Eus­kal Herria. Alfon­so Etxe­ga­rai, ex refu­gia­do vas­co: «Toda­vía me pre­gun­to cómo pude sobre­vi­vir a tres déca­das de deportación»

Por Mai­te Ubi­ria y Goi­ze­der Taber­na. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de enero de 2021.

El 27 de julio de 1985 el clau­su­ra­do dia­rio “Egin” titu­la­ba: «Fran­cia depor­ta hoy al Ecua­dor al refu­gia­do vas­co Alfon­so Etxe­ga­rai». Tras ser secues­tra­do allí, jun­to a Angel Alda­na (depor­ta­do falle­ci­do en Vene­zue­la), por agen­tes espa­ño­les que les some­tie­ron a tor­tu­ras, en agos­to de 1986 fue lle­va­do a Sao Tomé, don­de comen­zó un via­je de regre­so a casa que se ha pro­lon­ga­do duran­te más de tres déca­das. En pleno pro­ce­so para «des­acos­tum­brar­se» de la coti­dia­ni­dad de ese pro­lon­ga­do des­tie­rro y mien­tras tra­ta de supe­rar la «sen­sa­ción de mareo» que sien­te al obser­var de nue­vo la geo­gra­fía vas­ca, Alfon­so Etxe­ga­rai, y, a su lado, la que ha sido su «depor­ta­da con­sor­te», Kris­tia­ne Etxa­luz, des­ve­lan los pri­me­ros deta­lles de ese «caminho lon­ge» de Sao Tomé a Domintxaine.

Kris­tia­ne Etxa­luz y Alfon­so Etxe­ga­rai nos espe­ran sen­ta­dos en una esca­li­na­ta cer­ca­na al monu­men­to que hon­ra, tam­bién en Baio­na, a los sol­da­dos sacri­fi­ca­dos en las bata­llas libra­das por Fran­cia. Para­do­ja urba­nís­ti­ca, ese memo­rial dis­ta en sólo unos metros de una pla­za dedi­ca­da a «los vas­cos». En el cer­cano jar­dín de la Poter­ne, aco­ta­do por las mura­llas pero abier­to al ver­dor de un par­que en que corre­tean los cha­va­les, libres por fin –nos cita­mos el pasa­do vier­nes por la tar­de– de la dis­ci­pli­na esco­lar, ambos com­par­ten duran­te la char­la algu­nas viven­cias de la últi­ma eta­pa del regre­so a casa.

Debe ser difí­cil tra­du­cir en pala­bras las sen­sa­cio­nes que dejan un via­je de regre­so al país tras una ausen­cia tan prolongada.

Kris­tia­ne Etxa­luz: Este ha sido un via­je tras casi 35 años de idas y veni­das. En este momen­to no soy capaz de hablar de sen­ti­mien­tos con mayús­cu­las, aun­que aho­ra mis­mo a lo que más me parez­co es a una galli­na clue­ca.. Estoy sabo­rean­do todos los momen­tos, las peque­ñas ale­grías, los ins­tan­tes más sen­ci­llos que nos ofre­ce la vida.

Alfon­so Etxe­ga­rai: Yo des­ta­ca­ría un momen­to espe­cial. Cuan­do venía­mos en coche des­de Dax, pude ver por fin el Atu­rri. Hice el ges­to de aflo­jar­me, de sol­tar­me, el cin­tu­rón. Fue algo que me salió de den­tro. No es fácil de expli­car, sen­tí que había lle­ga­do, esta­ba en mi país y era libre.

-¿Cómo tomó cuer­po exac­ta­men­te ese via­je? ¿Cuán­do se dije­ron que sí, que esta vez, la vuel­ta iba a ser realidad?

A. Etxe­ga­rai: Yo siem­pre acu­día a reci­bir a Kris­tia­ne al aero­puer­to, pero la últi­ma vez, cuan­do lle­gó, nos mira­mos, y supe, los dos supi­mos, que era la últi­ma vez que nos salu­da­ría­mos allí. Había lle­ga­do el momento.

K. Etxa­luz: Fue a fina­les de agos­to. Has­ta la veci­na de mi casa en Domintxai­ne me dijo: ¿Esta vez le vas a traer? Creo que noso­tros mis­mos y nues­tro entorno sen­ti­mos que había cier­ta ener­gía nueva.

