ta­rios y habi­tan­tes de la zona tran­si­ten libre­men­te en los terri­to­rios que fue­ron obje­to de la sen­ten­cia, y comer­cia­li­za­ción y movi­li­cen sus bie­nes en dichas zonas”. La con­ven­ción tam­bién les dio el dere­cho a optar por la doble nacio­na­li­dad. Alfre­do López comer­cia con lo que se cul­ti­va en los exbol­so­nes de Arcatao. 

Vis­ta des­de Arca­tao al case­río Saza­la­pa, Hon­du­ras. La mayo­ría de habi­tan­tes de la zona acos­tum­bran tran­si­tar entre los dos paí­ses para tra­ba­jar o com­prar pro­duc­tos. Foto de El Faro: Car­los Barrera

En la prác­ti­ca, los habi­tan­tes de los exbol­so­nes, pero tam­bién de otros terri­to­rios fron­te­ri­zos, han hecho su vida entre dos paí­ses por los últi­mos 30 años, sin moles­tar­se por trá­mi­tes migra­to­rios o adua­ne­ros. Quie­nes viven del lado hon­du­re­ño com­pran en las tien­das del lado sal­va­do­re­ño; miles de sal­va­do­re­ños tie­nen tie­rras del otro lado de la fron­te­ra, don­de cul­ti­van o man­tie­nen gana­do o son migran­tes esta­cio­na­les para la tem­po­ra­da de reco­lec­ción de café, que empie­za en noviem­bre. En la limos­na de la misa, al párro­co de San Fer­nan­do, en El Sal­va­dor, le caen coras y lem­pi­ras. Miles de hon­du­re­ños via­jan a El Sal­va­dor para reci­bir aten­ción médi­ca de for­ma regu­lar, por­que les es más cer­cano via­jar a Cha­la­te­nan­go o Mora­zán que a San Pedro Sula o Tegu­ci­gal­pa, debi­do a la cen­tra­li­za­ción de los ser­vi­cios de salud públi­ca en su país. 

Ese ir y venir entre paí­ses que­dó regis­tra­do en la Ley Espe­cial de Migra­ción y Extran­je­ría, publi­ca­da en abril de 2019, con el nom­bre de “trán­si­to veci­nal fron­te­ri­zo”. La dipu­tada Kari­na Sosa par­ti­ci­pó en la apro­ba­ción de dicha ley. “Exis­tía la con­cep­ción en algu­nos cole­gas de que úni­ca­men­te debía que­dar legis­la­do (el paso a tra­vés de) la case­ta de migra­ción y el con­trol migra­to­rio. Pero la reali­dad sobre­pa­sa la situa­ción”, explica. 

En Cha­la­te­nan­go, solo exis­te la case­ta migra­to­ria de El Poy (Cita­lá), pero por años los habi­tan­tes de luga­res como Arca­tao (a 93 kiló­me­tros), San Fer­nan­do (a 84 kiló­me­tros) o Nue­va Tri­ni­dad (a 87) han pasa­do a Hon­du­ras sin ir has­ta la case­ta migra­to­ria. “Ellos tran­si­ta­ban, ense­ña­ban el DUI al Ejér­ci­to, los deja­ban irse y regre­sa­ban”, dice la dipu­tada Sosa. 

En el artícu­lo 103 de la nue­va ley, se esta­ble­ció que la Direc­ción Gene­ral de Migra­ción daría un car­net de iden­ti­fi­ca­ción a “las per­so­nas cen­tro­ame­ri­ca­nas y resi­den­tes extran­je­ras que habi­tan en los lími­tes fron­te­ri­zos del país, que ingre­sen y sal­gan de este en for­ma cons­tan­te y per­ma­nen­te por vía terres­tre, sin que su per­ma­nen­cia exce­da de tres días y sin per­mi­so para rea­li­zar acti­vi­da­des labo­ra­les en el país”. Esos sal­vo­con­duc­tos no se han entregado.

En mar­zo, la pan­de­mia por covid-19 alte­ró la vida de todo el mun­do. El 11, el Gobierno sal­va­do­re­ño cerró todas sus fron­te­ras como medi­da de pre­ven­ción y lue­go des­ple­gó 2 mil sol­da­dos a las zonas fron­te­ri­zas. El 19 de sep­tiem­bre las fron­te­ras se reabrie­ron, pero en estos muni­ci­pios de Cha­la­te­nan­go, sin case­tas migra­to­rias, la reaper­tu­ra gene­ra­li­za­da no se apli­có. La “nue­va reali­dad” no ha empe­za­do en estos pue­blos aun­que las difi­cul­ta­des de su vie­ja reali­dad permanecen.

