Resumen Latinoamericano, 10 de febrero de 2021.
El canciller de la República Bolivariana de Venezuela, Jorge Arreaza, envió una carta al director general del medio estatal alemán DW Deutsche Welle, Peter Limbourg, “para llamarlos a la reflexión por su sostenido y tendencioso ataque editorial contra Venezuela” y su marcado patrón de desinformación en torno a la nación.
Así lo informó Arreaza en el Twitter, red en la que publicó la referida carta, ante la cual el ministro para Relaciones Exteriores consideró que la respuesta del medio estatal fue poco reflexiva.
“El tipo de abordaje que ustedes han decidido emplear sobre Venezuela ha fracturado los principios más básicos del ejercicio periodístico, como la diferenciación entre hechos y opiniones, el contraste de informaciones y la objetividad, optando, más bien, por un tratamiento marcado por las noticias falsas, la violencia simbólica, el blanqueamiento de los actores de las múltiples agresiones que hemos sufrido y la simplificación del bloqueo económico, financiero y comercial que sufre el país todo”, enfatiza parte de la carta.
Asimismo, Venezuela lamenta que los principios de cobertura informativa que priven en ese medio alemán consistan “en fabricar una representación uniforme de un determinado país bajo la mirada única de Occidente, para justificar todo tipo de agresiones”.
“Estos son los principios que, lamentablemente, configuran la línea editorial de DW contra la República Bolivariana de Venezuela, y así lo revelan publicaciones recientes en su sitio web”, además condena que las vocerías que sustentas estas informaciones sean las que están claramente alineadas con la promoción de un cambio forzado de gobierno en la nación.
En la misiva, el canciller cita varios artículos publicados por dicho medio en los que rige el patrón de desinformación y contenido sesgado en torno a la realidad venezolana en distintos aspectos.
Tal es el caso, entre otros, de un artículo publicado el 14 de enero del presente año sobre una supuesta “escuela de operaciones especiales” donde agentes cubanos e iraníes “entrenan” a militares venezolanos en diversas “tácticas de tortura” para ser empleadas contra la población civil.
Otro ejemplo que alude, entre otros, es una pieza publicada el 12 de enero del presente año sobre una acusación contra el Gobierno Bolivariano de supuestamente atacar a los medios de comunicación privados.
“Mientras las incursiones mercenarias, intentos de golpe blando y las maniobras de bloqueo económico, financiero y comercial ponen de manifiesto los daños físicos de la guerra no convencional en desarrollo contra la República Bolivariana de Venezuela, la estrategia combinada de desinformación, propaganda y terrorismo informativo, dirigida por los medios occidentales hacia mi país, constituyen pruebas de un prolongado daño psicológico y moral contra nuestro pueblo y sus instituciones, con el fin evidente de socavar la imagen pública del país”, fustiga la misiva.
A continuación, una parte del contenido de la carta:
“Desde la ciudad de Caracas, capital de la República Bolivariana de Venezuela, le escribo respetuosamente para expresar mi rechazo a la línea editorial que la Deutsche Welle (DW), cadena de medios que usted dirige, ha desarrollado contra mi país. El tipo de abordaje que ustedes han decidido emplear sobre Venezuela ha fracturado los principios más básicos del ejercicio periodístico, como la diferenciación entre hechos y opiniones, el contraste de informaciones y la objetividad, optando, más bien, por un tratamiento marcado por las noticias falsas, la violencia simbólica, el blanqueamiento de los actores de las múltiples agresiones que hemos sufrido y la simplificación del bloqueo económico, financiero y comercial que sufre el país todo.
Antes de detallar con precisión los elementos de abierta propaganda que componen la línea editorial de DW, me permito una contextualización necesaria para ayudarle a comprender el origen de la cultura de guerra que, lamentablemente, ha normalizado el uso de la información como arma política.
El ciclo que abarcó desde la primera Guerra del Golfo hasta la intervención punitiva sobre Irak en 2003, nos dejó como lección el divorcio definitivo entre comunicación e información, y en esa misma dimensión consolidó el uso de los medios como un instrumento de conquista y dominación. Estos acontecimientos tuvieron una importancia central en la forma de informar: la del Golfo fue la primera guerra televisada y transmitida en vivo, cubierta con una lógica de saturación informativa que difuminó la frontera entre crueldad y espectáculo, pero también entre acontecimiento y representación. La de Irak, aunque no fue singular en sí misma, pues sobran casos de guerras que fueron desencadenadas por informaciones falsas, tuvo como rasgo especial el apoyo monopólico de los medios de comunicación, que actuaron como instituciones al servicio de las ambiciones del poder occidental, propalando un contrato de interpretación que consistía en resaltar la misión ‘civilizadora’ de los países ricos contra la ‘barbarie’ de los países pobres del Sur Global, aquellos que nunca se han destacado, precisamente, por bombardear naciones con ‘armas de destrucción masiva’.
Sr. Peter Limbourg Director General Deutsche Welle (DW) Alemania Bonn.-
Justamente, estos principios de ‘cobertura informativa’ son los que han dado forma y orientación estratégica al comportamiento de los medios de comunicación como el que usted dirige en época reciente, que consiste en fabricar una representación uniforme de un determinado país bajo la mirada única de Occidente, para justificar todo tipo de agresiones.
