Argen­ti­na. El cura geno­ci­da que da misas en Italia

Por Car­lo Boni­ni, Ele­na Bas­so, Mar­co Mas­tran­drea y Alfre­do Spro­vie­ri. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de enero de 2021.

Jor­ge Nes­tor Troc­co­li, Car­los Luis Malat­to y el sacer­do­te Fran­co Rever­be­ri son pró­fu­gos que lle­van una bue­na vida escon­di­dos en Ita­lia. Se les acu­sa de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad por los horro­res come­ti­dos por las dic­ta­du­ras mili­ta­res hace 40 años en Argen­ti­na y Uru­guay. Expli­ca­mos dón­de viven y quién les protege.

De 2015 a 2018, Car­los Malat­to vivió en Calas­ci­bet­ta, un peque­ño pue­blo sici­liano de 4.000 habi­tan­tes. Hoy nadie con­tes­ta al tim­bre de la anti­gua casa de Malat­to, pero un poco más ade­lan­te, en vía Con­te Rug­ge­ro, con­tes­ta el inter­co­mu­ni­ca­dor la mujer que años antes había cedi­do la pro­pie­dad al tenien­te. Dice que nun­ca tuvo nada que ver con Malat­to antes de alqui­lar su casa. Expli­ca que esta­ba regis­tra­do con un con­tra­to regu­lar y que ya hace dos años que no está. No quie­re agre­gar nada más.

Son muchos los habi­tan­tes del pue­blo que recuer­dan al ex tenien­te: cuan­do leye­ron los artícu­los sobre él el año pasa­do no podían creer que ese jerar­ca fue­ra el mis­mo hom­bre que habían vis­to cami­nan­do por las calles de Calas­ci­bet­ta. Siem­pre lo veían solo, pero recuer­dan que una vez su hijo vino a ver­lo. No hacía ami­gos, no era muy socia­ble con los habi­tan­tes, pero el due­ño del estan­co lo recuer­da muy bien: “Lo veía casi todos los días, habla­ba muy bien el ita­liano. Era un tipo par­ti­cu­lar, tenía for­mas muy dis­tin­tas de hacer las cosas. Aquí siem­pre com­pra­ba una tar­je­ta para ras­car, pero se la lle­va­ba a casa para ras­car y al día siguien­te venía a cobrar las ganan­cias. Tam­bién me dijo que había sido sol­da­do en su país, esta­ba muy orgu­llo­so de ello: me había con­fe­sa­do que había sido un sol­da­do impor­tan­te”. Antes de resi­dir en Calas­ci­bet­ta, Malat­to fue sor­pren­di­do en Géno­va en octu­bre de 2014, don­de fue invi­ta­do en la parro­quia de San Gia­co­mo Apos­to­lo en la peque­ña aldea de Cor­ni­gliano. Había decla­ra­do que lo había ayu­da­do su padre argen­tino, José Gal­deano Fer­nán­dez, quien fue párro­co allí en esos años.

En 2013, el exte­nien­te argen­tino Car­los Malat­to enfren­ta­ba el pro­ce­so de soli­ci­tud de extra­di­ción pre­sen­ta­do por el gobierno argen­tino en el juz­ga­do de L’Aquila, com­pe­ten­te en el territorio 

Actual­men­te Gal­deano vive en Madrid, don­de ejer­ce de párro­co en la Igle­sia de San Valen­tín y San Casi­mi­ro, en el dis­tri­to de Vicál­va­ro. Es ori­gi­na­rio de la mis­ma ciu­dad de Malat­to, Men­do­za, don­de tomó sus órde­nes el 2 de octu­bre de 1988. Cuen­ta: “Cono­cí a su espo­sa, una seño­ra que luchó duran­te mucho tiem­po con­tra el cán­cer. Yo fui párro­co en la zona don­de vivió de 1992 a 1997, solía ir a misa con su fami­lia pero yo no tenía ni idea de su pasa­do. En el verano de 2014 me lla­mó, sabía que yo esta­ba en Ita­lia y me pidió hos­pi­ta­li­dad: dijo que tenía fami­lia en Géno­va y que tenía que que­dar­se un tiem­po. En total se que­dó unos 15 días. Un día vino una camio­ne­ta a reco­ger­lo y nun­ca lo vol­ví a ver. Estoy segu­ro de que algu­na orga­ni­za­ción lo esta­ba pro­te­gien­do, no esta­ba tra­ba­jan­do y sé que su fami­lia no era rica, pero él vivía tranquilo”.

En 2013, el exte­nien­te argen­tino enfren­ta­ba el pro­ce­so de soli­ci­tud de extra­di­ción pre­sen­ta­do por el gobierno argen­tino en el juz­ga­do de L’Aquila, com­pe­ten­te en el terri­to­rio. Lo defen­dió su abo­ga­do de con­fian­za, Augus­to Sina­gra, ex abo­ga­do de Licio Gelli y exje­fe de Rim22 Jor­ge Oli­ve­ra. Los regis­tros mues­tran que Car­los Malat­to resi­día en esos años en un hos­tal en un peque­ño case­río de L’Aquila. La due­ña de la pro­pie­dad dijo que no tenía idea de quién era Car­los Malat­to: nin­gu­na per­so­na con ese nom­bre había pasa­do una sola noche allí. En la ofi­ci­na de regis­tro de L’Aquila y en la jefa­tu­ra de poli­cía hay de hecho dos direc­cio­nes de resi­den­cia dis­tin­tas del exte­nien­te, y nin­gu­na corres­pon­de a la del hostal.

“Me due­le saber que Malat­to sigue libre y que dis­fru­ta de una vida que un ciu­da­dano común no pue­de per­mi­tir­se”, dice Eva, her­ma­na de desaparecidos 

Una de las direc­cio­nes es Piaz­za del San­tua­rio 21 en Madon­na di Roio, la resi­den­cia del ins­ti­tu­to de repa­ra­do­res Sier­vos de María. “Lo hos­pe­da­mos duran­te dos años en nues­tra estruc­tu­ra, don­de paga­ba el alqui­ler con regu­la­ri­dad y don­de hos­pe­da­mos a muchas otras per­so­nas, muchos estu­dian­tes, por ejem­plo”, dice la her­ma­na Pia, quien estu­vo a car­go de la estruc­tu­ra en esos años. “Tenía un abo­ga­do y se desem­pe­ñó en Mercy, sus hijos vinie­ron a visi­tar­lo y él vol­vió otras veces a salu­dar­nos, es un buen cató­li­co que asis­tió a misa. No entien­do por qué uste­des perio­dis­tas siguen inves­ti­gan­do. Dejad­le vivir en paz”.

Ras­ca y gana

Hoy Car­los Malat­to vive en la exclu­si­va resi­den­cia de Por­to­ro­sa, en la pro­vin­cia de Mes­si­na, un gran com­ple­jo turís­ti­co que cuen­ta con varios bares y res­tau­ran­tes de lujo en su inte­rior, un puer­to con ser­vi­cio de yates y varios hote­les. En noviem­bre pasa­do, Eva visi­tó el lugar don­de vive el exte­nien­te argen­tino: “Me due­le saber que Malat­to sigue libre y que dis­fru­ta de una vida que un ciu­da­dano común no pue­de per­mi­tir­se. Es como si Hitler vivie­ra en las Baha­mas y quien­quie­ra que cau­só el Holo­caus­to fue­ra libre de vivir una vida de placer”.

En mayo de 2018, el exte­nien­te argen­tino reci­bió un cha­let de dos plan­tas en el com­ple­jo Por­to­ro­sa en prés­ta­mo gra­tui­to de una mujer resi­den­te en Enna. Su casa, con jar­dín y rejas rojas, está ubi­ca­da cer­ca de una ave­ni­da y tie­ne vis­tas al mar. La villa tie­ne un acce­so pri­va­do a las dos pla­yas en la lar­ga pla­ya que se encuen­tra fren­te a Por­to­ro­sa: se nece­si­tan dos pasos para lle­gar a la pri­me­ra tum­bo­na jun­to al mar. Malat­to, dicen los luga­re­ños, pasa sus días en su peque­ño bote ama­rra­do en el puer­to y es due­ño de dos autos, un vie­jo Pan­da blan­co que solo usa para via­jes cor­tos des­de la resi­den­cia y un Mer­ce­des Benz gris meta­li­za­do que usa para ir a Enna. A menu­do cena en una piz­ze­ría no lejos de Por­to­ro­sa. Casi siem­pre está solo, aun­que en el perío­do ante­rior al Covid fue vis­to varias veces con su pare­ja argentina.

“En Argen­ti­na a menu­do tra­tan de hacer pasar a los exsol­da­dos de la dic­ta­du­ra como pobres vie­jos. Estos pobres ancia­nos, sin embar­go, han hecho des­apa­re­cer a 30.000 personas” 

Tras el cla­mor pro­vo­ca­do por su des­cu­bri­mien­to, Malat­to no se pre­sen­tó en la zona duran­te mucho tiem­po. Hoy, los luga­re­ños no pue­den decir con cer­te­za si toda­vía vive en la resi­den­cia. Y de hecho, no hay ras­tro del ex tenien­te argen­tino, has­ta que su vie­jo Pan­da blan­co apa­re­ce en el camino de entra­da deba­jo de su casa a la hora del almuer­zo. La ven­ta­na que da a la ave­ni­da está abier­ta y des­de allí se ve a Malat­to. En unos minu­tos cie­rra la ven­ta­na y la puer­ta de la casa. Se sube al coche y, con la mis­ma pri­sa con la que lle­gó, se marcha.

Resi­den­cia Portorosa

Era una tar­de de octu­bre de 1976, Manuel y Ana Saroff esta­ban en su casa en Men­do­za cuan­do escu­cha­ron el llan­to de un bebé. Salie­ron corrien­do: en su por­che había un bebé. Des­de hacía algu­nos meses los padres del niño, Alfre­do y Mar­ta Lerouc, vivían escon­di­dos en San Juan: eran mili­tan­tes de Mon­to­ne­ros, una orga­ni­za­ción gue­rri­lle­ra opues­ta a la dic­ta­du­ra, y sabían que esta­ban en peli­gro. Manuel y Ana no podían ima­gi­nar que unos días antes Alfre­do había sido ase­si­na­do en la calle por los hom­bres del Rim22 y que Mar­ta esta­ba dete­ni­da. Des­de enton­ces no se ha sabi­do nada más de Mar­ta y toda­vía hoy sigue des­apa­re­cien­do. Eva Lerouc en 1976 tenía dos años y esa tar­de esta­ba en casa con sus abue­los Manuel y Ana cuan­do encon­tra­ron a su her­mano peque­ño en la veran­da. Des­de enton­ces nun­ca ha deja­do de exi­gir jus­ti­cia para sus padres y en noviem­bre pasa­do voló a Roma para tes­ti­fi­car con­tra el exte­nien­te Car­los Malatto.

Fugitivos Italia 1
Tan­ques fren­te a la Casa Rosa­da. Gol­pe de esta­do con­tra el gobierno de Isa­bel Mar­tí­nez de Perón el 24 de mar­zo de 1976.

Hoy Eva toda­vía vive en San Juan y acu­sa: “Para los que han come­ti­do estos terri­bles crí­me­nes pedi­mos la cár­cel. Mis padres no tuvie­ron dere­cho a un jui­cio, pero no pedi­mos nada más que eso para quie­nes los tor­tu­ra­ron y mata­ron. En Argen­ti­na a menu­do tra­tan de hacer pasar a los exsol­da­dos de la dic­ta­du­ra como pobres vie­jos que solo piden que los dejen en paz. Estos pobres ancia­nos, sin embar­go, han hecho des­apa­re­cer a 30.000 per­so­nas. Un dolor como el que estoy expe­ri­men­tan­do no se pue­de supe­rar, solo se pue­de sobre­vi­vir. Saber que quien te cau­só todo este sufri­mien­to está pagan­do su con­de­na es la úni­ca for­ma que te per­mi­te seguir adelante”.

El bebé en el porche

El 26 de mayo, el minis­tro de Jus­ti­cia, Alfon­so Bona­fe­de, auto­ri­zó la aper­tu­ra de un jui­cio con­tra Car­los Luis Malat­to por los deli­tos de homi­ci­dio múl­ti­ple agra­va­do, secues­tro con fines de extor­sión y vio­len­cia sexual con­tra cin­co ciu­da­da­nos argen­ti­nos: Alfre­do y Mar­ta Lerouc, Anne Marie Eri­ze, Arias Flo­ren­tino y Juan Car­los Cam­po­ra. El exte­nien­te argen­tino, en el momen­to del gol­pe, tenía 27 años y era jefe segun­do de Rim22, el 22 Regi­mien­to de Infan­te­ría de Mon­ta­ña de la ciu­dad de San Juan.

Entre 1976 y 1983 en San Juan, más de cien opo­si­to­res polí­ti­cos fue­ron secues­tra­dos y des­apa­re­ci­dos, y se cree que estos crí­me­nes son obra de Rim22 

Para esca­par de la jus­ti­cia argen­ti­na, Car­los Luis Malat­to vive en Ita­lia des­de hace casi diez años, Des­pués de habér­se­le per­di­do la pis­ta duran­te algún tiem­po, fue loca­li­za­do por la Repú­bli­ca en junio de 2019 en Por­to­ro­sa, en la pro­vin­cia de Messina.

Entre 1976 y 1983 en San Juan, más de cien opo­si­to­res polí­ti­cos fue­ron secues­tra­dos y des­apa­re­ci­dos, y se cree que estos crí­me­nes son obra de Rim22. Como reve­la Eloy Camus, his­to­ria­dor y autor del libro Víc­ti­mas del terro­ris­mo de Esta­do en San Juan, “toda la coor­di­na­ción de las accio­nes repre­si­vas estu­vo a car­go del tenien­te Malat­to, quien enca­be­zó el gru­po que lle­vó a cabo los secues­tros, tor­tu­ras y asesinatos”.

Los hom­bres de Rim22, según afir­ma­ron los sobre­vi­vien­tes duran­te los jui­cios cele­bra­dos en San Juan por crí­me­nes de lesa huma­ni­dad, se des­ta­ca­ron por la bru­ta­li­dad de las prác­ti­cas repre­si­vas adoptadas.

Eloy Camus tie­ne aho­ra 61 años y aún vive en San Juan don­de, cuan­do solo tenía 18 años, fue secues­tra­do y tor­tu­ra­do por los hom­bres de Rim22. A lo lar­go de los años ha sido uno de los prin­ci­pa­les tes­ti­gos de los jui­cios que invo­lu­cran a los des­apa­re­ci­dos de San Juan y como denun­cia Camus: “Otro éxi­to de la orga­ni­za­ción de Rim22, hecho posi­ble solo por la aten­ción escru­pu­lo­sa y metó­di­ca del tenien­te Malat­to, es el de San Juan, don­de nun­ca se han encon­tra­do los cuer­pos de nin­guno de los desaparecidos”.

Infierno de San Juan

En 2015 lle­gó una noti­cia impac­tan­te para la tran­qui­la vida de Jor­ge y Beti­na: el fis­cal Gian­car­lo Capal­do, que había ins­trui­do el man­da­to inter­na­cio­nal de Troc­co­li, logró ins­ti­tuir un macro jui­cio en Roma para las víc­ti­mas ita­lia­nas de las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas. En el macro jui­cio de Cón­dor, en la sala de audien­cias del bún­ker de Rebib­bia, los impu­tados tam­bién inclu­ye­ron al exfu­si­le­ro uru­gua­yo Jor­ge Nes­tor Troc­co­li, el úni­co que resi­de actual­men­te en Ita­lia y que el 13 de octu­bre de 2016 hizo decla­ra­cio­nes espon­tá­neas en la sala de audiencias.

Troc­co­li, que en ese momen­to era un joven mili­tar, for­mó par­te de los Fus­na, fusi­le­ros de la arma­da uru­gua­ya, gru­po que des­de los 70 tenía la tarea de dedi­car­se a la repre­sión política 

El jui­cio se refe­ría a las víc­ti­mas de ori­gen ita­liano del deno­mi­na­do Plan Cón­dor, la ope­ra­ción naci­da en noviem­bre de 1975 en San­tia­go de Chi­le con la que ocho Esta­dos sud­ame­ri­ca­nos se com­pro­me­tie­ron a cap­tu­rar a los mili­tan­tes exi­lia­dos en Amé­ri­ca Lati­na, Esta­dos Uni­dos y Euro­pa. Como expli­ca el exfis­cal Gian­car­lo Capal­do: “El jui­cio ita­liano fue úni­co por­que los otros jui­cios a las víc­ti­mas de dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas se refe­rían a la des­apa­ri­ción de per­so­nas, mien­tras que con el jui­cio Cón­dor los hechos se des­ta­ca­ron como arti­cu­la­cio­nes de un plan de repre­sión sis­te­má­ti­ca e inter­na­cio­nal. Troc­co­li, en ese momen­to, era un joven desen­fre­na­do ofi­cial de la arma­da uru­gua­ya que, según nues­tra recons­truc­ción, esta­ba muy ocu­pa­do y cola­bo­ra­ba con otros ser­vi­cios para la cap­tu­ra clan­des­ti­na, tor­tu­ra y des­apa­ri­ción de per­so­nas. Troc­co­li, que vivía bien en Uru­guay, lle­gó a Ita­lia por­que en su país habían comen­za­do los jui­cios con­tra las jun­tas mili­ta­res y algu­nos de sus com­pa­ñe­ros habían sido dete­ni­dos. Así, para esca­par de la jus­ti­cia uru­gua­ya, Troc­co­li recor­dó que tie­ne la ciu­da­da­nía ita­lia­na y es un expatriado”.

Pero, ¿por qué Troc­co­li, jefe de inte­li­gen­cia uru­gua­ya, es uno de los impu­tados en un jui­cio por el Plan Cón­dor? Troc­co­li, que en ese momen­to era un joven mili­tar, for­mó par­te de los Fus­na, fusi­le­ros de la arma­da uru­gua­ya, gru­po que des­de la déca­da de 1970 tenía la tarea espe­cí­fi­ca de dedi­car­se a la repre­sión polí­ti­ca. En 1977 fue tras­la­da­do a Argen­ti­na con el pre­tex­to de un cur­so de for­ma­ción, pero en reali­dad su tarea era otra: tenía que cap­tu­rar, como sol­da­do de la Ope­ra­ción Cón­dor, a los mili­tan­tes uru­gua­yos exi­lia­dos en Argen­ti­na, espe­cial­men­te en Bue­nos Aires.

Duran­te el jui­cio, Troc­co­li fue acu­sa­do de la muer­te y des­apa­ri­ción de 20 per­so­nas y dece­nas de tes­ti­gos vola­ron a Roma para decla­rar en el trans­cur­so de casi dos años de audiencias 

Son muchos los tes­ti­gos que en esos años vie­ron al exfu­si­le­ro uru­gua­yo den­tro de la Escue­la de Mecá­ni­ca de la Arma­da (Esma), el cen­tro sub­te­rrá­neo más gran­de de Bue­nos Aires. Como obser­va Fran­ces­ca Les­sa, inves­ti­ga­do­ra de la Uni­ver­si­dad de Oxford y una de las prin­ci­pa­les exper­tas en la Ope­ra­ción Cón­dor: “Cuan­do Troc­co­li fue tras­la­da­do a Bue­nos Aires, se con­vir­tió en el ofi­cial de enla­ce entre las arma­das uru­gua­ya y argen­ti­na. Asu­mió una fun­ción estra­té­gi­ca en terri­to­rio argen­tino ya a fina­les de 1977 y en 1979 se inte­gró al noto­rio gru­po ope­ra­ti­vo ESMA, don­de reali­zó ope­ra­ti­vos de incau­ta­ción, inte­rro­ga­to­rios y tor­tu­ras para obte­ner infor­ma­ción que pudie­ra con­du­cir a deten­cio­nes y deten­cio­nes. Todo esto se des­pren­de del expe­dien­te mili­tar de Troc­co­li, don­de tam­bién es amplia­men­te elo­gia­do por ofi­cia­les de alto nivel”.

Duran­te el jui­cio, Troc­co­li fue acu­sa­do de la muer­te y des­apa­ri­ción de 20 per­so­nas y dece­nas de tes­ti­gos vola­ron a Roma para decla­rar en el trans­cur­so de casi dos años de audien­cias. El 17 de enero de 2017 Troc­co­li fue absuel­to por el Tri­bu­nal de lo Penal de Roma, pero lue­go la sen­ten­cia fue revo­ca­da en segun­da ins­tan­cia: en julio de 2019 fue con­de­na­do a cade­na per­pe­tua por los jue­ces roma­nos. El exmi­li­tar uru­gua­yo, aún resi­den­te en Ita­lia, espe­ra aho­ra la lec­tu­ra de la sen­ten­cia de la Cor­te Supre­ma que fue fija­da para el 24 de junio de 2021. Hoy vive en Bat­ti­pa­glia, dejó Mari­na di Came­ro­ta hace años des­pués de varias dispu­tas entre su fami­lia y con el exabo­ga­do defensor.

Jorge Rafael Videla
Jor­ge Rafael Vide­la, jefe del gol­pe mili­tar del 76.

Loca­li­za­mos a Nes­tor Troc­co­li en su casa, que se encuen­tra den­tro de algu­nos edi­fi­cios popu­la­res en el dis­tri­to Bel­ve­de­re de Bat­ti­pa­glia. El exsol­da­do dice que no pue­de hablar con los perio­dis­tas por­que espe­ra la sen­ten­cia de la Cor­te Supre­ma. Su foto más recien­te lo mues­tra de vaca­cio­nes con su espo­sa Beti­na: lle­van más­ca­ras anti Covid, pan­ta­lo­nes cor­tos, cami­sas de man­ga cor­ta y gafas de sol. Pare­cen des­preo­cu­pa­dos, con los cables de una audio­guía alre­de­dor del cue­llo y un árbol en flor detrás de ellos.

“Es cier­to que el terro­ris­mo de Esta­do se apli­có des­de arri­ba, pero muchos dije­ron que no y todos podrían haber hecho lo mis­mo”, apun­ta Rafael Michelini 

Hoy, las auto­ri­da­des ita­lia­nas inves­ti­gan dos nue­vos casos que invo­lu­cran al ex fusi­le­ro uru­gua­yo: el ase­si­na­to de los mili­tan­tes ita­lo-argen­ti­nos Raf­fae­la Fili­paz­zi y José Agus­tín Poten­za. Los dos fue­ron secues­tra­dos en Mon­te­vi­deo el 25 de junio de 1977. Esta­ban alo­ja­dos en el hotel Ermi­ta­ge y fue­ron dete­ni­dos duran­te un ope­ra­ti­vo con­jun­to de fuer­zas uru­gua­yas y para­gua­yas. No se supo nada más de ambos duran­te muchos años. En todo este tiem­po, sin embar­go, sus hijos niños nun­ca han deja­do de bus­car­los y en 2017 hubo un pun­to de infle­xión: sus res­tos fue­ron encon­tra­dos en una fosa común en Misio­nes, Para­guay. Sil­via Poten­za, hija de Agus­tín, hoy pide jus­ti­cia para su padre y dice: “Encon­trar su cuer­po fue muy impor­tan­te para mí, tener un fami­liar des­apa­re­ci­do es siem­pre tener algo pen­dien­te. Los últi­mos años han sido muy duros, encon­tré a mi padre y lo tra­je de regre­so a casa. Nece­si­to seguir ade­lan­te, pero tam­bién quie­ro que Nes­tor Troc­co­li sea con­de­na­do y pague por lo que hizo. No acep­to que los sol­da­dos de la dic­ta­du­ra uru­gua­ya pasen sus últi­mos años como jubi­la­dos ordinarios”.

Rafael Miche­li­ni, exse­na­dor uru­gua­yo e hijo de Zel­mar Miche­li­ni, es de la mis­ma opi­nión. Su padre fue la prin­ci­pal figu­ra polí­ti­ca opo­si­to­ra a la dic­ta­du­ra, ase­si­na­do en 1976 mien­tras se encon­tra­ba exi­lia­do en Bue­nos Aires. Troc­co­li dedi­có su libro La ira del Levia­tán a Rafael. En esas pági­nas dice que el exse­na­dor lo había visi­ta­do varias veces.

Como seña­la Miche­li­ni: “Fue muy impor­tan­te que final­men­te un sol­da­do habla­ra y dije­ra públi­ca­men­te: tor­tu­ré. Espe­ra­ba poder enta­blar un diá­lo­go con Troc­co­li, sobre todo para ave­ri­guar qué había pasa­do con los des­apa­re­ci­dos. Sin embar­go, las decla­ra­cio­nes de los exmi­li­ta­res nun­ca se con­vir­tie­ron en ayu­das con­cre­tas ni en la ple­na asun­ción de res­pon­sa­bi­li­dad. Es cier­to que el terro­ris­mo de Esta­do se apli­có des­de arri­ba, pero muchos dije­ron que no y todos podrían haber hecho lo mis­mo. Inclu­so hoy, tan­to él como sus com­pa­ñe­ros sol­da­dos están con­ven­ci­dos de que han sal­va­do a su patria de los terro­ris­tas y que esa era la úni­ca for­ma de actuar. En la déca­da de 1970, en Uru­guay, había algu­nas orga­ni­za­cio­nes arma­das pla­nean­do la revo­lu­ción, en su con­tra se debía apli­car la ley con jui­cio y no tor­tu­ra sis­te­má­ti­ca, ocul­ta­ción y des­apa­ri­ción de cadá­ve­res. Troc­co­li debe tener garan­ti­za­dos todos sus dere­chos, pero debe pagar por lo que hizo. En esos años, los mili­ta­res uru­gua­yos deci­die­ron la vida o la muer­te de cien­tos de ciu­da­da­nos. Un cri­men de este tipo no pue­de que­dar impune”.

Cón­dor

Troc­co­li lle­vó una vida pací­fi­ca has­ta que, en 2007, se abrie­ron los jui­cios con­tra los mili­ta­res de la dic­ta­du­ra. Como expli­có Mirtha Gui­mo­ni Rodrí­guez, la fis­cal uru­gua­ya que ini­ció el jui­cio con­tra Troc­co­li en Mon­te­vi­deo, a los jue­ces roma­nos duran­te su tes­ti­mo­nio en el jui­cio de Cón­dor el 20 de octu­bre de 2015: “Cuan­do envia­mos una orden a Troc­co­li, su abo­ga­do defen­sor nos dijo que su clien­te esta­ba en Bra­sil por nego­cios, pero eso no era cier­to. Ya esta­ba de camino a Ita­lia”. De hecho, en octu­bre de 2007, Jor­ge Nes­tor Troc­co­li lle­gó a Mari­na di Came­ro­ta, un peque­ño pue­blo del Cilen­to de don­de pro­ve­nía su fami­lia. Unos años antes había soli­ci­ta­do y obte­ni­do la ciu­da­da­nía italiana. 

A su lle­ga­da al país se encon­tró con el abo­ga­do Adol­fo Domin­go Sca­rano, quien se con­vir­tió en su pri­mer abo­ga­do defen­sor y quien dice: “Fui a bus­car­lo a la esta­ción de Pis­ciot­ta a las 9 de la noche e inme­dia­ta­men­te me di cuen­ta de que tenía dos male­tas muy gran­des. Recuer­do que ense­gui­da le dije a mi her­mano que algo no iba bien, que creía que se había esca­pa­do. Al día siguien­te me con­tó cuál era la situa­ción y lo tra­je aquí, a mi casa, se alo­jó en una peque­ña habi­ta­ción del piso de arri­ba has­ta Navi­dad, cuan­do se fue a vivir por un tiem­po al cam­pa­men­to de mi her­mano ya que el piso de arri­ba de mi casa había sido alqui­la­do para vacaciones. 

En repe­ti­das oca­sio­nes me dijo que que­ría hablar con un magis­tra­do por­que lo bus­ca­ban con un man­da­to inter­na­cio­nal, pero yo le res­pon­dí: ‘Acu­de a los tri­bu­na­les al magis­tra­do cuan­do yo lo diga’. Le acon­se­jé que no se deja­ra ver dema­sia­do por­que esta­ba infor­ma­do y efec­ti­va­men­te había una orden de arres­to inter­na­cio­nal en su con­tra y, como abo­ga­do, que­ría que lo detu­vie­ran en el mejor momen­to posi­ble. Jugué astu­cia y sabien­do que en Uru­guay las can­chas paran por 45 días, del 25 de diciem­bre al 10 de febre­ro, le acon­se­jé que deja­ra pasar la Navi­dad e ir a cons­ti­tuir­se antes del Año Nue­vo. Sin embar­go, el 21 de diciem­bre apa­re­ció en el Mat­tino un peque­ño artícu­lo con su foto­gra­fía y así se mon­tó antes de lo esperado”.

Cris­ti­na Flynn tenía los ojos ven­da­dos, tres hom­bres la suje­ta­ban con fuer­za y la empu­ja­ban. Le dije­ron que la vio­la­rían y la harían des­apa­re­cer. Tenía una pis­to­la apun­ta­da a su cabeza 

Troc­co­li efec­ti­va­men­te lo hizo en la noche del 23 de diciem­bre, fue inme­dia­ta­men­te dete­ni­do y encar­ce­la­do en Regi­na Coeli, de don­de fue libe­ra­do el 24 de abril de 2008, ya que la emba­ja­da de Uru­guay no envió la soli­ci­tud de extra­di­ción a la can­ci­lle­ría ita­lia­na den­tro del tiem­po seña­la­do. Un error que cau­só mucho revue­lo en Uru­guay y que supu­so la des­ti­tu­ción del enton­ces emba­ja­dor uru­gua­yo en Ita­lia, Car­los Abín. Tras su sali­da de pri­sión, el ex fusi­le­ro uru­gua­yo ini­ció su vida como jubi­la­do en Mari­na di Came­ro­ta. Todos en el país se cono­cen. La mayo­ría de los habi­tan­tes aquí tie­nen víncu­los con Amé­ri­ca del Sur. La emi­gra­ción, espe­cial­men­te a Vene­zue­la, fue muy fuer­te. Los habi­tan­tes des­cri­ben a Troc­co­li como un hom­bre muy hábil, inte­li­gen­te y tími­do. Vivió aquí duran­te años con su espo­sa Beti­na, pro­fe­so­ra de inglés en Uru­guay, que tra­ba­ja­ba en una bou­ti­que con vis­tas al mar en Mari­na di Came­ro­ta. Troc­co­li, que sigue reci­bien­do la paga de jubi­la­ción de Uru­guay como ex sol­da­do, inten­tó mon­tar un peque­ño nego­cio de alqui­ler de karts para los nume­ro­sos turis­tas que acu­den en masa a Mari­na di Came­ro­ta cada verano. Sin embar­go, las máqui­nas que le ven­die­ron esta­ban defec­tuo­sas, por lo que inten­tó enta­blar una deman­da civil.

Mari­na di Camerota

Cris­ti­na Flynn tenía los ojos ven­da­dos, tres hom­bres la suje­ta­ban con fuer­za y la empu­ja­ban. Le dije­ron que la vio­la­rían y la harían des­apa­re­cer. Tenía una pis­to­la apun­ta­da a su cabe­za. No sabía dón­de esta­ba, pero el olor a sal le lle­gó fuer­te. Des­de la ven­da de los ojos solo podía ver el piso del lugar por don­de cami­na­ba: eran las tejas del puer­to de Mon­te­vi­deo, su ciu­dad. Cris­ti­na era muy joven y mili­ta­ba para opo­ner­se a la dic­ta­du­ra que en esos años opri­mía a su país, Uru­guay. La lle­va­ron a un pasi­llo y la tor­tu­ra­ron duran­te horas. Era diciem­bre de 1977. Cris­ti­na sobre­vi­vió a la tor­tu­ra y final­men­te fue obli­ga­da a qui­tar­se la ven­da de los ojos para fir­mar un infor­me. Nun­ca olvi­dó el ros­tro del sol­da­do que se encon­tró fren­te a ella ese día y casi 20 años des­pués, en 1996, vio ese ros­tro en las por­ta­das de todos los perió­di­cos. Ese sol­da­do se lla­ma­ba Jor­ge Nes­tor Troccoli.

En el momen­to del secues­tro de Cris­ti­na era el jefe del S2, la inte­li­gen­cia de la Arma­da de Uru­guay y en 1996 fue el pri­mer mili­tar en hablar públi­ca­men­te sobre lo ocu­rri­do en los años del terro­ris­mo de Esta­do. El caso esta­lló en Uru­guay, Troc­co­li fir­mó una lar­ga car­ta abier­ta en el dia­rio El País en la que admi­tió haber secues­tra­do y tor­tu­ra­do a los mili­tan­tes, reali­zó varias entre­vis­tas y al año siguien­te publi­có un libro titu­la­do La ira del Levia­tán, en el que repa­só esos años des­de su pun­to de vis­ta. En el momen­to de esa sen­sa­cio­nal libe­ra­ción públi­ca, Troc­co­li tenía 49 años, era mili­tar, vivía en Mon­te­vi­deo con su espo­sa Beti­na e inclu­so esta­ba matri­cu­la­do en la uni­ver­si­dad en Antro­po­lo­gía. Los tiem­pos de los jui­cios mili­ta­res aún esta­ban lejos, se nega­ba que hubie­ra habi­do muer­tos, des­apa­re­ci­dos, torturas.

El ros­tro del S2

Hay muchos casos docu­men­ta­dos de cape­lla­nes que, como don Fran­co, ayu­da­ron a los mili­ta­res en los cen­tros de exter­mi­nio. Como expli­can Lucas Bil­bao y Ariel Lede, inves­ti­ga­do­res de los víncu­los entre la Igle­sia y la dic­ta­du­ra argen­ti­na y auto­res del libro Pro­fe­ta del geno­ci­dio: “Los casos de párro­cos reco­no­ci­dos por los super­vi­vien­tes de los cen­tros de deten­ción y exter­mi­nio son varia­dos. Los más famo­sos son los de José Eloy Mijalchyk y Alber­to Ángel Zan­chet­ta y tam­bién en estos dos casos —como el de Rever­be­ri— el nom­bra­mien­to ofi­cial como cape­lla­nes mili­ta­res se pro­du­jo años des­pués de los hechos denun­cia­dos por los tes­ti­gos. Zan­chet­ta fue uno de los cape­lla­nes de la Esma de Bue­nos Aires, uno de los cen­tros de exter­mi­nio más mor­tí­fe­ros de todo el país, don­de fue­ron dete­ni­das más de 5.000 personas”.

En 1995, el perio­dis­ta Hora­cio Ver­bitsky entre­vis­tó a Adol­fo Sci­lin­go, quien fue el pri­mer mili­tar argen­tino en hablar de los cam­pos de exter­mi­nio y de los vue­los de la muer­te, con los que se arro­ja­ban al mar los cuer­pos de los pri­sio­ne­ros, aún vivos, para hacer­los des­apa­re­cer. Sci­lin­go tam­bién habló de los cape­lla­nes mili­ta­res de Esma y men­cio­nó a Zan­chet­ta, quien lo con­fe­só des­pués de su pri­mer vue­lo de muer­te. Zan­chet­ta fue cape­llán del Esma de 1975 a 1977, pero no figu­ra en la lis­ta ofi­cial de cape­lla­nes mili­ta­res has­ta 1984. Mijalchyk, por su par­te, fue nom­bra­do ofi­cial­men­te cape­llán mili­tar en 1982 pero hay nume­ro­sos tes­ti­mo­nios de super­vi­vien­tes que ase­gu­ran haber sido inte­rro­ga­dos por él en el cen­tro clan­des­tino Arse­na­les, en la pro­vin­cia de Tucu­mán, entre 1976 y 1977. El párro­co, según tes­ti­gos, invi­tó a los dete­ni­dos a cola­bo­rar con los mili­ta­res y que se negó a rezar con ellos por­que “todos irían al infierno de todos modos”. Fue el pri­mer sacer­do­te acu­sa­do en un jui­cio en Argen­ti­na por crí­me­nes de lesa humanidad.

Adolfo Scilingo

Artu­ro Saler­ni, quien, en el caso Rever­be­ri, fue par­te civil en la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia de la Repú­bli­ca Argen­ti­na y quien de 2015 a 2019 en Roma fue uno de los prin­ci­pa­les abo­ga­dos defen­so­res de las víc­ti­mas del macro jui­cio Cón­dor en el que fue­ron con­de­na­dos en segun­da ins­tan­cia a cade­na per­pe­tua 24 res­pon­sa­bles de crí­me­nes come­ti­dos duran­te las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas, expli­ca: “En este tipo de jui­cios nun­ca hay docu­men­tos ofi­cia­les que acre­di­ten las acti­vi­da­des de los impu­tados, ya que eran ile­ga­les. Rever­be­ri fue acu­sa­do por los super­vi­vien­tes de haber sido cóm­pli­ce de la tor­tu­ra y no de haber sido un mero obser­va­dor con acti­tud pasi­va, sino de haber dado mayor estí­mu­lo y deter­mi­na­ción a la acti­vi­dad de los tor­tu­ra­do­res, legi­ti­mán­do­los con su pro­pia pre­sen­cia acti­va y ben­di­ta. En estos jui­cios se recons­tru­yen prin­ci­pal­men­te las accio­nes lle­va­das a cabo por los impu­tados a tra­vés de los rela­tos de tes­ti­gos, de quie­nes pasa­ron por esas cáma­ras de tor­tu­ra y sobre­vi­vie­ron. En el caso de Rever­be­ri ha habi­do varios tes­ti­gos y todos han hecho un reco­no­ci­mien­to pre­ci­so del sacer­do­te: era él, esta­ba allí”.

Los cape­lla­nes del horror

Las misas en Sor­bo­lo no se detu­vie­ron ni siquie­ra duran­te el perío­do de cua­ren­te­na impues­to por la emer­gen­cia del Covid. Los párro­cos siguie­ron cele­bran­do misas en strea­ming. Y, con moti­vo del cuar­to domin­go de Cua­res­ma, fue el mis­mo Fran­co quien subió al púl­pi­to, abrien­do su homi­lía con voz segu­ra: “El peca­do es tinie­blas, muer­te y dis­tan­cia de Dios. Con­ver­tá­mo­nos y pida­mos per­dón al Señor. Antes éra­mos tinie­blas, aho­ra debe­mos ser la luz del Señor”. El strea­ming masi­vo de la parro­quia de Sor­bo­lo fue todo un éxi­to, tan­to que el 28 de mar­zo se publi­có una foto de la fun­ción en la por­ta­da de la pres­ti­gio­sa revis­ta ingle­sa The Guar­dian Weekly. En la par­te infe­rior dere­cha está Fran­co, en el cen­tro una ins­crip­ción: Kee­ping the faith (man­te­nien­do la fe).

Portada de The Guardian -fugitivos
Mar­co Cosen­za, Aldino Arca­ri y Fran­co Rever­be­ri pro­ta­go­ni­za­ron una por­ta­da sobre misas duran­te la pandemia.

Ade­más de Mario Bra­ca­mon­te, otros tres ex pre­sos polí­ti­cos decla­ra­ron con­tra Rever­be­ri: Ser­gio Cha­qui, Rober­to Rolan­do Flo­res Tobio y Enzo Bello Cro­ce­fis­so. Este últi­mo afir­mó que fue dete­ni­do en diciem­bre de 1976 en Gene­ral Alvear, loca­li­dad a 85 kiló­me­tros de San Rafael, y que fue inte­rro­ga­do por un párro­co que le habló en ita­liano, hecho poco común entre los sacer­do­tes de la zona. El 5 de noviem­bre de 2013, Aure­lio Gue­rre­ro, psi­quia­tra ita­lo-argen­tino, se pre­sen­tó espon­tá­nea­men­te en el Juz­ga­do Fede­ral de San Rafael y decla­ró haber vis­to a Rever­be­ri ingre­sar en varias oca­sio­nes des­de 1976 a 1978 en un cen­tro uti­li­za­do por los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia argen­ti­nos ubi­ca­do en pleno San Rafael. Expli­có que esta­ba segu­ro de que el hom­bre era Fran­co, ya que lo cono­cía des­de niño.

En con­tras­te con los tes­ti­gos que decla­ra­ron haber vis­to al párro­co en varios cen­tros clan­des­ti­nos y en luga­res de inte­li­gen­cia, Rever­be­ri decla­ró el 23 de agos­to de 2010 ante los jue­ces argen­ti­nos que no tenía nin­gu­na rela­ción con los hechos y que nun­ca había ingre­sa­do en un cen­tro clan­des­tino. En apo­yo de su ver­sión, mos­tró el docu­men­to del obis­pa­do que lo nom­bró ofi­cial­men­te cape­llán mili­tar del ejér­ci­to de San Rafael el 26 de mayo de 1980. 

“Hace unos días, cuan­do uste­des perio­dis­tas lle­ga­ron a Sor­bo­lo, le escri­bí al obis­po para decir­le que bus­ca­ban a Don Fran­co. El obis­po res­pon­dió que os die­ra un puñe­ta­zo en los dien­tes. ¿Quie­res ver el mensaje?”. 

“El peca­do es oscu­ri­dad. Man­te­ned la fe”

Mien­tras Fran­co vuel­ve a casa con la piz­za para lle­var, en la Igle­sia en el cen­tro de la pla­za de Sor­bo­lo está Aldino Arca­ri, párro­co de la dió­ce­sis. Ha tra­ba­ja­do duran­te muchos años jun­to a Fran­co. Arca­ri está desin­fec­tan­do la Igle­sia como lo requie­ren las reglas anti Covid: la misa aca­ba de ter­mi­nar y un bau­tis­mo comen­za­rá en bre­ve. Su voz resue­na por los pasi­llos: “No entien­do qué quie­ren uste­des los perio­dis­tas de don Fran­co. Ni siquie­ra era cape­llán mili­tar en esos años, ni siquie­ra podía estar allí. Es sufi­cien­te, no pue­do creer que hayas veni­do des­de Roma por estas cosas. Pobre mucha­cho, pero ¿sabes que ha teni­do dos infar­tos? Lo que estás hacien­do es cruel­dad, es una tor­tu­ra con­tra él. Han pasa­do 40 años, hay que dejar­lo en paz. Hace unos días, cuan­do uste­des perio­dis­tas lle­ga­ron a Sor­bo­lo, le escri­bí al obis­po para decir­le que bus­ca­ban a Don Fran­co. El obis­po res­pon­dió que os die­ra un puñe­ta­zo en los dien­tes. ¿Quie­res ver el mensaje?”.

En los últi­mos años, el caso de Fran­co ha vuel­to a menu­do a los titu­la­res: se ha habla­do de un párro­co bus­ca­do por Inter­pol por crí­me­nes de lesa huma­ni­dad. Sin embar­go, encon­trar a alguien dis­pues­to a hablar de ello en Sor­bo­lo es muy difí­cil. La comu­ni­dad se cie­rra en un silen­cio com­pac­to. No saben nada al res­pec­to, dicen. Se ha dene­ga­do la soli­ci­tud de extra­di­ción, por lo que, para ellos, Fran­co es inocente.

Algu­nos, sin embar­go, pien­san de mane­ra dife­ren­te. Cris­ti­na Mila­ne­se es pro­fe­so­ra y vive jun­to a la Igle­sia de Enzano, una aldea de Sor­bo­lo. De este peque­ño pue­blo vie­ne Rever­be­ri y es aquí don­de en 2011 empe­zó a dar misa. Cuan­do Cris­ti­na des­cu­brió que el párro­co era bus­ca­do por Inter­pol, salió de la casa y habló con sus veci­nos pidién­do­les que no asis­tie­ran más a las misas ofi­cia­das por Fran­co. Cris­ti­na está sen­ta­da a la mesa de su coci­na y detrás de ella está la ven­ta­na des­de la que se ve la igle­sia. “Nadie me escu­chó, todos siguie­ron asis­tien­do a misa. Estoy con­ven­ci­do de que para saber si una per­so­na es cul­pa­ble hay que espe­rar el resul­ta­do del jui­cio, no se pue­de juz­gar a prio­ri. Deje­mos, pues, juz­gar a Don Fran­co. Debes dar­le a la jus­ti­cia la opor­tu­ni­dad de con­de­nar­te o exo­ne­rar­te, si no has hecho nada. No pue­de esca­par de esto, espe­cial­men­te si pre­di­ca el Evan­ge­lio. Es muy serio. Estos hechos no debe­rían suce­der, al menos esas fami­lias mere­cen algo de jus­ti­cia. Pien­so en esas madres, en los chi­cos de 20 años que fue­ron tor­tu­ra­dos y ase­si­na­dos: no se pue­de, son hijos de todos”.

“En 2013, cuan­do se recha­zó la soli­ci­tud de extra­di­ción de Don Rever­be­ri, la ley sobre el deli­to de tor­tu­ra esta­ba ausen­te en nues­tro Códi­go Penal y esto favo­re­ció la impu­ni­dad del ex cape­llán militar” 

En 2016 fue la aso­cia­ción Antí­go­na la que pro­pu­so a los fie­les de Sor­bo­lo el boi­cot a las misas ofi­cia­das por Rever­be­ri. El pre­si­den­te Patri­zio Gon­ne­lla dice: “Lo que sos­te­ne­mos es que un sacer­do­te, inclu­so más que un lai­co, debe tener un sen­ti­do eterno de jus­ti­cia y no esca­par de un jui­cio. Por eso Don Fran­co debe pre­sen­tar­se ante un juez, expli­car­se, defen­der­se y, si no es res­pon­sa­ble, salir ile­so. Lo que defen­di­mos en 2016 como aso­cia­ción no era con­de­nar a Rever­be­ri, sino al menos que le juz­ga­ran. Un día me gus­ta­ría orga­ni­zar una con­fe­ren­cia con Anti­go­ne en Sor­bo­lo e invi­tar a aca­dé­mi­cos y jue­ces a hablar sobre la tor­tu­ra y los regí­me­nes que la pro­du­cen. Debi­do a que sería correc­to dis­cu­tir­lo con la comu­ni­dad, sería legí­ti­mo hablar de ello. En 2013, cuan­do se recha­zó la soli­ci­tud de extra­di­ción de Don Rever­be­ri, la ley sobre el deli­to de tor­tu­ra esta­ba ausen­te en nues­tro Códi­go Penal y esto favo­re­ció la impu­ni­dad del ex cape­llán militar”.