María Rosa Por­ti­llo, de 36 años, Fiden­cio Car­ta­ge­na, de 50, y su hijo Josué, de nue­ve, reco­gen agua en el río Saza­la­pa en media doce­na de plás­ti­cos al atar­de­cer de este 29 de octu­bre. Son sal­va­do­re­ños pero viven del lado hon­du­re­ño. María dice que su mamá, Teo­do­ra Mar­tí­nez, de 64 años, con pro­ble­mas en una rodi­lla y bor­dón para cami­nar, no ha podi­do asis­tir a dos citas para una ope­ra­ción pro­gra­ma­da por­que los mili­ta­res sal­va­do­re­ños no la dejan cru­zar. “Ella tie­ne una her­nia, pero esta gen­te aquí no le entien­de a uno el pro­ble­ma. Dicen que tie­ne que bajar­se, pasar cami­nan­do el río y tie­ne que venir otro carro a reco­ger­la (del lado sal­va­do­re­ño)”, expli­ca María.

Fiden­cio Car­ta­ge­na de 50 años, María Por­ti­llo, de 36, y Josué Car­ta­ge­na, de 9, son una fami­lia sal­va­do­re­ña que vive en el case­río Saza­la­pa en Hon­du­ras. María lamen­ta que los mili­ta­res han impe­di­do que su madre ingre­se a El Sal­va­dor en este paso para aten­der a una inter­ven­ción médi­ca. Foto de El Faro: Car­los Barrera.

“Estoy espe­ran­do tal vez algún día se les ablan­da al ver la nece­si­dad de la gen­te”, agrega.

Fiden­cio Car­ta­ge­na, el espo­so de María, se encon­tró con otra pre­gun­ta cuan­do qui­so inter­ce­der ante los mili­ta­res ubi­ca­dos en una casa en este paso del río. El mili­tar le dijo.“¿Cuándo hicie­ron esta línea no les pre­gun­ta­ron si que­rían que­dar en Hon­du­ras o en El Sal­va­dor?” Pero a Fiden­cio nadie le pre­gun­tó. “¿Cómo nos vamos a mover si noso­tros aquí tene­mos la tie­rri­ta, la casi­ta, los ani­ma­li­tos? Lo que dije­ron fue que los exbol­so­nes iban a ser pro­te­gi­dos, que iban a tener todos los apo­yos, pero es men­ti­ra. La gen­te de las ori­llas no tene­mos apo­yo de nin­gún lado”, se queja. 

Ecos de una nue­va per­se­cu­ción política

Un mes des­pués de la denun­cia de la dipu­tada Sosa y de la deten­ción de Alfre­do López por con­tra­ban­do, el pre­si­den­te Buke­le vol­vió a tui­tear sobre la peti­ción de los alcal­des de Cha­la­te­nan­go. “Los con­tro­les que el FMLN pre­sio­na para que qui­te­mos. El día que lo pidie­ron, dupli­ca­mos los con­tro­les”, dijo Buke­le en un tuit el 21 de noviem­bre, aun­que la peti­ción del FMLN no fue qui­tar los con­tro­les, sino “garan­ti­zar los dere­chos huma­nos” y un infor­me de “las moti­va­cio­nes de res­trin­gir liber­tad de trán­si­to a sal­va­do­re­ños”. El tuit pre­si­den­cial acom­pa­ña­ba fotos de la cap­tu­ra de un hom­bre que trans­por­ta­ba 50 kilos de marihua­na, y que fue dete­ni­do en San­ta Ana, a unos 100 kiló­me­tros del más cer­cano de los pue­blos cuyo alcal­de acom­pa­ñó la denun­cia. Cla­ra­men­te, el pre­si­den­te que­ría man­te­ner el tema en agen­da. Pero, ¿por qué?

“El pro­ble­ma que yo veo es que la gen­te que pro­tes­tó es del Fren­te, pare­cie­ra que por ahí vie­ne el asun­to”, dice mon­se­ñor Oswal­do Esco­bar, el obis­po de Cha­la­te­nan­go. La his­to­ria de cómo la Igle­sia cató­li­ca se invo­lu­cró en la defen­sa de los pobla­do­res de los exbol­so­nes y de las otras ori­llas de Cha­la­te­nan­go, aho­ra estig­ma­ti­za­dos como con­tra­ban­dis­tas o nar­co­tra­fi­can­tes, evo­ca a aque­lla Igle­sia que defen­dió al pue­blo de El Sal­va­dor autoritario. 

El 25 de octu­bre, cin­co días des­pués de la denun­cia de la dipu­tada Sosa y los tuits pre­si­den­cia­les, el FMLN orga­ni­zó una mani­fes­ta­ción en Arca­tao. Lore­na Peña, expre­si­den­ta de la Asam­blea Legis­la­ti­va, denun­ció que la Poli­cía detu­vo una cara­va­na de sim­pa­ti­zan­tes del FMLN, a la entra­da de Arca­tao, y que los agen­tes les dije­ron que bus­ca­ban armas. El párro­co de Arca­tao, el jesui­ta Miguel Vás­quez, reci­bió a la con­cen­tra­ción des­pués de la misa ese domin­go y cri­ti­có al pre­si­den­te Buke­le y sus medi­das. “En su gobierno tam­bién tie­ne polí­ti­cos del pasa­do y tam­bién can­di­da­tos que lle­va. Tene­mos la lis­ta de corrup­cio­nes que tie­nen. Oja­lá les diga que está prohi­bi­do tra­ba­jar con dro­ga tam­bién, por­que tie­ne gen­te invo­lu­cra­da en eso”, dijo Vás­quez, que reci­bió una sono­ra ova­ción. Al día siguien­te, la dió­ce­sis de Cha­la­te­nan­go en pleno dio su pos­tu­ra, en una con­fe­ren­cia de prensa.

