Argen­ti­na. Pablo Ver­na: «Mi padre inyec­ta­ba a las per­so­nas en los vue­los de la muerte»

Por Juan Manuel Man­na­rino, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 17 de enero de 2021.

La decla­ra­ción de Pablo Ver­na en el Tri­bu­nal fede­ral Oral N°4 de San Mar­tín don­de se desa­rro­lla el jui­cio Con­tra­ofen­si­va Mon­to­ne­ra don­de están impu­tados 9 repre­so­res del Ejér­ci­to, acu­sa­dos de pri­va­ción ile­gí­ti­ma de la liber­tad, tor­men­tos y ase­si­na­tos de 94 víctimas

Pasa­das las nue­ve de la maña­na la sala de audien­cias del Tri­bu­nal Oral Fede­ral N°4 de San Mar­tín col­ma su capa­ci­dad. El pre­si­den­te del Tri­bu­nal toma la pala­bra y anun­cia la lis­ta de tes­ti­mo­nios. El olor a café sobre­vue­la el ambien­te y los fami­lia­res de las víc­ti­mas se salu­dan entre bufan­das y abri­gos pesa­dos mien­tras cum­plen con el ritual: mues­tran con los bra­zos en alto las fotos de sus parien­tes ape­nas los repre­so­res se sien­tan en el banquillo.

Lucia­na Mil­berg, sobri­na de Raúl Mil­berg, una de las víc­ti­mas del jui­cio, abrió el día con un exten­so tes­ti­mo­nio. «Asu­mo hablar por mi fami­lia, por­que mi padre, es decir el her­mano de Raúl, no está en con­di­cio­nes de poder decla­rar», dijo conmovida.

Como abo­ga­da, pon­de­ró la inves­ti­ga­ción que rea­li­za­ron los fami­lia­res de las víc­ti­mas antes del jui­cio. Y mos­tró docu­men­tos de inte­li­gen­cia que evi­den­cia­ron cómo el ejér­ci­to foca­li­zó su accio­nar en la Con­tra­ofen­si­va Mon­to­ne­ra a fines de 1970.

«Mi tío fue par­te de la mili­tan­cia mon­to­ne­ra, entró en la clan­des­ti­ni­dad muy joven y lue­go ha sido víc­ti­ma del secues­tro, de la tor­tu­ra y del pilla­je de los repre­so­res. Se ha pro­ba­do el ani­qui­la­mien­to de una for­ma feroz», acentuó.

Lue­go de su tes­ti­mo­nio fue el turno de la hija de una mili­tan­te des­pa­re­ci­da, que tam­bién fue víc­ti­ma direc­ta de la repre­sión: Veró­ni­ca Seis­de­dos, quien a los 18 años estu­vo dete­ni­da jun­to a su her­mano Manuel Fer­nán­dez, a Ben­ja­mín Ávi­la y a Die­go Men­di­zá­bal Zer­mo­glio, éstos últi­mos tam­bién hijos de mili­tan­tes montoneros.

El sába­do a la noche del 13 de octu­bre de 1979 tres hom­bres de civil irrum­pie­ron en su depar­ta­men­to por­tan­do armas en mano. La madre de Veró­ni­ca, Ele­na Cris­tal, y su com­pa­ñe­ro, Chi­che Fer­nán­dez, están des­apa­re­ci­dos des­de entonces.

«A mi mamá y a Chi­che no los vi más. Se los lle­va­ron y a mí se me acer­có un hom­bre y me dijo que aga­rra­ra al res­to de los chi­cos. Nos subie­ron a un Ford Fal­con y nos tabi­ca­ron. Y baja­mos en un lugar a las afue­ras de la ciu­dad, en una casa don­de nos deja­ron en una habi­ta­ción veni­da a menos. Tuvi­mos tres días y nos libe­ra­ron», con­tó en una expo­si­ción que duró más de una hora e inclu­yó el dibu­jo de un cro­quis de la casa de su secues­tro ante el silen­cio expec­tan­te del públi­co.Los familiares de las víctimas cumplen con el ritual de cada audiencia: muestran las fotos de sus parientes apenas los represores se sientan en el banquilloLos fami­lia­res de las víc­ti­mas cum­plen con el ritual de cada audien­cia: mues­tran las fotos de sus parien­tes ape­nas los repre­so­res se sien­tan en el banquillo

El jui­cio de Con­tra­ofen­si­va Mon­to­ne­ra comen­zó en abril des­pués de que pasa­ran 40 años de los hechos y se cree que dura­rá has­ta 2020. Están impu­tados 9 repre­so­res del Ejér­ci­to, acu­sa­dos de pri­va­ción ile­gí­ti­ma de la liber­tad, tor­men­tos y ase­si­na­tos con­tra 94 víc­ti­mas. Los deli­tos fue­ron cara­tu­la­dos como crí­me­nes de lesa huma­ni­dad «por haber­se come­ti­do en el con­tex­to de un plan sis­te­má­ti­co de repre­sión des­de el apa­ra­to estatal».

En la sala, entre los pre­sen­tes, están Ana­lía Kali­nec y Lilia­na Furió del colec­ti­vo His­to­rias Des­obe­dien­tes, que nuclea a hijos e hijas de geno­ci­das, y Daniel Cabe­zas, sobre­vi­vien­te mon­to­ne­ro que decla­ró en las pri­me­ras audien­cias con­tan­do el cal­va­rio que sufrió en cen­tros clandestinos.

Des­de el colec­ti­vo His­to­rias Des­obe­dien­tes impul­sa­ron un pro­yec­to de ley para poder apor­tar infor­ma­ción en las cau­sas con­tra repre­so­res, algo que por aho­ra les está veda­do. Como el padre de Pablo Ver­na, el repre­sor Julio Ale­jan­dro Ver­na ‑médi­co con gra­do de Capi­tán Reti­ra­do del Ejer­ci­to argentino‑, no se encuen­tra impu­tado en el jui­cio de Con­tra­ofen­si­va Mon­to­ne­ra, los jue­ces per­mi­tie­ron que decla­ra­ra en cali­dad de tes­ti­go aun­que los abo­ga­dos de los repre­so­res inten­ta­ron impe­dir­lo tras un arduo deba­te.“Mi padre fue el anestesista de los vuelos de la muerte entre 1978 y 1983”, declaró Verna“Mi padre fue el anes­te­sis­ta de los vue­los de la muer­te entre 1978 y 1983”, decla­ró Verna

Enton­ces el ter­cer tes­ti­go de la jor­na­da entra en esce­na. Cer­ca de las dos y media de la tar­de, a paso sigi­lo­so y con la mira­da fija en el estra­do, Pablo Ver­na cami­na mochi­la en mano y des­pués se sienta.

-Mi padre fue el anes­te­sis­ta de los vue­los de la muer­te entre 1978 y 1983 ‑dice tran­qui­la­men­te, se saca un tapa­do gris y ajus­ta con las manos sus anteojos.

No es la pri­me­ra vez que un hijo de geno­ci­da tes­ti­mo­nia en un jui­cio por lesa huma­ni­dad. Como ejem­plo de ello en el últi­mo tiem­po, Eri­ka Lede­rer brin­dó su tes­ti­mo­nio en cali­dad de tes­ti­go, como hija. Su padre Ricar­do Lede­rer, médi­co obs­te­tra de pro­fe­sión, fue el segun­do jefe de la mater­ni­dad clan­des­ti­na de Cam­po de Mayo, don­de se cal­cu­la que unas 30 muje­res dete­ni­das des­apa­re­ci­das die­ron a luz en cautiverio.

Los tes­ti­mo­nios públi­cos de los hijos e hijas con­mo­vie­ron al mun­do y cau­sa­ron la reac­ción de sus mis­mos padres. Por ejem­plo, el repre­sor Eduar­do Kali­nec acu­só a su hija Ana­lía de «indig­na» por opo­ner­se públi­ca­men­te a los crí­me­nes que él come­tió duran­te la dic­ta­du­ra. Quie­re impe­dir, inclu­so, que acce­da a la heren­cia de su madre.

Pero nun­ca antes un hijo había habla­do en la jus­ti­cia con una poten­cia demo­le­do­ra como la de Pablo Ver­na, que reve­ló las con­fe­sio­nes que su padre tuvo con él.

