Pen­sa­mien­to crí­ti­co, Sin­de­mia, pan­de­mia… ¿Impor­ta el nom­bre que le demos?

Por María Tere­sa Teje­dor Jun­co, , Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 19 de enero de 2021. 

Nos hemos pasa­do gran par­te de 2020 hablan­do de la pan­de­mia de covid-19. La enfer­me­dad pare­cía reu­nir todos los requi­si­tos para ser con­si­de­ra­da pan­dé­mi­ca. Se tra­ta de una epi­de­mia que afec­ta a un enor­me núme­ro de per­so­nas y se ha exten­di­do a zonas de todo el mundo.

En sep­tiem­bre, la pres­ti­gio­sa revis­ta The Lan­cet publi­ca­ba un artícu­lo don­de expli­ca­ba que la covid-19 no es una pan­de­mia, sino una sindemia.

¿Que sig­ni­fi­ca sindemia?

Este tér­mino fue pro­pues­to en los años 90 por Merril Sin­ger, un antro­pó­lo­go médi­co. Deri­va de “siner­gia” y “epi­de­mia”. Ini­cial­men­te se refe­ría a dos epi­de­mias que se retro­ali­men­ta­ban, cau­san­do un efec­to supe­rior a la suma de ambas.

La teo­ría sin­dé­mi­ca pro­po­ne que las enfer­me­da­des ocu­rren simul­tá­nea­men­te en deter­mi­na­das épo­cas o zonas geo­grá­fi­cas. La cau­sa es la exis­ten­cia de con­di­cio­nan­tes socia­les nega­ti­vos. Las enfer­me­da­des inter­ac­túan a nivel indi­vi­dual y gru­pal, poten­cian­do sus efec­tos per­ju­di­cia­les sobre la salud.

Actual­men­te, una sin­de­mia se defi­ne como una siner­gia de epi­de­mias que coexis­ten en un tiem­po y lugar. Ade­más, inter­ac­túan entre sí y com­par­ten fac­to­res socia­les sub­ya­cen­tes. Estos aumen­tan la sus­cep­ti­bi­li­dad de un gru­po pobla­cio­nal a una enfer­me­dad o empeo­ran su pronóstico.

Va mucho más allá de la comor­bi­li­dad. Esta se refie­re exclu­si­va­men­te a enfer­me­da­des o tras­tor­nos que sue­len dar­se de for­ma con­jun­ta. Cuan­do habla­mos de sin­de­mia, sin embar­go, inclui­mos cues­tio­nes socia­les, eco­nó­mi­cas, polí­ti­cas, eco­ló­gi­cas, etc.

En algu­nos casos, la exis­ten­cia de una sin­de­mia está cla­ra. En otros, no se ha podi­do demos­trar si los pro­ble­mas co-ocu­rren inde­pen­dien­te­men­te, si exis­te una rela­ción cau­sa-efec­to o si real­men­te se ampli­fi­can mutuamente.

Sín­dro­me de SAVA

Sin­ger y sus cola­bo­ra­do­res inves­ti­ga­ban el uso de dro­gas en comu­ni­da­des de bajos ingre­sos en Esta­dos Uni­dos (EEUU).

Des­cu­brie­ron que muchas per­so­nas que se inyec­ta­ban dro­gas pade­cían tam­bién otras enfer­me­da­des (tubercu­losis, enfer­me­da­des de trans­mi­sión sexual, sida). En deter­mi­na­dos casos, la com­bi­na­ción ampli­fi­ca­ba el daño.

Las inves­ti­ga­cio­nes de Sin­ger lle­va­ron a pro­po­ner el sín­dro­me de SAVA, en el que incluían el abu­so de dro­gas, la vio­len­cia y el sida. Estos fac­to­res inter­ac­tua­ban entre sí, cau­san­do una sin­de­mia en los gru­pos más pobres de los cen­tros urbanos.

¿Es la actual pan­de­mia de COVID-19 una sindemia?

En la covid-19 hay una cla­ra inter­ac­ción con otras enfer­me­da­des no trans­mi­si­bles, como la hiper­ten­sión, la obe­si­dad, la dia­be­tes y otras enfer­me­da­des cró­ni­cas. Estas son espe­cial­men­te fre­cuen­tes en deter­mi­na­dos gru­pos de pobla­ción, como los ancia­nos o las per­so­nas con bajos ingre­sos económicos.

Por otra par­te, sabe­mos que el ori­gen de la pan­de­mia se encuen­tra en el con­tac­to con ani­ma­les sal­va­jes. Por lo tan­to, la pre­ven­ción debe ana­li­zar tam­bién cues­tio­nes ecológicas.

Sin embar­go, hay auto­res que pro­po­nen que el con­tex­to impor­ta. Por ejem­plo, la situa­ción en EEUU es total­men­te dife­ren­te a la de Nue­va Zelanda.

