Hai­tí. Cre­cen la pre­sión popu­lar y las pro­tes­tas para exi­gir la renun­cia de Moïse

Por Roxa­na Bas­pi­nei­ro. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 23 de enero de 2021.

La opo­si­ción hai­tia­na con­vo­có a una serie de pro­tes­tas en todo el país has­ta el 7 de febre­ro, fecha pre­vis­ta para el final del man­da­to del pre­si­den­te Jove­nel Moï­se. Tam­bién anun­cia­ron que inten­si­fi­ca­rán sus medi­das lla­man­do a un levan­ta­mien­to gene­ral con blo­queos, des­obe­dien­cia civil, pro­tes­tas espon­tá­neas y barri­ca­das si Moï­se no aban­do­na el poder.

En las últi­mas sema­nas, Hai­tí ha expe­ri­men­ta­do nue­vas olas de pro­tes­tas debi­do al des­con­ten­to del pue­blo hai­tiano con el pro­yec­to pre­sen­ta­do por Moï­se de cele­brar elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y legis­la­ti­vas este 2021 y tam­bién por el con­tro­ver­ti­do pro­ce­so de refe­rén­dum cons­ti­tu­cio­nal para sus­ti­tuir la actual cons­ti­tu­ción, que la opo­si­ción ha cali­fi­ca­do de inconstitucional.

«Recien­te­men­te el gobierno de Jove­nel Moï­se con el apo­yo de las Nacio­nes Uni­das y la OEA están pro­po­nien­do un refe­rén­dum cons­ti­tu­cio­nal para el 25 de abril. Este refe­rén­dum cons­ti­tu­cio­nal es en reali­dad un refe­rén­dum incons­ti­tu­cio­nal por­que prác­ti­ca­men­te des­tro­za la cons­ti­tu­ción hai­tia­na. El actual gobierno debe­ría dejar la pre­si­den­cia del país aho­ra en febre­ro de 2021 por­que ya ha cum­pli­do su man­da­to de cin­co años, lo que sig­ni­fi­ca que las elec­cio­nes para el país debe­rían haber sido rea­li­za­das el año pasa­do”, expli­ca a Bra­sil de Fato Pau­lo Hen­ri­que Cam­pos, bri­ga­dis­ta del Movi­mien­to de los Tra­ba­ja­do­res Rura­les Sin Tie­rra (MST) en Haití.

La actual cons­ti­tu­ción de Hai­tí prohí­be expre­sa­men­te la cele­bra­ción de una con­sul­ta popu­lar para modi­fi­car la Car­ta Mag­na. Sin embar­go, el Con­se­jo Elec­to­ral Pro­vi­sio­nal (CEP), cuyos miem­bros fue­ron nom­bra­dos por Moï­se y que care­cen de legi­ti­mi­dad a los ojos del pue­blo hai­tiano, anun­ció que el refe­rén­dum cons­ti­tu­cio­nal se cele­bra­ría en abril, mien­tras que las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y legis­la­ti­vas ten­drían lugar el 19 de septiembre.

«Esta ini­cia­ti­va [refe­rén­dum cons­ti­tu­cio­nal] del pre­si­den­te Jove­nel Moï­se, en reali­dad, es par­te de una estra­te­gia de la dere­cha del país y de su par­ti­do para per­ma­ne­cer en el poder y con­ti­nuar ani­qui­lan­do las pocas con­quis­tas demo­crá­ti­cas que se han gana­do a tra­vés de duras luchas por el pue­blo hai­tiano», dice Campos.

«Esta pro­pues­ta va en con­tra de lo que las calles, los movi­mien­tos socia­les de masas, los movi­mien­tos popu­la­res y la socie­dad en gene­ral en Hai­tí pro­po­nen y exi­gen», añade.

