Resumen Latinoamericano, 8 de febrero de 2021.
En Argentina aún persiste la deuda para con las tareas de cuidado y quiénes la llevan a cabo, en su mayoría mujeres. Dichas actividades aportan al PBI un 16% y según la Directora Nacional de Economía y Género, Mercedes D’Alessandro, este porcentaje se vio incrementado durante el año 2020 tras atravesar el aislamiento social, preventivo y obligatorio dispuesto por el Poder Ejecutivo para mitigar el crecimiento de casos de Covid-19. En estas particulares circunstancias, su nivel alcanzó la cifra del 21,8% del PBI. De este modo, debemos considerar el impacto que las tareas del cuidado aporta a la macroeconomía; según un informe de Economía, Igualdad y Género el trabajo doméstico y de cuidados no remunerados contribuye en términos de cifras mucho más que la industria y el comercio.
En este sentido, hay dos proyectos de ley presentados en 2019 por el senador nacional por la provincia de La Pampa, Daniel Lovera, que abordan esta problemática y de implementarse subsanarían la enorme desigualdad de género que existe en cuanto a la distribución de dichas tareas. Ambos proyectos están íntimamente relacionados e implican la creación de un sistema integral y federal de cuidados y un programa de formación y jerarquización de trabajadoras/es de cuidado. Históricamente, tienen una gran relevancia a nivel legislativo puesto que considera el déficit de políticas de cuidados que sobrecarga a las mujeres y afecta también al Estado. En este sentido, reconocer el derecho que tienen las personas a cuidar y ser cuidadas es un punto de partida que apunta a la responsabilidad social compartida entre hombres y mujeres y, principalmente, entre sociedad y Estado.
La feminización de la pobreza resulta de este trabajo en las sombras y necesita que se garanticen recursos y estructuras de apoyo para que las mujeres puedan conciliar su vida personal y su vida laboral o aspiraciones de desarrollo y autonomía. De este modo, Lovera afirma que la creación de un sistema de cuidados es una política pública que también actúa como mecanismo de prevención de la violencia contra las mujeres y especialmente a las que pertenecen a sectores de menos recursos. En consecuencia, la creación de políticas públicas transversales con perspectiva de género, en un contexto de extrema vulnerabilidad de las mujeres, implican otorgar herramientas, instrumentos y posibilidades reales para lograr su autonomía y empoderamiento.
La creación de un sistema integral Federal pretende establecer un marco general para el diseño e implementación de políticas públicas con el objeto de garantizar el derecho al cuidado en todo el territorio nacional y promueve una organización corresponsable entre el Estado, el mercado, los sindicatos, la comunidad y las familias. El senador Lovera, insiste en remarcar que el cuidado es un derecho para quien lo recibe y un trabajo para quien lo realiza. De este modo, propuso la formación y jerarquización de trabajadoras/es a través de trayectos formativos escalonados de carácter gratuito, con perspectiva de género y de acuerdo las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo.
Asimismo, destacó que la capacitación y profesionalización de la temática va a decantar en personas que tengan los perfiles adecuados para desarrollar las tareas y garantizar la calidad de los servicios. También, apunta a la creación de empleos en los nuevos yacimientos del sector cuidados a partir de su implementación garantizando un futuro más igualitario, equitativo y más sostenible en términos intergeneracionales. Algunas organizaciones que estudian la temática, calculan que la capacitación y profesionalización puede llegar a generar 1,4 millones de puestos de trabajo.
Autocuidado: estar bien para seguir haciendo.
El tiempo es un factor económico de primera magnitud; el consumo del mismo para el cuidado impacta sobre todo en las mujeres adultas, quienes sufren agobio ante la escasez del mismo. La encuesta del uso del tiempo, realizada en el año 2013, reveló que los servicios generales producidos en el hogar consumen un 62% del tiempo dedicado a las tareas domésticas generales. Por su parte, el autocuidado, como actividad diferente a los quehaceres no ha sido objeto de consideración de esta encuesta. Lo primero es comprender el término como aquella tendencia que tiene una persona de pensar sobre sí misma, ser consciente de verse y pensarse a sí misma. El segundo elemento es la práctica. Es decir, ‘puedo pensar en mi ser, en mi cuidado, pero no actuar en consecuencia’.
Por consiguiente, la Red de Salud de las Mujeres Latinoamericanas y del Caribe (RSMLAC) creó espacios para llevar a la concienciación y práctica del cuidado de la salud, debido a que aquí es precisamente donde las feministas, y especialmente las defensoras y activistas de Derechos Sexuales y Derechos Reproductivos (DSDR), resbalan. Además, desde una perspectiva feminista, donde lo personal es político, el estado emocional y de salud de cada integrante de una organización y movimiento afecta el desarrollo de la organización y sus posibilidades de mantener su trabajo. De modo que, hay mayor productividad con las tareas diarias cuando existen espacios para descansar y cuidarse, el autocuidado es una estrategia política, feminista y transgresora que permite caminar de forma amorosa y colectiva en estos tiempos convulsos actuales.
Consecuentemente, sanar el cuerpo y la mente, prevenir desgastes, saber poner límites e incluso tomar un descanso de nuestras dinámicas laborales, familiares y sociales se vuelve todo un reto ya que tenemos interiorizado uno de los roles más fuertes del patriarcado: el ser para los otros/as. La salida es colectiva y la clave es el cuidado y autocuidado, por esa razón tres feministas argentinas —Valeria Donato, Lola Cufré y Jazz Castello— crearon el grupo Red de Autocuidado Feminista en Cuarentena en Facebook. Este espacio nació de la urgencia y la necesidad de cubrir situaciones críticas: las administradoras crearon una base de datos con compañeras que aceptaron donar tiempo, dinero y habilidades para resolver situaciones complejas en el aislamiento (conseguir medicación, alimento o contención psicológica frente a situaciones de vulnerabilidad). Rápidamente, el grupo creció y se multiplicó en iniciativas territoriales en distintos puntos del país: Mendoza, Córdoba y Catamarca fueron los primeros nodos activos.
La pandemia y las formas en las que estamos transitando la cuarentena han hecho visible la escasez de políticas públicas de cuidado, esas tareas invisibles, fundamentales y poco valoradas que sostienen el andamiaje de todo el sistema. Muchas feministas han señalado estas tareas y su falta de retribución como parte de la cuenta que el capitalismo se cobra sobre los cuerpos feminizados: somos quienes sostenemos gran parte de la reproducción de la vida cotidiana de manera casi imperceptible. Por lo tanto, la comunicación es fundamental en el fortalecimiento de las redes y organizaciones sociales y se considera un eje transversal para su funcionamiento interno, pero también para el posicionamiento externo. La Red además articula con organismos estatales como el Ministerio de la Mujeres, géneros y diversidades y el INADI. Finalmente, ahora que cuidar(se)/(nos) es un valor, algo que desde el feminismo sostiene hace décadas, es necesario pensar cómo eso va a impactar en nuestras vidas, quiénes y cómo cuidamos, el tiempo y trabajo que demanda, la distribución equitativa de cuidados y especialmente, la retribución que demanda.
Fuente: ANRed