En EEUU, las altas tasas de obe­si­dad, dia­be­tes e hiper­ten­sión, uni­das al pro­ble­ma racial, la ausen­cia de un sis­te­ma de salud acce­si­ble, y la fal­ta de lide­raz­go polí­ti­co han con­ver­ti­do a la covid-19 en una sindemia.

Pero en Nue­va Zelan­da, la situa­ción ha sido total­men­te dis­tin­ta. Su impac­to ha sido mucho menor y no pue­de con­si­de­rar­se una enfer­me­dad sindémica.

Otras sin­de­mias

Varios auto­res han ana­li­za­do diver­sos pro­ble­mas de salud glo­bal des­de la pers­pec­ti­va sindémica.

Pero tam­bién influ­yen en el cam­bio cli­má­ti­co, ya que pro­duc­ción de ali­men­tos gene­ra más del 30% de las emi­sio­nes de gases de efec­to inver­na­de­ro. Por otra par­te, el cam­bio cli­má­ti­co cau­sa sequías e inun­da­cio­nes que aca­ban con las cose­chas. De este modo, muchas per­so­nas pier­den los pocos ali­men­tos de que disponían.

Las accio­nes orien­ta­das a mejo­rar los sis­te­mas de pro­duc­ción y luchar con­tra el cam­bio cli­má­ti­co serán tan impor­tan­tes como las inter­ven­cio­nes sani­ta­rias para evi­tar los pro­ble­mas de salud deri­va­dos de la malnutrición.

Tam­bién se ha des­cri­to una sin­de­mia de depre­sión y dia­be­tes. Estas dos enfer­me­da­des man­tie­nen una rela­ción bidireccional.

La depre­sión en las per­so­nas dia­bé­ti­cas se aso­cia con una menor adhe­ren­cia al tra­ta­mien­to de la dia­be­tes. Tam­bién con nume­ro­sas com­pli­ca­cio­nes de la enfer­me­dad y un con­trol glu­cé­mi­co deficiente.

Por otro lado, la pre­va­len­cia de la depre­sión en per­so­nas con dia­be­tes es dos veces supe­rior a la de la pobla­ción general.

En ambas pato­lo­gías influ­yen fac­to­res eco­nó­mi­cos y socia­les. Éstos lle­van a una die­ta inade­cua­da, fal­ta de ejer­ci­cio físi­co, ansie­dad y estrés. Fac­to­res que hacen que el ciclo se retroalimente.

¿Qué apor­ta el con­cep­to sindemia?

En Romeo y Julie­ta, Sha­kes­pea­re escri­bió que “la rosa no deja­ría de ser rosa, y de espar­cir su aro­ma, aun­que se lla­ma­se de otro modo”. Por otro lado, en su poe­ma El Golem, Bor­ges expre­sa­ba que “el nom­bre es el arque­ti­po de la cosa, en las letras de ‘rosa’ está la rosa y todo el Nilo en la pala­bra ‘Nilo”.

Coin­ci­dien­do con lo que escri­bía Bor­ges, ele­gir la pala­bra ade­cua­da es impor­tan­te, ya que las pala­bras evo­can ideas y conceptos.

Cuan­do habla­mos de sin­de­mia, pone­mos el énfa­sis en cues­tio­nes que van más allá de las pura­men­te bio­mé­di­cas. Nos hace pen­sar en otros fac­to­res que pue­den con­di­cio­nar la evo­lu­ción de la enfermedad.

Cómo evi­tar futu­ras sindemias

La pre­ven­ción y la solu­ción de las sin­de­mias no pue­den abor­dar­se úni­ca­men­te des­de el pun­to de vis­ta del pató­geno o de la cau­sa bio­ló­gi­ca. Van más allá de tra­tar a los pacien­tes o bus­car una vacuna.

Para evi­tar futu­ras sin­de­mias hace fal­ta un enfo­que inte­gral, y para ello hay que solu­cio­nar tam­bién los pro­ble­mas subyacentes.

Debe­mos abor­dar los fac­to­res estruc­tu­ra­les que hacen que a deter­mi­na­dos colec­ti­vos les resul­te más difí­cil acce­der a los sis­te­mas de salud o seguir una die­ta adecuada.

Luchar con­tra el cam­bio cli­má­ti­co y la defo­res­ta­ción, con­ser­var la bio­di­ver­si­dad, son accio­nes que con­tri­bui­rán a dis­mi­nuir el ries­go de zoonosis.

Los tra­ta­mien­tos y vacu­nas son evi­den­te­men­te impor­tan­tes. Pero tam­bién es fun­da­men­tal lle­var a cabo actua­cio­nes para corre­gir los fac­to­res socia­les, eco­nó­mi­cos y eco­ló­gi­cos que ampli­fi­can el efec­to de estas enfermedades.

Actual­men­te esta­mos cen­tra­dos en la covid-19. Eso sí, ya hay ini­cia­ti­vas orien­ta­das a evi­tar futu­ras pan­de­mias o sin­de­mias. La mejor for­ma de luchar con­tra ellas es evi­tar que aparezcan.

Fuen­te: The Conversation

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