La Dió­ce­sis afir­mó que esta­ba hablan­do “en nom­bre de estas comu­ni­da­des limí­tro­fes para que la Fuer­za Arma­da les con­ce­da un tra­to digno y humano para que pue­dan desa­rro­llar sus labo­res agrí­co­las, comer­cia­les y de libre trán­si­to, tal como suce­día antes de la pan­de­mia”. La Igle­sia da la cara por ellos: “ellos no son nar­co­tra­fi­can­tes”, ase­gu­ra. “Si des­pués de una seria inves­ti­ga­ción hubie­se alguno que esté invo­lu­cra­do en esta ase­ve­ra­ción, el gobierno está en su dere­cho de per­se­guir el ilí­ci­to, pero sin estig­ma­ti­zar­los a todos”, reza el comunicado.

Omar López, de 42 años, es un agri­cul­tor sal­va­do­re­ño resi­den­te de Arca­tao. La tie­rra que cul­ti­va está en terri­to­rio hon­du­re­ño y des­de que se cerra­ron los pasos, debi­do a la cua­ren­te­na, ya no pudo cose­char maíz y fri­jol para ven­der. Foto de El Faro: Car­los Barrera

Algu­nas accio­nes de Buke­le, y sus con­se­cuen­cias, son ana­cró­ni­cas. Cuer­pos de segu­ri­dad per­si­guien­do a cam­pe­si­nos y comer­cian­tes a la lige­ra, regis­tros poli­cia­les a opo­si­to­res polí­ti­cos, sacer­do­tes cató­li­cos denun­cian­do corrup­ción y un párro­co cues­tio­nan­do al Esta­do eran esce­nas comu­nes en los 70 y 80, cuan­do la Igle­sia, lide­ra­da por sacer­do­tes como Ruti­lio Gran­de u Óscar Rome­ro, denun­cia­ban las vio­la­cio­nes a dere­chos huma­nos del régi­men mili­tar. Las esce­nas de Arca­tao se suman a un mosai­co que inclu­ye la mili­ta­ri­za­ción de la Asam­blea Legis­la­ti­va, en febre­ro pasa­do, la des­obe­dien­cia del pre­si­den­te a las sen­ten­cias de la Sala de lo Cons­ti­tu­cio­nal, de su ejér­ci­to a órde­nes judi­cia­les, de la Poli­cía a la Fis­ca­lía, del direc­tor de la Poli­cía a la Asam­blea Legis­la­ti­va, de los ata­ques sis­te­má­ti­cos a perio­dis­tas y defen­so­res de dere­chos huma­nos… Más recien­te, la Poli­cía cap­tu­ró a inte­gran­tes de los orga­nis­mos elec­to­ra­les que pre­pa­ran la elec­ción de 2021, y que están liga­dos al par­ti­do Are­na, en un con­tex­to en el que Buke­le y su par­ti­do acu­san, sin pre­sen­tar prue­bas, de un supues­to frau­de. El Sal­va­dor de aho­ra se pare­ce cada vez más al que creía­mos supe­ra­do con la fir­ma de La Paz.

El obis­po Oswal­do Esco­bar, un sacer­do­te de la orden car­me­li­ta, pre­si­de la dió­ce­sis de Cha­la­te­nan­go des­de 2016. Es alto, blan­co, de cara redon­da y de sua­ves mane­ras. Opo­si­tor polí­ti­co de Buke­le no es la cate­go­ría que vie­ne a la men­te al ver­lo, pero él y otros sacer­do­tes reci­bie­ron ese tra­to des­pués de que se posi­cio­na­ron en con­tra de la mili­ta­ri­za­ción orde­na­da por Twit­ter. “El pun­to siem­pre ha sido que los cam­pe­si­nos tran­si­ten libre­men­te. El pre­si­den­te toma esta deci­sión muy radi­cal y sin con­sul­ta”, dice Esco­bar a El Faro. 

El párro­co Vás­quez, de Arca­tao, fue uno de los impul­so­res del pro­nun­cia­mien­to de la Dió­ce­sis pero emi­tió su pro­pio comu­ni­ca­do. “De la noche a la maña­na, el pre­si­den­te sale con afir­ma­cio­nes irres­pon­sa­bles, curio­sa­men­te él se ha enfo­ca­do en los muni­ci­pios don­de gobier­na el FMLN”, se lee en el documento.