«Lo que se resuel­va aquí es de una impor­tan­cia his­tó­ri­ca por­que es un antes y un des­pués en la jus­ti­cia argen­ti­na ‑dice el abo­ga­do que­re­llan­te Pablo Llon­to, en una inter­ven­ción ante los jue­ces-. Es el inte­rés de la huma­ni­dad el que tie­ne que estar por enci­ma de lo per­so­nal. Hoy se decla­ra la suer­te de los hijos y las hijas de los geno­ci­das que quie­ren decla­rar en pró­xi­mos jui­cios con­tra sus padres».

Pablo Ver­na, de pro­fe­sión abo­ga­do, se ani­mó a con­tar su caso en los medios pero esta es la pri­me­ra vez que lo hace ante la jus­ti­cia. «Mi mamá habla­ba con otros fami­lia­res de lo que hacía mi vie­jo, no con­mi­go. Un día, des­pués de tan­tas con­tra­dic­cio­nes que fui reco­pi­lan­do, lo inter­pe­lé y lo des­cu­brí», dice, mien­tras des­aro­lla el peri­plo familiar.

Años atrás, jun­to a su her­ma­na, Pablo denun­ció a su padre en la Secre­ta­ría de Dere­chos Huma­nos de la Nación. Allí expu­so que era el encar­ga­do de apli­car sedan­tes a los dete­ni­dos que iban a ser arro­ja­dos al mar en los vue­los de la muer­te, e inclu­so subía a los avio­nes por si des­per­ta­ban antes de tiem­po, para refor­zar la dosis: «Las per­so­nas que­da­ban des­pier­tas pero para­li­za­das por anes­te­sias», des­cri­be aho­ra en el jui­cio, mien­tras mues­tra unos pape­les ante los jue­ces.“Mi padre me dijo también que sabía cómo se interrogaba en la tortura. Y después que no estaba de acuerdo con que se desapareciera a lo que él llamaba como subversivos sino que había que fusilarlos en Plaza de Mayo y luego entregar los cuerpos a los familiares”, dijo ante el Tribunal“Mi padre me dijo tam­bién que sabía cómo se inte­rro­ga­ba en la tor­tu­ra. Y des­pués que no esta­ba de acuer­do con que se des­apa­re­cie­ra a lo que él lla­ma­ba como sub­ver­si­vos sino que había que fusi­lar­los en Pla­za de Mayo y lue­go entre­gar los cuer­pos a los fami­lia­res”, dijo ante el Tribunal

Pablo dice aho­ra que enfren­tó por pri­me­ra vez a su padre en 2013. Escu­chó de su boca deta­lles abe­rran­tes. «Pri­me­ro se negó a decir­me la ver­dad. Pero des­pués me con­tó deta­lles. Me dijo que vio a Men­di­zá­bal que esta­ba inter­na­do des­pués de haber reci­bi­do un bala­zo. Dijo que Men­di­zá­bal era alguien impor­tan­te en la orga­ni­za­ción. Que vio a madres emba­ra­za­das en un área que esta­ba a car­go del ale­mán Lede­rer, de acuer­do a sus pro­pias palabras».

En efec­to Hora­cio Men­di­zá­bal, ex líder de Mon­to­ne­ros, es víc­ti­ma en este jui­cio por Con­tra­ofen­si­va Mon­to­ne­ra. La decla­ra­ción de Pablo Ver­na, en efec­to, tie­ne una vali­dez pro­ba­to­ria direc­ta con los pro­ta­go­nis­tas, como el caso de Hora­cio Cam­pi­glia ‑otro ex cabe­ci­lla mon­to­ne­ro que apa­re­ce como víc­ti­ma y que el repre­sor reco­no­ció en Cam­po de Mayo-. De hecho, su padre tam­bién le habló de los ase­si­na­tos de Alfre­do Ber­li­ner, Susa­na Soli­mano, Julio Suá­rez y Dia­na Schatz, cua­tro mili­tan­tes de un gru­po de la Con­tra­ofen­si­va que fue­ron arro­ja­dos en un auto a un arro­yo de Esco­bar. La mecá­ni­ca fue la mis­ma que la de los vue­los de la muer­te: fue­ron secues­tra­dos y, tras ser ador­me­ci­dos con anes­te­sia, los arro­ja­ron al cur­so de agua y se aho­ga­ron, pero el cri­men fue simu­la­do como un acci­den­te automovilístico.

