Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 24 de febrero de 2021.
Jorge “Tambero” Zabalza sigue siendo una referencia a la hora de hablar de pensamiento crítico y de Revolución en el continente. Desde Santa Catalina, en su Uruguay natal, Zabalza sigue teniendo la misma fuerza ideológica como cuando se alzó en armas con los Tupamaros. Reconoce que algunos de sus compañeros cambiaron de montura y se dedicaron a administrar el capitalismo, como Pepe Mujica y otros, pero él sigue pensando en que la juventud tarde o temprano va a dar la sorpresa. Y por sobre todo, es un convencido que las grandes batallas se libran en las calles.
Con Zabalza hablamos del Uruguay actual, de la LUC, de la violencia policial y las rebeldías que como pequeñas lucecitas van prendiéndose aquí y allá.
-Nos interesa tu opinión sobre la LUC, la Ley de Urgente Consideración, que tanto está dando que hablar allí
-Surgió como un invento de la reforma naranja de 1967, amparó todo el proceso de autoritarismo y luego el golpe de Estado. Pacheco Areco se afirmó en algunos artículos que protegían acciones autoritarias del Poder Ejecutivo y uno de esos era la capacidad que se le otorgaba por la constitución al presidente de la República para presentar Leyes de Urgente Consideración (LUC)
-¿Esta ley qué implica, cómo se gestó? Supongo que en complicidad de unos y otros, no solo de los partidos Blanco y lox Colorados.
-No, por supuesto. No solo los Colorados y los blancos. En Uruguay gobierna una coalición de 5 partidos, el Partido Nacional (Blanco), acompañado de el Colorado, el Partido Independiente, otra fracción muy pequeña (Partido de la Gente) y el partido militar, encabezado por alguien que luce un apellido ilustre del fascismo uruguayo, Manini Ríos. Esta es la coalición que gobierna y proclama tener un discurso liberal, muy liberal, que apuesta a la libertad individual, pero más allá de todo eso, representa un proyecto antipopular. Proyecto que consiste en rebajar la masa salarial, reduciendo el poder adquisitivo del salario, para permitir la concentración mayor del capital y aumentar su rentabilidad. Es el proyecto que se viene dando en toda América Latina, Europa, China, en todos lados. Ahora se empezó a aplicar libremente a partir de las elecciones. Esta coalición, apuesta descaradamente al proyecto de la línea del acuerdo de Washington, que antes se proponía de manera más atenuada. En realidad, es el mismo proyecto neoliberal del Frente Amplio, que lo aplicó de manera más atenuada y más sensible hacia las organizaciones sociales. Pero en definitiva es el mismo proyecto.
-En ese sentido, lo que denuncia la Coordinadora contra Toda la LUC, esta ley acentúa la represión contra el movimiento popular.
-Lógico. En sus inicios, cuando (el presidente) Lacalle presentó la LUC en el Parlamento, el Frente Amplio la consideró una ley regresiva, retrógrada, proclive al autoritarismo, porque tiene más de 500 artículos, es una ley monstruo. Un portaaviones jurídico. El Frente pronto cambió su bancada parlamentaria y cambiaron de posición y entraron a considerar artículo por artículo y terminaron votando en contra en general cuando se presentó la ley, pero aprobando el 50% de los artículos. Así fue que aquello que era retrógrado, derivó finalmente que era mitad retrógrado y la otra mitad iba en dirección correcta. Entonces, esto implicaría que la coalición que nos gobierna presentó un 50% de la LUC que iba “en dirección correcta”, en dirección del pueblo.
-¿Esto es lo que avaló el Frente Amplio?
