Por Gonzalo Abella, Resumen Latinoamericano, 13 de febrero de 2021.
La LUC es un mecanismo legislativo para un salto acelerado hacia el neoliberalismo más reaccionario.. Cuando digo “neoliberalismo” estoy diciendo liberalismo clásico, sin correcciones keynesianas, pero en un nuevo contexto de trasnacionales y saqueo ambiental. Ninguna Ley de esa extensión puede eludir un maquillaje de buenos propósitos y hasta alguna concesión demagógica hacia anhelos populares concretos. Hubiera sido bueno sacar del referéndum estas concesiones, que no son, por cierto, las que excluyeron las cúpulas del PITCNT y el FA, actuando en su selectividad contra sus propias bases. De no encontrar acuerdo para excluir esos pocos artículos, entonces era imprescindible plebiscitar contra la LUC en su conjunto. Así lo entendió la mayoría de los militantes de sindicatos y organizaciones sociales, aunque sus dirigentes votaron otra cosa.
Más allá del resultado que se obtenga, firmar por ambos proyectos es necesario. Es colocar sobre la mesa el tema, hacerlo visible, lo que pone nervioso al señor Orsi y a todos aquellos que no les gusta recordar que la LUC es un escalón más alto de un proyecto entreguista que los gobiernos anteriores ya estaban implementando. Porque el contrato vergonzoso por UPM 2, como la Ley de Riego que privatiza el agua, o la abolición del impuesto a la ganancia de la Banca Privada, o la luz verde a las redes privadas de cobranza y crédito, o el IRPF y la disminución a la mitad del aporte patronal, no son obras de esta Administración, sino de las anteriores.
Cada puesto para recolectar firmas es un lugar para la denuncia del sentido reaccionario de la LUC y un lugar para reflexionar acerca de cómo nos afecta a todos. Lo ideal es tener las dos planillas y permitir así una reflexión más libre a cada persona que se acerca. Más aún: cada mesa debería tener un impreso, a la vista de todos, subrayando aquellos artículos de la LUC que el referéndum parcial no pretende anular y el total sí. ¿O se tiene miedo a esta comparación?
El Plebiscito importa más allá del resultado. Su texto es un pre-texto para el debate callejero. Hasta el cartelito que dice “firme aquí” es un ayuda memoria acerca de una batalla que deberemos dar, sea globalmente o aspecto por aspecto.
Algunos “negacionistas” piensan que la LUC es apenas un concepto abstracto, sin interés, para la gente que lucha cotidianamente por su supervivencia. En realidad, todos los mecanismos sutiles de opresión se elaboran en un lenguaje abstracto pero luego operan en forma concreta. Es nuestra tarea, son las organizaciones sociales y políticas verdaderamente de izquierda, las que deben explicar sus perversos contenidos y sus vínculos con el futuro de todos.
Otros escépticos piensan que la lucha contra la LUC ya está perdida. Creo que no la han leído bien, no han comprendido su verdadero alcance. El Plebiscito, como instrumento inicial de denuncia y difusión, es sólo el primer paso contra el nuevo avance neoliberal. Dese ahora, cada conquista concreta de nuestro pueblo en el plano económico, en el social, o en el educativo, chocará inevitablemente contra lo establecido por la LUC. La gente que aún no lo sabe lo irá descubriendo.
La lucha contra la LUC se vincula directamente con la lucha contra la Reforma de la Seguridad Social. La derecha y la falsa izquierda, alternándose en el Poder, intentan convencernos de que la reforma de la seguridad Social es inevitable. Olvidan que la ganancia anual de las AFAP es el doble del déficit del BPS, olvidan que Astori abolió el impuesto a las ganancias bancarias, que las redes privadas de cobranza ni siquiera declaran sus ganancias, y así podríamos seguir. Mientras no se toque la ganancia de los más ricos, la reforma de la Seguridad Social inevitablemente irá contra las mayorías trabajadoras. Y no se trata sólo de jubilaciones y pensiones. LUC y reforma de la SS son dos patas de la mesa neoliberal que ya está servida. El serrucho del pueblo debe derribarla, y los platos que caigan no corresponderán sólo a la Administración actual.