-¿Todo trans­cu­rrió como lo habían, si no ima­gi­na­do, al menos planeado?

A. Etxe­ga­rai: Dos días antes pen­sa­mos que todo el plan iba a frus­trar­se. Bueno, en esos días dis­cu­ti­mos, nos enfa­da­mos bas­tan­te.. pero eso apa­re­ce­rá, supon­go, en el docu­men­tal que pre­pa­ran Josu Mar­tí­nez y Txa­ber Larrea­te­gi. La últi­ma txan­pa del via­je estu­vo pen­dien­te de un hilo y los pro­ble­mas nos acom­pa­ña­ron prác­ti­ca­men­te duran­te toda la vuel­ta. Siem­pre falla­ba algo, pero siem­pre encon­trá­ba­mos una salida.

K. Etxa­luz: Ya en el aero­puer­to de Sao Tomé, había­mos pasa­do el chec­king para salir hacia Libre­vi­lle (Gabon)… y me encuen­tro con que no apa­re­ce mi tar­je­ta de cré­di­to. Y, cla­ro, había­mos pre­vis­to dis­tin­tos trans­bor­dos: avio­nes, tre­nes… Bueno… en ese momen­to me dio un mareo y vinie­ron a ayu­dar­me, afor­tu­na­da­men­te me die­ron agua y me repu­se en unos minu­tos. Al final encon­tra­ron la tar­je­ta, pero no lle­gó a París a tiem­po. Afor­tu­na­da­men­te, en el aero­puer­to nos esta­ba espe­ran­do nues­tro abo­ga­do y nos ayu­dó. Días más tar­de recu­pe­ré la tar­je­ta. Bueno, eso para expli­car que a cada paso apa­re­cían seña­les adver­sas, pero tam­bién lográ­ba­mos supe­rar las situa­cio­nes. Creo que aho­ra le lla­man resi­lien­cia. En todo caso, sen­ti­mos esa capa­ci­dad de hacer que el sen­ti­mien­to, el deseo, la ener­gía flu­ye­ra fuer­te para salir adelante.

-Tal como dicen esta vez, pese a todo, han podi­do encon­trar una vía para vol­ver, algo que no había sido posi­ble has­ta aho­ra. ¿Cómo lo han hecho?

K. Etxa­luz: En nues­tro caso había que levan­tar un doble obs­tácu­lo: uno espa­ñol y otro fran­cés. El pro­ble­ma espa­ñol se resol­vió cuan­do Alfon­so se puso en con­tac­to con el Con­su­la­do espa­ñol en Libre­vi­lle, pri­me­ro vía correo elec­tró­ni­co. Fue hace unos tres años y, des­pués de pasar por no pocos epi­so­dios y veri­cue­tos, al final logró el pasa­por­te y, con sus más y sus menos, se resol­vió así ese pri­mer pro­ble­ma. Pero esta­ba el pro­ble­ma fran­cés, ya que sobre él pesa­ba una orden de expul­sión por el pro­ce­di­mien­to de urgen­cia absoluta.

Tra­ba­ja­mos con Didier Rou­get (n.d.r: abo­ga­do de pres­ti­gio afin­ca­do en Uzta­ritze y ya falle­ci­do), pero de la par­te fran­ce­sa, del tri­bu­nal admi­nis­tra­ti­vo lle­ga­ba la res­pues­ta con­tra­ria, de una for­ma o de otra… Bueno, para enton­ces ya me con­si­de­ra­ban como la Pasio­na­ria vas­ca. Por resu­mir, diga­mos que des­de la par­te fran­ce­sa se hacía todo para hacer­nos desis­tir. Sin embar­go, cuan­do logró el pasa­por­te nos diji­mos: vamos a hacer como todo el mun­do, nos vamos de Sao Tomé, y nos plan­ta­mos en un país vecino a Fran­cia, y des­de allí, poco a poco ya abri­re­mos el camino a casa.

-Al final no ha habi­do tran­si­ción. ¿Cómo ha sido posi­ble el sal­to de Sao Tomé a Domintxaine?

K. Etxa­luz: Ha habi­do un fac­tor de casua­li­dad. Tuve oca­sión de cono­cer a su paso por Mau­le a un abo­ga­do que fue capaz de inte­re­sar­se por lo nues­tro y des­de su expe­rien­cia con migran­tes miró a nues­tro caso des­de una pers­pec­ti­va nue­va. La idea era que él lle­va­ra la pri­me­ra par­te de la bata­lla judi­cial y, dan­do por segu­ro que per­de­ría, con­tá­ba­mos con que un gran abo­ga­do en París debe­ría seguir con el caso. Pero no hizo fal­ta. Hubo un fallo del Tri­bu­nal Admi­nis­tra­ti­vo de París que nos dio la razón, dicien­do que la expul­sión por urgen­cia abso­lu­ta ya no esta­ba en vigor. Esa deci­sión lle­gó más o menos un mes des­pués de lograr el pasa­por­te. Otra curio­si­dad: Todos los correos pro­ce­den­tes del Esta­do fran­cés se per­dían en Libre­vi­lle, y no lle­ga­ban nun­ca a Sao Tomé… pero el men­sa­je para noso­tros más impor­tan­te, el que daba cuen­ta de esta deci­sión, llegó.

-¿Creen que este caso pue­de sen­tar jurisprudencia?

K. Etxa­luz: En todo caso está pues­to por escri­to, lue­go podría ser­vir en otros casos, y sen­tar una cier­ta jurisprudencia.

-¿Cómo fue ese via­je en avión con el que que­da­ban atrás tres déca­das de his­to­ria per­so­nal en Sao Tomé y se cerra­ba un capí­tu­lo de la depor­ta­ción vas­ca en África?

K. Etxa­luz: Yo me mar­qué una fecha lími­te, la de mi 78 cum­plea­ños. ¿Ya es bas­tan­te edad, no os pare­ce? Me dije que si esta vez no lo con­se­guía, se aca­bó. Esa fecha se cum­plía el 1 de setiem­bre. Y ese día nos fuimos.

A. Etxe­ga­rai: La per­so­na que fil­ma­ba para el docu­men­tal, que “Caminho lon­ge”, esta­ba allí, con noso­tros, nos seguía a cada paso. Le dimos algu­nas con­sig­nas que no siguió del todo (ambos se ríen) pero así son las cosas. No fue solo hacer el via­je, por­que tam­bién era impor­tan­te fil­mar el regre­so. Lle­ga­mos el 2 de setiem­bre a París. Os podéis ima­gi­nar qué lío había en el aero­puer­to de París, en ple­na ope­ra­ción retorno de vaca­cio­nes. Noso­tros siem­pre así, al limi­te, en situa­cio­nes lo más com­pli­ca­das posi­bles. Pero, bueno, dejan­do eso a un lado, éra­mos feli­ces. Era la pri­me­ra vez que los dos via­já­ba­mos jun­tos en avión. Todo era nue­vo, ha sido algo hermoso.

-Con ese retorno arran­ca otra eta­pa, en la que toca recu­pe­rar una iden­ti­dad.

A. Etxe­ga­rai: Yo empe­cé a reco­brar mi iden­ti­dad en Qui­to, en con­di­cio­nes muy duras, en una casa, en manos de la Poli­cía… pero, al menos, para cuan­do me lle­va­ron a Sao Tomé ya era yo, y he segui­do sién­do­lo todos estos años. Bueno, con sus más y sus menos, por­que tam­bién me gene­ró un peque­ño baru­llo el escri­bir mi nom­bre con la gra­fía vas­ca para el pasa­por­te y demás. Otra bata­lla buro­crá­ti­ca… En todo caso, he sali­do como lle­gué, sien­do yo mis­mo. Y, por fin, un buen día uno se acues­ta y des­pier­ta en casa, y no es un sueño.

K. Etxa­luz: La anéc­do­ta es que nos deja­ron dor­mir en la casa en que noso­tros vivi­mos en Baio­na antes de que se lle­va­ran a Alfon­so, y que aho­ra es de mi her­mano. Pero ha cam­bia­do tan­to, que no nos reco­no­cía­mos en el lugar.