Mientras las incursiones mercenarias, intentos de golpe blando y las maniobras de bloqueo económico, financiero y comercial ponen de manifiesto los daños físicos de la guerra no convencional en desarrollo contra la República Bolivariana de Venezuela, la estrategia combinada de desinformación, propaganda y terrorismo informativo, dirigida por los medios occidentales hacia mi país, constituyen pruebas de un prolongado daño psicológico y moral contra nuestro pueblo y sus instituciones, con el fin evidente de socavar la imagen pública del país.
El pueblo de Venezuela es víctima de dos instrumentos de guerra y reconquista usados en paralelo: mientras la guerra política, económica e internacional intenta apoderarse de nuestros recursos naturales y debilitar nuestra integridad institucional y territorial, la guerra informativa persigue el sometimiento del alma y la mente de los venezolanos, blanqueando, simultáneamente, la crueldad de las agresiones externas y evitando que la realidad del país pueda ser vista con objetividad en el mundo. El bloqueo también es mediático y lo mueven las mismas motivaciones que el económico: fabricar una crisis que ‘requeriría’ como ‘solución’ la interferencia unilateral y abusiva de los países occidentales.
Estos son los principios que, lamentablemente, configuran la línea editorial de DW contra la República Bolivariana de Venezuela, y así lo revelan publicaciones recientes en su sitio web.
Concretamente, su cobertura de los acontecimientos en Venezuela mezcla la desinformación con el apalancamiento de vocerías claramente alineadas con la promoción de un cambio de régimen. Es también un patrón en su tratamiento informativo el uso de la generalización de hechos parciales, el proselitismo ideológico disfrazado de análisis periodístico, junto a la demonización del Gobierno Bolivariano y el uso de información incompleta o sesgada para distorsionar la realidad.
Un ejemplo de este tipo de abordaje, totalmente escindido de lo que se enseña en las academias de periodismo, es un artículo publicado el 14 de enero del presente año sobre una supuesta ‘escuela de operaciones especiales’ donde agentes cubanos e iraníes ‘entrenan’ a militares venezolanos en diversas ‘tácticas de tortura’ para ser empleadas contra la población civil. Para la realización de esta pieza, la cadena tomó como eje un informe publicado por el Instituto Casla, dirigido por la venezolana Tamara Suju. DW le otorgó credibilidad al informe, citó sus afirmaciones y, sin contrastar la verosimilitud de las ‘fuentes’, presentó al público el producto con un título afirmativo: ‘Oficiales iraníes y cubanos entrenan a militares en Venezuela para ‘manipular’ a la sociedad’.
DW no solo dio como verdadera la farsa de Suju, sino que también omitió datos que ponen en duda la credibilidad de la directora del Instituto Casla como una vocera independiente preocupada por la situación de derechos humanos en Venezuela. Por ejemplo, se omitió que Suju fue nombrada ilegalmente por el exdiputado Juan Guaidó como ‘embajadora’ ante República Checa, cargo al que ‘renunció’ en agosto de 2019; tampoco mencionó que, en agosto de 2018, Suju expresó a través de su cuenta Twitter que exigía la ‘injerencia humanitaria’, ‘más sanciones, más acorralamiento’ contra Venezuela.
Otro ejemplo que ilustra este patrón de desinformación es una pieza publicada el 12 de enero del presente año. Allí DW acusa al Gobierno Bolivariano de atacar a los ‘medios de comunicación privados’, unificando hechos dispersos para simular una especie de ataque sistemático contra la prensa y recubrir de sentido dicha premisa.
Tomaron declaraciones del magnate hondureño Jorge Canahuati, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), de quien también omiten su contribución al golpe de Estado contra el presidente de Honduras Manuel Zelaya, en 2009, un antecedente antidemocrático que lo desautoriza para dictar cualquier juicio contra Venezuela.
Además de realizar generalizaciones sobre la base de hechos aislados y de distinto origen, naturaleza e intensidad (como las investigaciones a VPI o la vigencia de la Ley contra el Odio, etc.), DW cae en una falsificación evidente, afirmando que ‘una charla sobre periodismo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Prensa, en la embajada de Gran Bretaña en Venezuela, le bastó al régimen para protestar contra el Gobierno de Boris Johnson por supuesta’ financiación ilegal.
DW tuerce la realidad y evita comentar qua estas acusaciones de financiación ilegal tienen bases reales, no por el evento del gremio que citan sino por documentos desclasificados que muestran per docurnera deedestwadoe que darrueraban que tanto el Gobierno del Reino Unido como la Fundación Westminster Foundation for Democracy (WFD) han financiaod a medios privados venezolanos para contribuir a un clima de opinión adverso a Gobierno Bolivariano desde el año 2016 con aporte de más de un millón de dólares. Con esta omisión deliberada, DW ha intentdo socavar la credibilidad de las denuncias de Venezuelam toda vez que encubre la actuación ilegal del Gobierno del Reino Unido”.
fuente: Radio Mundial