Pen­sa­mien­to crí­ti­co. «La tor­tu­ra ha cam­bia­do de macha­car el cuer­po a que­brar la mente”

Por Ges­sa­mí For­ner. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de diciem­bre de 2020.

Su padre era sin­di­ca­lis­ta y, a fina­les del fran­quis­mo, fue dete­ni­do por lan­zar octa­vi­llas en Ren­te­ria (Gipuz­koa). Escri­bió un libro y en la pági­na 97 des­cri­bió su paso por comi­sa­ría, pero no iden­ti­fi­ca­ba las tor­tu­ras como tor­tu­ras, como tan­ta otra gen­te. En 2017, el Gobierno vas­co pre­sen­tó el infor­me sobre tor­tu­ras que encar­gó al médi­co foren­se Paco Etxe­be­rria. El cineas­ta Ander Iriar­te acu­dió a la pre­sen­ta­ción y ahí fue cuan­do des­cu­brió qué es la tor­tu­ra y arran­có su actual pro­yec­to: el docu­men­tal El soni­do del crack, pro­du­ci­do, entre otros, por la pro­duc­to­ra Iru­soin (La trin­che­ra infi­ni­ta, Loreak, Aupa Etxe­bes­te!, Lucio, etc.). Hoy ter­mi­na el crow­fun­ding que impul­só para poder ter­mi­nar de rodar­lo y con­tar a tra­vés de las voces de exper­tos una his­to­ria común dema­sia­do silenciada.

¿Qué es el soni­do del crack?

-Es el títu­lo de la pelí­cu­la y el deno­mi­na­dor común de la tor­tu­ra. Poner el lími­te de qué es tor­tu­ra es com­pli­ca­do. ¿Que te rom­pan un bra­zo? ¿Unos elec­tro­dos? En los tor­tu­ra­dos hay un deno­mi­na­dor común que ellos defi­nen como el momen­to en el que escu­chan un crack en su cuer­po. Algu­nos lo des­cri­ben como un muñe­co de por­ce­la­na que se rom­pe, o como una rama par­ti­da. Eso es lo que vive el tor­tu­ra­do y ese es el momen­to que bus­ca el tor­tu­ra­dor. Como per­so­nas tene­mos líneas rojas, pero cuan­do rom­pen tu volun­tad, fir­ma­rías lo que sea, que un perro es un ele­fan­te o que pue­des volar. La tor­tu­ra no bus­ca la verdad.

Tu padre fue tor­tu­ra­do, pero en su bio­gra­fía Borro­ka­ren Gorrian (1999, edi­to­rial Txa­la­par­ta), él no lo reco­no­cía así.

-He teni­do pre­sen­te la tor­tu­ra en mi vida: una pla­ca de un médi­co tor­tu­ra­do del pue­blo, gen­te cono­ci­da. Así que un día me habla­ron del estu­dio que diri­gió Paco Etxe­be­rria y me dije­ron que tenía que asis­tir a la pre­sen­ta­ción y, entre tan­tas ponen­cias, una rela­ta­ba el paso por comi­sa­ría y reco­no­cí algu­nas cosas que esta­ban en mi cabe­za y no sabía rela­cio­nar, has­ta que se me encen­dió la bom­bi­lla y releí la bio­gra­fía de mi padre. 

¿Y?

-El psi­có­lo­go Pau Pérez dice que muchos tor­tu­ra­dos no se reco­no­cen como tal, pero las secue­las que­dan den­tro. No se sien­ten tor­tu­ra­dos por­que no les die­ron tan­tas hos­tias como a otros. Los tor­tu­ra­do­res jue­gan con tu códi­go de valo­res para des­truir­te como per­so­na y aquí tam­bién se ha juga­do con la iden­ti­dad, con la per­te­nen­cia a un gru­po, a un movi­mien­to sin­di­cal, a un par­ti­do polí­ti­co, y se ha per­pe­tua­do el mito de la hija de Itziar, un poe­ma que narra lo orgu­llo­sa que está la madre de que han tor­tu­ra­do a su hijo, pero este no ha cantado. 

«Aho­ra se bus­ca macha­car la men­te para des­tro­zar a la per­so­na, y que lue­go no haya fotos, ni mar­cas, solo una mira­da perdida” 

¿Cómo ha cam­bia­do la tortura?

-Hace mucho que empe­zó a cam­biar, sobre los años 70. Cuan­do sales de comi­sa­ría, no que­dan mar­cas, pero no te reco­no­ces a ti mis­mo y sufres efec­tos psi­co­ló­gi­cos que son como un cán­cer y te afec­ta­rán a ti y a tu entorno. Si en el País Vas­co vivi­mos dos millo­nes de per­so­nas y, como míni­mo, se ha pro­ba­do que entre 1960 y 2014 al menos 4.113 per­so­nas han sido tor­tu­ra­das, en más de 5.000 casos —algu­nas lo han sido en más de una oca­sión — , pode­mos ver una pau­ta que se extien­de a lo lar­go de los años. 

¿Qué tie­ne de espe­cial El soni­do del crack?

-Nues­tro foco no está pues­to en los tor­tu­ra­dos, por­que ese enfo­que es un acto de fe entre él y tú. Noso­tros segui­mos a los psi­có­lo­gos, a los foren­ses, a los exper­tos inter­na­cio­na­les que expli­can por­qué los más de 5.000 casos tie­nen una alta fiabilidad.

Cuen­tas con la par­ti­ci­pa­ción del foren­se Paco Etxe­be­rria, espe­cia­lis­ta en fosas comu­nes, una figu­ra impres­cin­di­ble en el País Vas­co. ¿Qué des­ta­ca­rías de su apor­ta­ción al documental?

