Karen Ballesteros /Resumen Latinoamericano, 13 de enero de 2021
Morir de hambre y no por contagiarse de la Covid-19 es el temor de decenas de familias que se ganaban la vida en las ferias errantes, en los juegos mecánicos, puestos de pan o comida, rifas, canicas, lotería, tiro al blanco…
Apostados en avenidas, buscan sobrevivir de la caridad, vendiendo sus alcancías y peluches o intercambiándolos por despensa.
El mayor miedo de los ferieros de México es morir por hambre y no por Covid-19. Este sector de trabajadores informales lleva casi 10 meses sin poder obtener ingresos de la tradición familiar que los sostiene: las ferias errantes. Es el caso de 79 familias –cuyos integrantes varían de 10 a 20 personas– que actualmente sobreviven gracias al cambalache de sus alcancías por comida o dinero con quienes transitan por la avenida Central y Nuevo Aragón, en el municipio de Ecatepec de Morelos, Estado de México.
Desde el 31 de marzo de 2020, cuando se emitió la Declaratoria nacional de emergencia sanitaria por la pandemia, profesiones y oficios no esenciales –entre ellos los ferieros– dejaron de laborar para prevenir los contagios de Covid-19. Las personas dedicadas a vender diversión –mediante juegos mecánicos y puestos de comida, canicas, tiro al blanco, en fiestas patronales religiosas, fiestas de mercados, aniversarios de colonias o pueblos, entre otros festejos– se encuentran varadas donde la suspensión de actividades les tomó por sorpresa, pues se mueven a lo largo y ancho de la República “como gitanos”, aseguran.
Sobre uno de los camellones de Avenida Central, a unos cuantos metros de la estación del Mexibus Palomas se observan decenas de alcancías de diferentes figuras. Detrás de ellas, sentado bajo una lona, está Bernardo. Vigilante, mira el pasar de los automóviles y de las personas. Mientras tanto Marisol, su compañera de vida, y su hija menor de 7 años, Kimberly, botean (piden limosna) entre el tránsito de la avenida.
Sólo uno de los carros se detiene y hace caso al audio que se reproduce de una de las bocinas; esta llama a apoyar a la familia Morales, ya sea con uno o dos pesos o productos de la canasta básica, así como con la compra de una de las figuras de cerámica exhibidas, lo hacen para subsistir y poder regresar a sus municipios de origen, explica Bernardo Morales de la Rosa. “Estamos aquí parados porque no tenemos con qué movernos”.
La familia Morales tuvo que quedarse en Ecatepec, debido a que la pandemia provocada por el virus SARS-CoV‑2 hizo parar las fuentes de trabajo de miles de “compañeros”, dejándolos varados a su suerte en pueblos y comunidades.
El hombre de 51 años nació en la feria, bajo el techo de lámina de un remolque, y cuenta que él y su familia de cuatro integrantes decidieron mantener su pequeño remolque en la entrada del municipio de Ecatepec y no moverse a zonas más rurales como Teotihuacan o Texcoco, pues los niveles de pobreza ahí son mayores.
“Aquí en la entrada a la Ciudad [de México] es donde hay un poquito más de recursos y a nosotros nos agarra de paso porque la gente que viene a los centros comerciales de la Central de Abasto pasan por aquí”.
Los primeros 2 meses de iniciada la Jornada Nacional de Sana Distancia, la gente “respondió: nos traía frijoles, arroz, sopa, aceite”. Los productos donados fueron repartidos entre quienes permanecen en este municipio, así como en estados aledaños como Guerrero e Hidalgo.
Miguel Ángel Morales Delgado, sobrino de don Bernardo, quedó varado junto con Mariana Sánchez Ramírez, su compañera de vida, y su hijo recién nacido, en la colonia Nueva Aragón, también en Ecatepec. El joven de 21 años explica que “nos han traído ropa, zapatos y hasta despensas, nos han ayudado económicamente con algo. Nosotros no vamos a pedir tanto, o sea, lo que nos quieran ayudar”.
No obstante, así como han recibido ayuda, también insultos, pues han sido tachados de “huevones”, detalla Bernardo Morales de la Rosa. Incluso, Miguel Ángel agrega que hay quienes cuestionan “dónde está el dinero que ganamos [antes de la contingencia sanitaria]. Creen que ganamos mucho y no es así”.
FUENTE: Contra Línea