A. Etxe­ga­rai: Está­ba­mos ren­di­dos por el via­je y nos dor­mi­mos ense­gui­da. Yo me des­per­té duran­te la noche, me sen­té en la cama, miré a mi alre­de­dor –más o menos por­que no encon­tra­ba el inte­rrup­tor– y me di cuen­ta de que no sabía don­de esta­ba. No era nues­tra anti­gua casa… todo era tan dis­tin­to. De repen­te miré hacia arri­ba y pude obser­var que algo seguía igual: la tram­pi­lla en el techo. Así supe dón­de me encon­tra­ba. Lue­go vino una inten­sa baja­da, el derrum­be, sen­tí que empe­za­ba a sol­tar una car­ga, y que eso me hacía feliz pero me hacía sen­tir un vacío, y me asal­ta­ba una y otra vez la pre­gun­ta de cómo había saca­do las fuer­zas para sobre­vi­vir. Aho­ra cuan­do me pre­gun­tan cómo me voy adap­tan­do a Eus­kal Herria, yo le res­pon­do a la gen­te que toda­vía me estoy deshabituando.

K. Etxa­luz: Yo le digo que aho­ra mis­mo está en la «cel­da de los borra­chos» o si se quie­re en una sala de descompresión.

-Ese brus­co cam­bio de pai­sa­je, humano y geo­grá­fi­co, ¿cómo se asume?

A. Etxe­ga­rai: En Sao Tomé hay cami­nos y alre­de­dor sólo se ven los árbo­les. Hay mar, pero su mar no hue­le como el nues­tro. No hay mon­ta­ñas… Aho­ra mis­mo al venir de Dona­pa­leu a Baio­na en coche sen­tía toda­vía un cier­to mareo por esa suce­sión de pai­sa­je que no tie­ne nada que ver con lo que veía allí.

-Hablan­do de ver, duran­te lar­gos años los depor­ta­dos fue­ron una reali­dad invi­si­ble y silen­cio­sa. Lue­go lle­ga­ron las nue­vas tec­no­lo­gías de la comunicación.

A. Etxe­ga­rai: Así ha sido en todo caso para mí. Ese ha sido el gran cam­bio. Antes las car­tas tar­da­ban un mes para ir otro para venir. Y, con todo, Kris­tia­ne y yo hemos teni­do suer­te, por­que casi siem­pre hemos teni­do acce­so al telé­fono. Con la apa­ri­ción de los nue­vos sis­te­mas de comu­ni­ca­ción todo ha cam­bia­do. Por­que a esa rela­ción con la fami­lia se ha suma­do la posi­bi­li­dad de con­tac­tar y tener una rela­ción per­ma­nen­te con el pue­blo. En Plen­tzia pusie­ron en mar­cha una pla­ta­for­ma que ha ima­gi­na­do y cons­trui­do ese puen­te. Y así se empe­za­ron a hacer peque­ñas cosas, des­de la soli­da­ri­dad, con carác­ter huma­ni­ta­rio y tam­bién con el sen­ti­do polí­ti­co de denun­ciar la deportación.

-Algún que otro per­can­ce a cau­sa de la comu­ni­ca­ción ins­tan­tá­nea habrá sufri­do ya.

A. Etxe­ga­rai: Cla­ro. Cuan­do fui a bus­car el pasa­por­te, pasé un men­sa­je des­de la sala de embar­que, para decir que ya había lle­ga­do. Y cla­ro, mon­té lío. En Plen­tzia se pen­sa­ron que ya esta­ba de vuel­ta. Y como había que ser pru­den­tes toda­vía, pues pasa­ron varios días antes de poder acla­rar las cosas. Por otra par­te, a la hora de ir a reco­ger el pasa­por­te con­ta­ba tam­bién diga­mos que con cier­ta logís­ti­ca vas­co-gabo­ne­sa, y así está­ba­mos en con­tac­to para saber si todo iba bien a la entra­da y sali­da de la Embajada.

K. Etxa­luz: El gran cam­bio fue cuan­do uno de Plen­tzia fue a ver­le y le lle­vó un telé­fono moderno y a tra­vés de él empe­zó en el mun­do de la imagen.

A. Etxe­ga­rai: Bueno, eso no es así. Yo ya sabía hacer fotos de antes.

K. Etxa­luz: ¿Si? Pues a mi no me man­da­bas nin­gu­na (se ríen).

A. Etxe­ga­rai: Bueno, antes solo entra­ba en inter­net por el tra­ba­jo, o para hablar con Kris­tia­ne y con la fami­lia pero con el desa­rro­llo de esas tec­no­lo­gías empe­cé, en cier­ta for­ma, el regre­so a mi pue­blo. Los cha­va­les de la pla­ta­for­ma me man­da­ban fotos de los luga­res que creían que yo que­rría ver, para que me die­ra cuen­ta de qué había cam­bia­do y qué no. Se hicie­ron todos una foto en mi barrio, delan­te de mi casa. Lue­go hicie­ron la foto de una espe­cie de bos­que­ci­llo en el que se ponía la iku­rri­ña cuan­do aún esta­ba prohi­bi­da… Y entre unas cosas y otras bro­meá­ba­mos entre noso­tros: ¿dón­de que­da­mos? ¿a mitad del puen­te o en la faro­la del “Bate­la”?