-Así es, un disparate desde el punto de vista ideológico. En realidad, los parlamentarios tendrían que haberse levantado de la sala y dejar que la coalición multirreaccionaria aprobara por sí sola una ley tan retrograda. No lo hicieron y entraron a cavilar en los pasillos y despachos parlamentarios y aprobaron el 50%. Así pusieron al movimiento social en un apriete. Al igual que en Argentina con el peronismo, aquí todas las organizaciones sociales, el cooperativismo de vivienda que acá es muy importante, el movimiento feminista, todos los movimientos populares de Uruguay, se consideran frenteamplistas declarados. Entonces, quedaron en una disyuntiva. Sus bases estaban contra la LUC, pero resulta que el Frente Amplio ya había votado la mitad de la LUC, esa ley retrógrada. Esto terminó, con la imposición por parte del Frente Amplio de solamente rechazar o hacer referéndum contra 135 artículos. Es decir, el núcleo que ellos consideraban retrógrado, ahora se reduce a menos de un tercio de la LUC. Eso despertó, en una cantidad de militantes sindicales y populares, un gran rechazo. Así surge la Coordinadora contra toda la LUC. No cuenta con los fondos que tiene la Central de Trabajadores (PIT-CNT) que dicen haber invertido medio millón de dólares en la campaña, mientras nosotros estamos remando con esfuerzo. Acá en el lejano oeste de Montevideo se ha formado una agrupación, un zonal que está activo y que entiende, que más que tratarse de una disputa jurídica contra la ley, lo importante es volver a agrupar, nuclear a los luchadores más combativos del movimiento social, de los sindicatos, los movimientos sociales, los feminismos, los de la vivienda, la lucha en defensa del medio ambiente, de los movimientos barriales. Empezar a renuclearnos porque nos tenemos que enfrentar a una serie de medidas muy reaccionarias que vienen en cadena.
-Describí esa medidas, o por lo menos las más graves.
-La primera de ellas es la reforma de la seguridad social que va a ser totalmente neolibeal y perjudica a todo el pueblo. El hecho es que hay una serie de artículos de la LUC que respaldan la acción policial, que amplían la defensa propia del policía, consideran que, en el ejercicio de su autoridad, cualquier cosa que vos le digas, si vos estas sentado en un estadio de fútbol y el tipo viene y te pide el documento y vos le digas “no, no tengo, porque vine a ver el futbol”, bueno ya eso es considerado un desacato, desacato verbal contra el ejercicio libre de la autoridad policial. Entonces, ese respaldo jurídico, más el respaldo político que tiene la policía para reprimir por parte del ministro del interior y por parte del presidente y de los medios de comunicación reaccionarios, eso hace que los policías actúen, sobre todo en los barrios, con desconsideración, con mucha violencia.
-Recientemente hubo represión en algunos barrios populares.
-Últimamente se vio esto en un asentamiento de Malvín Norte, en el cual procedieron a disparar con perdigones contra tres mujeres que terminaron heridas, una con “munición no letal”. Esto es un nuevo eufemismo. Munición no letal, como la flecha, si te agarraba bien, tal vez te lastimaba un poquito, pero te agarra mal, te mata. Mirá, ahora en Catalunya, dejaron ciega a una militante. Tenemos los ejemplos de Chile, esta munición no letal ha matado a varios. ¿qué estamos haciendo? Es una onda mundial que no trata de humanizar al capitalismo, sino humanizar la represión, al salvajismo del aparato represivo.
-A propósito de estas acciones represivas, a la de Malvin Norte se le agregó otra en Pan de Azúcar, donde la intervención policial contra la gente fue brutal.
-En Uruguay la ofensiva reaccionaria es importante, porque el presidente suspendió la libertad de reunión. Primero, por 60 días ahora 30 días más y esto se aceptó porque dicen que se suspende la libertad de reunión para evitar las multitudes que contagien de Covid. La pandemia es usada como respaldo ideológico de medidas muy autoritarias. La policía va y actúa. ¿Qué van a hacer los jóvenes en verano? No tiene donde ir, porque está todo cerrado, por la pandemia. Se reúnen, bailan y tocan música en la rambla de Santa Catalina, y no puedes dormir, pero que le vas a hacer. Eso lograron: la gente se siente culpable de festejar y divertirse, los jóvenes en particular. Además, el vecindario se siente obligado para prevenir y defender su salud, cuidar la medida sanitaria. Si no se cumple con ello, llaman a la policía. Denuncian cualquier aglomeración y ahí la policía viene y actúa. En general, no hubo problemas, pero en determinado lugar se encuentran con jóvenes que, frente al autoritarismo por parte del aparato policial, reaccionan violentamente, se defienden. Eso ocurrió en los años 60 y ahora también. Pasa en Uruguay, en Buenos Aires, en Mendoza, en Salta, en Chile, Bolivia, en Catalunya, en todos lados.
