Etio­pía. En las nie­blas de la guerra

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Medio Orien­te, 11 de febre­ro de 2021-.

A tres meses del ini­cio del con­flic­to en Tigray, que sigue ame­na­zan­do con la bal­ca­ni­za­ción de Etio­pia, (Ver: Etio­pia: De una gue­rra étni­ca a un con­flic­to regio­nal), cien­tos de miles de civi­les se siguen deba­tien­do en la incer­ti­dum­bre de una gue­rra estan­ca­da, que podría reini­ciar­se en cual­quier momen­to, al tiem­po que esa ines­ta­bi­li­dad las está acer­can­do a una cri­sis ali­men­ta­ria, como ya lo vivie­ron entre 1983 y 1985, tras una dia­bó­li­ca com­bi­na­ción de sequía y gue­rra, que pro­du­jo cer­ca de un millón y medio de muer­tos, 500 mil refu­gian­do y unos 2 millo­nes de des­pla­za­dos inter­nos; lo que podría repe­tir­se si el Pri­mer Minis­tro del país y Pre­mio Nobel de la Paz 2019, Ahmed Abiy, no revier­te la crí­ti­ca situa­ción, a las que sus fuer­zas arma­das, que solo iban a “una ope­ra­ción poli­cial”, han sumi­do a toda la pro­vin­cia de Tigray y sus seis millo­nes de habitantes.

Abiy, que había pro­me­ti­do que no se pro­du­ci­rían víc­ti­mas civi­les en el con­flic­to, en estos momen­tos a pesar de la esca­sa infor­ma­ción ya se habla de miles de muer­tos y des­apa­re­ci­dos entre la pobla­ción local. Ade­más, de los 100 mil pobla­do­res, que han debi­do refu­giar­se en Sudán, a con­se­cuen­cia de la “ope­ra­ción poli­cial”. Lo que ha hecho des­bor­dar la capa­ci­dad de los cam­pa­men­tos y hos­pi­ta­les finan­cia­dos tan­to por Jar­tum, como por las dife­ren­tes ONGs, que ope­ran en el área, como los de Ham­da­yet, Villa­ge No 8 y el de Um Raku­ba, entre otros. Se esti­ma que el núme­ro de refu­gia­dos habría sido suma­men­te mayor de no haber sido blo­quea­dos los pasos segu­ros por las fuer­zas etío­pes y eri­treas, que tam­bién están ope­ran­do en el con­flic­to en apo­yo de Addis Abe­ba y que des­de el prin­ci­pio del con­flic­to ocu­pó varios pue­blos tigri­ños, jun­to a su frontera.

Tan­to las fuer­zas fede­ra­les como el Fren­te de Libe­ra­ción del Pue­blo de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés), cuyo prin­ci­pa­les líde­res ya han sido dete­ni­dos, se acu­san mutua­men­te de matan­zas de civi­les, como la de la ciu­dad de Maï­ka­dra, de unos 40 mil habi­tan­tes, en el oes­te de Tigray, don­de a prin­ci­pio de noviem­bre, cien­to de civi­les miem­bros de la etnia Amha­ra, fue­ron ase­si­na­dos a gol­pe de garro­tes y mache­ta­zos, de los que toda­vía no se cono­ce ni la can­ti­dad, ni que fuer­za ha sido la res­pon­sa­ble de la matan­za. Aun­que algu­nas ver­sio­nes seña­lan a miem­bros del gru­po Sam­ri, la rama juve­nil del TPLF.

Las pro­vin­cias de Tigray y Amha­ra, tie­nen un anti­guo entre­di­cho fron­te­ri­zo, lo que ha lle­va­do a sos­pe­char a los tigra­ya­nos la inten­sión del gobierno de Abiy, para resol­ver ese con­flic­to y ter­mi­nar con la lucha inde­pen­den­tis­ta de esa pro­vin­cia par­tien­do la región entre la pro­vin­cia de Amha­ra y Eri­trea. Addis Abe­ba, no ha hecho nada para disi­par esos rumo­res por lo que los áni­mos sepa­ra­tis­tas de Tigray se refuer­zan cada vez más con el paso del tiem­po y el accio­nar del gobierno central.

