Colombia. Acuerdo de Paz a la deriva y violación sistemática de DDHH en Colombia

Colom­bia. Acuer­do de Paz a la deri­va y vio­la­ción sis­te­má­ti­ca de DDHH en Colombia

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Por Odalys Tro­ya Flo­res. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 26 de febre­ro de 2021.

El Acuer­do de Paz en Colom­bia pare­ce ir a la deri­va por su débil imple­men­ta­ción, des­pla­za­mien­tos for­za­dos, cre­cien­te cifra de ase­si­na­tos de líde­res socia­les y exgue­rri­lle­ros de las FARC-EP, e irrup­ción de gru­pos arma­dos irregulares.

La ilu­sión que sig­ni­fi­ca­ba el Acuer­do fir­ma­do el 24 de noviem­bre de 2016 por el gobierno de Juan Manuel San­tos, en repre­sen­ta­ción del Esta­do, y las Fuer­zas Arma­das Revo­lu­cio­na­rias de Colom­bia-Ejér­ci­to del Pue­blo (FARC-EP), en fun­ción de una paz esta­ble y dura­de­ra, pare­ce ir sin rum­bo por un mar de dolor.

Para el aca­dé­mi­co Jai­ro Estra­da, el Acuer­do de Paz alcan­za­do tras casi cua­tro años de diá­lo­gos en La Haba­na, repre­sen­tó una derro­ta para los sec­to­res que bus­ca­ban a toda cos­ta una solu­ción mili­tar a la lar­ga con­fron­ta­ción arma­da en Colombia.

En entre­vis­ta con Pren­sa Lati­na, vía Inter­net, ase­gu­ró que esas esfe­ras se lucra­ron con la gue­rra, acre­cen­ta­ron su poder y rique­za, y se opu­sie­ron al pro­ce­so de diá­lo­go y nego­cia­ción que con­du­jo al his­tó­ri­co hecho.

El Acuer­do pro­du­jo una rede­fi­ni­ción de fuer­zas y pro­fun­di­zó las frac­tu­ras en el blo­que domi­nan­te de poder que comen­zó a exhi­bir con mayo­res cla­ri­da­des sus dife­ren­cias; y al mis­mo tiem­po, habi­li­tó mejo­res con­di­cio­nes para el cam­po pro­gre­sis­ta, demo­crá­ti­co y popu­lar, explicó.

La fór­mu­la antes exi­to­sa de endil­gar­le los pro­ble­mas de la socie­dad colom­bia­na a la insur­gen­cia arma­da, espe­cial­men­te a las FARC-EP, se ago­tó, des­ve­lan­do los lími­tes polí­ti­cos, eco­nó­mi­cos, socia­les y cul­tu­ra­les del orden capi­ta­lis­ta exis­ten­tes en el país, destacó.

Entre los ana­lis­tas polí­ti­cos y sec­to­res de la aca­de­mia hay con­sen­so al seña­lar que el avan­ce mos­tra­do por las fuer­zas polí­ti­cas dis­tin­tas a las dere­chas en las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2018, así no logra­ran derro­tar al actual pre­si­den­te Iván Duque, se expli­ca en gran medi­da por el cre­cien­te males­tar social y ciu­da­dano y la fir­ma del Acuer­do de paz, indi­có. Y men­cio­nó el paro nacio­nal de noviem­bre de 2019 y las sub­si­guien­tes movilizaciones.

“Hoy se pue­de afir­mar que el Acuer­do repre­sen­ta un bien común de la socie­dad colom­bia­na, que asu­me las veces de un agre­ga­do del mayor sig­ni­fi­ca­do a la más amplia agen­da del cam­po pro­gre­sis­ta, demo­crá­ti­co y popu­lar; con la dife­ren­cia que no se tra­ta de una aspi­ra­ción, sino de un hecho his­tó­ri­co con­cre­to del cual se deri­van obli­ga­cio­nes del Esta­do colom­biano”, sentenció.

Dete­rio­ro de la implementación

Con el triun­fo de un pro­yec­to polí­ti­co de dere­cha, que lle­vó a Iván Duque a la pre­si­den­cia de la repú­bli­ca en 2018, asis­ti­mos a un dete­rio­ro de las con­di­cio­nes de la eje­cu­ción, afir­mó, pues “no se pue­de espe­rar que las fuer­zas polí­ti­cas opues­tas a la nego­cia­ción y lue­go a la fir­ma del Acuer­do, se com­pro­me­tan con su implementación”

Recal­có que, ante la impo­si­bi­li­dad polí­ti­ca y jurí­di­ca de incum­plir explí­ci­ta­men­te lo acor­da­do, el gobierno de Duque for­mu­ló lo que afir­ma sería su polí­ti­ca de imple­men­ta­ción, la lla­ma­da Paz con lega­li­dad a fin de “con­ven­cer a sec­to­res de la socie­dad colom­bia­na y sobre todo a la comu­ni­dad inter­na­cio­nal. No sin algún éxi­to, debo decirlo”.