–Quería tu opinión sobre cómo ves esa rabia juvenil que empieza a recorrer todo el mundo, rabia juvenil que apunta fundamentalmente con diferentes excusas: en Catalunya por la detención de un rapero, en Chile por todo lo que ha hecho Piñera, pero pasa también en Perú. Rabia que apunta a tres elementos: 1) no creen más en las instituciones, 2) no creen más en los partidos políticos tradicionales, incluídos los partidos de izquierda, ¿cómo ves esto? Hay mucha gente en la calle movilizándose contra la represión, pero no hay un instrumento político, que no debería ser partido, pero sí una instancia organizativa que sirva para canalizar esa bronca y que no termine en una nueva frustración.
-Como en 2001 y 2002. Ahora se tienen nuevas formas de organización. En Chile, por ejemplo, con Asambleas populares. Estamos hablando los viejos, pero son muy parecidas a las de los años 60. Expresiones de autonomía organizada que tuvieron nuestros pueblos de Latinoamérica, en aquellos años. Hay expresiones en los cuales los partidos viejos de izquierda, reformistas, el partido socialista, el comunista, perdieron legitimidad frente a las masas y las masas empezaron a recorrer otros caminos. Acá se terminó la democracia burguesa, la democracia liberal ¿votar, para qué? ¿Para llevar a un Bolsonaro o un Macri en el mejor de los casos? O a un Alberto Fernández, que los lleva por el mismo camino que Macri, pero de manera más edulcorada, más sensible para algunos problemas, pero que en definitiva termina teniendo un vacunatorio VIP, escondido en el Ministerio de Salud Pública. Acá pasa lo mismo: el Frente Amplio va perdiendo autoridad como en Chile le pasó a la Concertación Nacional, como perdió fuerza el Partido de Trabajadores (PT) en Brasil. Quién sabe si el PT podrá recuperar el prestigio que tenía sobre las masas. La gente está muy disconforme y ya no cree en las instituciones liberales. Que no le vengan con el cuento de los tres poderes del Estado, hay un solo poder y es el de la clase dominante, es el del capital. Se puede ejercer de una forma más descarada ese poder cuando está la derecha, cuando hay un Bolsonaro. O con moldes mejores, con discursos suaves y convincentes, como pasó con Tabaré Vázquez, Pepe Mujica o ahora con Alberto Fernández. No hace lo mismo Piñera, que es la continuidad de Bachelet, Bachelet vino precedida por Ricardo Lagos, y a Lagos lo antecedió Pinochet. En definitiva, están gobernados dentro de la misma Constitución, se amparan en las mismas leyes de la dictadura. La democracia burguesa va perdiendo arraigo y credibilidad, la gente se va dando cuenta y dicen “que me importan estos tipos”, y votan cualquier cosa. En conclusión: se pierde interés, se termina la expectativa de que los caminos de la democracia representativa liberal van a resolver algo los problemas más graves que tiene la gente. Puede haber alivio, claro, pero al poco tiempo viene el cimbronazo.
Entonces, en Uruguay la masa salarial ha disminuido, el poder adquisitivo de los trabajadores, de los jubilados, está reducido. Eso lleva a una descomposición social.
En todo esto hay también una responsabilidad nuestra. ¿Qué hemos hecho aquellos que tenemos la intención de la transformación revolucionaria? ¿Cómo hemos perdido predicamento entre la juventud y la masa vulnerada, las villas miseria, los asentamientos? Somos responsables de no haber sabido promover, instituir, un germen de poder popular.
-Es verdad, pero también cuenta que hemos tenido muchos palos en la rueda desde nuestro propio campo para hacer eso. Muchos colchoneros, muchos compañeros que prefieren construir la política del colchón que amortigua la posibilidad de mayores rebeldías. Y además la responsabilidad de cierta dirigencia de izquierda y del campo popular, que prefiere acomodarse en las cómodas sillas y sueldos del Parlamento y no ir a la calle a dar la pelea. La pandemia les vino bien para estas “iniciativas”.