-Me decía que a Men­di­zá­bal lo tenían que sal­var de la muer­te. Y lo mis­mo con otros que lle­ga­ban heri­dos. Enton­ces le pre­gun­té si los tenían que sal­var para sacar­les infor­ma­ción. Y me con­tes­tó eufó­ri­co, «¡Pero cla­ro!» ‑dice el hijo del geno­ci­da en un tra­mo de su declaración.

En Cam­po de Mayo Julio Ver­na era subal­terno de Nor­ber­to Bian­co, apro­pia­dor de hijos de des­apa­re­ci­dos mien­tras fue jefe de la mater­ni­dad clan­des­ti­nad de Cam­po de Mayo.

-Mi padre me dijo tam­bién que sabía cómo se inte­rro­ga­ba en la tor­tu­ra. Y des­pués que no esta­ba de acuer­do con que se des­apa­re­cie­ra a lo que él lla­ma­ba como sub­ver­si­vos sino que había que fusi­lar­los en Pla­za de Mayo y lue­go entre­gar los cuer­pos a los fami­lia­res. Has­ta que en un momen­to me dijo que eran secre­tos de gue­rra y que ten­ga cui­da­do a quién le iría a con­tar todo eso, y se calló para siem­pre.“A mi hermana mi padre le contó que aplicó las vacunas para los vuelos de la muerte. Que la gente quedaba anestesiada y él viajaba en esos vuelos por si alguien se descomponía. Y después los arrojaban al mar”, declaró (Fotos: Leo Vaca)“A mi her­ma­na mi padre le con­tó que apli­có las vacu­nas para los vue­los de la muer­te. Que la gen­te que­da­ba anes­te­sia­da y él via­ja­ba en esos vue­los por si alguien se des­com­po­nía. Y des­pués los arro­ja­ban al mar”, decla­ró (Fotos: Leo Vaca)

Des­pués de esa char­la ínti­ma, su her­ma­na más chi­ca, que aten­día en un con­sul­to­rio psi­co­ló­gi­co, reci­bió un lla­ma­do de su padre. «A ella le con­tó que apli­có las vacu­nas para los vue­los de la muer­te. Que la gen­te que­da­ba anes­te­sia­da y él via­ja­ba en esos vue­los por si alguien se des­com­po­nía. Y des­pués los arro­ja­ban al mar», dice Pablo Ver­na ante el Tri­bu­nal y expo­ne un mail don­de cons­ta la con­ver­sa­ción de él con su hermana.

Hoy tie­ne 46 años y dice que recién de adul­to pudo des­cu­brir la ver­dad, aun­que des­de niño empe­zó a ver y a escu­char cosas raras. «Mi padre siem­pre anda­ba arma­do, para­noi­co. Decía que los sub­ver­si­vos nos que­rían sacar has­ta la Navi­dad. Fui cria­do en la ideo­lo­gía del exter­mi­nio y tar­dé tiem­po en saber de qué se tra­ta­ba«.

Pablo cuen­ta que des­de que se sumó al colec­ti­vo His­to­rias Des­obe­dien­tes –»algo mara­vi­llo­so que sur­gió des­pués de que vimos la nota de Maria­na, la ex hija de Etche­co­latz»– fue cons­cien­te de una trans­for­ma­ción: la de tomar una posi­ción éti­ca y polí­ti­ca con­tra los crí­me­nes que come­tió su padre.

Recor­dó, ade­más, que den­tro de su casa su padre se jac­ta­ba sobre su accio­nar en los escua­dro­nes de Cam­po de Mayo, el Cen­tro Clan­des­tino que secues­tró y mató a casi 5 mil per­so­nas y no dejó sobrevivientes.

-Cuan­do des­apa­re­ció Julio López me dijo que segu­ro que no iba a apa­re­cer nun­ca más. Que los poli­cías eran jodidos.

En sus últi­mas pala­bras, le pre­gun­tó al Tri­bu­nal: «¿Qué ten­go que hacer como hijo con un padre así»?

Rom­per el man­da­to de silen­cio con el que cre­ció en su fami­lia, para Pablo, no es sólo un mero ali­vio personal.

-Como hijo inter­pe­lo a mi padre para que se sien­te en la jus­ti­cia y diga lo que me con­tó en pri­va­do. Hay muchas fami­lias que toda­vía bus­can la ver­dad ‑dice, y se des­pi­de entre aplau­sos cerra­dos de un públi­co que sabe que el jui­cio nun­ca será el mis­mo de aho­ra en adelante.

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