Bra­sil. Sobre la inde­pen­den­cia del Ban­co Central

Por Pli­nio Arru­da Sam­paio Jr. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de febre­ro 2021.

En este artícu­lo el autor sos­tie­ne que la recién reco­no­ci­da inde­pen­den­cia del Ban­co Cen­tral bra­si­le­ño «va en con­tra de lo que sería nece­sa­rio para afron­tar la cri­sis eco­nó­mi­ca, social y sani­ta­ria que está sacu­dien­do la vida de los bra­si­le­ños», por lo que supo­ne un nue­vo gol­pe a la cla­se tra­ba­ja­do­ra brasileña.

¿Por qué tan­ta prisa?

En abso­lu­ta diso­nan­cia con los gra­ves pro­ble­mas nacio­na­les, el Con­gre­so apro­bó, con el apo­yo entu­sias­ta del gobierno de Bol­so­na­ro, la inde­pen­den­cia del Ban­co Cen­tral. La medi­da va en con­tra de lo que sería nece­sa­rio para afron­tar la cri­sis eco­nó­mi­ca, social y sani­ta­ria que está sacu­dien­do la vida de los brasileños.

Mien­tras has­ta el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal (FMI) advier­te de la urgen­cia de polí­ti­cas fis­ca­les y mone­ta­rias anti­cí­cli­cas, la plu­to­cra­cia bra­si­le­ña pro­fun­di­za, sobre la mar­cha, la ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción del neo­li­be­ra­lis­mo. En lugar de prio­ri­zar la recu­pe­ra­ción del empleo y la finan­cia­ción de las polí­ti­cas públi­cas, el Esta­do bra­si­le­ño redo­bla la defen­sa del rentismo.

Aun­que la inde­pen­den­cia del Ban­co Cen­tral se pre­sen­ta como una cues­tión téc­ni­ca, rela­cio­na­da con la nece­si­dad de una ges­tión «racio­nal» de la mone­da, es, de hecho, un pro­ble­ma emi­nen­te­men­te polí­ti­co. Se tra­ta de quién esta­ble­ce las con­di­cio­nes de acce­so a la mone­da nacio­nal y a las mone­das inter­na­cio­na­les. Como guar­dián últi­mo de la mone­da nacio­nal, el Ban­co Cen­tral fun­cio­na como un cen­tro neu­rál­gi­co que, den­tro de cier­tos lími­tes, con­di­cio­na la direc­ción, el rit­mo y la inten­si­dad del desa­rro­llo capi­ta­lis­ta den­tro del país.

Las deci­sio­nes de las auto­ri­da­des mone­ta­rias son cru­cia­les para deter­mi­nar el tipo de inte­rés (que arbi­tra el cos­te del dine­ro) y el tipo de cam­bio (que defi­ne la rela­ción de pre­cios entre el país y el res­to del mun­do). En con­se­cuen­cia, el Ban­co Cen­tral desem­pe­ña un papel cen­tral en el con­di­cio­na­mien­to de la ofer­ta de dine­ro y cré­di­to; en el esta­ble­ci­mien­to de las con­di­cio­nes de pago de las deu­das públi­cas y pri­va­das; en la defen­sa de las reser­vas inter­na­cio­na­les, así como en la inhi­bi­ción de las manio­bras espe­cu­la­ti­vas que ponen en ries­go la soli­dez del sis­te­ma financiero[1]. Así, si las auto­ri­da­des mone­ta­rias son inde­pen­dien­tes de la sobe­ra­nía popu­lar, estas deli­be­ra­cio­nes ‑que tie­nen un impac­to direc­to en el fun­cio­na­mien­to de la eco­no­mía nacio­nal y sus reper­cu­sio­nes en la vida de los tra­ba­ja­do­res- esta­rán com­ple­ta­men­te subor­di­na­das a la lógi­ca del gran capital.

La inde­pen­den­cia del Ban­co Cen­tral ‑un vie­jo ale­ga­to de los ricos- trans­for­mó la auto­no­mía de fac­to de las auto­ri­da­des mone­ta­rias, exis­ten­te duran­te déca­das, en una auto­no­mía ins­ti­tu­cio­na­li­za­da. El pro­ble­ma no es mera­men­te for­mal. La auto­no­mía legal es un gol­pe más con­tra la cla­se tra­ba­ja­do­ra. El zorro ha obte­ni­do la escri­tu­ra del galli­ne­ro, de papel pasa­do. Al abri­go de las pre­sio­nes pro­ce­den­tes del poder polí­ti­co, la posi­bi­li­dad de una polí­ti­ca mone­ta­ria que con­tem­ple, aun­que sea en ínfi­mas dosis, algún áto­mo de preo­cu­pa­ción por la situa­ción eco­nó­mi­ca y social de quie­nes viven de su pro­pio tra­ba­jo se hace aún más remo­ta. La urgen­cia dada a la vota­ción sobre la inde­pen­den­cia del Ban­co Cen­tral es sor­pren­den­te, tenien­do en cuen­ta que el pre­su­pues­to del gobierno fede­ral para 2021 ni siquie­ra ha sido aprobado. 

La situa­ción es surrea­lis­ta. Aun sin ries­go inmi­nen­te de esca­la­da infla­cio­na­ria, los acree­do­res de la deu­da públi­ca pue­den dor­mir tran­qui­los sabien­do que el valor de su capi­tal fic­ti­cio esta­rá pro­te­gi­do de cual­quier incle­men­cia, pero toda­vía no hay pre­vi­sión de recur­sos para ayu­dar a los dos prin­ci­pa­les pro­ble­mas del país: la vacu­na­ción de la pobla­ción y la super­vi­ven­cia de los 67 millo­nes de bra­si­le­ños que ya no reci­ben la Ayu­da de Emer­gen­cia, sin que se hayan supe­ra­do las con­di­cio­nes que exi­gie­ron su creación.

Pues­to en pers­pec­ti­va, la pri­sa por ins­ti­tu­cio­na­li­zar la auto­no­mía for­mal del Ban­co Cen­tral se reve­la como una acción pre­ven­ti­va deses­pe­ra­da para pre­ser­var en cir­cuns­tan­cias impo­si­bles, cues­te lo que cues­te, el régi­men de aus­te­ri­dad fis­cal y mone­ta­ria. Sin modi­fi­car la Ley de Res­pon­sa­bi­li­dad Fis­cal, dero­gar la Ley de Techo de Gas­tos y poner la mone­da al ser­vi­cio de los intere­ses estra­té­gi­cos de la nación, no hay for­ma de evi­tar una depre­sión de gran­des pro­por­cio­nes, con refle­jos catas­tró­fi­cos en las con­di­cio­nes de vida de la pobla­ción y en la pro­pia orga­ni­za­ción del Esta­do brasileño.

En un momen­to en que la cri­sis del coro­na­vi­rus pone en la agen­da la nece­si­dad de cam­bios pro­fun­dos en la polí­ti­ca eco­nó­mi­ca, los due­ños del poder redo­blan la aven­tu­ra neo­li­be­ral. Pero al igual que la ley de la gra­ve­dad no pue­de ser dero­ga­da por la volun­tad polí­ti­ca, es impo­si­ble dete­ner el ven­da­val que ame­na­za las bases eco­nó­mi­cas, socia­les y polí­ti­cas del Plan Real con expe­dien­tes legales.

La esca­la­da de la deu­da públi­ca y la pers­pec­ti­va de una infle­xión de los flu­jos inter­na­cio­na­les de capi­tal soca­van las bases obje­ti­vas de la esta­bi­li­dad de la mone­da nacio­nal, los ancla­jes fis­cal y cam­bia­rio que dan a los capi­ta­lis­tas una rela­ti­va con­fian­za en la esta­bi­li­dad de la mone­da nacio­nal. El agra­va­mien­to de la cri­sis social, que deja a uno de cada tres tra­ba­ja­do­res fue­ra del mer­ca­do labo­ral, inten­si­fi­ca la lucha de cla­ses, trans­for­man­do el país en un pol­vo­rín. El víncu­lo esta­ble­ci­do entre la esta­bi­li­dad eco­nó­mi­ca y la esta­bi­li­dad ins­ti­tu­cio­nal lle­vó al paro­xis­mo la cri­sis de legi­ti­mi­dad de la Nue­va Repú­bli­ca. Las cri­sis eco­nó­mi­ca, social y polí­ti­ca se mez­clan inexorablemente.

La bur­gue­sía fue por todo o nada. Sin embar­go, el expe­dien­te de ganar tiem­po, esti­ran­do la super­vi­ven­cia del Plan Real has­ta el lími­te de sus posi­bi­li­da­des, tie­ne un alien­to limi­ta­do. El abra­zo aho­ga­do entre el Plan Real y la Nue­va Repú­bli­ca refuer­za la urgen­cia de deba­tir un pro­yec­to de socie­dad capaz de ofre­cer una alter­na­ti­va a la cri­sis de civi­li­za­ción que ame­na­za a Bra­sil. La revo­lu­ción demo­crá­ti­ca, erra­di­can­do las estruc­tu­ras res­pon­sa­bles de la segre­ga­ción social y avan­zan­do hacia la igual­dad sus­tan­ti­va, es el úni­co camino capaz de supe­rar la esca­la­da de la bar­ba­rie en Bra­sil. La tarea de emer­gen­cia es depo­ner a Bol­so­na­ro y a Mou­rão como pri­mer paso hacia una rede­fi­ni­ción com­ple­ta de la vida nacional.

Plí­nio de Arru­da Sam­paio Jr. es pro­fe­sor jubi­la­do del Ins­ti­tu­to de Eco­no­mía de la Uni­camp (Uni­ver­si­dad de Cam­pi­nas) y edi­tor del sitio web Con­tra­po­der. Es autor, entre otros libros, de Entre a nação e a bar­bá­rie – dile­mas do capi­ta­lis­mo depen­den­te (Vozes).

Nota

[1] Es decir, la polí­ti­ca mone­ta­ria influ­ye en las deci­sio­nes de inver­sión, en la defi­ni­ción del valor del capi­tal fic­ti­cio, en la capa­ci­dad de gas­to del sec­tor públi­co, en la posi­bi­li­dad de endeu­da­mien­to de las fami­lias, en el cir­cui­to cré­di­to-ingre­so-pro­duc­to que rela­cio­na la sol­ven­cia del sis­te­ma pro­duc­ti­vo con la sol­ven­cia del sis­te­ma finan­cie­ro, en la regu­la­ción del sis­te­ma ban­ca­rio, así como en las rela­cio­nes comer­cia­les, pro­duc­ti­vas y finan­cie­ras del país con el exterior.

Tra­duc­ción: Corres­pon­den­cia de Pren­sa.

Fuen­te (de la tra­duc­ción): https://​corres​pon​den​cia​de​pren​sa​.com/​?​p​=​1​6​844

Fuen­te (del ori­gi­nal): https://​ate​rrae​re​don​da​.com​.br/​i​n​d​e​p​e​n​d​e​n​c​i​a​-​d​o​-​b​a​n​c​o​-​c​e​n​t​r​al/

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