-Acá les decimos “bomberos”. La izquierda ha llevado a la gente al parlamento a la gestión administrativa del estado. A partir de la presidencia de Tabaré y Pepe Mujica, el problema es cómo administrar el Estado, o sea, el capitalismo. En la película que Kusturika le hace al Pepe, que entre paréntesis está bastante mamado cuando dice: “sí, yo en algún momento fui revolucionario, pero ahora administro al capital”. Administran lo que les dejan administrar, y se conforman con eso, creen que toda la política es un discurso. Hacer política es hacer discurso de parlamento y negociar en parlamento y andar por los pasillos, negociar y sentarse en los despachos de los reaccionarios para negociar. Quién puede dudar en este mundo sobre quién decide qué, cómo, cuándo, dónde se produce, qué productos van a haber, qué recursos propiedad de los pueblos se van a extraer, ¿quiénes deciden? Eso lo deciden los grandes capitales, y ¿qué hacen nuestros presidentes, nuestros parlamentarios? Son meros mayordomos, son capataces de eso grandes capitales.
La política, entonces, se reduce a lo que decide Soros o Bill Gates. Esas grandes decisiones sobre la marcha del mundo luego las van ejecutando los distintos servidores que tienen. Entonces, después no se quejen de que la gente se cansa y salen a la calle, como salen en Perú y Colombia. ¡Hay que salir en Colombia con un sistema tan represivo!, y salen. ¡Hay que salir en Honduras o Guatemala. ¡Hay que salir a hacer marchas hacia los Estados Unidos desde Centroamérica, detrás de la panacea y la fantasía de que vamos a ir a ganar un peso allá! La gente está desesperada y eso da en cierta forma un clima de los años 68 y 69. Por un lado los gobiernos más autoritarios ya no necesitan dar golpes de estado, les alcanza con manejar el poder judicial y el palacio legislativo.
-Por un lado vemos la desesperación de la gente que busca un canal casi lindante con el anarquismo, expresiones de bronca sin partidos y sin instrumento político, pero bronca lógica al fin, y por otro lado, la extrema derecha que aparece no solo en Europa sino en América Latina. Allí está Manini Rios, en Argentina, Patricia Bullrich, Brasil tiene a Bolsonaro. Por ahí viene una disputa y creo que muchos y muchas jóvenes no están mirándose el ombligo. Valoro mucho que en medio de todo esto, tenga vigencia un discurso como el de Pablo Hasél, un compañero que viene lidiando con la canción, con el rap, contando verdades y dando propuestas de autodefensa o de solidaridad internacionalista, bajando línea anticapitalista con la canción, produciendo un fenómeno movilizatorio como el actual. No solo en Catalunya se habla de él como un símbolo. Tal vez la izquierda tradicional no lo ve, pero nosotros tenemos que poner el ojo en este tipo de cosas.
-Si creo que es hora de producir símbolos, símbolos de resistencia, después vendrá la acción ideológica y el sembrar semillas, revolucionarias. Pero los símbolos principales son la resistencia y la lucha, frente al autoritarismo, frente al poder represivo que tienen nuestros enemigos, nosotros no nos achicamos. Es decir, seguimos creyendo. Frente a la campaña ideológica del “quedate en casa para no contagiarte”, vamos a buscar formas de movilización que nos permitan rechazar esa cortina de humo que nos imponen desde el poder. La pandemia ha sido aprovechada ideológicamente por los más reaccionarios y la vamos a aprovechar nosotros también para movilizar. Cada vez que nos juntemos, respetemos el hecho del barbijo, el aire libre. Este 8 de marzo, las mujeres, el movimiento feminista, considero que debe salir a la calle, que no debe replegarse, sino que deben ganar las calles, organizadas, respetando reglas sanitarias, no por temores, sino para que la gente se sienta respetada en sus miedos, y poder vencerlos. Pero no por eso dejar de salir a la calle.
-Gracias Tambero, un gustazo escucharte.
-Nos seguiremos viendo, siempre en la misma.
Transcripción: Julia Mottura.