Por Ney Nunes. Resumen Latinoamericano, 17 de febrero de 2021.
Tras las apariencias engañosas del juego político burgués se desarrolla en Brasil una confrontación, cada vez más radicalizada, entre las tres facciones políticas de la guerra de clases sociales.
En medio de ese enfrentamiento, las distintas siglas de los partidos, centrales sindicales, denominaciones religiosas, aparatos de comunicación de masas y ONG, forman una niebla que puede nublar nuestra visión. No obstante, toda esta aparente diversidad se puede integrar en tres ejes, que constituyen los tres ejércitos que se enfrentan en la guerra de clases brasileña.
El primer ejército, el que ha estado en el poder desde el final de la dictadura empresarial-militar de 1964, es el de la democracia burguesa. Está dirigido por el sector hegemónico de la gran burguesía, esencialmente compuesto por el sector financiero, por megaempresas de los sectores de la comunicación de masas, oligopolios industriales y comerciales, agronegocio y minería, que están umbilicalmente ligadas a las potencias capitalistas, en una relación subordinada y oportunista que busca garantizar sus ganancias en el proceso de reprimarización de la economía brasileña que se viene desarrollando desde hace tres décadas. Su arco político es bastante amplio, abarcando tanto a la derecha como al centro y a la izquierda, ya que aúna el neoliberalismo con el neodesarrollismo desde la perspectiva del mercado y una supuesta armonía entre clases sociales.
El segundo ejército es el neofascista de extrema derecha, una variante radical del primer ejército. Surgió de la crisis política y social de la propia democracia burguesa, demasiado cuestionada por amplios sectores de la población. Maduró en una situación de caos y pre barbarie instalada en la periferia de las grandes ciudades brasileñas. Llegó a la presidencia tras las elecciones de 2018 gracias a una alianza con los evangélicos pentecostales (ex aliados de los gobiernos del PT), que le dieron un apoyo masivo, logrando derrotar a los candidatos preferenciales de la gran burguesía, que sólo en ese momento convirtió al candidato neofascista, que realmente era su plan B, en su candidato para evitar que el PT regresase al gobierno. Este segundo ejército está liderado por grandes y medianos empresarios de los más variados sectores económicos y regiones del país, articulados con sectas pentecostales, fuerzas armadas, policías y milicias paramilitares. Su proyecto político de poder es una dictadura empresarial-militar fascista, profundizando la relación dependiente con respecto al imperialismo, suprimiendo a la oposición y reprimiendo violentamente cualquier intento de resistir a las masas explotadas.
El tercer ejército todavía carece de un programa, organización, unidad y potencia de fuego para hacer frente a la tarea que tiene por delante. Se puede decir que, de los tres, es en este momento el más fragmentado y desarticulado. Estamos hablando del ejército proletario. Su debilidad actual nace precisamente de la enorme presión que ejerció el primer ejército (democracia burguesa) en todos sus flancos, corrompiendo y cooptando a sus “oficiales” en todos los niveles, hasta el punto de formar una poderosa quinta columna que se volvió hegemónica en su interior predicando la doctrina de la conciliación de clases y la humanización del capitalismo. Esta quinta columna tiene nombre y apellido, es la vieja socialdemocracia, ahora vestida con un atuendo posmoderno.
La guerra continúa, los ataques de la burguesía y el imperialismo contra el proletariado son cada vez más incisivos y radicales, se recortan derechos elementales y se niegan necesidades básicas, todo por la maximización del beneficio y la concentración de la riqueza. El bloque burgués-imperialista tiene dos ejércitos experimentados y bien armados, la democracia burguesa y el neofascismo. La historia ya nos ha enseñado a través de golpes de Estado, intervenciones militares y, principalmente, dos guerras mundiales, de las barbaridades y de los genocidios de que son capaces.
A pesar de las condiciones adversas, la posibilidad de una futura victoria del ejército proletario descansa sobre tres pilares que deben cimentar su vanguardia (instruida y cohesionada por su partido revolucionario):
1- Rescatar el proyecto histórico de poder de la Comuna de París y de la Revolución Soviética.
2- Deshacerse de la quinta columna socialdemócrata, denunciando sus traiciones y oportunismo al servicio de la gestión capitalista y del imperialismo.
3- Reconstruir sus organizaciones en el fragor del combate, forjando el programa y la unidad necesarios para derrotar a los dos ejércitos del enemigo de clase en todos los terrenos de la lucha.
Fuente: Rebelión
Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez