Moisés Suxo Yapuchura* /Resumen Latinoamericano, 18 de febrero de 2021
La emergencia indígena es la visibilización de la cuestión indígena en la agenda política pública de los países de América Latina. Se dio a partir de la década de 1990, en algunos países con más intensidad que en otros de acuerdo a sus características propias. Los pueblos indígenas han ido conquistando sus derechos progresivamente.
El presente escrito analiza el movimiento de carácter étnico en los Andes peruanos, en particular el que involucra a los pueblos quechua y aymara. El interés surge a partir de las preguntas ¿Por qué no se visibiliza un movimiento indígena fuerte en los Andes del Perú, siendo un país con una mayoría de población andina originaria? ¿Por qué no existe en los Andes del Perú un movimiento étnico comparable a los países vecinos de Ecuador y Bolivia?
Responder estas interrogantes implica revisar nuestra historia particular peruana y en ella el surgimiento de las organizaciones que representan a los pueblos indígenas quechuas y aymaras del Perú. Asimismo, exponer cada uno de los factores que explican las interrogantes.
1. Marco contextual
Los pueblos originarios quechua y aymara fueron sojuzgados, explotados, oprimidos y convertidos en servidumbre de las élites criollas gobernantes en diferentes etapas de nuestra historia. Sin embargo, han resistido la colonización europea durante nuestra larga historia de dominación.
El indígena fue oprimido largo tiempo, la ominosa cadena arrastró; condenado a cruel servidumbre, largo tiempo en silencio gimió, como dice nuestro himno nacional. No obstante, los indígenas alzaron voces en varios momentos, incluso llegaron a movilizar movimientos armados, por ejemplo, el más notable por su resonancia fue el de Tupac Amaru II en 1780. En las primeras décadas del siglo XX se levantaron las comunidades de habla quechua y aymara del sur del país contra los abusos de los hacendados, el más sonado fue la rebelión de Rumi Maqui.
Actualmente, la Base de datos sobre pueblos indígenas u originarios del Ministerio de Cultura reconoce a 55 pueblos originarios a nivel nacional, siendo 4 de los Andes. Sin embargo, a lo largo de nuestra historia han desaparecido muchos pueblos por la colonización extranjera y las políticas de “integración nacional”. Si bien son protegidos por legislación internacional de la ONU, pero, el problema es que no pueden ejercer sus derechos plenamente al no haber voluntad política para implementar los derechos indígenas desde los diversos sectores y niveles de gobierno del Estado. No se visibiliza a las poblaciones quechua y aymara como pueblos indígenas, con relación a los de la Amazonia.
2. Organizaciones indígenas en los Andes peruanos
Existen organizaciones representativas en los Andes que exponen la demanda indígena ante la sociedad nacional y las instituciones del Estado, aunque no en la magnitud de los países vecinos. La cuestión es que hay poca identificación con las palabras “indígena” y “originario” por estar cargado de una connotación peyorativa. Por lo tanto, hay poca identificación con esas denominaciones étnicas, por el contrario, habría mayor adhesión con la palabra “campesino”.
A pesar de lo descrito, la conciencia étnica fue germinando en las organizaciones de la región andina del Perú desde 1980 en razón a una serie de situaciones favorables. Por un lado, está el marco normativo internacional que garantiza los derechos indígenas y los cambios en el contexto internacional; por otro lado, el contacto de los dirigentes indígenas con sus pares internacionales de países vecinos y la afirmación de las identidades culturales movilizados desde adentro. Bengoa (2000) refiriéndose al contexto latinoamericano señala que “En este proceso de toma de conciencia, jugaron un importante papel tanto las organizaciones indígenas, como las organizaciones no gubernamentales (ONG), y las Iglesias influenciadas por la Teología de la Liberación”.
Existen organizaciones regionales y nacionales andinas que datan de los años 1970 como la Confederación Campesina del Perú (CCP), la Confederación Nacional Agraria (CNA) y la Unión Nacional de Comunidades Aymaras (UNCA). Las dos primeras nacieron como gremios clasistas y sindicales, pero, con la caída del Muro de Berlín en 1989 y otros hechos del contexto internacional, reorientaron sus fines y objetivos, incorporando el discurso de la identidad étnica. La organización que representa al pueblo aymara fundada en la década del 1980 nació para la defensa del territorio y fortalecimiento de la identidad étnica.
Empero para Pajuelo (2003) “Las principales organizaciones agrarias peruanas han asumido siempre un discurso formulado en términos clasistas y campesinistas, como la Confederación Campesina del Perú (CCP) y la Confederación Nacional Agraria (CNA), sin dejar resquicios para la formulación de demandas étnicas”.