Según el bri­ga­dis­ta del MST, Hai­tí es actual­men­te un país sin Par­la­men­to, por lo que Moï­se gobier­na como una espe­cie de poder úni­co en el país, al cual defi­ne como una dic­ta­du­ra pre­si­den­cial. Ade­más de esto, la tra­yec­to­ria his­tó­ri­ca que car­ga el país cari­be­ño de escla­vi­tud, colo­nia­lis­mo, inter­ven­cio­nes extran­je­ras, tra­ge­dias cli­má­ti­cas, polí­ti­cas neo­li­be­ra­les, vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos, entre otras, han deja­do al país sumi­do en la mise­ria de una com­bi­na­ción de cri­sis: polí­ti­cas, socia­les, eco­nó­mi­cas y de inseguridad.

Bra­sil de Fato ha ela­bo­ra­do algu­nos pun­tos para enten­der lo que está suce­dien­do en el país caribeño.

¿Cuál es el tras­fon­do de las pro­tes­tas en Haití?

Casi 11 millo­nes de habi­tan­tes dan vida a la nación cari­be­ña que ocu­pa el ter­cio occi­den­tal de la isla lla­ma­da La Espa­ño­la, la segun­da más exten­sa de la región del Caribe.

Lo que se sabe de Hai­tí está qui­zá más rela­cio­na­do con su des­gra­cia expli­ca­da en sus males natu­ra­les (terre­mo­tos, sequías, hura­ca­nes) que con su colap­so expli­ca­do en su his­to­ria escla­vis­ta, colo­nia­lis­ta y más recien­te azo­ta­da por las polí­ti­cas neo­li­be­ra­les y neo­co­lo­nia­lis­tas. Se habla mucho menos de la resis­ten­cia y la fuer­za que carac­te­ri­za al pue­blo hai­tiano, el pri­mer país del Cari­be y de Amé­ri­ca Lati­na que obtu­vo su inde­pen­den­cia y abo­lió el sis­te­ma de esclavitud.

Sin embar­go, des­de su inde­pen­den­cia, el país ha esta­do some­ti­do a gol­pes de Esta­do y dic­ta­du­ras, inter­ven­cio­nes extran­je­ras y una deu­da impa­ga­ble que lo ha lle­va­do a ser eco­nó­mi­ca­men­te depen­dien­te del mun­do exte­rior. Todo esto ha gene­ra­do un pano­ra­ma devas­ta­dor para Haití.

Sólo en 1987, el pue­blo hai­tiano logró tener su pri­me­ra cons­ti­tu­ción, apro­ba­da por el pue­blo, des­pués de expul­sar la dic­ta­du­ra de Duva­lier en 1986. Y sólo en 1991, logra­ron tener sus pri­me­ras elec­cio­nes libres y demo­crá­ti­cas, don­de J. Ber­trand Aris­ti­de fue ele­gi­do, sien­do derro­ca­do dos veces por gol­pes de esta­do apo­ya­dos por los Esta­dos Uni­dos. La últi­ma, en 2004, lle­vó al país a inter­ven­cio­nes mili­ta­res extran­je­ras camu­fla­das como misio­nes de paz y ayu­da huma­ni­ta­ria, como la cono­ci­da MINUSTAH, que dejó gra­ves vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos en el país.

Médi­cos y otros pro­fe­sio­na­les de la salud par­ti­ci­pan en una mani­fes­ta­ción por la dimi­sión del pre­si­den­te Jove­nel Moï­se en la capi­tal hai­tia­na en 2019. Foto: Vale­rie Bae­riswyl (AFP

Este lar­go camino de males­ta­res hai­tia­nos, suma­do a una cla­se polí­ti­ca total­men­te des­acre­di­ta­da que duran­te déca­das ha admi­nis­tra­do el país de mane­ra corrup­ta, favo­re­cien­do a los sec­to­res de la bur­gue­sía comer­cial y la oli­gar­quía, así como apli­can­do sin des­can­so polí­ti­cas neo­li­be­ra­les, des­tru­yen­do la pro­duc­ción agrí­co­la, pri­va­ti­zan­do las empre­sas públi­cas, hacien­do más pre­ca­rio el mer­ca­do labo­ral, empo­bre­cien­do a las mayo­rías popu­la­res y for­zan­do el éxo­do de millo­nes de jóve­nes, ha ali­men­ta­do el ago­ta­mien­to del pue­blo haitiano.

En 2019, según infor­ma la agen­cia de noti­cias AFP, el 70% de la pobla­ción esta­ba des­em­plea­da, el país tenía una tasa de infla­ción supe­rior al 12% ade­más de la deva­lua­ción de su mone­da el “gour­de”, tan sólo un año des­pués de que comen­za­ran las movi­li­za­cio­nes en 2018, debi­do a la fal­ta de com­bus­ti­ble nacional.

Pero fue el escán­da­lo de corrup­ción y des­vío de dine­ro (Petro­ca­ri­be) en 2019 que invo­lu­cró a altos fun­cio­na­rios del Esta­do y al pro­pio pre­si­den­te, sobre la mal­ver­sa­ción de al menos 2.000 millo­nes de dóla­res, equi­va­len­tes a una cuar­ta par­te del PIB del país, uno de los prin­ci­pa­les fac­to­res que no ha fre­na­do las pro­tes­tas en el país.

«Exis­ten suce­si­vas medi­das, suce­si­vos actos del pre­si­den­te que han pues­to al país en una situa­ción muy gra­ve des­de un pun­to de vis­ta eco­nó­mi­co y social», afir­ma Campos.

«La agen­da prin­ci­pal del pue­blo hai­tiano hoy, no sólo de los movi­mien­tos, no sólo de los par­ti­dos, sino de la socie­dad en su con­jun­to, es la sali­da del pre­si­den­te. Esa es la alter­na­ti­va inme­dia­ta que tie­ne la socie­dad hai­tia­na […] En segun­do lugar, es que se cons­tru­ya un gobierno de tran­si­ción […] para que sea posi­ble cons­truir y reto­mar ver­da­de­ra­men­te una demo­cra­cia en Hai­tí», subraya.

Lo que el pue­blo hai­tiano quie­re, en opi­nión de los ana­lis­tas, son cam­bios pro­fun­dos des­pués de siglos de opre­sión, lucha y resistencia.

Quién es Jove­nel Moïse?

Según la eva­lua­ción de algu­nos exper­tos, un frau­de elec­to­ral en 2010 per­mi­tió la lle­ga­da al poder del par­ti­do ultra­neo­li­be­ral Tèt Kale (PHTK), lo que dio lugar a la con­ti­nui­dad, tam­bién frau­du­len­ta, del actual gobierno de Jove­nel Moïse.

Moi­se, de 52 años, es un empre­sa­rio bana­ne­ro que lle­gó al poder en noviem­bre de 2016 en medio de acu­sa­cio­nes de frau­de y pro­tes­tas. Sólo el 21% de los ciu­da­da­nos con dere­cho a voto fue­ron a las urnas.

En opi­nión de Cam­pos, el gobierno de Moï­se se carac­te­ri­zó como un gobierno que favo­re­ció y aumen­tó los pri­vi­le­gios de una mino­ría rica, aban­do­nan­do así los intere­ses de la mayo­ría de su pobla­ción, que que­dó some­ti­da a con­di­cio­nes de vida pre­ca­rias y a la extre­ma pobreza.

El gobierno del Pre­si­den­te Jove­nel Moï­se, con­si­de­ra­do ile­gí­ti­mo, ha per­di­do la cre­di­bi­li­dad de casi la mayo­ría de los hai­tia­nos. Foto: Vale­rie Bae­riswyl (AFP)

No obs­tan­te, uno de los pun­tos más sobre­sa­lien­tes del recha­zo de la pobla­ción hai­tia­na a su gobierno fue­ron los escán­da­los de corrup­ción, cuan­do en 2019 el Tri­bu­nal Supe­rior de Cuen­tas hai­tiano pre­sen­tó un infor­me tras una audi­to­ría en el que se men­cio­na­ba a la empre­sa Agri­trans, pro­pie­dad del man­da­ta­rio, que reci­bió millo­nes de dóla­res para desa­rro­llar pro­yec­tos públi­cos que nun­ca se mate­ria­li­za­ron como par­te de la ayu­da envia­da por Vene­zue­la en el pro­gra­ma regio­nal cono­ci­do como Petrocaribe.

«Es un pre­si­den­te sumer­gi­do en un mar de corrup­ción, sus empre­sas estu­vie­ron com­ple­ta­men­te invo­lu­cra­das en los escán­da­los de corrup­ción de Petro­ca­ri­be, que fue el prin­ci­pal pro­gra­ma de coope­ra­ción eco­nó­mi­ca para el desa­rro­llo social entre el gobierno de Vene­zue­la y el gobierno hai­tiano. Este pro­gra­ma fue des­trui­do por los nume­ro­sos escán­da­los de corrup­ción del gobierno de Jove­nel Moï­se», dice el bri­ga­dis­ta del MST en Haití.

Entre 2008 y 2018, Hai­tí for­mó par­te del pro­gra­ma Petro­ca­ri­be, una ini­cia­ti­va del difun­to pre­si­den­te vene­zo­lano Hugo Chá­vez que per­mi­tió a varios paí­ses de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be adqui­rir pro­duc­tos petro­le­ros a pre­cios ven­ta­jo­sos. Par­te de los sub­si­dios vene­zo­la­nos, que inclu­so can­ce­la­ron una deu­da de 395.000 millo­nes de dóla­res a Hai­tí, esta­ban des­ti­na­dos a hacer fren­te al impac­to deja­do por el terre­mo­to de 2010. Sin embar­go, el dine­ro des­apa­re­ció o se camu­fló en pro­yec­tos que gene­ra­ron bas­tan­te desconfianza.

Otra cues­tión que pone a Moï­se en el pun­to de mira es que des­de enero de 2020 gobier­na por decre­to, es decir, sin par­la­men­to, una vez que expi­ra­ron los man­da­tos de los dipu­tados y de las dos ter­ce­ras par­tes de los sena­do­res, y tam­bién con un pro­ce­so elec­to­ral apla­za­do des­de 2018, lo que ha empeo­ra­do la situa­ción del país.

Ade­más, el pasa­do mes de diciem­bre, en ese esce­na­rio, tam­bién decre­tó una polí­ti­ca rela­cio­na­da a la segu­ri­dad públi­ca, crean­do una con­tro­ver­ti­da Agen­cia Nacio­nal de Inte­li­gen­cia (ANI) con la que se otor­ga inmu­ni­dad jurí­di­ca a los agen­tes de esta ins­ti­tu­ción y les per­mi­te ope­rar de for­ma anó­ni­ma, “abrien­do así la posi­bi­li­dad de lega­li­zar la repre­sión y dese­char las deman­das de la pobla­ción, mien­tras se mul­ti­pli­ca la situa­ción de van­da­lis­mo y la inse­gu­ri­dad”, son algu­nas de las crí­ti­cas que esta deci­sión generó.

Los sec­to­res de la opo­si­ción han expre­sa­do su des­con­ten­to con esta medi­da, afir­man­do que se tra­ta de un meca­nis­mo que per­mi­ti­rá a Moï­se tener el con­trol total de la nación de mane­ra incons­ti­tu­cio­nal, por lo que con­vo­ca­ron a la reto­ma­da de las pro­tes­tas masi­vas duran­te este mes para for­zar al man­da­ta­rio a renun­ciar a su car­go el 7 de febre­ro, algo que el pre­si­den­te recha­za decididamente.

«Se tra­ta de un gobierno inca­paz, incom­pe­ten­te para diri­gir el país, entre otras cosas por­que fue un gobierno que no fue ele­gi­do [demo­cra­ti­ca­men­te], ya que fue­ron unas elec­cio­nes frau­du­len­tas las que tuvie­ron lugar en 2016», comen­ta Campos.

Los niños tam­bién pro­tes­tan en las calles exi­gien­do la dimi­sión del pre­si­den­te Jove­nel Moï­se en la capi­tal hai­tia­na, Puer­to Prín­ci­pe, en 2019. Foto: Vale­rie Bae­riswyl (AFP)

Mien­tras tan­to, Moï­se cuen­ta con el apo­yo de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, y de los Esta­dos Uni­dos en par­ti­cu­lar. La ONU y la OEA mani­fes­ta­ron tam­bién su apo­yo y res­pal­do a su gobierno. “Ellos son los que lo man­tie­nen en el poder”, con­cuer­dan algu­nos ana­lis­tas políticos.

Alian­za de la éli­te y la comu­ni­dad internacional

Es de cono­ci­mien­to públi­co que en el país cari­be­ño exis­ten algu­nas fami­lias que osten­tan más del 80% de las rique­zas, que bien podrían sal­var a un país tan deso­la­do como Hai­tí. Pero tra­di­cio­nal­men­te el poder polí­ti­co ha deci­di­do más por la ambi­ción de unos pocos y por con­si­guien­te ha esta­ble­ci­do alian­zas con la oli­gar­quía minoritaria.

La cla­se eco­nó­mi­ca de Hai­tí es exclu­yen­te, de empre­sa­rios mayo­ri­ta­ria­men­te impor­ta­do­res, que no tie­nen nin­gún inte­rés en el país. Se tra­ta de un mode­lo imple­men­ta­do por y para las cla­ses domi­nan­tes, con la ayu­da de las poten­cias extran­je­ras, repre­sen­ta­das en el lla­ma­do Core Group, for­ma­do por el Repre­sen­tan­te Espe­cial del Secre­ta­rio Gene­ral de las Nacio­nes Uni­das en Hai­tí, los emba­ja­do­res de Ale­ma­nia, Bra­sil, Cana­dá, Espa­ña, Esta­dos Uni­dos, Fran­cia, la Unión Euro­pea y el Repre­sen­tan­te Espe­cial de la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos (OEA).

El Core Group, en opi­nión de los ana­lis­tas, es el que real­men­te toma las gran­des deci­sio­nes polí­ti­cas en el país des­de que el gobierno de Jean-Ber­trand Aris­ti­de fue derro­ca­do en 2004 bajo el pre­tex­to de una cri­sis polí­ti­ca inter­na que sir­vió para jus­ti­fi­car la pre­sen­cia mili­tar extran­je­ra de lla­ma­da Misión de las Nacio­nes Uni­das para la Esta­bi­li­za­ción en Hai­tí (MINUSTAH).

“La situa­ción de Hai­tí no tenía nada que ver con aque­llas que habi­tual­men­te jus­ti­fi­can este tipo de ini­cia­ti­vas [inter­ven­cio­nes], como suce­dió en oca­sio­nes en Áfri­ca. No había aquí ejér­ci­tos en pug­na, no había gue­rra civil, no había crí­me­nes con­tra la huma­ni­dad. Se ha vio­la­do inclu­so la Car­ta Mag­na de las Nacio­nes Uni­das para impo­ner esta misión, que ha impli­ca­do una ter­ce­ri­za­ción de la ocu­pa­ción, para que los ejér­ci­tos lati­no­ame­ri­ca­nos hagan el tra­ba­jo sucio del impe­ria­lis­mo a menor cos­to”, dice uno de los inte­lec­tua­les más reco­no­ci­dos del Cari­be, Cami­lle Chalmers.

Fue­ron 13 años que bajo el nom­bre de una ope­ra­ción de ayu­da huma­ni­ta­ria o «misión de paz» envia­da por el Con­se­jo de Segu­ri­dad de la ONU, que la MINUSTAH diri­gi­da por tro­pas bra­si­le­ñas, ocu­pó Hai­tí, mien­tras pro­ta­go­ni­zó gra­ves escán­da­los de abu­sos sexua­les per­pe­tra­dos (y cono­ci­dos) duran­te años por los cas­cos azu­les y OXFAM en el país.

«Más de 2.000 muje­res, muchas de ellas meno­res de edad, habrían sufri­do esta vio­len­cia, con­ci­bien­do alre­de­dor de un cen­te­nar de niños», según un estu­dio de la Uni­ver­si­dad de Bir­mingham, mien­tras que direc­ti­vos y los tra­ba­ja­do­res de la misión ejer­cían «la explo­ta­ción sexual, el abu­so de poder y la intimidación».

Aun­que la ONU y OXFAM se han pro­nun­cia­do sobre las vio­la­cio­nes come­ti­das por sus tro­pas con­tra cien­tos de muje­res y niñas hai­tia­nas, la jus­ti­cia sigue impu­ne. Foto: Vale­rie Bae­riswyl (AFP)

«Aho­ra hay miles de muje­res con hijos sin padre, miles de huér­fa­nos en una situa­ción difí­cil», seña­la Chal­mers, tam­bién direc­tor eje­cu­ti­vo de la Pla­ta­for­ma Hai­tia­na para la Defen­sa del Desa­rro­llo Alter­na­ti­vo (PAPDA).

«Vale la pena recor­dar que el pue­blo hai­tiano está en una cam­pa­ña de repa­ra­ción para las víc­ti­mas de la misión de las Nacio­nes Uni­das en Hai­tí que has­ta aho­ra la ONU se ha pro­nun­cia­do, pero no ha dado nin­gu­na repa­ra­ción a las víc­ti­mas, por las diver­sas vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos que ha cau­sa­do la MINUSTAH», denun­cia Campos.

La ONU tam­bién fue acu­sa­da de intro­du­cir enfer­me­da­des como el cóle­ra en 2010 tras el terre­mo­to, que cau­só más de 30.000 muer­tos y 800.000 enfer­mos que toda­vía sufren las con­se­cuen­cias, algo que des­pués tam­bién aca­bó acep­tan­do, aun­que tam­po­co ofre­ció nin­gu­na repa­ra­ción o com­pen­sa­ción a las víctimas.

«Es impor­tan­te decons­truir esta idea de comu­ni­dad inter­na­cio­nal. Es impor­tan­te recor­dar que Hai­tí es un país que lle­va déca­das sufrien­do, es decir, des­de hace muchos años los ata­ques de esta comu­ni­dad ins­ti­tu­cio­nal inter­na­cio­nal que ven­de al mun­do la idea de que Hai­tí reci­be el apo­yo de lo que lla­man ayu­da huma­ni­ta­ria», sos­tie­ne Campos.

«La ayu­da huma­ni­ta­ria que Hai­tí reci­be de esta lla­ma­da comu­ni­dad inter­na­cio­nal son inter­ven­cio­nes mili­ta­res, son blo­queos eco­nó­mi­cos, son inter­ven­cio­nes coti­dia­nas, prin­ci­pal­men­te del gobierno de Esta­dos Uni­dos», agrega.

Por lo tan­to, con­cuer­dan los ana­lis­tas, ha que­da­do cla­ro que la ayu­da huma­ni­ta­ria no ha fun­cio­na­do y no fun­cio­na para Hai­tí y que el país cari­be­ño no es real­men­te una preo­cu­pa­ción para la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, espe­cial­men­te para la ONU, la OEA y mucho menos para los Esta­dos Unidos.

Pero enton­ces, ¿por qué seguir inva­dien­do un país que está total­men­te devastado?

Los ana­lis­tas dicen que aun­que Hai­tí sea uno de los paí­ses más aba­ti­dos del con­ti­nen­te, posee abun­dan­tes recur­sos mine­ra­les (oro, cobre y bau­xi­ta), tie­ne una mano de obra bara­ta que bene­fi­cia a las empre­sas trans­na­cio­na­les, prin­ci­pal­men­te de los Esta­dos Uni­dos y Cana­dá, el país depen­de en cier­to modo de las reme­sas que bene­fi­cian al capi­tal finan­cie­ro y a las eco­no­mías ilí­ci­tas. Ade­más, des­de el pun­to de vis­ta geo­po­lí­ti­co, Hai­tí se encuen­tra en medio de dos paí­ses que son el obje­to de ata­ques y san­cio­nes por par­te de los Esta­dos Uni­dos, como Cuba y Vene­zue­la, y tam­bién por­que la nación es con­si­de­ra­da una “esta­ción cla­ve” para el nar­co­trá­fi­co (que obe­de­ce a cier­tos intere­ses internos).

«Hai­tí es un país total­men­te depen­dien­te, un país tute­la­do por los Esta­dos Uni­dos y un país que nece­si­ta des­en­vol­ver­se des­de el pun­to de vis­ta de su auto­no­mía», dice Campos.

Miles de hai­tia­nos salie­ron a las calles en 2019 des­pués del escán­da­lo de corrup­ción (Petro­ca­ri­be) que invo­lu­cra al pre­si­den­te Jove­nel Moï­se, des­de enton­ces las pro­tes­tas se han inten­si­fi­ca­do. Foto: Hec­tor Reta­mal (AFP)

La solu­ción sólo pue­de venir de la lucha

Los hom­bres y muje­res hai­tia­nos están can­sa­dos. No sólo de tener que enfren­tar la cri­sis eco­nó­mi­ca, la inse­gu­ri­dad, la corrup­ción y aho­ra tam­bién la pan­de­mia de Covid-19, sino de los pri­vi­le­gios de que goza el poder polí­ti­co, la éli­te empre­sa­rial, la mino­ría bur­gue­sa, así como de la inje­ren­cia des­hu­ma­ni­za­do­ra de las orga­ni­za­cio­nes inter­na­cio­na­les. Por eso el pue­blo hai­tiano se levanta.

En la eva­lua­ción de Cam­pos, uno de los pun­tos cla­ve en la lucha de Hai­tí por la demo­cra­cia y la sobe­ra­nía es el apo­yo de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal pro­gre­sis­ta en todo el mun­do, seña­lan­do que «es nece­sa­rio lle­var a cabo una cam­pa­ña para denun­ciar a nivel inter­na­cio­nal lo que está suce­dien­do en Hai­tí, un país en el que los Esta­dos Uni­dos inter­vie­nen a dia­rio, un país com­ple­ta­men­te sumi­so a su sobe­ra­nía polí­ti­ca y eco­nó­mi­ca, sumi­so a sus intere­ses, esto tie­ne que ser denun­cia­do al mundo”.

«Otra ini­cia­ti­va del papel de las orga­ni­za­cio­nes popu­la­res pro­gre­sis­tas del mun­do sería la soli­da­ri­dad per­ma­nen­te con el pue­blo hai­tiano, un pue­blo que resis­te y que lucha con­ti­nua­men­te con­tra las vul­ne­ra­bi­li­da­des socia­les que agra­van la mise­ria en el país […] pero que tam­bién [vale la pena recor­dar que] es un pue­blo que lucha cons­tan­te­men­te con­tra las agre­sio­nes impe­ria­lis­tas que sufre a dia­rio, espe­cial­men­te por par­te del gobierno de los Esta­dos Uni­dos», resalta.

Fuen­te: Bra­sil de Fato

Itu­rria /​Fuen­te

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