-Pri­me­ro se pro­du­jo el via­je con la pala­bra, con “Regre­sar a Sara” y lue­go con “Hitzez­ko txa­lu­pak”, pero fue el docu­men­tal “Saga­rren den­bo­ra” el que mos­tró ante las cáma­ras la reali­dad de la deportación.

A. Etxe­ga­rai: Mi expe­rien­cia ha lle­ga­do, se ha dado a cono­cer a mi pue­blo, y al mis­mo tiem­po sus gen­tes han via­ja­do hacia mí. Al final hemos hecho un via­je de ida y de vuel­ta. Recuer­do cuan­do, qui­zás como refle­jo de ese docu­men­tal, en la mani­fes­ta­ción de enero en Bil­bo por los pre­sos se pusie­ron en la ace­ra con la deman­da sobre los depor­ta­dos. Allí empe­za­ron a ver­nos de nuevo.

K. Etxa­luz: La depor­ta­ción empe­zó «gros­so modo» al mis­mo tiem­po que los GAL y las expul­sio­nes: unos iban a la cár­cel, otros eran expul­sa­dos, otros eran depor­ta­dos. El pro­pio movi­mien­to vas­co enten­dió que, en ese con­tex­to abso­lu­ta­men­te terri­ble, la depor­ta­ción era en cier­to modo un mal menor. Creo que noso­tros mis­mos nos con­so­lá­ba­mos dicien­do que la depor­ta­ción era «como ir de via­je con una ONG» o que «era como tener un emba­ja­dor vas­co en no se qué lejano país». Bueno, lue­go lle­gó la eta­pa de la gen­te que bus­ca­ba refu­gio en dis­tin­tos paí­ses de Amé­ri­ca y empe­za­ron a mez­clar­se en el ima­gi­na­rio colec­ti­vo dos situa­cio­nes que son abso­lu­ta­men­te diferentes.

-¿Algu­na vez pen­sa­ron que podría pro­lon­gar­se tan­to ese cas­ti­go de la depor­ta­ción, con su trá­gi­co balan­ce, o espe­ra­ban que Fran­cia arre­gla­ría antes las cosas?

A. Etxe­ga­rai: Nadie espe­ra­ba que fue­ra tan lar­go pero hemos lucha­do duran­te todo ese tiem­po para cam­biar nues­tra situa­ción. Al prin­ci­pio, en Ecua­dor, en situa­ción muy dura, con Angel Alda­na, bajo con­trol poli­cial. Lue­go me man­da­ron a mi solo a Sao Tomé, y me metie­ron en un hotel, ais­la­do, en la mon­ta­ña, con un tipo que se encar­ga­da de vigi­lar­me, aun­que como el gobierno era socia­lis­ta me decían que su tarea era ense­ñar­me el país. Lucha­mos para salir de esa situa­ción, por­que, como les dije, no acep­ta­ba que mi mujer tuvie­ra que des­pla­zar­se has­ta ese lugar. Y me lle­va­ron a un hotel, ya en la capi­tal, y sin el tipo de la segu­ri­dad a mi lado, aun­que debía pre­sen­tar­me todas las sema­nas para que el fun­cio­na­rio infor­ma­ra de que seguía en el país. La habi­ta­ción y la comi­da las tenía paga­das, pero era difí­cil de acep­tar y la siguien­te pelea fue lograr tra­ba­jo y casa.