La Organización Nacional de Comunidades Aymaras, Amazónicas y Quechuas del Perú (OBAAQ) nacida en Lima a fines de la década de 1970 con liderazgo de los andinos ha tenido una participación oscilante, propone la fundación del Estado intercultural, plurinacional y comunitario en el Perú.
En la década de 1990 apareció en el escenario nacional la Conferencia Permanente de los Pueblos Indígenas (COPPIP), que representó un esfuerzo de articulación de las organizaciones indígenas andinas y amazónicas. “Hacia 2001 había logrado incorporar aproximadamente a 16 organizaciones andinas y amazónicas, pero pronto surgirían diferencias respecto al papel, identidad y representación de los actores que la integraban debido al “carácter abierto” a cualquier organización indígena o pro-indígena nacional” de COPPIP”. (Vittor 2010)
A finales de 1999 surge CONACAMI frente al modelo de actividades extractivistas de la minería transnacional, y promoviendo la formación de una conciencia ambiental en los Andes centrales del Perú, así como la recuperación de la lengua quechua. Vittor (2010) miembro de CONACAMI confirma que “Las comunidades se organizaron a partir del daño causado por la minería y CONACAMI se expandió a partir de integrar luchas comunitarias”. La cuestión de la identidad étnica surgiría posteriormente en el seno de la organización, a partir del contacto con otras organizaciones indígenas de Ecuador y Bolivia según sus interlocutores.
La legitimidad de estas organizaciones representativas ha sido cuestionada por los propios representados, dado que no cuentan con una base amplia de adherentes, aparecen pugnas internas por el poder, directivos “eternos” que impiden la renovación de cuadros y no llegan a captar a nuevos simpatizantes con sus propuestas diferenciadas. El protagonismo que tenían en algún momento a nivel regional y nacional lo han perdido en las últimas décadas.
Asimismo, en las últimas dos décadas asistimos al surgimiento de colectivos culturales y lingüísticos en la ciudad capital en defensa de los derechos colectivos como el Colectivo Aymara, Colectivo Quechua Central, Colectivo Rimaypacha, entre otros. Estos grupos independientes son liderados por profesionales indígenas bilingües de reconocida trayectoria académica en sus áreas de formación universitaria y que tienen una identidad étnica afirmada. Trabajan como servidores en sectores de Estado o docentes de universidades nacionales y privadas.
3. Factores para la ausencia de un movimiento indígena andina a escala nacional
Los países latinoamericanos presentan historias comunes y albergan a las poblaciones indígenas más importantes del continente, como son los quechua y aymara hablantes que habitan los Andes. Sin embargo, sorprende la magnitud del accionar de los movimientos indígenas por ser diferenciado. Para Pajuelo (2003) “En contraste con el Ecuador y Bolivia, no existe un movimiento étnico en la sierra peruana, a pesar de tratarse de la región de los Andes que, cuantitativamente hablando, presenta la mayor población indígena de habla quechua”. Es una afirmación que comparten varios estudiosos de las ciencias sociales, pero como hemos evidenciado hay presencia de organizaciones indígena surgidos en los Andes peruanos, ciertamente no comparable al rol decisivo en el Ecuador y Bolivia.
A continuación, se expone las respuestas a las dos interrogantes planteadas al inicio, desde mi experiencia en la participación de algunas organizaciones indígenas mencionadas, además desde la vivencia como migrante aymara desde la década de 1980. Asimismo, tomando como referencia escritos de estudiosos sobre el tema.
a) Las migraciones del campo a la ciudad
Desde la mitad del siglo XX el fenómeno demográfico migratorio transformó al Perú en un país urbano. Este hecho es un hito en nuestra historia republicana, dado que generó una serie de consecuencias estructurales en el orden social, económico, cultural, político y educativo. José Matos llamó a este proceso social sin precedentes en la capital de país “el nuevo rostro del Perú” asociado a lo urbano y mestizo.
La nueva realidad indígena urbana influye a los indígenas del ámbito rural puesto que se muestra una “migración de ida y vuelta” que acaba paulatinamente con el aislamiento de la vida rural. Albó (2000) también considera este factor, “la magnitud de la migración indígena de la sierra a la costa… la experiencia de la migración a Lima, que ha sido mucho más intensa en términos demográficos que en los casos de Quito y La Paz…”.