Mien­tras los enfren­ta­mien­tos arma­dos, pare­cen haber redu­ci­do su inten­si­dad, sus con­se­cuen­cias no serán fáci­les de con­tro­lar, tan­to los refu­gia­dos en Sudán, como los des­pla­za­dos inter­nos, un total cer­cano a los 4.5 millo­nes de almas, están sufrien­do la fal­ta de ali­men­tos, lo que pro­vo­ca cons­tan­tes saqueos con­tra las pobla­cio­nes ale­da­ñas, suma­do la vio­len­cia sexual, sufri­da mayo­ri­ta­ria­men­te por muje­res y meno­res, las que no hay modo de ser con­tro­la­das, ya que son las fuer­zas beli­ge­ran­tes las que las rea­li­zan; a lo que se le suman los crí­me­nes por riva­li­da­des étni­cas, con­vier­te a la región en un ver­da­de­ro infierno para los civi­les, de los que según el Pri­mer Minis­tro Abiy, sigue sos­te­nien­do “no ha muer­to nin­guno”. Los bom­bar­deos, inclu­so con­tra la capi­tal pro­vin­cial Meke­lle, han devas­ta­do tam­bién los sumi­nis­tros de agua y la infra­es­truc­tu­ra hos­pi­ta­la­ria en el sec­tor de los com­ba­tes. Estos vec­to­res, suma­men­te difí­ci­les de medir ya que las res­tric­cio­nes impues­tas por Addis Abe­ba, hacen que el ochen­ta por cien­to del terri­to­rio de Tigray, sea inac­ce­si­ble tan­to para perio­dis­tas como de obser­va­do­res inter­na­cio­na­les, aun­que algu­nas de las orga­ni­za­cio­nes, que ya ope­ra­ban en la zona, al igual que las entre­vis­tas hechas a los refu­gia­dos en Sudán y el aná­li­sis de imá­ge­nes sate­li­ta­les, da como resul­ta­do que el ejér­ci­to etío­pe ha come­ti­do crí­me­nes de gue­rra y de lesa huma­ni­dad gene­ra­li­za­dos y sis­te­má­ti­cos con­tra la pobla­ción civil. Aun­que, se cono­ció, que los que con más saña están actuan­do son las fuer­zas eri­treas y las mili­cias Amha­ras.

Por su par­te el Gobierno Regio­nal de Tigray, a media­dos del pasa­do enero, advir­tió que: “la lucha iba a con­ti­nuar has­ta que los enemi­gos estén obli­ga­dos a aban­do­nar el terri­to­rio”. Al tiem­po que algu­nos infor­mes hablan de jóve­nes tigri­ños que aban­do­nan sus hoga­res para unir­se al TPLF y con­ti­nuar con la woya­ne (rebe­lión, en voz tigriña)

El fac­tor eritreo

Si bien en un prin­ci­pio de la gue­rra de Tigray, fue nega­da por Addis Abe­ba y Asma­ra, la par­ti­ci­pa­ción del ejér­ci­to eri­treo en el con­flic­to, a lo lar­go de estos tres meses, las prue­bas de esa pre­sen­cia se fue­ron acu­mu­lan­do de mane­ra con­tun­den­te. Ambos paí­ses com­par­ten una fron­te­ra de unos 1930 kiló­me­tros y un odio vis­ce­ral por el Fren­te de Libe­ra­ción Popu­lar de Tigray (TPLF) que lide­ró la gue­rra fron­te­ri­za entre Etio­pia y Eri­trea, entre 1998 – 2000, tras déca­das de roces y que dejó 125 mil muer­tos y 650 mil desplazados.