Es posi­ble, “median­te el examen rigu­ro­so y téc­ni­co, evi­den­ciar que en reali­dad nos encon­tra­mos fren­te a una polí­ti­ca que con­ju­ga la simu­la­ción de la imple­men­ta­ción, con un pro­pó­si­to anun­cia­do, al que no se renun­cia, que es el de ‘hacer tri­zas’ lo pac­ta­do”, señaló.

Por otra par­te, una recon­fi­gu­ra­ción tran­si­to­ria de la situa­ción geo­po­lí­ti­ca regio­nal per­mi­tió arti­cu­lar las pre­ten­sio­nes de la “Paz con lega­li­dad” con la estra­te­gia de la dere­cha trans­na­cio­nal, empe­ña­da en dete­ner su más recien­te “nue­vo enemi­go”: el “cas­tro­cha­vis­mo”

“La imple­men­ta­ción, si se hicie­ra como fue pac­ta­da, repre­sen­ta­ría un for­ta­le­ci­mien­to de tal enemi­go. Eso se tra­du­ce en deri­va­cio­nes de la polí­ti­ca exte­rior, espe­cial­men­te fren­te a Cuba y Vene­zue­la, ajus­ta­das al gobierno de Donald Trump (2017−2021), cuya reelec­ción fue pro­mo­vi­da sin éxi­to en con­cier­to con la dere­cha cuba­no­ame­ri­ca­na y el mal lla­ma­do exi­lio vene­zo­lano”, puntualizó.

Des­pués de los impac­tos ini­cia­les, aso­cia­dos con el cese bila­te­ral y defi­ni­ti­vo de fue­gos y hos­ti­li­da­des y la deja­ción de armas por par­te de las FARC-EP, que se tra­du­je­ron en la reduc­ción sus­tan­ti­va de los hechos de vio­len­cia y de gue­rra, espe­cial­men­te duran­te los dos pri­me­ros años tras la fir­ma del Acuer­do, el cua­dro del país en la actua­li­dad es dramático.

Des­de el 24 de noviem­bre de 2016, fue­ron ase­si­na­dos más de mil líde­res socia­les, 259 exgue­rri­lle­ros de las FARC-EP; el pasa­do año se per­pe­tra­ron 90 masa­cres, la des­apa­ri­ción for­za­da entró de nue­vo a pesar en las esta­dís­ti­cas del Comi­té Inter­na­cio­nal de la Cruz Roja, el des­pla­za­mien­to for­za­do azo­ta a comu­ni­da­des ente­ras en los terri­to­rios de la Colom­bia profunda.

El cua­dro actual, esca­bro­so y maca­bro, es el de una preo­cu­pan­te vio­la­ción sis­te­má­ti­ca de los Dere­chos Huma­nos, la repre­sen­ta­ción de la infa­mia y la ver­güen­za, lamentó.

“Según nues­tra Cons­ti­tu­ción, sobre el Esta­do y el gobierno en par­ti­cu­lar, por acción o por omi­sión, recae la res­pon­sa­bi­li­dad prin­ci­pal sobre la no garan­tía de los dere­chos huma­nos inte­gra­les, empe­zan­do por el dere­cho a la vida”, puntualizó.

Sin des­co­no­cer que el gobierno de Duque afir­ma lle­var a cabo una polí­ti­ca para enfren­tar la vio­len­cia y la inse­gu­ri­dad que cam­pea en los terri­to­rios, lo evi­den­te e incon­tro­ver­ti­ble es que tal polí­ti­ca repre­sen­ta has­ta aho­ra un rotun­do fra­ca­so, mani­fes­tó a Pren­sa Lati­na. A jui­cio de Estra­da, tal fra­ca­so tie­ne que ver en gran medi­da con el enten­di­mien­to de Duque de la vio­len­cia y con las medi­das deri­va­das para combatirla.

La vio­len­cia ter­mi­nó sien­do redu­ci­da a una deri­va de las eco­no­mías ile­ga­les y el com­ba­te a tales eco­no­mías a una estra­te­gia que pri­vi­le­gia el tra­ta­mien­to mili­tar y de orden públi­co, en el cual las comu­ni­da­des de los terri­to­rios son vis­tas como sus bra­zos exten­di­dos, advirtió.

“Un retro­ce­so sin duda en la com­pren­sión de las cau­sas y la per­sis­ten­cia del con­flic­to, que ins­pi­ró el Acuer­do de Paz y las nume­ro­sas dis­po­si­cio­nes que com­pren­den los seis pun­tos acordados”.

Trans­for­ma­cio­nes incum­pli­das y pospuestas

En lugar de la imple­men­ta­ción inte­gral que, bajo una con­cep­ción de pro­ce­so de mediano y lar­go pla­zo, bus­ca­ba la trans­for­ma­ción de la vida y la eco­no­mía en los terri­to­rios para el bien­es­tar y el buen vivir de comu­ni­da­des cam­pe­si­nas y ances­tra­les, “lo que esta­mos vien­do, como ya se dijo es una simu­la­ción de la imple­men­ta­ción”, expuso.

Dicha simu­la­ción con­du­ce a que los aspec­tos sus­tan­cia­les de las trans­for­ma­cio­nes pre­vis­tas, ade­más de incum­pli­das, se posponga.

A ello habría que agre­gar­le que las “garan­tías de segu­ri­dad” pre­vis­tas en el Acuer­do, dise­ña­das con base en el con­cep­to de segu­ri­dad huma­na inte­gral for­mu­la­do por Nacio­nes Uni­das, más allá de los recur­sos retó­ri­cos están sien­do des­co­no­ci­das en sus aspec­tos y alcan­ces, precisó.

Remar­có que el gobierno dise­ñó bajo una “actua­li­za­ción” de ese con­cep­to, las “Zonas Estra­té­gi­cas de Inter­ven­ción Inte­gral”, en las cua­les se pre­sen­ta una cre­cien­te ocu­pa­ción mili­tar de los terri­to­rios que inclu­ye la pre­sen­cia de los Esta­dos Uni­dos con fuer­zas espe­cia­les de la Bri­ga­da de asis­ten­cia a la Fuer­za de Seguridad.

“No se ha pro­du­ci­do una ‘lle­ga­da’ del Esta­do a los terri­to­rios que pri­vi­le­gie la salud, la edu­ca­ción, la infra­es­truc­tu­ra vial y social, en gene­ral el bien­es­tar y el buen vivir; como tam­po­co se reco­no­cen las for­mas socia­les ‘des­de aba­jo’ de pro­duc­ción del terri­to­rio”, aseveró.

Como con­se­cuen­cia de ello se gene­ra una ten­den­cia a la exa­cer­ba­ción de la vio­len­cia y la dispu­ta por el con­trol sobre los terri­to­rios en medio de una apa­ren­te para­do­ja que sigue sin res­pues­ta guber­na­men­tal: ¿Por qué en los terri­to­rios don­de hay más pre­sen­cia mili­tar, se pre­sen­tan los mayo­res hechos de vio­len­cia?, cuestionó.

“Des­de lue­go que es pre­ci­so enfren­tar las eco­no­mías ile­ga­les, las estruc­tu­ras com­ple­jas de domi­na­ción terri­to­rial, en las que se arti­cu­lan pode­res eco­nó­mi­cos y polí­ti­cos, para con­tro­lar terri­to­rios, acce­der a sus recur­sos estra­té­gi­cos, desa­rro­llar la eco­no­mía del nar­co­trá­fi­co y apro­piar­se de los dine­ros públicos”.

Aler­tó que dichas estruc­tu­ras poseen bra­zos arma­dos para­mi­li­ta­res, los cua­les en la mayo­ría de los casos cum­plen fun­cio­nes de con­tra­in­sur­gen­cia en sen­ti­do amplio. “El Acuer­do de Paz con­ci­bió una polí­ti­ca inte­gral para el des­mon­te de tales estruc­tu­ras, pero muy pocos avan­ces se regis­tran al respecto”

En su opi­nión, enfren­tar la situa­ción de vio­len­cia empie­za en con­se­cuen­cia por imple­men­tar inte­gral­men­te el Acuer­do de paz, en gene­ral, y las dis­po­si­cio­nes sobre garan­tía de segu­ri­dad, en particular.

“No tie­ne nin­gu­na jus­ti­fi­ca­ción que a un gobierno al que le entre­gó un país en el que se bus­ca­ba mate­ria­li­zar el com­ple­jo pro­ce­so de cons­truc­ción de la paz y de imple­men­tar el Acuer­do, a cer­ca de 17 meses del fin de su man­da­to ten­ga ese país incen­dia­do en sus terri­to­rios y con la vio­len­cia agu­di­za­da”, denotó.

Con­si­de­ró inacep­ta­ble en pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca que se esté lle­van­do a Colom­bia a una nue­va fase de la con­fron­ta­ción arma­da, difu­sa y enrarecida.

Para Estra­da que­da cla­ra la exis­ten­cia de unos efec­tos que hacen y harán par­te de la his­to­ria, sobre todo en las dimen­sio­nes polí­ti­ca y cul­tu­ral; otros están en dispu­ta inten­sa, lo cual expli­ca en bue­na medi­da la actual coyun­tu­ra polí­ti­ca, y unos ter­ce­ros con­cier­nen direc­ta­men­te a la cali­dad de la implementación.

“¿Cómo se defi­ne ese inte­rregno? Está por ver­se. Sin que parez­ca un cli­ché, ello depen­de­rá de las tra­yec­to­rias que se vayan tra­zan­do en medio de la movi­li­za­ción y la lucha social y popu­lar, de lo cual hace par­te la elec­ción pre­si­den­cial de 2022”

Aden­dum:

El «triun­fo» de Iván Duque para lle­gar a la Pre­si­den­cia es fru­to de la com­pra de votos con dine­ros del nar­co­trá­fi­co, y se man­tie­ne en el poder gra­cias a la impu­ni­dad que le dan la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación y el corrup­to Con­se­jo Nacio­nal Electoral.

(*) Perio­dis­ta de la Redac­ción Suda­mé­ri­ca de Pren­sa Latina

Fuen­te: Pren­sa Latina

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