En eso, Vás­quez tam­bién coin­ci­de con la dipu­tada Kari­na Sosa, quien dijo que anti­ci­pa­ba una fuer­te reac­ción de su excom­pa­ñe­ro de par­ti­do, Nayib Buke­le. “Sí espe­ra­ba ata­que, pero no en la dimen­sión que él le dio. Y le aplau­do por­que él le dio poten­cia al tema y visi­bi­li­zó su incum­pli­mien­to. Se hizo el hara­ki­ri”, dice Sosa. Buke­le ha hecho de esta dipu­tada, como de otros dipu­tados de opo­si­ción, un blan­co de sus arre­me­ti­das en Twit­ter. Tres sema­nas antes de denun­ciar a los nar­co­tra­fi­can­tes y con­tra­ban­dis­tas anó­ni­mos ‘pro­te­gi­dos’ por el FMLN, Buke­le dedi­có sie­te tuits para ridi­cu­li­zar un men­sa­je de la dipu­tada Sosa que con­te­nía erro­res de redac­ción. Ese vier­nes, cer­ca de la media­no­che, Buke­le insi­nuó que la dipu­tada esta­ba ebria y que por eso se había equi­vo­ca­do. “Es el esti­lo que ha adop­ta­do y que ten­drá de cara a las elec­cio­nes, de per­so­na­li­zar y des­gas­tar al can­di­da­to que va por deter­mi­na­do par­ti­do”, dice Sosa. 

Pero antes de ser un argu­men­to en la con­tien­da elec­to­ral, el pro­ble­ma de los cha­la­te­cos de la fron­te­ra ya exis­tía. El 7 de agos­to, Car­los Álva­rez, el alcal­de de San Fer­nan­do, le envió una car­ta al coro­nel César Wil­fre­do Villal­ta Ángel, el coman­dan­te del Des­ta­ca­men­to Mili­tar 1. “Le soli­ci­ta­mos su apo­yo de auto­ri­zar­nos para que con fre­cuen­cia cru­ce­mos la fron­te­ra (…) la inten­ción nues­tra es úni­ca­men­te lle­var a cabo los tra­ba­jos que deman­da una fin­ca o tra­ba­jos de gana­de­ría”, dice la car­ta. A dife­ren­cia de Arca­tao, el caso de San Fer­nan­do es par­ti­cu­lar. Sus fron­te­ras tie­nen años de estar en la mira de las auto­ri­da­des por ser con­si­de­ra­da un pun­to cla­ve del trá­fi­co de droga. 

Los dos San Fernando

Hay dos San Fer­nan­do. A uno se lle­ga sobre la calle que par­te de Dul­ce Nom­bre de María. No es para con­duc­to­res nova­tos. Es de tie­rra, con minúscu­los par­ches de cemen­to y balas­tre, y ser­pen­tea has­ta el mareo como el res­to de cami­nos en las cimas de Cha­la­te­nan­go. Su angos­tu­ra desa­fía el paso de dos vehícu­los —uno en cada sen­ti­do— y en algu­nos tra­mos, hay barran­co a los cos­ta­dos. Los sepa­ra­do­res metá­li­cos a las ori­llas no ofre­cen muchas garan­tías. Solo hay 30 kiló­me­tros entre Dul­ce Nom­bre de María y San Fer­nan­do, la mis­ma dis­tan­cia que entre San Sal­va­dor y el Puer­to de La Liber­tad. Pero aun­que uno pue­de lle­gar de la capi­tal a la pla­ya en poco más de media hora, para lle­gar a San Fer­nan­do el tiem­po se tri­pli­ca debi­do a las con­di­cio­nes del camino. 

La últi­ma vez que se hizo una medi­ción mul­ti­di­men­sio­nal de indi­ca­do­res socio­eco­nó­mi­cos por muni­ci­pios, en 2007, San Fer­nan­do que­dó en el lugar 250 de 262 en el índi­ce de Desa­rro­llo Humano, es decir, como uno de los 15 peo­res muni­ci­pios para vivir y desa­rro­llar­se en El Sal­va­dor. Ade­más se colo­reó rojo en el mapa como uno de los 10 muni­ci­pios con la tasa más alta de pobre­za extre­ma seve­ra. San Fer­nan­do son dos barrios urba­nos míni­mos —el vie­jo y el nue­vo— don­de vive ape­nas el 15 % de su pobla­ción de unos tres mil habi­tan­tes. El res­to es rural: cerros y cimas atra­ve­sa­das por que­bra­das y divi­di­dos de Hon­du­ras por el río Sumpul. 

El otro San Fer­nan­do car­ga con una tara y sobre ella muy pocos se atre­ven a pro­nun­ciar pala­bra. Por esa mis­ma tara, algu­nas curio­si­da­des inclu­so levan­tan sos­pe­chas. Sobre la pedre­go­sa calle que sur­ca barran­cos de San Fer­nan­do hay un terreno que anun­cia un heli­puer­to, aun­que en reali­dad esas tie­rras entran en juris­dic­ción de Dul­ce Nom­bre de María, el muni­ci­pio vecino. El Regis­tro de la Pro­pie­dad no tie­ne infor­ma­ción sobre el ‘heli­puer­to’, por­que está en “zona no catas­tra­da”, es decir, que no se han hecho medi­cio­nes sobre esa área del país. La alcal­día de Dul­ce Nom­bre de María res­pon­dió a El Faro, sin dar más refe­ren­cias, que el pro­pie­ta­rio del inmue­ble es un hom­bre lla­ma­do Ángel Abre­go y que en reali­dad, el heli­puer­to es solo un mira­dor. “A saber por qué le pusie­ron heli­puer­to pero ahí nun­ca ha ate­rri­za­do nin­gún avión ni nin­gún heli­cóp­te­ro. Ese es un plan­tón, nada más” dice la secre­ta­ria municipal. 

Un rótu­lo da la bien­ve­ni­da a un heli­puer­to, a seis kiló­me­tros del cen­tro del muni­ci­pio de Dul­ce Nom­bre de María, en la com­pli­ca­da calle de tie­rra que con­du­ce hacia San Fer­nan­do. Foto de El Faro: Car­los Barrera

Ese otro San Fer­nan­do que colin­da con un heli­puer­to es un pun­to cla­ve que infor­mes de inte­li­gen­cia han des­cri­to des­de hace más de una déca­da como El Cami­ni­to. “San Fer­nan­do es el ini­cio de la ruta sal­va­do­re­ña por la que tran­si­ta par­te de la cocaí­na pro­ve­nien­te de Sura­mé­ri­ca en camino hacia Esta­dos Uni­dos”, repor­tó El Faro en 2011, cuan­do se reve­ló la exis­ten­cia del Car­tel de Texis. 

Cuan­do el pre­si­den­te dijo que por estos luga­res pasa­ba dro­ga, en reali­dad no esta­ba reve­lan­do nin­gu­na pri­mi­cia. Tres dis­tin­tos infor­mes de inte­li­gen­cia que sir­vie­ron de base para la publi­ca­ción de El Car­tel de Texis mar­ca­ban a San Fer­nan­do como el ini­cio de los terri­to­rios de José Adán Sala­zar Uma­ña, “Che­pe Dia­blo”, el señor de la dro­ga de occi­den­te, seña­la­do inclu­so por Esta­dos Uni­dos como capo de la dro­ga. Los habi­tan­tes del otro San Fer­nan­do lo sabían antes de que el pre­si­den­te dije­ra una palabra. 

“No deja de hacer­nos sen­tir mal cuan­do el pre­si­den­te dice que es zona de tra­fi­can­tes, aun­que no se le pue­de decir que es total­men­te men­ti­ra”, con­ce­de Car­los Her­nán­dez, un hom­bre moreno y de pala­bra fácil, con 50 años, y pas­tor evan­gé­li­co des­de los 19. El pas­tor recha­za la gene­ra­li­za­ción. “¿Alguien hace eso? Quién sabe. Esos son fue­gos secre­tos. Pero casi al 100 % de las per­so­nas los cono­ce­mos y no los cono­ce­mos de esa manera”.

“A veces se oye que rum­ban carros o camio­ne­ti­llas a la una de la maña­na, a las doce de la noche. A saber qué hacen, pero uno está dur­mien­do”, dice Ana Orte­ga, pre­si­den­ta de la Ades­co de San Juan de la Cruz, un can­tón de San Fer­nan­do. “Eso pue­de ser des­de qué siglos va. Pero uno no. La gen­te de aquí más que todo es cam­pe­si­na y vive de la agri­cul­tu­ra. La gen­te fue­ra rica aquí, pero no es así”.

Este muni­ci­pio con dos caras es el que gobier­na el alcal­de Car­los Álvarez.

Álva­rez rom­pió el mono­po­lio que tenía Are­na en esta alcal­día des­de 1994. Ganó en 2015, 15 años des­pués de los pri­me­ros infor­mes que die­ron cuen­ta de la exis­ten­cia del Cár­tel de Texis, en una coa­li­ción sui gene­ris del FMLN con Gana, el par­ti­do de dere­chas que lle­vó a Buke­le al poder en 2019. Repi­tie­ron la alian­za en 2018. Aho­ra, así como Gana se ha olvi­da­do de la alian­za legis­la­ti­va que for­jó con el FMLN en sus 10 años de Gobierno, Buke­le tam­bién se hace el des­en­ten­di­do del ligue en San Fer­nan­do entre el FMLN y Gana, el úni­co par­ti­do con el que Nue­vas Ideas com­pi­te en coa­li­cio­nes para 2021.

En esta zona de bas­tio­nes elec­to­ra­les del Fren­te, don­de los galo­nes de la gue­rri­lla influ­yen en la vota­ción, Álva­rez tam­bién con­tras­ta por su juven­tud (35 años) y sus mane­ras. Mien­tras otros muni­ci­pios son gober­na­dos por excom­ba­tien­tes, Álva­rez es licen­cia­do en rela­cio­nes públi­cas y tie­ne un téc­ni­co en recur­sos natu­ra­les que estu­dió en Esta­dos Uni­dos. Vis­te una cami­sa man­ga lar­ga, ajus­ta­da y arre­man­ga­da has­ta los codos, jeans ajus­ta­dos, y zapa­tos moca­si­nes, sin cal­ce­ti­nes. En su des­pa­cho airea­con­di­cio­na­do hay dos sofás de cue­ro, una mesi­ta de vidrio fren­te a un tele­vi­sor pan­ta­lla pla­na, al lado de un peque­ño refri­ge­ra­dor. En una repi­sa, jun­to a su escri­to­rio, man­tie­ne algu­nos aba­rro­tes: leche des­lac­to­sa­da, pan inte­gral, jalea y miel. Para des­pla­zar­se en el terri­to­rio, mane­ja una camio­ne­ta Jeep todoterreno.

