Resumen Latinoamericano, 18 de marzo de 2021.
La imagen de la carpa donde vive Maia junto a su madre puso en evidencia las condiciones materiales de millones en el país y abrió un debate sobre el problema del acceso a una vivienda digna.
“El estado no le tiene que regalar una casa”, dice un tuit en respuesta al debate que abrió la situación precaria en la que viven Maia y su familia.
Su desaparición puso en vilo a la sociedad los últimos tres días. A primera hora se conoció la noticia: fue encontrada viva. Un alivio recorrió a miles que publicaron su foto por múltiples vías con la esperanza de encontrarla con vida.
El caso se instaló gracias a la movilización de la familia y los vecinos, que realizaron cortes desde el lunes en la autopista Dellepiane exigiendo respuestas del Estado. Al mismo tiempo los gobiernos Nacional, de la Ciudad de Buenos Aires y de la Provincia de Buenos Aires, montaron un megaoperativo policial como si fuese un show para los medios, a Maia la terminaron encontrando vecinos en Luján.
Mientras era buscada las imágenes de la carpa en la que vive en Villa Lugano, Capital Federal, recorrieron los medios y las redes sociales. Una vez más quedó expuesta la realidad social que atraviesan miles de familias, niñas y niños en todo el país: la extrema pobreza. En respuesta no se hicieron esperar los argumentos más reaccionarios para naturalizar dicha situación y reproducir todo tipo de comentarios estigmatizantes.
“Sin educación, les das una casa y la cambian por falopa” o “se llama propiedad privada. Cada dueño/a hace lo que quiere”, fueron algunas de las frases que se podían leer en twitter. Una batería de argumentos que solo busca estigmatizar a los pobres y responsabilizarlos individualmente por la situación de miseria que atraviesan, como si solo dependiera de su propia voluntad salir de esa situación.
El objetivo es claro, que no se busque cuestionar de fondo una realidad donde hay 8,3 millones de chicos y chicas que son pobres. En otro tuit también puede leerse: “Los negocios inmobiliarios, las canchas de golf y muchos otros bienes y emprendimientos y servicios son los que sustentan la economía”. No vaya a ser que el debate sobre la vivienda ponga en el centro que mientras unos pocos concentran grandes fortunas, la gran mayoría trabajadora y pobre sufre las peores penurias.
La crisis abierta en el 2020, con los consecuentes despidos y el deterioro de los salarios, agravó este problema que ya era estructural: el acceso a la vivienda. A la par que se debate la situación que atraviesa la familia de Maia, se calcula que en todo el país hay 2 millones de viviendas ociosas, sin nadie habitándolas, destinadas meramente a la especulación inmobiliaria.
En la ciudad gobernada por Larreta hay 464 mil chicos y chicas en situación de pobreza, más de 7 mil familias en situación de calle y un 10% de la población habita en hogares precarios en villas. Mientras tanto hay más de 300 mil viviendas ociosas en el mismo territorio.
La situación no es muy distinta en la provincia de Buenos Aires, las imágenes de las humildes casillas prendidas fuego en Guernica el año pasado, mostraron la respuesta del gobierno de Kicillof y Berni ante el reclamo de los vecinos: un vivienda digna. ¿Cuál era el destino de esos terrenos? La instalación de una cancha de golf para el country que se encuentra al lado.
Ante una situación crítica que afecta a millones de personas, la prioridad no pueden ser los negocios inmobiliarios. Por eso se vuelve urgente declarar la Emergencia Habitacional, que se prohíban los desalojos y fundamentalmente atacar la concentración de la propiedad privada en manos de las inmobiliarias.