Resumen Medio Oriente, 26 de marzo 2021-.
Por Itxaso Domínguez Coordinadora del Panel de Oriente Próximo y Norte de África en la Fundación Alternativas.
Tras una cita con las urnas por cuarta vez en dos años, los últimos recuentos arrojan que Israel podría ser gobernado por una coalición de extrema derecha liderada por Benjamin Netanyahu, con un Parlamento más fragmentado que nunca. La apabullante mayoría que representan los escaños a la derecha simboliza la evolución de la arena política israelí, en gran parte como consecuencia de la impunidad del líder tanto en el ámbito del buen gobierno como en lo que respecta a su discurso iliberal y profundamente racista. Tras 15 años en el poder, ha demostrado que hará todo lo posible para mantenerse. Las elecciones se han convertido en meros plebiscitos en torno a su persona, y una quinta ronda no parece inverosímil.
Netanyahu también ha hecho todo lo que estaba en su mano para ahondar la asimetría de poder del conflicto palestino-israelí: en 2020 amenazó con formalizar la anexión de territorio destinado a un futuro Estado palestino, y ha conseguido oficializar sus relaciones con algunos países árabes sin avanzar un ápice la paz. Aún así, la ocupación de Cisjordania y Jerusalén Este y el bloqueo sobre Gaza representan un asunto completamente invisibilizado en la mayoría de conversaciones entre israelís. Salvo cuando de ataques desde la Franja se trata, el público israelí no se muestra preocupado por lo que ocurre al otro lado de los respectivos muros. Cualquier posibilidad de Gobierno alternativo, incluso aunque esta incluyera la llamada izquierda, sería una opción poco halagüeña para el pueblo palestino.
Esta cita electoral ha llevado a hablar más de los palestinos del 48 (llamados ‘árabes israelís’), ciudadanos de segunda. Estos últimos meses, han tomado las calles para denunciar el crimen en sus localidades que las autoridades hacen poco por evitar. Un grupo de formaciones creó en 2015 la Lista Conjunta, iniciativa que dio esperanzas de mayor representatividad y llegó a obtener 15 escaños en 2020, pero que también arrojó luz sobre los dilemas de este colectivo, parte integral del pueblo palestino. Tras años de comentarios racistas y una ley en virtud de la cual el país pertenece solo al pueblo judío en su totalidad, ‘Bibi-Abu Yair’ aprovechó la gravísima situación de inseguridad que él mismo ha creado para cortejar a votantes y quizá al partido islamista Ra’am como apoyo externo para un gobierno en minoría.
Fuente: PALESTINALIBRE.org