Fue Álva­rez quien lla­mó a la dipu­tada Sosa para ini­ciar la pro­tes­ta que des­em­bo­có en deba­te nacio­nal y en la que Alfre­do López ter­mi­nó pagan­do los pla­tos rotos. Pero lla­mar a la dipu­tada no fue su pri­me­ra opción. “En este telé­fono están todas las lla­ma­das que yo hice al geren­te de Flu­jos Migra­to­rios de la Direc­ción Gene­ral de Migra­ción”, dice. “No es que haya­mos que­ri­do con­fron­tar con el gobierno en acu­dir a la Asam­blea. Yo he actua­do con mucha diplo­ma­cia, hacien­do uso de las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do”, añade.

Un sol­da­do sal­va­do­re­ño vigi­la el paso fron­te­ri­zo con Hon­du­ras en el muni­ci­pio de San Fer­nan­do, Cha­la­te­nan­go. Allí no pue­den cru­zar ni sal­va­do­re­ños ni hon­du­re­ños. Foto de El Faro: Car­los Barrera

Al hablar de nar­co­trá­fi­co, Álva­rez, como todos en San Fer­nan­do, es cau­te­lo­so. “Es cier­to que estas zonas han sido cata­lo­ga­das por ese tema, pero en las incau­ta­cio­nes que han habi­do no figu­ran estas zonas”, dice. Cuan­do se le pre­gun­ta por el heli­puer­to, res­pon­de: “creo que el heli­puer­to nun­ca ha fun­cio­na­do”. Álva­rez cues­tio­na la acu­sa­ción de Buke­le: “Lla­ma la aten­ción que ante una deman­da nues­tra se nos dice que las auto­ri­da­des loca­les favo­re­cen al nar­co­trá­fi­co y al con­tra­ban­do”. El gobierno deco­mi­só unos 100 kilo­gra­mos de dro­ga (0.1 tone­la­das) en 2019, y este año se han incau­ta­do más de dos tone­la­das de dro­ga, la mayo­ría en dos ope­ra­ti­vos ocu­rri­dos el 12 de octu­bre, ambos lejos de Cha­la­te­nan­go: uno en la fron­te­ra El Ama­ti­llo (La Unión) y otro en Zaca­te­co­lu­ca (La Paz). 

El uso de la diplo­ma­cia tam­bién dis­tan­cia a Álva­rez de sus cole­gas seña­la­dos. El día que el pre­si­den­te Buke­le acu­só a los alcal­des de defen­der nar­co­tra­fi­can­tes, José Ave­lar, edil de Arca­tao, publi­có fotos de su cena de fri­jo­les y tor­ti­lla. “Esta es la gran man­sión en la que vive el alcal­de de Arca­tao, supon­go que se notan todos los millo­nes que con­si­go para dar paso libre al nar­co­trá­fi­co”, escri­bió. Des­de su des­pa­cho, Ave­lar no se mide para hablar del paso de dro­gas en Chalatenango.

“Aquí todo el mun­do sabe que el can­di­da­to del PCN, Rey­nal­do Car­do­za, ¡Ese señor es nar­co­tra­fi­can­te des­de hace tiem­pos!”, dice Ave­lar. El dipu­tado Rey­nal­do Car­do­za tie­ne ante­ce­den­tes por trá­fi­co de per­so­nas y es ubi­ca­do en infor­mes poli­cia­les como alia­do del Car­tel de Texis. Car­do­za fue el pri­mer pro­ce­sa­do por enri­que­ci­mien­to ilí­ci­to y la jus­ti­cia resol­vió de mane­ra dis­par: lo absol­vió pero con­de­nó a su espo­sa. “Él jala esa mier­da des­de hace ratos”, insis­te Ave­lar. El Faro bus­có una res­pues­ta del dipu­tado Car­do­za pero su equi­po de pren­sa en la Asam­blea Legis­la­ti­va infor­mó que Car­do­za no daría decla­ra­cio­nes a este medio.

En la cam­pa­ña con­tra el nar­co­trá­fi­co ‘pro­te­gi­do’ por el FMLN, son curio­sas las omi­sio­nes de Buke­le. La zona del Car­tel de Texis, en la que se inclu­ye a San Fer­nan­do, vin­cu­la a polí­ti­cos de varios par­ti­dos, pero el pre­si­den­te solo seña­la a alcal­des sin ante­ce­den­tes del FMLN, igno­ran­do a otros polí­ti­cos que labo­ran en su Gobierno y han esta­do vin­cu­la­dos a líde­res del Car­tel de Texis.

