Por Ramon Sola. Resumen Latinoamericano, 26 de enero de 2021.
El reto de poner nombre y rostro a los encarcelados por motivos políticos en estas décadas ha acabado en estudio exhaustivo. ‘Askatasun haizea’ constata que tras Franco se ha encarcelado el doble que en las dos décadas anteriores o que en Ataun de cada 1.000 vecinos 23 han estado presos.
La fundación Euskal Memoria ha dedicado su monográfico de 2020 a analizar la prisión política en Euskal Herria. Inicialmente se planteaba como recopilatorio de quienes la han sufrido o aún sufren desde 1958 hasta la actualidad: nombres y apellidos, lugar de nacimiento, fecha de encarcelamiento, fotografías… En la primera edición ya publicada se identifica a 9.023, lo que de entrada es una noticia de alcance. Pero, además, cruzando datos de ese listado han salido conclusiones relevantes, un estudio en toda regla.
Joxerra Bustillo, Eugenio Etxebeste Antton e Iñaki Egaña ponen firma a lo que en realidad es fruto de una tupida red de voluntarios contrastando datos y de horas y horas buceando en hemerotecas y archivos. ¿Qué buscaban? «A todas las personas que en estas seis décadas han sido ingresadas en instituciones de reclusión más allá de la detención, ya sean cárceles, cuarteles u otros centros, porque incluso hubo conventos», indican a GARA. Personas entre las que hay muchos miembros de ETA y otras organizaciones armadas pero también «socialistas, comunistas, republicanos, anarquistas, cristianos, sindicalistas, carlistas, insumisos…».
La conclusión principal de todo esto es evidente: la prisión política como práctica no solo masiva sino además sostenida en el tiempo. Las curvas por décadas o quinquenios reflejan algunos picos pero en general una continuidad hasta esta pasada década: así, los 1.218 encarcelamientos certificados en 1966 – 70 no son muchos más que los 1.031 entre 1991 – 95, aunque los régimenes se presenten como muy distintos. También puede sorprender que apenas el 38% de los casos procedan del periodo franquista, entre 1958 y 1976; casi dos tercios, por lo tanto, se han producido durante o tras la «Transición».
Casi dos de cada tres encarcelamientos desde 1958 se han producido tras 1976, y eso que cuando una persona ha sido apresada más de una vez se le ha registrado en la primera de ellas. Un dato que evidencia que la práctica trasciende a regímenes y gobiernos
Etxebeste apunta que las épocas más intensas de encarcelamientos políticos (también se apreciaba en el estudio anterior sobre la tortura) han sido «el franquismo y el Gobierno de Felipe González. Son dos épocas de gran conflictividad política, lo que demuestra que la prisión está unida totalmente al conflicto político».
Con las cifras certificadas se ha podido, por ejemplo, calcular qué porcentaje de cada población ha sufrido estos encarcelamientos. Y es ahí donde se refleja la dimensión de esta práctica, con exponentes como Ataun (23 por mil habitantes) u Ondarroa (21). Solo en 7 de los 88 municipios de Gipuzkoa y en 13 de los 112 de Bizkaia no se ha hallado algún caso en estas décadas.
Iñaki Egaña matiza que no cabe concluir que la disidencia vasca encarcelada sea principalmente rural, puesto que las capitales también presentan cifras importantes. Gasteiz acumula el 71,5% de los casos de Araba, sin ir más lejos.
Menor obviamente es el alcance represivo en Ipar Euskal Herria, con 7 encarcelados en Zuberoa, 29 en Nafarroa Beherea y 235 en Lapurdi frente a los 3.241 de Gipuzkoa o los 3.154 de Bizkaia.
Insumisos, bretones, mujeres…
Más de 9.000 son muchísimos, pero ¿podrían ser todavía bastantes más? No lo saben a ciencia cierta, pero sí indican que nada más publicarse el trabajo ya han recibido llamadas para detallar más casos, «aunque sea de alguien que estuvo un mes preso por no pagar una multa», refiere Egaña.
Bustillo confirma que, como ocurre con la tortura, entre quienes han sido presos políticos hay cierta tendencia a minimizar la situación propia: «¿Cómo me voy a comparar yo con los de la ‘doctrina Parot’?, indica como ejemplo de esta sensación. Así que la investigación en absoluto puede darse por cerrada, remarca Egaña, sobre todo en lo que respecta a los ya lejanos 60 y 70. Si resulta cierta la referencia de 40.000 detenciones políticas hechas en su día por Jon Mirena Landa, quizás no estén tan lejos de la realidad, teniendo en cuenta que son numerosas las personas que han padecido dos o tres encarcelamientos en diferentes épocas… o hasta media docena.