Suxo (2008) narra en relación a la migración aymara “Los primeros migrantes del pueblo de Unicachi llegaron a Lima en los últimos años de la década de 1940, lo hicieron en condición de comerciantes de carne seca y salada… Esos negociantes venían eventualmente para luego retronar al pueblo de Unicachi”. La migración interna reestructuró las relaciones tradicionales. La ciudad cambia con la presencia de los indígenas migrantes al igual que el medio rural con la salida y retorno de sus pobladores. Los migrantes indígenas andinos se han organizado en asociaciones de residentes o clubes departamentales para recrear su cultura y prácticas.
b) El centralismo limeño
La fuerte influencia de la ciudad capital hacia las regiones es la expresión del centralismo establecido desde la época colonial por los criollos. Históricamente fue el centro de poder español desde el virreinato, por eso la última batalla para poner fin a la dominación española de América del Sur fue en suelo peruano. La lejanía respecto a las regiones del centro-sur con alta concentración indígena ha dificultado una mayor relación social y a la vez los reclamos se hacían más difíciles de realizar frente a las políticas dictadas desde Lima.
c) El papel de los universitarios y profesionales originarios
El desempeño de los profesionales originarios ha estado alejado de las organizaciones indígenas existentes en su momento. La razón de esto es que el marco conceptual de la formación profesional ha estado alineada a las ideologías foráneas del comunismo y capitalismo. Por eso, se explica que los profesionales originarios capaces de visualizar un país plural, prefirieron soñar un país sobre bases clasistas y comunistas. Muchos jóvenes originarios universitarios luego profesionales de las décadas del 70, 80 y parte del 90 han imaginado al Perú como la China de Mao Tse Tung, la Cuba de Castro o la ex Unión Soviética de Lenin.
Montoya (1998) señala que “uno de los factores que torna peculiar el caso peruano es la inexistencia de una intelectualidad indígena; es decir, de una élite intelectual orgullosa de su identidad india y capaz de imaginarse como parte de una comunidad étnica mayor. A diferencia de lo que ocurre en Ecuador, los profesionales peruanos de origen indígena no se asumen como indios, más aún la educación es vista como un mecanismo para dejar de ser indio, blanquearse y adoptar el castellano”. En cierta medida este razonamiento aplica a las generaciones de profesionales antes del año 2000. Pero, en la actualidad, las organizaciones o colectivos indígenas si cuentan con intelectuales indígenas que se reconocen como indígenas quechuas o aymaras.
d) La política indigenista de integración nacional
El indigenismo surgió como representante de voces indígenas para buscar la solución a sus problemas. En el siglo XX el Estado aplicó políticas de “integración nacional” para homogenizar a todos los peruanos, incluyendo a los pueblos indígenas. Para Bengoa (2000) “El indigenismo contiene tres elementos a nuestro modo de ver inseparables: la denuncia de la opresión del indio, la búsqueda de políticas de superación de la situación indígena por el camino de su integración al conjunto de la sociedad y la manifestación… del carácter mestizo, indoamericano”. Se propone la afirmación de una identidad mestiza en la línea del desarrollo y su integración a la modernidad. Este pensamiento proteccionista no permitió la generación de la conciencia étnica, por el contrario, reforzó la historia del silencio indígena como diría Bengoa.
e) La invisibilización de los pueblos indígenas andinos
El Estado y los grupos de poder no son capaces de reconocer a los indígenas de los Andes como pueblos originarios. Este hecho se hizo más evidente cuando se aprobó la ley del derecho a la consulta previa en 2011. A la sociedad urbana occidentalizada le cuesta aceptar la condición indígena de las poblaciones andinas de lengua materna quechua y aymara. En el plano normativo, la Constitución Política no reconoce a los pueblos indígenas como sujetos de derechos sino como simples comunidades campesinas con personería jurídica inscritos en los registros públicos.
f) El fenómeno de la desindianización
Las poblaciones indígenas han perdido su “indianidad” debido a una serie de situaciones surgidas en nuestra historia. Por ejemplo, la migración interna y las políticas de integración nacional. Para Degregori (1999) “El fenómeno de desaparición de lo “indio” en los “escalones inferiores” de la pirámide étnica peruana, habría ocurrido debido a la fuerte carga peyorativa de la palabra “indio”.
Pajuelo (2003) señala que en los Andes peruanos “Las fronteras identitarias resultan mucho más porosas, abiertas y en ese sentido permisivas que, en los casos del Ecuador y Bolivia, donde las poblaciones indígenas siguieron el camino de atrincherarse en su indianidad como medio para hacer frente a la discriminación y la exclusión étnica, mientras que en el Perú el camino a seguir fue el de la desindianización, porque la porosidad de las fronteras étnicas lo permitía.
