Por Carlos Aznárez, Resumen Latinoamericano, 3 de marzo de 2021.
foto: Facundo Andicoechea
Cinco años sin tu palabra pero sí con tu legado diseminado entre las mujeres, las niñas, niños y hombres de tu pueblo. Precisamente en este día tan emblemático, qué mejor homenaje compañera Berta, que prometerte que todas las semillas que fuiste sembrando por tu querida tierra hondureña siguen germinar junto a tus mejores ideas, que ya son modelo a imitar por las nuevas generaciones campesinas. Ellas serán siempre las encargadas de rescatar tu espíritu de mujer apasionada, valiente y directa a la hora de imaginarse nuevas insurgencias.
Te supimos conocer, hace ya varios años, en tierras bolivianas de Vallegrande, donde otro latinoamericano como tú, cayera en combate por las mismas razones a la que dedicaste gran parte de tu vida. Luego, adivinábamos tus pasos junto al de tantas mujeres que en los días difíciles pero bulliciosos del enfrentamiento con policías y militares golpistas, mostraban al mundo que «no tenemos miedo”, frase épica que se convirtió en himno de batalla, entre gritos de rabia, balas de plomo, la pradera incendiada y todo el coraje de un pueblo que estaba nuevamente de pie.
Te volvimos a abrazar en Venezuela palpitando con las multitudes rojas rojitas, y luego en Argentina, en emocionantes encuentros, donde nos iluminaste con tu visión sobre las dificultades por las que estaba atravesando la Resistencia hondureña, de la que fuiste referente fundamental junto a tus compañeros y compañeras del COPINH. Sabías mejor que nadie, que las elecciones, tal cual estaban planteadas, eran la trampa para blanquear a una dictadura brutal que fue diezmando a tu pueblo durante todos estos años. “Yo seguiré con mi gente, fiel a ellos y ellas, que son los que no están dispuestos a que les tuerzan el brazo”, nos dijiste, maldiciendo los “acuerdos internacionales” que permitían que los dictadores volvieran a ganar fuerza después de estar acorralados. Fue precisamente en ese última cita, poco antes de brindar tu testimonio a un público ávido de escucharte y de aprender de tu ejemplo, que te dijimos: «cuídate hermana, que te necesitamos», descubriendo en tus ojos que tu senda de lidereza ya estaba trazada.
Ahora que ya nos mordimos los labios de impotencia y carajeamos a quienes te asesinaron vilmente, queremos recordarte como lo que siempre fuiste: generosa militante de la vida, amante de los ríos, de los árboles y la madre tierra, enemiga feroz de quienes tratan de mancillarles, contaminando con sus venenos imperiales el suelo que tantas veces pisaste, descalza, “para poder sentir latir la humedad de sus entrañas”.
Feminista declarada, no desde la comodidad de los despachos oficiales sino en las calles, codo a codo con tus hermanas lencas más jóvenes y también con las más ancianas, las que desbordan sabiduría por los poros. Anticapitalista consecuente, a la que las trasnacionales más destructivas aprendieron a temer, porque no retrocedías jamás cuando estabas convencida de que tu causa y la de tu querido COPINH estaba en peligro. No te alcanzaban las horas de un día cuando se trataba de movilizarte por los que eran ninguneados, golpeados, expulsados. Unas veces con las heroicas campesinas del Bajo Aguan, y otras frente a las mansiones de los poderosos en las zonas urbanas. Tu reclamo se escuchaba en todo el continente: “no sigan destruyendo nuestros bosques, ni tampoco envenenando el agua».
Este próximo 8 de marzo, marcharás con todas y con todos. En Tegucigalpa, Buenos Aires, Chiapas o Caracas. En las estrechas callejuelas de Cisjordania y Gaza o en los arrabales de Beirut. Tu nombre y tu sonrisa estarán en las banderas y las pancartas que llevemos, tus palabras serán evocadas en las consignas y discursos de las que como tú, no necesitan que les institucionalicen la memoria para evocar, este y todos los días del año, a las mujeres luchadoras. Así será compañera Berta, no hablaremos de muerte sino de vida con dignidad y justicia, como las premisas fundamentales que siempre cargaste en tus alforjas campesinas. Será la mejor manera de demostrarle a los sicarios que te balearon en esa noche aciaga, que no han podido quebrarte el corazón ni dejarnos sin tu legado, compañera Berta Cáceres.