Colom­bia. El caso Uri­be y la impu­ni­dad de los intocables

Por Emi­lio Lagos Cor­tés. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 7 de mar­zo de 2021.

La Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación anun­ció su inten­ción de que se pre­clu­ye, se ter­mi­ne anti­ci­pa­da­men­te, la inves­ti­ga­ción penal en con­tra del expre­si­den­te Uri­be por frau­de pro­ce­sal en el caso de mani­pu­la­ción de tes­ti­gos en con­tra del sena­dor Iván Cepe­da Var­gas. Extra­ña­men­te, esa deci­sión con­tra­di­ce lo actua­do por la Sala Penal de la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia, que lue­go de dos años de inves­ti­ga­ción, vin­cu­ló a Uri­be al pro­ce­so penal y le impu­so una medi­da de deten­ción domiciliaria.

Hoy Uri­be está en tran­ce de que la Fis­ca­lía cie­rre su inves­ti­ga­ción lue­go de huir de la Cor­te Supre­ma de justicia.

Ya cono­ce­mos que Uri­be, quien reite­ra­da­men­te había dicho que no inten­ta­ría huir del fue­ro que per­mi­tía que fue­se inves­ti­ga­do por la Cor­te Supre­ma de Jus­ti­cia, actuó en con­tra de su pala­bra, renun­ció al sena­do, y, de esa mane­ra, logró que su pro­ce­so salie­ra de la Cor­te y pasa­ra a las manos de un fis­cal ami­go, que hoy reite­ra su dis­po­si­ción para cerrar la investigación.

Debe des­ta­car­se el aspec­to polí­ti­co de la situa­ción. Uri­be, el jefe natu­ral del uri­bis­mo, es el jefe polí­ti­co del pre­si­den­te ele­gi­do por el uri­bis­mo. Ese pre­si­den­te nun­ca había con­se­gui­do un voto por sí mis­mo, fue sena­dor gra­cias a que Uri­be lo inclu­yó en una lis­ta cerra­da, y, des­pués, fue pre­si­den­te por­que fue “el que Uri­be dijo”.

Ese mis­mo pre­si­den­te nom­bró a su com­pa­ñe­ro de uni­ver­si­dad como fis­cal gene­ral de la nación, y este nom­bró a un fis­cal de ape­lli­do Jai­mes como encar­ga­do del pro­ce­so Uribe.

Es decir, todo indi­ca, a mi pare­cer, que Uri­be tie­ne a la Fis­ca­lía y a su inves­ti­ga­dor en el bol­si­llo; es su fis­ca­lía de bolsillo.

La con­di­ción de los fis­ca­les, del que lo inves­ti­ga con­cre­ta­men­te y del fis­cal gene­ral, es simi­lar a la de cual­quie­ra de los emplea­dos de su hacien­da. Su empleo, su sala­rio, su lon­che­ra, depen­den de la volun­tad de Uri­be. Fácil­men­te podría decir­les: “me absuel­ven o, cuan­do los vea, les par­to la cara mari­cas”. Eso expli­ca la soli­ci­tud de pre­clu­sión anun­cia­da por la Fiscalía.

Pero el caso de Uri­be es solo uno que ilus­tra la impu­ni­dad de los into­ca­bles de Colom­bia. Mien­tras se sabe que la inmen­sa mayo­ría de la cla­se polí­ti­ca es cri­mi­nal, rara vez uno de ellos enfren­ta la justicia.

Igual suce­de con el empre­sa­ria­do, el caso de Ode­brecht deja cla­ro que los con­tra­tos con el Esta­do se obtie­nen median­te el soborno y la corrup­ción, inclu­so tra­tán­do­se del hom­bre más rico del país (qui­zá eso expli­ca que lo sea), pero este resul­ta aún más into­ca­ble que Uribe.

En reali­dad, los pode­res polí­ti­cos y eco­nó­mi­cos for­man un entra­ma­do en el que se tran­si­ta de una esfe­ra a la otra. El into­ca­ble del gru­po AVAL nom­bra al fis­cal, Mar­tí­nez Nei­ra, que debe inves­ti­gar la corrup­ción en la que está invo­lu­cra­do el into­ca­ble del gru­po AVAL. La inves­ti­ga­ción, por supues­to, con­clu­ye que los emplea­dos de Sar­mien­to actua­ron para bene­fi­ciar (con cien­tos de miles de millo­nes) a Sar­mien­to sin que Sar­mien­to lo supie­se; sobra recor­dar que Mar­tí­nez Nei­ra era el abo­ga­do de Sar­mien­to antes de ser fis­cal, y que vol­vió a ser­lo des­pués de ser fiscal.

Otros com­par­ten ambas face­tas: son polí­ti­cos y empre­sa­rios en simul­tá­neo; es el caso de la fami­lia Char. Como fun­cio­na­rios públi­cos asig­nan la con­tra­ta­ción esta­tal a sus empre­sas; y cuan­do es nece­sa­rio, acu­den a la cri­mi­na­li­dad, sea sobor­nos o para­mi­li­ta­ris­mo. De nue­vo, nin­gu­na inves­ti­ga­ción pros­pe­ra. En pocas pala­bras, los pode­ro­sos de Colom­bia están segu­ros de que nun­ca serán juz­ga­dos, por­que con­tro­lan el poder polí­ti­co y el apa­ra­to de justicia.

De mane­ra que la impu­ni­dad de la que ha dis­fru­ta­do Uri­be a lo lar­go de su vida públi­ca ejem­pli­fi­ca la impu­ni­dad que cobi­ja a los pode­ro­sos, la oli­gar­quía colom­bia­na, que se han enri­que­ci­do median­te el con­trol del Esta­do, y han logra­do la con­di­ción de into­ca­bles gra­cias a su con­trol del apa­ra­to de la jus­ti­cia, cuyos fun­cio­na­rios ope­ran más como sus emplea­dos que como sus investigadores.

Tal situa­ción resul­tó fun­da­men­tal para que Colom­bia vivie­se la tra­ge­dia que ha vivi­do: una cla­se diri­gen­te y empre­sa­rial cri­mi­nal has­ta los tué­ta­nos y, en con­se­cuen­cia, una cri­mi­na­li­dad gene­ra­li­za­da en la sociedad.

Por tan­to, para supe­rar esa tra­ge­dia, se hace nece­sa­rio que la jus­ti­cia, como el Esta­do en gene­ral, deje de ser ins­tru­men­to al ser­vi­cio de los pode­ro­sos y pase a ser garan­te de los dere­chos de todos los colom­bia­nos. Tal cosa solo se logra­rá des­alo­jan­do del poder a quie­nes lo han osten­ta­do duran­te los últi­mos 200 años.

5 de mar­zo de 2021

Aden­dum:
Bajo el títu­lo “Fis­ca­lía impú­di­ca” Harold Ruiz Moreno precisa:

“Nadie pue­de des­co­no­cer que el Esta­do colom­biano ha sido cap­tu­ra­do por el nar­co­trá­fi­co o el para­mi­li­ta­ris­mo en dife­ren­tes esca­las y momen­tos de la vida nacio­nal, y que la tra­ge­dia huma­ni­ta­ria que vive el país se debe entre otras cau­sas, a lo ocu­rri­do por los mal lla­ma­dos fal­sos posi­ti­vos, que no son otra cosa que eje­cu­cio­nes extra­ju­di­cia­les come­ti­das por la mayo­ría de los inte­gran­tes del ejér­ci­to nacio­nal, y que en el perio­do de gobierno del expre­si­den­te Álva­ro Uri­be Vélez se pre­sen­ta­ron al menos 6.402 casos según la JEP”

“Las masa­cres, el ase­si­na­to sis­te­má­ti­co de los líde­res socia­les y los fir­man­tes de la Paz, los des­pla­za­mien­tos, con­fi­na­mien­to, las casas de píque, hor­nos cre­ma­to­rios, pozos de áci­do, son la ver­güen­za mun­dial de un Esta­do que se hace lla­mar Demo­crá­ti­co como el colombiano”

“Las más de 8 millo­nes de víc­ti­mas recla­man ver­dad, jus­ti­cia, repa­ra­ción y no repe­ti­ción; las cifras de la impu­ni­dad sobre­pa­san el 90%, la mayo­ría de la admi­nis­tra­ción de jus­ti­cia ha sido tam­bién cap­tu­ra­da por el régi­men de terror, para ellos el Ñeñe Her­nán­dez sigue sien­do un pro­mi­so­rio gana­de­ro, el Memo fan­tas­ma pue­de seguir hacien­do nego­cios con la Vice, y el emba­ja­dor San­cle­men­te es el fiel refle­jo de la eco­no­mía naran­ja, pro­ce­san­do sus 4 labo­ra­to­rios de coca en las gote­ras de Bogo­tá; se demues­tra que des­de el gobierno se pue­de seguir hacien­do per­fi­la­mien­tos, fal­sos posi­ti­vos judi­cia­les con­tra la opo­si­ción, y ame­na­zas des­de los cuar­te­les con las águi­las negras”

“Y como esta­ba esta­ble­ci­do para el Patron­ci­to, la vuel­ta está hecha, «la fis­ca­lía que se creó para acu­sar a los delin­cuen­tes», cum­plién­do­le al jefe de la ban­da, pide PRECLUIR, muy a pesar del sufi­cien­te acer­vo pro­ba­to­rio de la cor­te Supre­ma de Justicia”

“Está demos­tra­do que el innom­bra­ble tie­ne el Esta­do a sus pies y se lim­pia los zapa­tos con la jus­ti­cia, esto es Polom­bia” y cita al Sena­dor Cepe­da quien declara:

“A Uri­be le digo hoy: tris­te his­to­ria la suya, al final de su vida públi­ca, inten­ta tor­cer y man­ci­llar por todos los medios la jus­ti­cia. Pero eso ha sido inú­til. El país sabe de su cul­pa­bi­li­dad, la juven­tud cono­ce su ver­da­de­ro ros­tro. Para usted no habrá luz al final del túnel.”

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