K. Etxa­luz: No que­ría­mos comer del pla­to que paga­ban los españoles.

A. Etxe­ga­rai: Tam­bién hice una huel­ga de ham­bre, apro­ve­chan­do que se pre­pa­ra­ba una visi­ta del Papa, creo recor­dar que en el con­tex­to de la Expo de Sevi­lla (1992). El pre­si­den­te de Sao Tomé man­dó a alguien para arre­glar el tema con unas pro­me­sas, y cuan­do pasó lo del Papa, pues otra vez a vuel­tas. «Si en Irlan­da deja­ron morir a Bobby Sands, aquí dejar que eso pase es más fácil toda­vía, por­que aquí la gen­te se mue­re de ham­bre». Esa fue la res­pues­ta ofi­cial. Y lue­go vino la bata­lla por lograr la nacio­na­li­dad, y en para­le­lo las ame­na­zas de entre­gar­me a Espa­ña. En defi­ni­ti­va, este tiem­po ha sido una suce­sión de bata­llas, pero todas ellas con el obje­ti­vo de rom­per con las reglas de la depor­ta­ción, y final­men­te de vol­ver a casa.

A par­tir del final de la lucha arma­da de ETA empe­za­mos a hacer las ges­tio­nes, si se quie­re, más de ámbi­to ins­ti­tu­cio­nal, pero ha sido otro paso más, por otro camino, pero den­tro de la mis­ma batalla.

K. Etxa­luz: La bata­lla era por sobrevivir.

A. Etxe­ga­rai: Sobre­vi­vir y no per­der de vis­ta el obje­ti­vo de no some­ter­se. Bueno, como siem­pre he sido bas­tan­te revol­to­so… eso siem­pre ayu­da. (Son­ríe)

-En su caso, ¿qué fue la escri­tu­ra? ¿Voca­ción o necesidad?

A. Etxe­ga­rai: Siem­pre he escri­to por nece­si­dad. Escri­bí pri­me­ro artícu­los en “Egin”, en “Pun­to y Hora”. Lue­go vinie­ron los libros. Lo que son las cosas, cuan­do vine como refu­gia­do (n.d.r: Etxe­ga­rai aban­do­nó su loca­li­dad natal en 1978) al hacer los pape­les puse que mi pro­fe­sión era la de escri­tor. Lo hice pen­san­do que así nadie me moles­ta­ría, y sobre todo que no me ofre­ce­rían un tra­ba­jo (risas). Lue­go la escri­tu­ra se con­vir­tió en una nece­si­dad, aun­que más que una vía de esca­pe, ha sido un pun­to de apo­yo, que me ha ayu­da­do a via­jar hacia mi inte­rior. La pala­bra ha cum­pli­do, por fin, esa fun­ción mayor de exte­rio­ri­zar las cosas extra­or­di­na­rias que hemos vivido.

-¿Tener ya esta­ble­ci­do ese hilo de comu­ni­ca­ción hace más fácil esa tran­si­ción de dos mun­dos tan dife­ren­tes, de un rin­cón de Áfri­ca a Eus­kal Herria?

A. Etxe­ga­rai: Si hay una cone­xión sur­ge algo, se for­ja el encuen­tro, la empa­tía, el enten­di­mien­to… apa­re­ce algo nue­vo, bueno, en algu­nos casos. ( Se ríe y Kris­tia­ne le acom­pa­ña, de ante­mano, en la car­ca­ja­da). Aho­ra me toca escu­char comen­ta­rios del tipo «estás bien», «no pen­sa­ba que vol­vie­ras con ese buen aspec­to»… ¿Pero con quién se espe­ra­ban encon­trar? Creo que algu­nos espe­ran encon­trar a una per­so­na que­bra­da, qui­zás no han segui­do nues­tro via­je, si no ya sabrían que esta­ba y estoy en pie.

K. Etxa­luz: La gen­te me pre­gun­ta a veces por mi papel en ese via­je tan lar­go. ¿He sido la Pene­lo­pe que espe­ra y espe­ra? Me he des­cu­bier­to dicien­do eso algu­nas veces y lue­go al dar­me cuen­ta me he dicho: ¡qué imbé­cil eres! Enton­ces, ¿quién soy, el alter ego? No sé… dán­do­le vuel­tas al final he encon­tra­do una figu­ra que me con­vie­ne más: creo que he sido una depor­ta­da con­sor­te. Como el prín­ci­pe Phi­lip y la rei­na de Ingla­te­rra (risas). Soy la que arre­gla­ba algu­nos pro­ble­mas para que él no tuvie­ra que preo­cu­par­se por todo. Per­so­nal­men­te, aun­que creo que las fami­lias son las que han sufri­do en mayor medi­da en esta lucha nues­tra, por­que no han teni­do la posi­bi­li­dad ni los resor­tes para defen­der­se, no me reco­noz­co del todo en el papel de San­ta Veró­ni­ca, no me gus­ta llo­rar mi vida. Me con­vie­ne más lo de la depor­ta­da con­sor­te, que ha juga­do un papel acti­vo, por­que creo que he ayu­da­do a bus­car un camino de salida.