Y es pre­ci­sa­men­te por la intro­duc­ción de la ley sobre la tor­tu­ra en el códi­go ita­liano que el 2 de octu­bre se pre­sen­tó una soli­ci­tud a los jue­ces argen­ti­nos para soli­ci­tar la extra­di­ción de Fran­co de Ita­lia por segun­da vez, recha­za­da por pri­me­ra vez en 2014. En el docu­men­to se soli­ci­ta exten­der los car­gos a homi­ci­dio agra­va­do, pri­va­ción abu­si­va de la liber­tad con uso de vio­len­cia y cons­pi­ra­ción para delin­quir. Tam­bién se soli­ci­ta que se res­ti­tu­ya la orden de cap­tu­ra inter­na­cio­nal emi­ti­da por Inter­pol en 2012 y que hoy ha cadu­ca­do. La soli­ci­tud fue fir­ma­da por Richard Ermi­li, abo­ga­do de la Asam­blea Per­ma­nen­te por los dere­chos huma­nos (APDH), quien expli­ca: “En Argen­ti­na la reli­gión cató­li­ca es la más segui­da por la pobla­ción y, en vir­tud de esto, don Rever­be­ri ejer­ció una auto­ri­dad de la que se espe­ra com­pa­sión, ayu­da y guía espi­ri­tual. Pero eso no era lo que hacía en los años de la dic­ta­du­ra, cuan­do invi­ta­ba a los pre­sos a cola­bo­rar con las per­so­nas que los secues­tra­ban. Creo en los tes­ti­gos: per­so­nas que han sido secues­tra­das sin moti­vo, sin cau­sa, sin jui­cio. Creo lo que dicen, les creo pro­fun­da­men­te. Y no lo hago por con­ve­nien­cia, sino por­que los he escu­cha­do. Y si les escu­chas sabes que están dicien­do la verdad”.

Manifestación desaparecidos Uruguay -fugi
Mani­fes­ta­ción de fami­lia­res de des­apa­re­ci­dos en Uruguay.

Mario Bra­ca­mon­te sin­tió frío. Esta­ba ten­di­do en el sue­lo de una habi­ta­ción oscu­ra. Era de noche y las tejas a su alre­de­dor esta­ban rojas y pega­jo­sas. Era el 9 de julio de 1976 y Mario había sido tor­tu­ra­do duran­te muchas horas jun­to a otros inter­nos. El sue­lo esta­ba cubier­to de su san­gre. No fue la pri­me­ra vez. Pasa­ba casi todas las noches, pero nun­ca así. Mario tenía 28 años y se pre­gun­ta­ba si sobre­vi­vi­ría esa noche. El sufri­mien­to físi­co era tal que luchó por sen­tir algo más que el dolor de su pro­pio cuer­po, has­ta que escu­chó cla­ra­men­te a los mili­ta­res orde­nar­le que lim­pia­ra la habi­ta­ción de san­gre. Los pre­sos no tenían nada que hacer y los car­ce­le­ros lo tenían cla­ro: tenían que secar­se arras­trán­do­se por el sue­lo con el cuer­po. Para obser­var el espec­tácu­lo de la tor­tu­ra y los pri­sio­ne­ros arras­trán­do­se por el sue­lo —recuer­da Mario— esta­ba Fran­co. Y lo recuer­da por­que, mien­tras lo tor­tu­ra­ban, él bus­có la mira­da del cura, antes de que los mili­ta­res lo patea­ran: “¿Qué estás miran­do, negro?”. 

Mario Bra­ca­mon­te sobre­vi­vió esa noche. Hoy tie­ne 67 años y aún vive en San Rafael. Está jubi­la­do y, jun­to a su espo­sa Titi, recons­tru­ye las horas más oscu­ras de su vida. Se detie­ne varias veces, extra­ña las pala­bras y la voz. Su espo­sa inter­vie­ne para expli­car lo difí­cil que es. Pero ambos dicen que es nece­sa­rio. “Cono­cí a don Rever­be­ri, era párro­co de la ciu­dad. Cuan­do me secues­tra­ron y lo vi entrar por pri­me­ra vez con los mili­ta­res, no lo podía creer —dice Mario — . Ni me impor­ta que Rever­be­ri vaya a la cár­cel, solo quie­ro que res­pon­da las pre­gun­tas. Quie­ro que res­pon­da las pre­gun­tas para encon­trar a los com­pa­ñe­ros que hoy ya no pue­den estar aquí con nosotros”.

“Lim­piar la san­gre con el cuerpo”

De hecho, duran­te el jui­cio, cua­tro tes­ti­gos dije­ron que el cape­llán mili­tar estu­vo pre­sen­te mien­tras eran tor­tu­ra­dos, a quien iden­ti­fi­ca­ron como Rever­be­ri. Era pas­tor de su ciu­dad y lo cono­cían bien antes de ser dete­ni­dos. Dije­ron que Fran­co ves­tía ropa mili­tar y pre­sen­ció las gol­pi­zas con la Biblia en la mano, invi­tan­do a coope­rar a los tor­tu­ra­dos. Nun­ca una pala­bra de con­sue­lo. El 23 de agos­to de 2010, Rever­be­ri se decla­ró ajeno a los hechos. Pero el 14 de junio de 2011, cuan­do el fis­cal fede­ral José Mal­do­na­do lo citó con una cita­ción, ya lo había per­di­do. El 10 de mayo de ese año voló a Ita­lia. Y, en su lugar, en la sala de audien­cias, se había pre­sen­ta­do el vice­rrec­tor del obis­po Luis Mar­ce­lo Gutié­rrez para entre­gar a los jue­ces un expe­dien­te médi­co que cer­ti­fi­ca­ba pro­ble­mas car­día­cos. Los mis­mos que habrían impe­di­do que el sacer­do­te via­ja­ra para asis­tir al jui­cio. El 26 de sep­tiem­bre de 2012 Argen­ti­na soli­ci­tó la extra­di­ción e Inter­pol emi­tió una orden de bús­que­da inter­na­cio­nal con­tra el párro­co. El 20 de octu­bre de 2013, el Tri­bu­nal de Ape­la­ción de Bolo­nia recha­zó la soli­ci­tud de extradición.

Con la Biblia en la mano

Son las seis de la tar­de y el soni­do de las cam­pa­nas inva­de la peque­ña pla­za de Sor­bo­lo, un pue­blo de 9.000 habi­tan­tes en la pro­vin­cia de Par­ma. En el cre­púscu­lo, un anciano que sos­tie­ne un palo entra en la piz­ze­ría del lado de la pla­za. Se escu­cha la voz de una mujer: “Toma la piz­za don, ya está paga­da”. El hom­bre se da vuel­ta y sale de la habi­ta­ción. Su nom­bre es Fran­co Rever­be­ri y es el párro­co íta­lo-argen­tino de la loca­li­dad. Había deja­do Sor­bo­lo a los 11 años con su fami­lia para irse a Argen­ti­na y, des­de 2011, es párro­co de la aldea emi­lia­na. Bien reci­bi­do y ama­do por la comu­ni­dad, lle­vó una vida tran­qui­la y apar­ta­da has­ta que su foto poli­cial apa­re­ció en el sitio web de Inter­pol. Era 2012. La acu­sa­ción: crí­me­nes de lesa huma­ni­dad y tor­tu­ra. Es difí­cil reco­no­cer a Fran­co Rever­be­ri, bus­ca­do por la Inter­pol, en el hom­bre que sale de la pizzería.

—Dis­cul­pe, ¿es Don Fran­co Rever­be­ri?.
—Sí.

Ante la soli­ci­tud de una entre­vis­ta, el párro­co se alar­ma. Dice que es “un hom­bre muy enfer­mo”. Se apre­su­ra a casa y, cerran­do la puer­ta detrás de él, agre­ga: “Yo ni siquie­ra era cape­llán mili­tar en esos años, no podía estar allí”. La his­to­ria, sin embar­go, docu­men­ta al otro. Fran­co, duran­te más de 40 años, vivió y tra­ba­jó como párro­co en San Rafael, ciu­dad argen­ti­na al sur de Men­do­za, don­de duran­te los años de la dic­ta­du­ra se había crea­do un cen­tro clan­des­tino de tor­tu­ra y exter­mi­nio, la Casa Depar­ta­men­tal. Dece­nas de per­so­nas fue­ron dete­ni­das, tor­tu­ra­das y ase­si­na­das en San Rafael. Y para juz­gar a los auto­res de esos deli­tos en agos­to de 2010 se cele­bró un macro­jui­cio. Fran­co Rever­be­ri, duran­te los años de la dic­ta­du­ra, fue cape­llán mili­tar del ejér­ci­to de esa ciu­dad y fue lla­ma­do a declarar.

Los pro­ta­go­nis­tas

En Amé­ri­ca del Sur, la déca­da de 1970 estu­vo mar­ca­da por fero­ces regí­me­nes mili­ta­res que lle­va­ron, solo en Argen­ti­na, a la des­apa­ri­ción y eli­mi­na­ción de más de 30.000 opo­si­to­res polí­ti­cos: los des­apa­re­ci­dos. Cual­quier per­so­na con­si­de­ra­da sub­ver­si­va era secues­tra­da por los mili­ta­res y lue­go tras­la­da­da a un cen­tro de deten­ción clan­des­tino para ser tor­tu­ra­da y la mayo­ría de las veces ase­si­na­da. Esos agu­je­ros negros eran cien­tos y ofi­cial­men­te no exis­tían, por­que todo lo que suce­día den­tro de esos muros debía per­ma­ne­cer en secre­to. Los cen­tros esta­ban por todas par­tes: en un gara­je del cen­tro de Bue­nos Aires, en el puer­to de Mon­te­vi­deo, en villas pro­vin­cia­les o en edi­fi­cios de la admi­nis­tra­ción públi­ca. Los sol­da­dos asig­na­dos a los cen­tros clan­des­ti­nos habían reci­bi­do una for­ma­ción espe­cial en téc­ni­cas de tor­tu­ra: los reclu­sos eran vio­la­dos, gol­pea­dos has­ta la muer­te, col­ga­dos en las pare­des, tor­tu­ra­dos con elec­tri­ci­dad. Muchos no lo logra­ron. Los que sobre­vi­vie­ron per­ma­ne­cie­ron ence­rra­dos duran­te años, o fue­ron car­ga­dos en un avión para ser arro­ja­dos al mar con los vue­los de la muerte.

Toda una gene­ra­ción fue exter­mi­na­da: jóve­nes de entre 15 y 25 años que mili­ta­ron para opo­ner­se a la dic­ta­du­ra. Los cuer­pos de muchos de ellos nun­ca se han encon­tra­do. Fue­ron nece­sa­rios muchos años para que se empe­za­ra a des­cu­brir la ver­dad. Duran­te déca­das, los res­pon­sa­bles del horror con­ti­nua­ron negan­do. Lue­go, los sobre­vi­vien­tes comen­za­ron a tes­ti­fi­car y algu­nos mili­ta­res comen­za­ron a admi­tir. Has­ta que, a prin­ci­pios de la déca­da de 2000, tras la dero­ga­ción de las leyes que garan­ti­za­ban la inmu­ni­dad a los res­pon­sa­bles de crí­me­nes come­ti­dos duran­te las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas, comen­za­ron los pri­me­ros jui­cios. Hoy, solo en Argen­ti­na, 1.003 per­so­nas son con­de­na­das por deli­tos come­ti­dos duran­te el régi­men de Vide­la. Para esca­par de la jus­ti­cia, muchos han hui­do a esta­dos sin extra­di­ción y tres han deci­di­do volar a nues­tro país, explo­tan­do los orí­ge­nes ita­lia­nos de sus familias.

Esta es su his­to­ria. Son tres vie­jos. Viven en la pro­vin­cia ita­lia­na y lle­van una vida tran­qui­la: van de pes­ca y pasean por el paseo marí­ti­mo. Pasan des­aper­ci­bi­dos, hablan bien ita­liano y se han inte­gra­do en la comu­ni­dad. Nadie podría ima­gi­nar­se que son bus­ca­dos por crí­me­nes de lesa huma­ni­dad come­ti­dos duran­te las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas de los años setenta.

Jor­ge Nes­tor Troc­co­li, un des­pia­da­do exje­fe de los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia uru­gua­yos acu­sa­do de la des­apa­ri­ción de dece­nas de mili­tan­tes, vive en Bat­ti­pa­glia. En la pro­vin­cia de Par­ma, Fran­co Rever­be­ri cele­bra misa, un sacer­do­te acu­sa­do de haber pre­sen­cia­do la tor­tu­ra de inter­nos en un cam­po de exter­mi­nio en Argen­ti­na, mien­tras Car­los Luis Malat­to, exte­nien­te per­te­ne­cien­te a uno de los cuer­pos mili­ta­res más san­grien­tos de la dic­ta­du­ra de Vide­la, hoy vive en una resi­den­cia exclu­si­va en Sicilia.

Los tres lle­van mucho tiem­po en este país y a lo lar­go de los años Ita­lia ha recha­za­do las soli­ci­tu­des de extra­di­ción, pero aho­ra la situa­ción está a pun­to de cam­biar. El 26 de mayo, el minis­tro de Jus­ti­cia Alfon­so Bona­fe­de auto­ri­zó la aper­tu­ra de un jui­cio penal en Ita­lia con­tra Car­los Luis Malat­to. El 2 de octu­bre se pre­sen­tó en Argen­ti­na una deman­da para soli­ci­tar la extra­di­ción de Don Fran­co Rever­be­ri por segun­da vez, recha­za­da en 2014. Y mien­tras que la audien­cia del Tri­bu­nal de Casa­ción para el jui­cio del Cón­dor está fija­da para el 24 de junio. lo que podría con­fir­mar la cade­na per­pe­tua para Nés­tor Troc­co­li, los inves­ti­ga­do­res inves­ti­gan dos ase­si­na­tos de ciu­da­da­nos ita­lo-argen­ti­nos que invo­lu­cra­rían al ex mili­tar uru­gua­yo. Segui­mos la pis­ta de estos tres hom­bres. Recons­trui­mos sus vidas en Suda­mé­ri­ca e Ita­lia tra­tan­do de des­cu­brir quién los pro­te­gió y quién con­ti­núa haciéndolo.

(On the run from the past Esta inves­ti­ga­ción for­ma par­te del pro­yec­to “Huyen­do del pasa­do”, y es la gana­do­ra del pro­gra­ma pilo­to Stars4Media, cofi­nan­cia­do por la Comi­sión Euro­pea. Nue­ve perio­dis­tas de las redac­cio­nes de El Sal­to (Espa­ña), Street­press (Fran­cia) y Cen­tro Per­ma­nen­te de Perio­dis­mo (Ita­lia) tra­ba­ja­ron duran­te tres meses en bus­ca de los tor­tu­ra­do­res de las dic­ta­du­ras sud­ame­ri­ca­nas que aún huían de la jus­ti­cia de sus paí­ses. Este repor­ta­je ha sido publi­ca­do ori­gi­nal­men­te en ita­liano La Repub­bli­ca).

Fuen­te: El Salto

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