Cuba. Ante la memo­ria de nues­tros abue­los y padres: ¡Patria o Muer­te! ¡Ven­ce­re­mos!

Por Ernes­to Limia Diaz, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 de febre­ro de 2021.

Han pasa­do 60 años y a solo dos meses del con­gre­so de nues­tro Par­ti­do, esa fra­se de estir­pe mam­bi­sa cobra más sen­ti­do que nun­ca fren­te a quie­nes anhe­lan a la patria ren­di­da a los pies de un impe­rio que el día que nos crea debi­li­ta­dos y miran­do al piso, no ten­drá repa­ros en pulverizarnos.

Gen­te de Zona, Des­ce­mer Bueno y Yotuel Rome­ro nos lla­man a la ren­di­ción des­de Mia­mi. Hablan de «Patria y Vida» en una can­ción que ha empe­za­do a cir­cu­lar en las redes socia­les de Inter­net, acom­pa­ña­dos del indi­vi­duo que hace ape­nas tres meses le pidió a Donald Trump una inva­sión con­tra Cuba. Defen­dien­do su espa­cio en las dis­que­ras de ese encla­ve, que con­tro­la el ultra­rreac­cio­na­rio matri­mo­nio Este­fan, inten­tan legi­ti­mar una cons­truc­ción sim­bó­li­ca de tin­te ane­xio­nis­ta. Vale recor­dar cómo cons­tru­yó nues­tra nación la fra­se que tan­to temen, a pesar de sus ros­tros y ges­tos belicosos.

El 10 de octu­bre de 1868, en Dema­ja­gua, Car­los Manuel de Cés­pe­des se diri­gió en nom­bre de la vida a la mul­ti­tud de patrio­tas reu­ni­da para levan­tar­se en armas con­tra el poder colo­nial espa­ñol: «No nos extra­vían ren­co­res, no nos hala­gan ambi­cio­nes, solo que­re­mos ser libres e igua­les, como hizo el crea­dor a todos los hom­bres», dijo en su estre­me­ce­do­ra aren­ga. Al ter­mi­nar, lla­mó a sus escla­vos a filas (53) y des­pués de pro­cla­mar su liber­tad los con­vo­có a mar­char uni­dos para eman­ci­par a la patria como com­ba­tien­tes del Ejér­ci­to Liber­ta­dor que duran­te 10 años se man­tu­vo en la mani­gua al gri­to de «Inde­pen­den­cia o muerte».

El 19 de mayo de 1895, en Vuel­ta Gran­de, Mar­tí aren­gó a unos tres­cien­tos com­ba­tien­tes del Ejér­ci­to Mam­bí, con­gre­ga­dos para escu­char­lo: «Por la cau­sa de Cuba, deja­ré que me cla­ven en la cruz», expre­só. No se tra­ta­ba de un sui­ci­da, era un hom­bre de gran sen­si­bi­li­dad, un poe­ta y un revo­lu­cio­na­rio que ama­ba la vida; tan­to, que no tenía repa­ros en morir por ella. Pero a dife­ren­cia del Padre de la Patria, Mar­tí lan­za­ba a los cuba­nos a pelear con­tra el poder colo­nial y tam­bién con­tra el ace­chan­te impe­rio yan­qui. Unas horas antes lo había con­fe­sa­do a Manuel Mer­ca­do: «…ya estoy todos los días en peli­gro de dar mi vida por mi país y por mi deber —pues­to que lo entien­do y ten­go áni­mos con que rea­li­zar­lo— de impe­dir a tiem­po con la inde­pen­den­cia de Cuba que se extien­dan por las Anti­llas los Esta­dos Uni­dos y cai­gan, con esa fuer­za más, sobre nues­tras tie­rras de Amé­ri­ca. Cuan­to hice has­ta hoy, y haré, es para eso». Sabía difí­cil la lucha, pero creía en la vic­to­ria. Así lo pro­cla­mó ante aque­lla masa que lo escu­cha­ba infla­ma­da: «Sobre las filas heroi­cas la ban­de­ra de Cuba aba­ti­rá al opre­sor». Ape­nas dos horas más tar­de cayó en combate.

Cuba debió sufrir la ver­güen­za de 60 años bajo la som­bra neo­co­lo­nial del gigan­te de las sie­te leguas que nos des­pre­cia. Has­ta que lle­gó Fidel y man­dó a parar. Lo ensa­ya­ron todo para des­vir­tuar su vic­to­ria, des­de el apo­yo finan­cie­ro y en armas al san­gui­na­rio Ful­gen­cio Batis­ta, has­ta la posi­bi­li­dad de una inva­sión con los mari­nes que impi­die­ra la vic­to­ria rebel­de. Era tal el recha­zo a la inje­ren­cia yan­qui entre los cuba­nos y tan masi­vo el apo­yo popu­lar a los bar­bu­dos de la Sie­rra Maes­tra, que ellos mis­mos se lla­ma­ron a la cal­ma. Pero a par­tir del mis­mo enero de 1959 comen­za­ron la gue­rra; pri­me­ro con suti­le­za, lue­go sin el menor reca­to. Blo­queo, terro­ris­mo de Esta­do, cer­co polí­ti­co, cam­pa­ñas difa­ma­to­rias, todo lo ensayaron.

La Haba­na se estre­me­ció el 4 de mar­zo de 1960, cuan­do esta­lló el bar­co La Coubre, car­ga­do de armas, como con­se­cuen­cia de un sabo­ta­je de la CIA. Duran­te el sepe­lio de las víc­ti­mas Fidel pro­nun­ció por pri­me­ra vez una fra­se que sin­te­ti­za el lega­do de Cés­pe­des y Mar­tí: «Patria o Muerte».

Tres meses más tar­de, en el dis­cur­so pro­nun­cia­do el 7 de junio en el acto de clau­su­ra del Pri­mer Con­gre­so Revo­lu­cio­na­rio de la Fede­ra­ción Nacio­nal de Tra­ba­ja­do­res de Bar­be­rías y Pelu­que­rías, com­ple­tó la con­sig­na: «…los que tene­mos el pri­vi­le­gio de jugar este rol que Cuba está jugan­do en la his­to­ria de este con­ti­nen­te, sabre­mos estar a la altu­ra de las cir­cuns­tan­cias, con la segu­ri­dad de que ven­ce­re­mos, ven­ce­rá nues­tro pue­blo; ¡cues­te lo que cues­te, ven­ce­rá nues­tro pue­blo! Por­que sus hijos están deci­di­dos a defen­der­lo, por­que sus hijos tie­nen el valor, el patrio­tis­mo y la unión que en una hora como esta se nece­si­ta, por­que sus hijos han dicho: ¡Patria o Muer­te! Y han dicho ¡Patria o Muer­te!, por­que esa es la con­sig­na de cada cubano. Para cada uno de noso­tros, indi­vi­dual­men­te, la con­sig­na es: ¡Patria o Muer­te!, pero para el pue­blo, que a la lar­ga sal­drá vic­to­rio­so, la con­sig­na es: ¡Ven­ce­re­mos!”.

Han pasa­do 60 años y a solo dos meses del con­gre­so de nues­tro Par­ti­do, esa fra­se de estir­pe mam­bi­sa cobra más sen­ti­do que nun­ca fren­te a quie­nes anhe­lan a la patria ren­di­da a los pies de un impe­rio que el día que nos supon­ga debi­li­ta­dos y con la mira­da en el piso, no ten­drá repa­ros en pul­ve­ri­zar nos y hun­dir­nos en el mar, para silen­ciar has­ta la eter­ni­dad el sím­bo­lo. Ante la memo­ria de nues­tros abue­los y padres, le recor­da­mos de una vez y por todas: «Cuan­do hay hom­bres sin deco­ro, hay hom­bres (y muje­res) que lle­van en sí el deco­ro de muchos hombres».

¡Patria o muerte!

¡Ven­ce­re­mos!

Fuen­te: Juven­tud rebelde

Itu­rria /​Fuen­te

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