Según las imá­ge­nes sate­li­ta­les, estu­dia­das por la bri­tá­ni­ca DX Open Net­work, del 24 de noviem­bre al 27 de enero, dos de los cua­tro cam­pa­men­tos de refu­gia­dos eri­treos, el de Hitsats y el de Shi­mel­ba, don­de se esti­ma había unas 25 mil per­so­nas antes de la gue­rra, apa­re­cen como “arra­sa­dos” casi el noven­ta por cien­tos de las 800 estruc­tu­ras levan­tas por ONU, entre ellas un hos­pi­tal, escue­las y cien­tos de “vivien­das”, fue­ron des­trui­das. En el estu­dio de imá­ge­nes, tam­bién se detec­ta cla­ra­men­te pre­sen­cia mili­tar, crá­te­res pro­du­ci­do por bom­bar­deos y sin pre­sen­cia de pobla­ción civil, que se cree, en el mejor de los casos, fue eva­cua­da. Sin que se conoz­ca su des­tino, ver­sio­nes ofi­cia­les dicen que han sido tras­la­da­dos a los cam­pa­men­tos de Adi Harush y Mai Ayni, don­de tra­ba­ja­do­res huma­ni­ta­rios, ten­drían mejor acce­si­bi­li­dad. De no con­fir­ma­se ese tras­la­do, es pre­su­mi­ble que los refu­gia­dos eri­treos, hayan sido ase­si­na­dos por sus pro­pios com­pa­trio­tas y otros secues­tra­dos y devuel­tos a Eri­trea, don­de si dudas no les espe­ra un mejor final.

La “cola­bo­ra­ción” eri­trea había sido con­cer­ta­da entre el Pri­mer Minis­tro Abiy y el pre­si­den­te Isaias Afwer­ki, por lo que de hecho se con­vier­te en una fuer­za beli­ge­ran­te ya que cien­tos de hom­bres de fuer­za espe­cia­les, envia­das por Asma­ra, han par­ti­ci­pa­do de com­ba­tes con­tra el TPLF en el nor­te etío­pe. Esa pre­sen­cia no admi­ti­da por nin­guno de los dos paí­ses, impi­de obvia­men­te el reco­no­ci­mien­to de bajas eri­treas en Tigray, que, si bien es impo­si­ble tener un núme­ro apro­xi­ma­do, ha pro­vo­ca­do inquie­tud entre los fami­lia­res de los mili­ta­res que no han vuel­to a su país.

Dado el gobierno dic­ta­to­rial del pre­si­den­te Isaias Afwer­ki, en el poder des­de 1993, ha impe­di­do la crea­ción de orga­nis­mos de con­trol por lo que los parien­tes de los mili­ta­res, no tie­ne don­de expre­sar sus reclamos.

El ser­vi­cio mili­tar en Eri­trea, que pue­de exten­der­se el tiem­po que el gobierno con­si­de­re, por lo que hay reclu­tas, pue­den estar bajo ban­de­ra de mane­ra inde­fi­ni­da, sin dere­chos a nada, lo que ha pro­vo­ca­do la fuga al exte­rior de miles de jóve­nes, algu­nos de ellos, sin duda son, los que hoy están des­apa­re­ci­dos de los cam­pos de Hitsats y Shimelba.

Afwer­ki, que aspi­ra des­de siem­pre en con­ver­tir­se en un fac­tó­tum regio­nal, por lo que Tigray, no es la pri­me­ra gue­rra en que invo­lu­cra a su país, sus hom­bres han par­ti­ci­pa­do en dife­ren­tes con­flic­tos y gue­rras como en la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca del Con­go, Sudán del Sur y Sudán.

Fue por con­se­guir acuer­do de paz por la gue­rra del 1998 – 2000, que Abiy Ahmed, quien, tras asu­mir como Pri­mer Minis­tro, en abril de 2018, enta­bló nego­cia­cio­nes con Afwer­ki, que le con­ce­dió al año siguien­te el Pre­mio Nobel. Aun­que el TPLF, nun­ca reco­no­ció el acuer­do, ini­cián­do­se la ten­sión entre Meke­lle y Addis Abe­ba, que eclo­sio­nó en noviem­bre pasado.

Según infor­mes, todas las fuer­zas arma­das de Eri­trea, están a dis­po­si­ción de Abiy, al tiem­po que el ejér­ci­to etío­pe, pue­de uti­li­zar sin res­tric­cio­nes los terri­to­rios bajo con­trol de Asma­ra, lo que no han deja­do de pro­vo­car inquie­tud entre los loca­les, cada vez más per­di­dos en las nie­blas de la guerra.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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