Estados Unidos. La supremacía blanca también debería ser juzgada en el juicio político contra Trump

Esta­dos Uni­dos. La supre­ma­cía blan­ca tam­bién debe­ría ser juz­ga­da en el jui­cio polí­ti­co con­tra Trump

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Amy Good­man Y Denis Moy­nihan, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de febre­ro de 2021.

Aun­que más de la mitad de los sena­do­res voten para prohi­bir­le (a Trump) que vuel­va a ocu­par un car­go públi­co, este jui­cio no ayu­da­rá a avan­zar en la lucha con­tra el racis­mo sis­té­mi­co en el país

La nación está revi­vien­do el vio­len­to ata­que del 6 de enero al Capi­to­lio de Esta­dos Uni­dos en el his­tó­ri­co segun­do jui­cio polí­ti­co con­tra Donald Trump, en el que los con­gre­sis­tas demó­cra­tas están pre­sen­tan­do prue­bas con­tun­den­tes con­tra el expre­si­den­te. Los nue­ve legis­la­do­res desig­na­dos por la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes para actuar como fis­ca­les en el jui­cio polí­ti­co a Trump han pre­sen­ta­do varios videos y otras prue­bas que deta­llan la cam­pa­ña de men­ti­ras que Trump lle­vó a cabo duran­te meses, en la que sos­te­nía que Biden había gana­do las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de for­ma frau­du­len­ta. De acuer­do a la acu­sa­ción pre­sen­ta­da por los demó­cra­tas, esa cam­pa­ña y la cons­tan­te inci­ta­ción a la vio­len­cia por par­te de Trump con­du­je­ron al ata­que al Capi­to­lio. La acu­sa­ción con­tra Trump ha sido meticu­losa y com­ple­ta, pero casi no abor­da una ras­go fun­da­men­tal de la insu­rrec­ción: la supre­ma­cía blan­ca. Inclu­so en el caso de que al menos 67 sena­do­res voten a favor de con­de­nar a Trump por el car­go de inci­ta­ción a la insu­rrec­ción, el úni­co car­go por el cual es acu­sa­do, y aun­que más de la mitad de los sena­do­res voten para prohi­bir­le que vuel­va a ocu­par un car­go públi­co, este jui­cio no ayu­da­rá a avan­zar en la lucha con­tra el racis­mo sis­té­mi­co en el país.

El Capi­to­lio de Esta­dos Uni­dos sería un lugar apro­pia­do para lan­zar un movi­mien­to anti­rra­cis­ta. Una pro­fu­sa y riquí­si­ma retó­ri­ca de exal­ta­ción de la liber­tad, la jus­ti­cia y la igual­dad ha lle­na­do los sagra­dos salo­nes del recin­to par­la­men­ta­rio duran­te más de dos siglos. Sin embar­go, como nos recor­dó el miér­co­les la con­gre­sis­ta de las Islas Vír­ge­nes Sta­cey Plas­kett, una de las legis­la­do­ras que inte­gra el equi­po de fis­ca­les del jui­cio polí­ti­co: “Este capi­to­lio […] fue con­ce­bi­do por nues­tros padres fun­da­do­res, pero fue cons­trui­do por esclavos […]”.

En los videos que mues­tran la irrup­ción en el Capi­to­lio de la tur­ba vio­len­ta inci­ta­da por Trump, muchos ata­via­dos con ban­de­ras con­fe­de­ra­das, ban­de­ras nazis y otros sím­bo­los de la supre­ma­cía blan­ca, pode­mos vis­lum­brar la famo­sa Roton­da, la Crip­ta deba­jo de ella y el Salón Nacio­nal de las Esta­tuas. Cada uno de los cin­cuen­ta esta­dos envía al Capi­to­lio dos esta­tuas de figu­ras repre­sen­ta­ti­vas de su his­to­ria, que se colo­can a lo lar­go de todas las ins­ta­la­cio­nes del edi­fi­cio, ya que el Salón de las Esta­tuas solo pue­de alo­jar 35 esta­tuas. De las 22 esta­tuas envia­das por los once esta­dos con­fe­de­ra­dos, al menos 15 hon­ran a due­ños de escla­vos y diez a líde­res o gene­ra­les confederados.

En junio pasa­do, la pre­si­den­ta de la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes, Nancy Pelo­si, envió una car­ta al Comi­té Con­jun­to de la Biblio­te­ca, el comi­té del Con­gre­so encar­ga­do del Salón de las Esta­tuas, pidien­do que se reti­ra­sen las esta­tuas de los líde­res con­fe­de­ra­dos. Sin embar­go, la ley requie­re que los esta­dos que envia­ron las esta­tuas aprue­ben la remo­ción o reem­pla­zo de dichas estatuas.

El esta­do de Vir­gi­nia estu­vo de acuer­do y reti­ró su esta­tua del gene­ral Robert E. Lee, líder del ejér­ci­to con­fe­de­ra­do. En su lugar se colo­ca­rá una esta­tua de Bar­ba­ra Johns, una acti­vis­ta estu­dian­til afro­es­ta­dou­ni­den­se por los dere­chos de los estu­dian­tes. Cuan­do era ado­les­cen­te, Johns orga­ni­zó una huel­ga en su escue­la secun­da­ria, en pro­tes­ta por las mise­ra­bles con­di­cio­nes de su escue­la y con­tra la segre­ga­ción racial en el sis­te­ma públi­co de edu­ca­ción. A esto siguió una cau­sa judi­cial, que se con­vir­tió en par­te del his­tó­ri­co caso “Brown con­tra el Con­se­jo de Edu­ca­ción” en el que la deci­sión de la Cor­te Supre­ma deter­mi­nó el fin de la segre­ga­ción racial en las escue­las públi­cas de Esta­dos Unidos.

En una entre­vis­ta con Demo­cracy Now!, el pro­fe­sor de His­to­ria Ibram X. Ken­di dijo: “Hizo fal­ta la Gue­rra Civil para que ter­mi­na­ra la escla­vi­tud. La Gue­rra Civil fue entre los esta­dos de la Unión y los Esta­dos Con­fe­de­ra­dos de Amé­ri­ca… A pro­pó­si­to, el vice­pre­si­den­te de los Esta­dos Con­fe­de­ra­dos era Ale­xan­der Stephens, que, según pude ver, tie­ne una esta­tua en el Salón de las Esta­tuas del Capi­to­lio. Ale­xan­der Stephens dijo —creo que en 1862— que la Con­fe­de­ra­ción se basa­ba en la ‘gran ver­dad de que los negros no son igua­les a los blan­cos’ y que ’la escla­vi­tud de los negros y su subor­di­na­ción a la raza supe­rior” era ‘su con­di­ción nor­mal y natural’”.

El Capi­to­lio no solo exhi­be esta­tuas de líde­res con­fe­de­ra­dos muer­tos. El esta­do de Caro­li­na del Nor­te hon­ra a Char­les Brantley Aycock, quien era solo un niño duran­te la Gue­rra Civil. Aycock dedi­có su vida a la defen­sa de la supre­ma­cía blan­ca. Fue uno de los prin­ci­pa­les orga­ni­za­do­res de la masa­cre de Wil­ming­ton de 1898, cuan­do una tur­ba de 2.000 racis­tas blan­cos arma­dos ata­có la ciu­dad de Wil­ming­ton, obli­gó a renun­ciar a los miem­bros elec­tos del Gobierno local, lide­ra­do por una coa­li­ción birra­cial, des­tru­yó varios nego­cios, inclui­do el úni­co perió­di­co diri­gi­do por afro­es­ta­dou­ni­den­ses, y mató a entre 60 y 300 resi­den­tes negros. ¿Cuál fue el cas­ti­go de Aycock? Fue ele­gi­do gober­na­dor del esta­do de Caro­li­na del Nor­te y en ese car­go impul­só leyes que pri­va­ron a los afro­es­ta­dou­ni­den­ses de su dere­cho al voto.

Tam­bién hay muchas esta­tuas en honor a los lla­ma­dos Padres Fun­da­do­res, varios de los cua­les fue­ron due­ños de escla­vos. Entre ellas, la de Geor­ge Washing­ton, así como tam­bién la de Jonathan Trum­bull del esta­do de Con­nec­ti­cut, y la de Geor­ge Clin­ton, el pri­mer gober­na­dor del esta­do de Nue­va York.

Los pro­fe­so­res de his­to­ria Ibram Ken­di y Keisha Blain aca­ban de publi­car una nota­ble anto­lo­gía titu­la­da “Cua­tro­cien­tas almas: His­to­ria colec­ti­va del Esta­dos Uni­dos afro­des­cen­dien­te, 1619−2019”. La anto­lo­gía reúne a 80 des­ta­ca­dos escri­to­res, aca­dé­mi­cos y acti­vis­tas afro­es­ta­dou­ni­den­ses, cada uno de los cua­les con­tri­bu­yó con un ensa­yo que cubre un perío­do de cin­co años de esos 400 años de his­to­ria afro­es­ta­dou­ni­den­se. En con­ver­sa­ción con Demo­cracy Now!, la pro­fe­so­ra Keisha Blain dijo sobre el libro: “Está­ba­mos pen­san­do en cómo conec­tar el pasa­do con el pre­sen­te. Y este ensa­yo nos ayu­da a con­tex­tua­li­zar la his­to­ria y a com­pren­der mejor algu­nos de los desa­fíos que aún res­tan por enfren­tar al día de hoy, para ver cómo se conec­tan esos desa­fíos con el perío­do de la esclavitud”.

Recién des­pués de que los par­ti­da­rios racis­tas de Trump, con sus ban­de­ras con­fe­de­ra­das, fue­ran reti­ra­dos del Capi­to­lio, dejan­do tras de sí cin­co muer­tos y más de 140 poli­cías heri­dos, la Guar­dia Nacio­nal ingre­só al edi­fi­cio. Varios sol­da­dos afro­es­ta­dou­ni­den­ses se saca­ron fotos con una de las esta­tuas más nue­vas del Capi­to­lio: la de la acti­vis­ta por los dere­chos civi­les Rosa Parks. Estos home­na­jes sí que son importantes.

El Sena­do debe­ría con­de­nar al expre­si­den­te Donald Trump. Pero deman­da­rá mucho más tra­ba­jo y esfuer­zo lograr supe­rar las raí­ces pro­fun­das de la insu­rrec­ción, el racis­mo y la supre­ma­cía blan­ca, dos cau­sas que Trump ha abra­za­do y explo­ta­do duran­te toda su vida.


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