Resumen Latinoamericano, 21 de marzo de 2021.
Además de sus flotas para lucha contrainsurgente, Colombia tiene aviones de defensa a gran escala, que son los que Duque quiere reemplazar con una inversión de $14 billones de pesos.
En 270 aeronaves militares se refleja el poder aéreo colombiano pues integran la capacidad material de la Fuerza Aérea Colombiana-FAC. Entre este universo se encuentran los aviones de combate, de reconocimiento, de inteligencia e interceptación, de patrullaje marítimo, de entrenamiento, transporte y helicópteros militares.
Son tres tipos de aviones de combate que Colombia tiene a su disposición y que suman un total de 77 aeronaves. Todos polivalentes, para ataque cielo a tierra enfocados en la lucha contrainsurgente. El más poderoso en sus filas es el israelí IAI KFIR, también conocido como el “cachorro de león” supersónico. Este avión ha sido el hijo de décadas de buenas relaciones políticas y diplomáticas entre Colombia e Israel pues fue en los años 80, la primera vez que el ejército colombiano efectuó la compra de 12 de estos cazadores cuyo costo unitario ronda los 4.5 millones de dólares.
Los KFIR pueden alcanzar una velocidad de 2.440 kilómetros por hora, aunque su rango de alcance no supera los 2 mil kilómetros de un solo tajo. En febrero de 2008 el entonces ministro de defensa Juan Manuel Santos viajó a Israel para buscando cerrar acuerdos para nuevas adquisiciones de dicho avión y la repotenciación de 11 de las aeronaves ya existentes. Hoy, la FAC cuenta con 24 ejemplares, de los cuales la mayoría ya está por cumplir su vida útil que es de 30 años, por lo que el gobierno de Iván Duque se encuentra ya en proceso de renovarlos.
Colombia también registra otros 15 aviones Cessna A‑37 Dragonfly construidos en Estados Unidos, diseñada y desarrollada en el marco de la guerra con Vietnam. Por tratarse de un avión liviano y ergonómico, ha sido estratégico en los combates contra guerrillas en zonas selváticas del país. Estos aviones son los encargados de patrullar periódicamente los parques naturales en departamentos como el Amazonas, Guainia, Vichada y Vaupes.
Por otro lado, la cooperación militar entre Colombia y Brasil también ha sido clave para el posicionamiento del ejército nacional en los aires. La FAC es uno de los más grandes operadores del Embraer Super Tucano, construido en Brasil. Desde la cabina de estos aviones, se han desarrollado varias de las más importantes ofensivas del Estado a las guerrillas colombianas, como lo fue la Operación Fenix, en la que fue abatido Raul Reyes, la operación Sodoma en la que cayó el Mono Jojoy y la operación Odiseo en la que murió Alfonso Cano. De estos, Colombia tiene alrededor de 38 ejemplares activos.
El actual ministro de defensa, Diego Molano, es la máxima cabeza responsable y encargada de estos aviones. Su cartera determina el uso y gestión conforme a los lineamientos que desde la Presidencia de la Republica sean aprobados en el marco de responsabilidad de las Fuerzas Militares en Colombia.
Molano heredó del exministro de defensa, Carlos Holmes Trujillo (qepd), una hoja de ruta para la potencialización de la Fuerza Aérea enmarcada directamente con el gobierno de los Estados Unidos que viene tomando forma desde los últimos meses de Trump en la Casa Blanca, quien se la jugó para, por medio de cooperación militar, dotar de 3 aviones FC Hercules nuevos a la fuerza aerea colombiana. Pero esto fue solo el comienzo de una negociación a gran escala con la que se renovarán los 24 aviones Israelis Kfir, que están por cumplir su ciclo de vida de 30 años en las filas de la Fuerza Aérea.
Ya el congreso estadounidense se encuentra tramitando la solicitud radicada de autorización para la adquisición de los nuevos aviones de guerra por parte del gobierno Duque, el cual invertiría hasta 4.500 millones de dólares que serían pagados en un plazo de 10 años.
Aunque no se ha establecido cual será el modelo elegido, el más sonado para reemplazar a los Kfir es el F‑16, apodado “The Fighting Falcon” (Halcón Guerrero). Dicha aeronave, producida por Estados Unidos, es uno de sus productos estrella, el cual lleva produciendo desde el año 1976. Hasta el día de hoy se han construido 4.600 ejemplares. Y, aunque la fuerza aérea estadounidense ya no integra nuevos aviones F‑16 a su flota, Estados Unidos exporta anualmente dichas aeronaves a 27 ejércitos distintos en el mundo, transacciones que deben estar aprobadas previamente por el congreso.
Dentro de las especificaciones técnicas de dicho avión, se conoce que alcanza una velocidad máxima de 2.121 kilómetros por hora, con una autonomía de vuelo de 4.270 kilómetros a la redonda. Cada avión puede cargar hasta 450 kilos de bombas y explosivos para desplegar con un sistema de alta precisión. El precio unitario de cada F‑16 supera los 100 millones de dólares y la hora de vuelo de dichos artefactos asciende a los 9 mil dólares, lo cual sería una reducción a los 16 mil dólares que cotiza la hora de vuelo en los israelís Kfir.
Fuente: Las 2 orillas