A. Etxe­ga­rai: Ese pri­mer docu­men­tal me ayu­dó por­que, aun­que la idea no era hablar de polí­ti­ca, bueno, al menos eso creía, me lle­vó a decir que esta­ba dis­pues­to a hacer algo, para ir ade­lan­te, lo cual podía no que­rer decir nada o decir mucho. La cues­tión es que asu­mí esa mani­fes­ta­ción como un com­pro­mi­so con­mi­go mismo.

-¿Cuál es la fun­ción que atri­bu­yen a ese segun­do docu­men­tal, en pre­pa­ra­ción y que bus­ca finan­ciar­se vía crowdfunding?

A. Etxe­ga­rai: El movi­mien­to vas­co no ha teni­do la opor­tu­ni­dad o el tiem­po de ocu­par­se de esto, de decir, de con­tar, y me pare­ce que es impor­tan­te ir dan­do pasos en esa línea, por­que es impor­tan­te que cada cual pue­da dar su ver­sión de lo ocu­rri­do. Noso­tros vamos a inten­tar con­tar ese capí­tu­lo de la depor­ta­ción. Antes me pre­gun­ta­ba si esa deci­sión del Tri­bu­nal Admi­nis­tra­ti­vo de París que me ha ayu­da­do a vol­ver pue­de sen­tar juris­pru­den­cia.. Si fue­ra así, la satis­fac­ción sería total. En cual­quier caso creo que ese docu­men­tal es una for­ma de expli­car que se pue­de encon­trar una vía, por­que, aun­que ten­ga­mos dudas, por­que algo pue­de fallar, al final lo que yo pen­sé es que, pasa­ra lo que pasa­ra, lle­ga­ra o no, ese regre­so sería una reali­dad, un hecho, por­que se habría con­ta­do que yo había empren­di­do la vuelta.

Todas las depor­ta­cio­nes no son igua­les, pero todos los que que­dan por vol­ver se van a reco­no­cer en el rela­to. Y espe­ro que eso les ayu­de a pre­pa­rar en su inte­rior su pro­pio via­je. Ade­más creo que hay un men­sa­je para el poder. La vuel­ta ha empe­za­do y es un hecho que noso­tros contamos.

K. Etxa­luz: Yo tam­bién creo que esto va a faci­li­tar que otros refle­xio­nen sobre lo mis­mo, por­que lo ocu­rri­do tie­ne tam­bién el valor de levan­tar acta, y quie­ro pen­sar que tam­bién de indi­car que el tiem­po de la depor­ta­ción toca a su fin.

-¿Qué ha pesa­do más la ini­cia­ti­va indi­vi­dual para encon­trar una via de vuel­ta o un cam­bio por par­te de las autoridades?

A. Etxe­ga­rai: Ten­go los dos pre­sen­tes. Para que algo ocu­rra hay que demos­trar que se está dis­pues­to a hacer, que uno pue­de poner algo en mar­cha, uni­la­te­ral­men­te, que está pre­pa­ra­do, en defi­ni­ti­va, para apro­ve­char la opor­tu­ni­dad si ésta aparece.

K. Etxa­luz: Dicho con abso­lu­ta modes­tia, yo sien­to una gran satis­fac­ción por­que vamos a tener el pri­vi­le­gio de vivir en el pre­sen­te y al tiem­po visua­li­zar una par­te de nues­tra his­to­ria que es tam­bién la his­to­ria de un país que no se ha libe­ra­do del todo pero que en ese camino está apren­dien­do mejor lo qué es la liber­tad, una liber­tad que, a mi modo de ver, se cons­tru­ye con estas peque­ñas victorias.

A. Etxe­ga­rai: Los cha­va­les de Plen­tzia han hecho hace unos días la últi­ma reu­nión de la pla­ta­for­ma. A mi lle­ga­da les man­dé dos men­sa­jes: uno para decir­les que lo impor­tan­te es saber que si se sigue soñan­do, un día u otro se lle­ga. Y el segun­do: ¡Cerrad la barra­ca que ya estoy en casa!

Fuen­te: Gara

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *