Por Geraldina Colotti, Resumen Latinoamericano, 16 de enero de 2021.
Los institutos de estadística difunden las cifras de la crisis provocada por el coronavirus, una muestra de la crisis sistémica del capitalismo. Le esperan sangre y lágrimas a las clases populares, en los países que más se han beneficiado de sus explotación en estas décadas de gobiernos neoliberales. Según la Cepal, en América Latina, la pobreza extrema podría afectar hasta a 45 millones de personas. La lista de los hombres más ricos del planeta, que publica la revista Forbes, por su parte, indica quiénes se han beneficiado también de la pandemia: los grandes grupos que controlan la web y las ventas por internet, y que no pagan impuestos en los países donde obtienen beneficios. Todavía, a diferencia de lo que acaba de hacer Bolivia, en los países capitalistas no es posible aprobar una ley para aplicar impuestos a las grandes riquezas. Un estudio realizado por la Red Latinoamericana por Justicia Económica y Social (Latindadd) en 20 países de la región muestra cómo, durante la cuarentena más estricta, en 2020 los superricos incrementaron su fortuna en 48.200 millones de dólares. Latindadd lamenta la ausencia de una reforma tributaria en el continente durante treinta años, que debería también aumentar los impuestos sobre todas las rentas de capital, como los dividendos de los accionistas. Se obtendrían así al menos 26.504 millones de dólares que cubrirían tanto el coste del tratamiento por la covid como la vacuna. El mantra que repiten en los países capitalistas, según el cual todos estamos en el mismo barco ante la covid, es obviamente una mentira. Sin embargo, como saben los marxistas por los análisis de Lenin y Gramsci, las consecuencias de la crisis, aunque mayores que las de 1929, no producen revoluciones mecánicamente. En ausencia de una organización de clases y en un sistema-mundo en el que los gobiernos que se refieren al socialismo son una pequeña minoría, existen contramedidas que el capital puede poner en práctica para tratar de consolidar los viejos poderes, con el respaldo de los aparatos ideológicos de control, que pintan un «mundo al revés». Aquí citamos sólo tres ejemplos: la teoría del goteo, según la cual al otorgar beneficios económicos, especialmente en términos de desgravación fiscal, a las clases pudientes, tanto la clase media como los sectores populares se beneficiarían, mientras que estos años de políticas neoliberales también han provocado un empobrecimiento a la baja de la clase media. El segundo se refiere a una interpretación particular de la «economía expansiva», pero en términos de financiación del complejo militar-industrial, cuyas empresas, en Europa, son consideradas «socios reales de los gobiernos» que, con el covid, han aumentado tanto el gasto militar como el uso de aparatos represivos. El tercero se refiere al papel de la «segunda financiarización», cuya gestión sin escrúpulos, con alto riesgo de capital y aumento de «fondos buitres», se inspira en los principios del libertarismo, para lo cual la libertad de acumular es un imperativo categórico. Actores que financiaron más del 90% de la campaña del referéndum del Brexit en Gran Bretaña: porque consideran demasiado vinculantes también las reglas financieras de la Unión Europea, y quieren convertir la City en un paraíso fiscal incontrolado.