Resumen Latinoamericano, 20 de diciembre de 2020.
Activistas revisan la manera en que los medios abordan la migración. Reivindican nuevas miradas alejadas de un sensacionalismo que vulnera dignidades y naturaliza la muerte en la frontera, y apuestan por poner en el centro los procesos, la agencia, y la resistencia de las personas que migran.
Las personas migrantes existen en la medida que intentan llegar a España (o Europa) y si no, no existen. Las personas migrantes son más migrantes que personas. O al menos eso parecen comunicar algunos medios.
Ya hace seis años que la red Acoge monitorea anualmente cómo los medios reflejan la cuestión migratoria en el estado español, en los informes llamados Inmigracionalismo, cuya última edición se presentó esta semana. Seis años son un periodo de tiempo en el que han podido observar algunas cambios. Para empezar, en las temáticas que se abordan: Laura Traveso, activista de la organización, cuenta a El Salto cómo el primer año, con Tarajal como centro, la discusión giraba en torno a este hecho como paradigma de una mirada más amplia sobre lo que pasaba en la frontera sur, “empezamos a ver cómo había muchos sesgos de racismo, de criminalización”. Entonces, en 2015, la mirada se apartó parcialmente de las fronteras españolas para centrarse en la crisis de los refugiados que huían de una Siria en guerra e intentaban alcanzar Europa a través de los Balcanes o desde Turquía.
En España ya no se hablaba tanto de entradas pero la inmigración seguía, por avión: con un flujo creciente de personas centroamericanas de las que apenas se habla. Otra cuestión destaca en los últimos dos años: “La infancia migrante sin acompañamiento adulto. Lo que los medios llaman Menas”, explica Traveso, “está teniendo más peso y recibe un tratamiento nefasto por parte de la mayoría de medios de comunicación”. La emergencia del debate mediático y estigmatizador coincide casi con el ascenso de la extrema derecha con sus discursos explícitamente antimigratorios. Relatos que han permeado los medios de comunicación, que muchas veces difunden declaraciones racistas. “Desde los medios se hace una reproducción del discurso de odio por mucho que se usen las comillas. Si nosotros titulamos con una declaración xenófoba de algún líder de opinión, al final estamos reproduciendo ese discurso”.
“Desde los medios se hace una reproducción del discurso de odio por mucho que se usen las comillas. Si nosotros titulamos con una declaración xenófoba de algún líder de opinión al final estamos reproduciendo ese discurso”
En octubre de 2008, Oxfam Intermón, publicó una Guía de Comunicación sobre las migraciones. Para Eva Garzón, responsable de migraciones de la organización y coautora del documento, las miradas anti migración también impregnan el lenguaje: hay que tener cuidado con las palabras, que pueden ser traicioneras. “Creo que si haces una nube de palabras en los artículos sobre migración aparece la palabra problema, invasión, irregularidad, amenaza. Utilizamos muchas veces vocabulario bélico, el salto a la valla, por ejemplo: se ha incluso intercambiado como el ‘asalto a la valla’”.
El colectivo Caminando Fronteras, no es un medio de comunicación, pero se relacionan mucho con ellos. Llevan mucho tiempo informando de lo que pasa en el tránsito por la frontera sur, y son una fuente habitual, también a través de la información que comparten en sus redes sociales. Sin embargo, para ellas, cuenta Ernesto Maleno, las redes no son tanto una plataforma para comunicar a Europa lo que está pasando sino que se han convertido en un espacio de intercambio de información entre las mismas personas migrantes.
“Lo vemos por ejemplo en el facebook de Helena Maleno, donde se habla sobre las coordinaciones de los rescates, ahí se ha creado una comunidad autónoma: Hay un dinamismo muy importante de autoorganización”. Ahora apuestan por dejar de depender de las grandes redes sociales, recientemente han abierto una página web: “estamos caminando hacia esos espacios seguros y soberanos en el ámbito tecnológico, que permitan a las propias personas migrantes a través de un teléfono o cualquier dispositivo, hacer denuncias, documentar toda una información que se acaba perdiendo y que no sale muchas veces a la luz”.
Imágenes que insensibilizanEl proyecto de Caminando Fronteras está en las antípodas de algunas miradas desde los medios. Pornografía del dolor, así llama Maleno a ciertas prácticas mediáticas, aquellas que, en busca de mayores audiencias, se sirven de imágenes impactantes: “una dramatización a veces exagerada, de manera forzosa”. Maleno piensa en las familias revictimizadas por el uso que muchas veces se hace de las imágenes de sus hijos o hermanos ausentes. “Nos han insistido muchas veces que cuando hay videos y fotos de personas víctimas de tragedias en este lado de la frontera, cada vez que este video se reproduce o se viraliza en las redes sociales, es como si sus hermanos o sus hijos estuviesen muriendo constantemente. Su difusión se descontrola y ellos no tienen derecho sobre la imagen de sus seres queridos”, lamenta Maleno.
El periodista Youssef M. Ouled publicaba un artículo sobre esta cuestión el pasado 18 de noviembre en La Marea, un texto que en sus propias palabras “es una recopilación de ideas y sensaciones que uno tiene como migrante”. Ouled dimensiona el dramatismo de las imágenes mostradas: “personas ahogándose, personas medio muertas arrastrándose sobre el suelo cuando por fin consiguen llegar, el drama, la búsqueda del hijo. La forma en la que se justifica el hecho de que esas imágenes tienen que verse netamente y en alta calidad es que se hace para concienciar”.
“Hay un papel que juegan todas esas imagenes que es la asociación de esas situaciones con unos cuerpos determinados, somos incapaces de imaginar la muerte en estas condiciones con otros cuerpos que no sean cuerpos negros”
Se trata, recuerda, de imágenes donde no se preserva la identidad de menores, imágenes de humillación, donde no se respeta la dignidad de las personas. “Me preguntaba hasta qué punto se puede concienciar de una realidad que todo el mundo conoce. Cuando se utilizan de la misma manera desde hace décadas esas imágenes que más que de concienciación de lo que se trata es de sensacionalismo”. En el artículo, Ouled traza una explicación, apunta a un trasfondo de racismo estructural: “hay un papel que juegan todas esas imagenes que es la asociación de esas situaciones con unos cuerpos determinados, somos incapaces de imaginar la muerte en estas condiciones con otros cuerpos que no sean cuerpos negros”. A veces también árabes, pero nunca blancos, concluye.
Ver cuerpos negros ahogándose se vuelve cotidiano, no genera indignación. “Es lo normal, no van a morir europeos, las lógicas fronterizas no están hechas para europeos, están hechas para esos cuerpos. Lo normalizamos y decimos, pues claro, son los mismos cuerpos que se mueren siempre. Por eso no encontramos ninguna crítica, da igual cuántas pateras se hundan”.
Para Eva Garzón, “la población está un poco insensibilizada porque están muy acostumbrados a ver esas imágenes. Necesitamos enfoques que individualicen la experiencia, que permitan empatizar con esa persona”. Garzón considera que las habituales imágenes de grupos grandes con muchas personas donde además no se distingue a una persona de otra acaban siendo deshumanizadoras.
Las fotos que se usan para hablar de migraciones cuentan solo una parte de la historia, opina Traveso, “la ‘fotografía’ de las migraciones es mucho más diversa”, no son solo hombres negros llegando agotados a la frontera Sur. “Son hombres, mujeres, niños y niñas que se mueven”. Tampoco hay que quedarse en esa imagen de frontera: “ Los procesos migratorios inician con todo un camino por delante en el que en muchos casos se da una vulneración de derechos sistemática. Al llegar a España se da otro proceso igual o más largo todavía”, un proceso en el que también son comunes las vulneraciones de derechos.
Fronteras y fronterasQue se lo cuenten a Edith Espinola, que hace dos días vio como al salir de un autobús la policía nacional le pedía su tarjeta de residencia, en lo que, pareciendo un control de movilidad (venía de trabajar en Madrid a Segovia), se sentía como un control de perfil racial. Uno más de los que se están haciendo en los medios de transporte. Así, cotidianamente, Espinola, activista antirracista y portavoz de RegularizaciónYa, y muchos otros, se topan con fronteras de las que no se hablan. “Una frontera invisible pero super estructurada es el racismo estructural que sufres en el día a día”. No conseguir trabajo por carecer del permiso, tener que luchar por empadronarte o por acceder a una vivienda, todo ello se añade a la criminalización de los controles.
Pero los medios parecen más centrados, según la activista, en la otra frontera “la que una atraviesa cuando llega a este país. Hay dos formas de llegar, y la que tiene mayor afluencia es la de la gente que llega en avión. Sin embargo, los medios hacen foco solamente en la frontera sur”. La imagen de una “ola” de migrantes acosando las costas en patera no es inocente, para Espínola: “sabemos que tras esto hay una fuerte presencia de la industria del control migratorio que se lleva millones de presupuesto del estado”, una mirada que muchos medios legitiman.
Las personas, la estructuraUna de las formas de negar la humanidad a las personas es invisibilizar su agencia. Centrar el foco en las mafias, abundar en las ideas de engaño, manipulación, como si quienes se desplazan de un país a otro no pudiesen hacerlo en base a una decisión, apunta Traveso, quien alerta de la complejidad de los procesos migratorios que en ningún caso deben reducirse a la cuestión de las mafias.
Sí, las personas migrantes tienen agencia, también tienen familias, a Maleno le llama la atención cómo se invisibiliza a las familias, no solo en cuanto el uso de las imágenes si no “como un actor legítimo de representación de las víctimas, familias que, en su gran mayoría, y esta es una cuestión humana y común, lo que desean es la recuperación de la memoria de la víctima”.
Las imágenes del drama en la frontera poco o nada cuentan de “toda una realidad previa de lucha y de construcción de comunidad migrante”
Y es que las imágenes del drama en la frontera poco o nada cuentan de “toda una realidad previa de lucha y de construcción de comunidad migrante”, para Maleno es ahí donde hay que poner el foco, en las trayectorias y reflexiones de las personas, en cómo se organizan para defender sus derechos. “Hay que hablar de las personas migrantes más allá de las violencias que sufren”.
Ouled apunta a los peligros de esta representación: “Si yo constantemente percibo que son víctimas, me puedo permitir construir el discurso de una Europa salvadora y de que esas personas necesitan ser salvadas”. Así, lamenta, el discurso se centra en el salvador blanco, olvidando las causas de la migración. Las personas se ven reducidas a cuerpos, relacionados con la muerte en el tránsito o con la criminalización e incluso el terrorismo. O si no, acogidos bajo las alas de un paternalismo que les niega la agencia.
Edith Espinola coincide en que es necesario visibilizar las luchas migrantes, luchas en las que ella está muy activa: “Se ve siempre a la población migrante como alguien que necesita ayuda o que vine a robar o a violar. No muestran la capacidad de resistencia que nosotros tenemos”. Recuerda que durante la pandemia, fue su autoorganización con la creación de cajas de resistencia, la que pudo asistir “a las personas que no tenían y siguen sin tener ningún tipo de ayuda por parte del estado”, también son, recuerda, los que hoy volverán a la calle para concentrarse por el acceso a citas de extranjería, para no tener que caminar siempre entre fronteras.
El informe de Red Acoge cuenta con un buen ejemplo sobre cómo procesos y dimensiones de las migraciones se invisibilizan: “Eso pasa también cuando no se habla de migraciones con enfoque de género, solo en algo más del 3% de las noticias estudiadas en el informe abordan la cuestión de género y migración y eso es muy contradictorio con la realidad migratoria porque al final la mitad de las personas que migran son mujeres”.
Salir del marcoDerecho, derecho, derecho, es la palabra más repetida por Laura Traveso en su conversación con el Salto, la integrante de Red Acoge apunta a la necesidad de abordar solo desde este enfoque la cuestión migratoria: la gente migra porque tiene derecho a migrar. “Creo que lo principal es que desde los medios se ponga sobre la mesa que migrar no es un fenómeno sino que es un derecho, y que se está vulnerando el derecho a migrar”.
Tan al frente de la discusión tiene que estar la cuestión de la migración como derecho, que incluso los discursos sobre lo beneficioso de la migración están de más. “No importa o no debería importar que la migración traiga a la sociedad de acogida consecuencias positivas o negativas porque es un derecho”, afirma Traveso, alertando frente a las posturas que defienden la migración como necesaria como mano de obra o reposición demográfica. Es decir, una mirada utilitarista.
Poner como titular una declaración xenófoba, como señalaba la activista de Red Acoge, puede ser una de las formas más extrema de solidificar el marco, la narrativa, que identifica la migración como amenaza. Pero cómo escapar de esas lógicas, ¿cómo ir a Canarias y no acabar reforzando el relato de la llegada insostenible de migrantes? “Yo creo que hay que informar de que esto está ocurriendo, que las personas han estado en unas condiciones muy precarias, que tienen derecho a estar allí. Si no nos quedamos solo en el hecho de que han llegado tantas o tantas personas”.
“Lo importante es no enrocarse en exceso contra el discurso anti inmigratorio si no poner el foco en las causas reales de las migraciones”
Pero no son buenos tiempos para hablar de derechos. En la Guía de Oxfam-Intermón proponen hurtarse a las narrativas antimigratorias. Garzón considera un reto abordar la migración en un contexto de crisis, donde la competencia por los recursos aparece como amenaza en muchos de estos discursos. Para ella, la estrategia pasa por desmentir bulos cuando sea necesario, poner los datos en contexto, pero sobre todo, por desplazar el debate hacia una mayor necesidad de justicia social para todas. “Lo importante es no enrocarse en exceso contra el discurso anti inmigratorio si no poner el foco en las causas reales de las migraciones”. Considera, además, que ante un cierto discurso fatalista y negativo sobre las cuestiones migratorias, es importante poner soluciones a los desafíos que encuentran las personas migrantes, otros modelos, sobre la mesa.
Para salir del marco, Maleno tiene más esperanza en el Sur: “hay un proceso dinámico que nace de la urgencia de las propias personas migrantes, de una necesidad de tratar sobre ellos mismos, sobre sus seres queridos, sobre sus procesos migratorios de organización y de lucha”. Respecto a los medios de este lado, considera difícil que renuncien a las imágenes sensacionalistas y a poner el foco solo en la llegada a la frontera. “Cuando hemos planteado críticas a las narrativas que no solo están en los medios sino que están en las ONG, en grandes y pequeñas incluso, han sido críticas que son muy impopulares, en general nadie las compra”. Los medios, la gente, dice, insisten en que hay que mostrar imágenes “dramáticas y agresivas” para dar fe de la realidad y sensibilizar.
Ouled ve las cosas más fáciles: “A veces se reduce a hablar con el otro como si hablásemos con nosotros mismos”. Sería, básicamente, considerar a las personas migrantes personas, sorteando el racismo estructural.
Fuente: AnRed