Resumen Latinoamericano, 29 de enero de 2021.
Desde los diferentes territorios plurinacionales que conformamos el Movimiento de Mujeres Indígenas por el Buen vivir continuamos sosteniendo nuestros #ComedoresPlurinacionales con todo nuestro corazón, nuestra fuerza ancestral y contra toda violencia.
Porque existimos, resistimos a violencias que parecen de antaño pero al día de hoy seguimos padeciendo.
El Estado continúa perpetuando el genocidio no tan silencioso de nuestros pueblos, negándonos en muchos de los territorios algo tan esencial como el agua.
A nosotras que somos sus guardianas. El agua, que nos acompaña y está presente para sembrar, para cocinar, para ceremoniar.
«Sin agua no podemos hacer nada» nos dice nuestra hermana Delia desde Quitilipi Chaco, territorio Qom.
¿Cómo puede ser que los gobiernos de las provincias sobretodo el norte no hayan invertido en obras necesarias para que nuestros hermanos y hermanas no mueran por deshidratación?
Los pozos que hay se contaminan, las canillas en muchos lugares son comunitarias y tienen agua una hora por día, teniendo que caminar kilómetros de madrugada para conseguir un balde de agua. Dicha actividad recae sobre el cuerpo de nuestras hermanas.
En plena pandemia, contexto en el cual todes debemos profundizar la higiene y el cuidado de nuestros cuerpos-territorio nos privan del acceso al agua. Recrudecen la hambruna y la amenaza de muerte camina por todos los territorios indígenas. No solamente por la presencia del covid-19 sino también por el hambre y todas las enfermedades que genera la mal nutrición.
El Estado racista permite que muchos latifundistas sí tengan agua para sus estancias y monocultivos, por ende el agua llega, la pregunta entonces es: ¿para quiénes sí hay recursos?
Son cómplices y ejecutantes de lo que denominamos: #violenciaterricida.
Nos quieren clandestinas, nos quieren desnutridas y deshidratadas, sobretodo a nuestres niñes, jóvenes y ancianes. Su intención es perpetuar nuestra desaparición para eliminar el retorno hacia la matriz amorosa con la tierra y entre todes les seres que la habitamos.
Estamos en emergencia por malnutrición y deshidratación.
Queremos pedirles que nos acompañen en nuestro grito: ¡basta de violencia terricida!
Basta de negarnos el agua y de entregarla a mega empresas y latifundistas terricidas. Basta de desidia y de violencia hacia nuestros cuerpos territorios.
Desde que comenzamos a gestar el funcionamiento de los comedores apelamos a sus corazones solidarios para recibir aportes y poder entregar alimentos a nuestras comunidades. Los comedores son mucho más que un plato de comida, son un lugar de encuentro y fortalecimiento espiritual, es poder reír y contarnos algo, jugar y abrazarnos. Queremos recuperar los sabores ancestrales, poder brindar alimentación de calidad, nutrir aquellas familias con cuadros de desnutrición.
Durante el mes de marzo y abril del 2020 pedimos a un área de emergencia del Estado que reconozcan 30 comedores para poder brindar allí respaldo para hermanas que están dispuestas a trabajar de sol a sol para sus comunidades, pero aún seguimos esperando que la burocracia se digne a destrabar el trabajo que les corresponde realizar. Luego conseguimos envíos de comida seca para sólo 5 de los 10 comedores que sostienen las hermanas, pero a cambio nos piden completar planillas con datos cuando las hermanas no tienen donde imprimir y dónde en muchos casos no saben escribir.
Nos demuestran así la inoperancia del Estado, no saben cómo trabajar con nosotras, los estándares y protocolos de acción siguen siendo bajo una óptica totalmente racista y clasista.
No bajaremos los brazos porque como flores nativas, no sabemos lo que es claudicar. A fuerza solidaria seguiremos adelante, les invitamos a caminar con nosotras.
Jallalla! Marici weu! Mbaraete!
Jalana inchala! An’añagat!
Kalitse wa!