Una de las aportaciones de las que Egaña se siente más orgulloso es haber logrado completar el listado de insumisos encarcelados: 610, muchos de ellos navarros, lo que supone además más de la mitad de los castigos de cárcel impuestos por esto del Estado español. Un indicador claro del impacto que tuvo esta lucha en Euskal Herria, dice el historiador donostiarra.
Buscando otros detalles novedosos llegamos a las personas no nacidas en este país y que han acabado encarceladas por el conflicto político de Euskal Herria. No son pocas: 427. De ellas, 262 proceden de otros puntos del Estado español, 42 del francés, 35 de los Països Catalans, 34 de Bretaña, 31 de Galicia, 7 de Chile, 4 de Alemania…
El porcentaje de mujeres encarceladas es igualmente muy relevante en comparación con el entorno. Egaña explica que en los estados español y francés no pasan del 5% las represaliadas políticas, pero en Euskal Herria alcanzan el 14,2%. Y con otra salvedad relevante; aunque se pudiera pensar que su implicación ha ido creciendo con las décadas, el porcentaje es muy similar en todo el periodo analizado, lo que certifica que en la fase franquista ya eran muy activas comparativamente.
Pros y contras
¿Elaborar este libro ha supuesto hurgar en muchas heridas? Egaña pinta la cara y Etxebeste la cruz de la moneda. El primero destaca que todas las organizaciones a las que se ha pedido colaboración para encontrar referencias en sus archivos o publicaciones han dado una «espléndida acogida» y facilitado el trabajo. Eugenio Etxebeste alerta sin embargo de que también han apreciado acciones colectivas o individuales de borrar rastros incluso en internet, por lo que cree que hay que darse prisa en registrar todo esto antes de que el tiempo y la desmemoria activa lo borren. En cualquier caso, dejan claro que se ha respetado la voluntad de quien expresó que no quería ser incluido en el libro.
El título, ‘Viento de libertad-Askatasun haizea’, remite a un preso que acabó fusilado, Jon Paredes Manot Txiki. Como es habitual, la edición ha sido entregada solo a los babesles de la Fundación Euskal Memoria a cambio de su aportación económica (recuerdan que se pueden inscribir nuevos socios en cualquier momento, bien en la web o por correo o teléfono).
En la edición digital se irán actualizando los datos que aparezcan; de los 9.000 nombres y apellidos han llegado ya a recopilar más de 5.000 fotos. Todo engrosa el potente centro de documentación de la fundación tras doce años.
Etxebeste considera que este trabajo concreto tendría un valor indudable en universidades o institutos, para divulgar una realidad con poco o ningún parangón en Europa, «salvo que nos vayamos a la Segunda Guerra Mundial», apostilla Egaña.
Aquí el cuadro adjunto en pdf para mejor visionado
108 PUEBLOS «EN ROJO» Y SOLO 142 SIN CASOS
Tomando la iconografía usada para el covid-19, Euskal Memoria ha conformado esta clasificación por localidades y habitantes encarcelados por motivación política:
SEMÁFORO ROJO: 108 municipios en que se han hallado más de 500 encarcelados por 100.000 habitantes. En total, 2.460 para una población total de casi 330.000. De estos pueblos, 45 son de Nafarroa Garaia (Leitza, Agoitz, Etxarri Aranatz…), 42 de Gipuzkoa (Ataun, Eibar, Arrasate, Errenteria, Hernani, Oiartzun, Tolosa…) y también están Legutio, Zornotza, Gernika, Lekeitio, Ondarroa…
NARANJA: Entre 300 y 499 presos por 100.000. Engloba a 68 municipios rozando el millón de habitantes total, entre los que se pueden citar Laudio, Agurain, Aramaio, Iurreta, Bermeo, Berango, Elgoibar, Bergara, Pasaia, Tolosa, Zarautz, Bera, Basaburua, Altsasu… y tres capitales: Bilbo, Donostia e Iruñea.
AMARILLO: Entre 60 y 200 por 100.000. Aquí figuran Barañain, Burlata, Lodosa, Tafalla,Tutera, Irun, Legazpi, Orio, Astigarraga, Durango, Barakaldo, Basauri, Galdakao, Getxo, Portugalete, Santurtzi, Amurrio, Araia, Oion o Gasteiz. Totalizan 140 localidades y 1,24 millones de habitantes.
VERDE: Por debajo de esa cota están 23 pueblos con 42 encarcelados entre todos: Zizur Nagusia, Noain, Eguesibar, Irura, Zalla, Etxebarri…
AZUL: En 183 municipios no consta caso alguno. Son muchos pero en realidad muy pequeños; suman solo 130.906 habitantes.
Foto: Egaña, Bustillo y Etxebeste, con el libro. (Crédito: Jon Urbe, FOKU)
Fuente: Naiz