-Paco Etxe­be­rria es una emi­nen­cia no solo aquí, sino en Euro­pa, y es una per­so­na que se le encar­gó el infor­me sin ser un con­ven­ci­do de las tor­tu­ras. Cogió la inves­ti­ga­ción y la diri­gió y, ante las evi­den­cias, con­clu­yó que esto es real y nadie ha podi­do refu­tar­le. Cuan­do lle­vó el infor­me al Par­la­men­to vas­co, has­ta la por­ta­voz del PP dijo que nadie pue­de dudar del infor­me. Paco da segu­ri­dad. Y jun­to con Lau­ra Pego, super­vi­só el tra­ba­jo de 300 pro­fe­sio­na­les que han par­ti­ci­pa­do en él. Hay una bar­ba­ri­dad de inves­ti­ga­do­res que han ras­trea­do víc­ti­mas. Es un infor­me úni­co en Euro­pa. Cuan­do habla­mos de tor­tu­ra, tene­mos ten­den­cia a mirar a otros lados, Áfri­ca, Latino Amé­ri­ca, y muy poca ten­den­cia a mirar hacia adentro.

¿Qué tipos de tor­tu­ras hay?

-Si habla­mos de tor­tu­ra moder­na, la tor­tu­ra es un tra­to inhu­mano o degra­dan­te físi­co rea­li­za­da por un fun­cio­na­rio públi­co, por­que al hacer­lo por un fun­cio­na­rio públi­co está ampa­ra­do por el poder. La tor­tu­ra his­tó­ri­ca, como cuan­do nos ima­gi­na­mos la Inqui­si­ción y lue­go el fran­quis­mo, se cen­tra en cuan­to pue­de aguan­tar el tor­tu­ra­do físi­ca­men­te. Pero cuan­do se prohi­be la tor­tu­ra físi­ca median­te la Car­ta de Dere­chos Huma­nos, esta cam­bia hacia la psi­co­ló­gi­ca. Por supues­to, que si le metes a alguien un hie­rro por el dedo tam­bién entras en lo psi­co­ló­gi­co, por­que hay rela­cio­nes de poder y des­gas­tes, pero lo impor­tan­te es dón­de se pone el foco, y este ha cam­bia­do de macha­car el cuer­po a que­brar la mente. 

Aho­ra se bus­ca macha­car la men­te para des­tro­zar a la per­so­na, y lue­go no hay fotos, no hay mar­cas, solo una mira­da per­di­da. La pecu­lia­ri­dad vas­ca es que aquí ha habi­do linea con­ti­nua de tor­tu­ras duran­te 50 años, empie­za con un gobierno dic­ta­to­rial pero lue­go no cam­bia. Hay, diga­mos, una cien­cia de la psi­co­lo­gía apli­ca­da a la tor­tu­ra y que es secre­ta, en el sen­ti­do ile­gal del tér­mino, como la con­ta­bi­li­dad B. 

En el crow­fun­dig has con­se­gui­do la recau­da­ción míni­ma para poder sacar ade­lan­te el docu­men­tal, pero no la ópti­ma. ¿Este resul­ta­do es una metá­fo­ra? ¿Hay que reve­lar públi­ca­men­te las tor­tu­ras pero resul­ta difí­cil que cale en el público? 

-Sí, cuan­do me pre­gun­tan a quién se diri­ge el docu­men­tal res­pon­do que a quien cree en los Dere­chos Huma­nos, sabe­mos que en el País Vas­co se poli­ti­zan las cosas, pero mi inten­ción es que las tor­tu­ras se entien­dan des­de los Dere­chos Huma­nos por­que ayu­da­ría a su pre­ven­ción, por­que hoy les pasa a unos y maña­na, a otros. 

En Euro­pa está aumen­tan­do de for­ma alar­man­te el núme­ro de per­so­nas dis­pues­tas a usar tor­tu­ras. Se cono­ce como la teo­ría del reloj bom­ba: si tú tie­nes a una per­so­na dete­ni­da que ha pues­to una bom­ba, ¿es legí­ti­mo tor­tu­rar­la para sal­var a diez per­so­nas? La res­pues­ta siem­pre tie­ne que ser no. Por­que si empie­zas por ahí, tu sis­te­ma se des­mo­ro­na, solo es una cues­tión de tiem­po. No pue­des poner tu lími­te en otro sitio, que es lo que pre­ten­dió EEUU con Abu Ghraib.

¿Qué te dijo tu padre cuan­do le con­tas­te tu proyecto?

-Le pare­ció intere­san­te y lo apo­yó. Pero lo curio­so fue cuan­do le pre­gun­té: Aita, ¿tú fuis­te tor­tu­ra­do? Y me dijo que no, así que le pasé el infor­me y aho­ra es una de las per­so­nas que for­man par­te de él. Pero tie­ne mie­do de la bana­li­za­ción de la tor­tu­ra, creo que en el jue­go del gato y el ratón, el Esta­do ha toma­do la delantera.

¿Cómo se recom­po­ne una figu­ra de por­ce­la­na rota?

-La psi­có­lo­ga Olatz Barre­netxea dice que con los pacien­tes hay que ave­ri­guar cómo les han tor­tu­ra­do para vol­ver hacia atrás. Hay tor­tu­ras dise­ña­das des­de la psi­co­lo­gía. Es casi segu­ro que los cuer­pos poli­cia­les se entre­nan, inclu­so entre paí­ses. Hay, diga­mos, una cien­cia de la psi­co­lo­gía apli­ca­da a la tor­tu­ra y que es secre­ta, en el sen­ti­do ile­gal del tér­mino, como la con­ta­bi­li­dad B.

Fuen­te: El Salto

Itu­rria /​Fuen­te

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