Por William Urquijo Pascual. Resumen Latinoamericano, 27 de diciembre de 2020.
Venezuela respira un ambiente de paz y consolidación de la democracia en el cierre de un año acentuado por la escalada de la agresiones de Estados Unidos, en complicidad con la extrema derecha.
La administración estadounidense de Donald Trump dio continuidad en 2020 a su estrategia para un cambio de régimen en la nación sudamericana, estratificada en el reconocimiento a un pretendido gobierno paralelo liderado por el cabecilla opositor Juan Guaidó, la asfixia económica y el apoyo velado a nuevos planes golpistas.
A comienzos de abril, en medio de la lucha global contra la pandemia de Covid-19, Trump estrechó el cerco a Venezuela y amenazó con arrastrar a América Latina a una conflagración, al ordenar incrementar la presencia de efectivos militares en el área.
El amplio despliegue de medios navales en el Caribe oriental, teatro de operaciones en una posible agresión contra el país, tuvo lugar bajo el pretexto de reforzar la lucha contra el tráfico de drogas, y siguió a las infundadas acusaciones contra el mandatario venezolano Nicolás Maduro por supuestos delitos de narcotráfico.
‘Estamos ante la versión de Armas de destrucción masiva que usaron para invadir Irak en el 2003 pero ahora en versión narcotraficante y racista’, denunció en su momento el embajador venezolano en la ONU, Samuel Moncada.
Bajo el trillado discurso de ‘todas las opciones están sobre la mesa’, la presión militar llegó acompañada de una propuesta injerencista, según la cual se instalaría en Venezuela un gobierno de transición ‑sin Maduro ni Guaidó‑, además de convocar a elecciones presidenciales, a cambio del levantamiento de las medidas coercitivas.
OPERACIÓN GEDEÓN, TERCERIZACIÓN DE LA GUERRA
La Fuerza Armada Nacional Bolivariana y los órganos de seguridad e inteligencia del Estado abortaron a comienzos de mayo una incursión terrorista por varios puntos de la costa venezolana, y dieron con la captura de decenas de efectivos paramilitares y mercenarios.
El vínculo de la empresa estadounidense Silvercorp en la denominada Operación Gedeón evidenció una vez más la escalada en la guerra no convencional promovida contra Venezuela desde Washington, en contubernio con sectores extremistas.
La compañía, propiedad del veterano de las fuerzas especiales norteamericanas Jordan Goudreau, dirigió el entrenamiento de mercenarios en campamentos ubicados en Colombia ante la mirada cómplice de las autoridades neogranadinas, de acuerdo con evidencias aportadas por el Gobierno bolivariano.
Creada en marzo de 2018 con el supuesto fin de proveer asesoría en materia de seguridad y servicios de protección, Silvercorp asumió los preparativos de la agresión y jugaría además un rol fundamental en el escenario posterior a la operación.
Los términos de la incursión y las responsabilidades de las partes involucradas en el proyecto belicista quedaron plasmados en un contrato firmado por Goudreau y personeros del extremismo opositor venezolano, encabezado por el diputado Juan Guaidó, reconocido por la Casa Blanca como ‘presidente encargado’.
El acuerdo contemplaba en primer lugar la eliminación física del mandatario Nicolás Maduro y otros miembros del alto mando político-militar de la nación ‑objetivo confirmado por mercenarios capturados, como parte de una operación que tenía como propósito general la ocupación prolongada del país a manos de un ejército privado.
Jordan Goudreau reveló vínculos de funcionarios cercanos al Gobierno de Estados Unidos con la Operación Gedeón contra Venezuela, al presentar una demanda en una corte de ese país contra sus ‘socios’ venezolanos por el incumplimiento de pagos por la organización de la frustrada incursión terrorista.
Las agresiones contra Venezuela en 2020 pasaron también por el recrudecimiento de las medidas coercitivas, acciones que incrementaron aún más las dificultades económicas y tuvieron su efecto más visible en el déficit de combustible automotor durante todo el año.
Súmese la persecución a las importaciones de gasolina, principalmente las provenientes desde Irán, y acciones de sabotaje contra instalaciones estratégicas de la industria petrolera, con el fin de torpedear la capacidad refinadora del país para aprovechar la escasez de carburante como detonante de un caos social.
ELECCIONES Y TRIUNFO DE LA DEMOCRACIA
En medio de la creciente hostilidad de Estados Unidos y sus aliados, el Consejo Nacional Electoral (CNE) de Venezuela llamó a mediados de año a la celebración de elecciones para renovar la Asamblea Nacional (Parlamento unicameral).
La renovación de la directiva del CNE y la convocatoria a comicios legislativos resultaron dos de los acuerdos más importantes emanados de la mesa de diálogo instalada en septiembre de 2019 entre el Gobierno de Nicolás Maduro y diversos partidos de la oposición.
Maduro calificó la jornada electoral como una gran victoria de la democracia, durante la cual el pueblo venezolano salió a elegir a sus representantes en el órgano legislativo para el período 2021 – 2026, luego de cinco años de una legislatura dominada por sectores de la extrema derecha.
A pesar de las presiones externas para boicotear el proceso, unido a la complicada situación económica y los reiterados llamados a la abstención, un importante sector de la población refrendó la vocación democrática de dirimir las diferencias políticas por la vía del voto, más allá de los resultados emanados de las urnas.
La alianza del Gran Polo Patriótico conquistó 253 escaños de 277 en la Asamblea Nacional de Venezuela, en un proceso comicial caracterizado por la participación de poco más del 30 por ciento de los 20 millones 700 mil venezolanos convocados al ejercicio democrático.
Retomar la senda de la institucionalidad y erigirse en centro del debate político constructivo de los grandes temas y urgencias de la sociedad venezolana serán los grandes retos del nuevo ente legislativo, a instalarse el 5 de enero de 2021.
‘Tenemos una nueva Asamblea Nacional al servicio de las mayorías; cuenten conmigo para que la patria recupere la senda del desarrollo’, subrayó el dignatario al celebrar el triunfo del bloque unitario conformado por el Partido Socialista Unido de Venezuela y sus aliados.
En declaraciones a medios internacionales, el jefe de Estado instó a dejar de lado toda manifestación de sectarismo y llamó a todos los actores políticos del país a sentarse en la misma mesa de negociación para trabajar juntos por el bienestar de Venezuela.
(William Urquijo Pascual es corresponsal jefe de Prensa Latina en Venezuela)
Fuente: Prensa Latina