Por otro lado, la desindianización como proceso para la adopción mayoritaria de la identidad mestiza en el Perú es otro de los factores sobre el tema. Quijano (2014) sostiene que “la población que se desindianizó, se apropió de e hizo positiva la derogatoria identificación como «chola» y/o como «mestiza», no ha hecho sino aumentar en proporciones y en presencia e influencia en todos los ámbitos de la sociedad peruana, incluido por cierto el mundo rural donde habitan, minoritariamente, los que son aún identificados como «indios», aunque no es seguro que ellos acepten ya esa identificación. Y es improbable que la población «chola» regrese a la identificación como «india».
g) La violencia política interna
La violencia política imposibilitó el surgimiento de un movimiento étnico fuerte en los Andes peruanos. Los Andes del centro y sur peruano vivía tiempos de violencia perpetrado por Sendero Luminoso, en el caso de Ecuador y Bolivia las organizaciones indígenas fortalecían sus demandas sobre derechos colectivos. Estudiosos reconocidos de América Latina coinciden en este argumento dado que da especificad al caso peruano.
Albó (2000) y Bengoa (2000) sostienen que la influencia de la violencia política, eclipsó el surgimiento de demandas étnicas a lo largo de la década de los ochenta, refiriéndose a la guerra interna promovida por Sendero Luminoso. Para Degregori (1999) esta situación de violencia política se debe a “la fuerte influencia de la izquierda radical marxista, que impulsó el desarrollo de discursos exclusivamente clasistas” sin considerar la diversidad cultural del país.
h) La apropiación de símbolos étnicos indígenas
Otro de los factores que se toma en cuenta es lo que Albó (2000) llama “la apropiación de los símbolos étnicos indígenas por parte de las élites criollas y mestizas a lo largo del siglo XX, cuyo resultado habría sido que las poblaciones indígenas peruanas se quedaron —a diferencia de sus similares del Ecuador y Bolivia— sin los mecanismos y referentes que les habrían permitido imaginarse como comunidades étnicas”. La experiencia más visible fue durante el “Oncenio de Leguía” que fundó el Patronato de la Raza Indígena.
Conclusiones
Los pueblos indígenas quechua y aymara fueron oprimidos y silenciados a lo largo de cinco siglos por los españoles y sus descendientes. No obstante, alzaron sus voces y armas en varios momentos, con pocos resultados.
En este contexto poco favorable, se fundaron desde la década de 1970 organizaciones de población quechua y aymara en los Andes (CCP, CNA y UNCA) con sus propias demandas frente al Estado. En un primer momento las demandas fueron clasistas y sindicales, pero después incluyeron la cuestión étnica, aunque no comparable a la magnitud y trascendencia de los movimientos étnicos de países vecinos de Ecuador y Bolivia.
Los factores centrales que explican esta situación singular del Perú, desde mi experiencia personal y con referencia a las investigaciones citadas, son los que se mencionan a continuación: La migración de campo a la ciudad, el centralismo limeño, el papel de los universitarios y profesionales indígenas, la política indigenista de integración nacional, la invisibilización de los pueblos indígenas andinos, el fenómeno de la desindianización, la violencia política interna y la apropiación de símbolos étnicos indígenas.
Referencias bibliográficas
ALBÓ, Xavier (2000) Identidades étnicas y política en Bolivia, Perú y Ecuador. La Paz. Manuscrito.
BENGOA, José (2000) La emergencia indígena en América Latina. Santiago de Chile. FCE
QUIJANO, Aníbal. (2014) El «Movimiento Indígena» y las cuestiones pendientes en América Latina. Buenos Aires. CLACSO
DEGREGORI, Carlos Iván (1999) “Estado nacional e identidades étnicas en Perú y Bolivia”. En: Kees Konings y Patricio Silva (eds.): Construcciones étnicas y dinámica sociocultural en América Latina. Quito: Ediciones Abya Yala.
Ministerio de Cultura (2020) Base de datos de pueblos indígenas u originarios. Recuperado en https://bdpi.cultura.gob.pe/pueblos-indigenas 26 de diciembre de 2020
MONTOYA, Rodrigo (1998) Multiculturalidad y política. Derechos indígenas, ciudadanos y humanos. Lima: Sur, Casa de Estudios del Socialismo.
PAJUELO, Ramón (2003) “Fronteras, representaciones y movimientos étnicos en los países centroandinos en tiempos de globalización”. En: Daniel Mato (coord.): Políticas de identidades y diferencias sociales en tiempos de globalización: Caracas: FACES – UCV, pp: 283 – 302.
SUXO, Moisés (2008) La voz de una nación. Los aymaras de Lima Metropolitana. Lima. San Marcos
VITTOR, Luis (2010) Conacami y el despertar del movimiento indígena. Recuperado en https://www.alainet.org/es/active/36073
* Moisés Suxo Yapuchura. Aymara de la comunidad de Unicachi-Puno. Actualmente trabaja como docente de la Maestría en EIB de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Estudia Doctorado en Antropología en la PUCP.
FUENTE: MarkaPacha