En la mis­ma sema­na en que el pre­si­den­te ata­có a Álva­rez y Ave­lar y los otros alcal­des del FMLN, Juan Uma­ña, exal­cal­de de Meta­pán por el PCN y liga­do al Car­tel de Texis, salió de pri­sión pre­ven­ti­va para enfren­tar en liber­tad un car­go de lava­do de dine­ro: más de 100 millo­nes de dóla­res. En 2015, Fran­cis­co Merino Reyes, el actual jefe de pro­to­co­lo del pre­si­den­te Buke­le, fue can­di­da­to a dipu­tado por el PARLACEN. En su cam­pa­ña, Merino Reyes apa­re­ció en even­tos públi­cos con Uma­ña, como tam­bién solía hacer­lo su padre, el dipu­tado por San­ta Ana Fran­cis­co Merino del PCN. Ese mis­mo año, el dipu­tado Car­do­za hizo cam­pa­ña en un heli­cóp­te­ro que tenía su nom­bre. Car­do­za dijo enton­ces a El Faro que Merino Reyes le faci­li­tó esa aero­na­ve. “Es un heli­cóp­te­ro que no es mío, ni es de Chi­co (Merino, hijo). Si es una com­pa­ñía que lo ren­ta, bueno: es un heli­cóp­te­ro que se lo ren­tó, se lo pres­tó, creo que se lo donó por 600 dóla­res, 600 dóla­res que le dio nada más (una empre­sa)”, dijo Car­do­za entonces. 

Buke­le omi­tió comen­ta­rios sobre la libe­ra­ción de Uma­ña. Tam­po­co ha comen­ta­do los con­tra­tos irre­gu­la­res que su minis­tra de Turis­mo otor­gó a los hote­les de Che­pe Dia­blo en el mar­co de la pan­de­mia y por los cua­les enfren­te un jui­cio de cuen­tas. De hecho, el pre­si­den­te has­ta dejó pasar la opor­tu­ni­dad de apun­tar a uno de sus blan­cos, el FMLN, cuyo actual secre­ta­rio, Óscar Ortiz, fue socio de Che­pe Dia­blo en una empre­sa que la Fis­ca­lía inves­ti­gó por lava­do de dine­ro. Pero, de eso, tam­po­co nada.

El pun­to cie­go de Las Pilas

En la maña­na del 31 de octu­bre, una dece­na de hom­bres trans­por­tan cajas de toma­tes de Hon­du­ras a El Sal­va­dor a tra­vés de un puen­te hama­ca sobre el río Sum­pul. A unos metros, un sol­da­do sal­va­do­re­ño obser­va tran­qui­la­men­te la esce­na des­de un pues­to de vigi­lan­cia. En el Cha­la­te­nan­go mili­ta­ri­za­do de fron­te­ras cerra­das, en los pue­blos en los que el pre­si­den­te sos­pe­cha que hay nar­cos y con­tra­ban­dis­tas aupa­dos por el FMLN, tra­ba­ja­do­res car­gan un camión a la vis­ta de cual­quie­ra. Las Pilas, San Igna­cio, es una excepción.

“No tene­mos un acuer­do legal, sino un acuer­do ver­bal de las auto­ri­da­des”, expli­ca Israel Car­do­za, miem­bro de una direc­ti­va comu­nal en Las Pilas que ase­gu­ra haber nego­cia­do con las auto­ri­da­des para poder seguir tra­ba­jan­do e intro­du­cien­do sus cul­ti­vos al país. “Todo el terreno que ve a la ori­lla de acá es de noso­tros, gen­te sal­va­do­re­ña”, dice. San Igna­cio es otro exbol­són: has­ta 1992, estas tie­rras que aho­ra son Hon­du­ras eran El Salvador. 

Rafael Gutié­rrez atra­vie­sa el puen­te que divi­de a El Sal­va­dor y Hon­du­ras en el río Sum­pul en el can­tón Las Pilas en Cha­la­te­nan­go. En el lugar no hay nin­gu­na res­tric­ción de cru­ce para los tra­ba­ja­do­res agrí­co­las. Foto de El Faro: Car­los Barrera

Las Pilas, a unos 2000 metros sobre el nivel del mar, goza de un cli­ma pri­vi­le­gia­do. Esta maña­na refres­ca­ron 17 gra­dos cen­tí­gra­dos. Las con­di­cio­nes son pro­pi­cias para el cul­ti­vo de flo­res y hor­ta­li­zas: repo­llo, chi­le ver­de, zanaho­ria, kale, cilan­tro. Gran­des nego­cios como Wal­mart Pollo Cam­pe­ro se abas­te­cen de pro­vee­do­res de Las Pilas. 

Israel dice que, antes de 2008, no había nin­gún tipo de con­trol y sim­ple­men­te tran­si­ta­ban entre los dos paí­ses. En 2008, el gobierno sal­va­do­re­ño puso con­tro­les y la direc­ti­va de Car­do­za nego­ció. “Hace 12 años, vino un coro­nel a reu­nir­nos acá y nos dio la opor­tu­ni­dad de tra­ba­jar”, expli­ca. En Las Pilas no hay case­ta fron­te­ri­za. La ins­truc­ción que reci­bie­ron es que repor­ta­ran a la Poli­cía y a los sol­da­dos cuán­tas cajas de ver­du­ras lle­va­ban en cada camión. “Hace­mos lo mis­mo des­de hace 12 años y no hemos teni­do pro­ble­ma. Los seño­res de Finan­zas de la fron­te­ra El Poy tam­bién cono­cen esto, que son pro­duc­tos que salen de nues­tras tie­rras, aun­que es de Hon­du­ras”, dice Israel. 

El cie­rre gene­ra­li­za­do de fron­te­ras afec­tó a la gen­te de Las Pilas como en todo el país. “Cuan­do fue la cua­ren­te­na se per­dió todo por­que estu­vi­mos ence­rra­dos solo con la fami­lia. Yo per­dí 20 camio­na­das de repo­llo”, dice Israel, quien cal­cu­la el pre­cio de cada una de esas camio­na­das en 1,600 dóla­res. La Aso­cia­ción Agro­pe­cua­ria Pro­duc­to­res de Hor­ta­li­zas de la Zona Alta de Cha­la­te­nan­go cal­cu­ló que duran­te la cua­ren­te­na sufrie­ron pér­di­das del 90 % de su pro­duc­ción, según repor­tó la revis­ta El Economista. 

En la ver­sión de Israel, su acuer­do con las auto­ri­da­des loca­les, tan­to de Hon­du­ras como de El Sal­va­dor, les ha per­mi­ti­do vol­ver a tra­ba­jar des­de agos­to. “Esta­mos rogan­do a la auto­ri­dad com­pe­ten­te si nos pue­den per­mi­tir el paso de los pic­kup (en la zona), por­que a veces vie­nen dos car­gan­do cajas a la par, se cho­can, se pue­de sumir una tabla o pue­de volar uno para allá y sufrir algún gol­pe”, dice Israel. 

¿Pero por qué en Las Pilas sí pue­de entrar mer­can­cía sin temor a ser deco­mi­sa­da, o a que los comer­cian­tes sean dete­ni­dos como Alfre­do López? Israel Car­do­za cree que es por tama­ño del nego­cio que repre­sen­ta la agri­cul­tu­ra en Las Pilas. “Aquí tene­mos toda cla­se de ver­du­ras. Eso nos ha favo­re­ci­do, y la otra es que a la gen­te se le da tra­ba­jo”. Su cla­ri­dad sobre la impor­tan­cia del tra­ba­jo sue­na has­ta de aca­de­mia, sino fue­ra por­que en su des­crip­ción aflo­ran esce­nas de des­igual­dad. “Los niños de cin­co años van a cor­tar toma­te en la maña­na y en la tar­de van para la escue­la, ya lle­van sus cin­co dóla­res en la bol­sa para gas­tos. Cuan­do eso se hace, no hay delin­cuen­cia por­que la gen­te pasa ocu­pa­da des­de niño has­ta adul­to. La delin­cuen­cia cre­ce don­de no hay tra­ba­jo”, opina.

En el lugar cono­ci­do como El Billar del case­río Río Aba­jo en Las Pilas, Cha­la­te­nan­go, la fron­te­ra sí está abier­ta. Allí, tra­ba­ja­do­res sal­va­do­re­ños cru­zan para pasar las ver­du­ras que se comer­cia­li­zan en dis­tin­tos mer­ca­dos de El Sal­va­dor. Foto de El Faro: Car­los Barrera

Lo cier­to es que en Las Pilas se reanu­dó el comer­cio y esto debe­ría abrir cami­nos a una solu­ción para los otros agri­cul­to­res de las ori­llas que no han reci­bi­do estas mis­mas con­ce­sio­nes, pero que son per­se­gui­dos y estig­ma­ti­za­dos por el Gobierno. Y es lo que pide Israel: Que el gobierno cum­pla con los acuer­dos migratorios.

Sin embar­go, el Eje­cu­ti­vo no reco­no­ce los acuer­dos de los que habla Israel. El Minis­te­rio de Agri­cul­tu­ra dijo a El Faro a tra­vés de su ofi­ci­na de pren­sa que ni “el minis­tro Pablo Anli­ker ni per­so­nal auto­ri­za­do de este minis­te­rio han dado algún per­mi­so” en Las Pilas. El minis­te­rio dijo que está inves­ti­gan­do el caso. Can­ci­lle­ría y Migra­ción res­pon­die­ron que el tema de ingre­so de mer­ca­de­rías no entra en sus com­pe­ten­cias. El Ejér­ci­to no res­pon­dió las pre­gun­tas envia­das por este periódico.

Las res­pues­tas ofi­cia­les o los silen­cios con­tras­tan con la reali­dad. Sobre el puen­te col­gan­te de las pilas, los tra­ba­ja­do­res con­ti­núan car­gan­do sobre sus espal­das cajas lle­nas con toma­tes de un lado al otro. En un pues­to de vigi­lan­cia, un sol­da­do obser­va la esce­na des­preo­cu­pa­do, mien­tras uno de sus com­pa­ñe­ros, en un billar ubi­ca­do a pocos metros, pre­fie­re jugar con una máqui­na tragamonedas.

Fuen­te: El Faro



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