Por Eduardo Lucita*, Resumen Latinoamericano, 8 de marzo de 2021.
Declinación de EEUU ascenso de China.
No obstante la crisis mundial inédita que recorre el globo el tablero internacional registra movidas de tipo estratégico que adelantan la reestructuración de un poder mundial en transición. China es hoy el centro de la recuperación económica mundial y el eje Asia-Pacífico el núcleo desde donde se impulsa la reconfiguración. La declinación de los EEUU y la dialéctica disputa /cooperación entre las dos grandes potencias son datos centrales del período.
En medio de la pandemia China tracciona una inestable recuperación económica global. Su PBI (15 billones de dólares) ha crecido 2.4% en el 2020 y se estima lo hará entre un 6 y 8% este año. Mientras que el PBI estadounidense (23 billones) ha caído 3.6% y recuperaría un 5.1 este 2021. Investigadores del Centro de Economía Empresarial con sede en Londres pronostican que la potencia asiática crecería un promedio de 5.7% anual entre 2021 y 2025, mientras que EEUU lo haría al 1.9 entre 2022 y 2024 y bajaría luego al 1.6. Así estiman que la brecha entre las dos potencias no solo se irá achicando sino que en 2028 la economía de la República Popular seria la mayor del globo. No obstante estos avances los niveles de productividad chinos son aun inferiores a los que muestran Alemania, Japón o EEUU, si bien es muy superior la actividad académica y de investigación en nuevas tecnologías la brecha a favor de las economías avanzadas persiste aún. Sin embargo esta podría ser la primera vez que EEUU no lidere los avances tecnológicos.
Todas las estimaciones dependen de la distribución y eficacia de las vacunas y de la continuidad de la asistencia fiscal.
Avances en varios Frentes
La República Popular es desde el 2019 el primer socio comercial de Europa y su intercambio (740.000 millones de dólares anuales) es el mayor del mundo. Cuando el 2020 expiraba la UE y China dieron a conocer un acuerdo que garantizará reciprocidad en cuanto a la protección de inversiones y mejorará el acceso a los mercados de ambas economías. El acuerdo es el más importante y ambicioso firmado por China hasta ahora y va más allá de sus contenidos económico-comerciales.
Para la UE (pos Bréxit) satisface objetivos planteados desde hace tiempo: a) que se respete la propiedad intelectual de sus empresas, b) mejorar su posicionamiento para negociar con EEUU y c) jugar un rol en la economía mundial haciéndose un lugar entre las dos potencias. Por su parte la República Popular logra a) acceso a los mercados europeos b) asociarse con un aliado histórico de los EEUU y c) relativa estabilidad en las relaciones de fuerza con las potencias mundiales. Pocos días antes del anuncio el ahora asesor en Seguridad Nacional de EEUU manifestó que “La nueva administración vería bien mantener consultas con los socios europeos sobre las practicas económicas de China”. No en vano Joe Biden había pedido suspender la firma de ese acuerdo hasta tanto el asumiera como presidente. Europa, empujada por Alemania y Bruselas, no lo esperó.
Hay que sumar a la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), acuerdo suscripto a mediados de noviembre pasado con los 10 países miembros de la “Asociación de Naciones del Sudeste Asiático” (ASEAN) al que se agregaron Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Lo que constituye un salto cualitativo que convierte a este bloque en la mayor zona de libre comercio del mundo (30% del PBI mundial, 28% del comercio global), que tendrá un impacto que superará lo regional (se espera un futuro ingreso de la India y también de países latinoamericanos).
Estos grandes acuerdos son la continuidad de una serie de asociaciones, compromisos e iniciativas sobre libre comercio, mecanismos de cooperación y de seguridad tanto regionales como por países ya suscriptos con anterioridad. Es que hasta la asunción de Xi Jinping las relaciones económicas de China con Asia, África y América Latina eran país a país, pero desde entonces esta concepción fue mutando hacia un enfoque más multilateral aunque no excluyente. China demuestra así que es capaz de combinar bilateralismo con multilateralismo. Su principal iniciativa es el megaproyecto anunciado en 2013 “Una Franja Una Ruta” (Nueva Ruta de la Seda). Un plan global que buscar incentivar su expansión comercial y su influencia participando en construcciones viales y energéticas, haciéndose cargo de la gestión de puertos estratégicos.
Suele decirse que la política no soporta el vacío, viendo los movimientos que realiza la potencia asiática este concepto bien puede extenderse a la economía internacional. China va ocupando espacios dejados vacante por la política de la administración Trump.
Interdependencia
La República Popular es hoy una potencia industrial y el primer exportador de productos manufacturados, es también el principal acreedor de EEUU, su PBI, medido por paridad del poder adquisitivo, sería ya el mayor del mundo. Muestra también la tasa de reducción de la pobreza más importante de la historia humana, al mismo tiempo que crecen las desigualdades sociales y es el primer país en emisiones contaminantes. En el año en que se cumple el centenario de la fundación del PCCH el Congreso Nacional del Pueblo presentará el 14° Plan Quinquenal (2021÷2025), que definirá “…un modelo de desarrollo de doble circulación” dando prioridad a “…la circulación nacional sobre la internacional”, buscando mayor independencia en lo que considera mercados estratégicos
En tanto que EEUU, segundo país emisor de contaminaciones, es el principal mercado para los productos chinos mientras que le provee componentes electrónicos, otros productos intermedios y primarios y necesita del financiamiento chino para recomponer su deteriorada estructura caminera y ferroviaria.
El bloque europeo y Rusia también mueven sus fichas
Ya antes la Unión Europea había firmado acuerdos con Japón y Canadá, mientras que avanza para lograrlo con Gran Bretaña buscando que el Bréxit no rompa las interconexiones productivas en la región. A fines de noviembre pasado Rusia convocó a la “20° Cumbre de la Organización de la Cooperación de Shanghái” (OCS) que incluye países euroasiáticos y a la “XII Cumbre de los BRICS” (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), en paralelo Malasia organizó la “Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico” (APEC). Es evidente que la decisión del ex presidente Trump de retirar a EEUU de la Alianza Transpacífico (TPP) y del Acuerdo con la UE (TTIP) dejo un vacío que otras potencias y naciones están aprovechando. Especialmente China, que busca asumir el liderazgo de la globalización y el libre comercio.
Competencia y cooperación
La dialéctica competencia-cooperación en la disputa sino- estadounidense por el estratégico control de las nuevas tecnologías (inteligencia artificial, internet de las cosas y robótica de nueva generación) es el marco en el que se desenvuelve el pasaje del modelo anglosajón (EEUU-Gran Bretaña) al asiático/pacífico (China y el sudeste asiático) que arrastra a Europa. Esta transición acelerará no solo el curso del comercio y las inversiones globales sino también la reestructuración del poder mundial. En este período lo que destaca es la declinación gradual de los EEUU y el ascenso sostenido de China en un contexto de interdependencia.
El virus Covid 19 se originó en China, que logró controlarlo en pocas semanas igual que Corea del Sur y Taiwán, como sabemos no ha pasado lo mismo en EEUU. Las crecientes desigualdades sociales y el deterioro del nivel de vida en la sociedad norteamericana contrastan con lo anunciado por la potencia asiática hace semanas atrás informando haber acabado con la pobreza extrema. Ambas potencias comparten la mayor responsabilidad por el calentamiento global y el cambio climático. La pandemia puso en evidencia el impacto sobre la naturaleza del capitalismo productivista de esta época.
El imperio
La nueva administración norteamericana encabezada por Joe Biden es expresión de una coalición formada por el establischment demócrata y republicano, los grandes medios de comunicación y las plataformas de alta tecnología (Youtube, Amazon, Apple, Facebook…). Este apoyo le da una pátina de popularidad que sin embargo no puede ocultar el escaso margen de su triunfo electoral.
El nuevo gobierno está en busca de cierta estabilidad capitalista recomponiendo las relaciones ‑tanto internas como externas- que la administración Trump comenzó a reconfigurar y que han quedado a mitad de camino debilitando al imperio frente al mundo. En política exterior no solo debe responder al avance de China y reconstruir las relaciones con Europa, también debe enfrentar la situación en Medio Oriente y en Irán, la política expansionista de Turquía y la mayor influencia de Rusia en toda la región. El trumpismo derrotado, que sin embargo obtuvo el 47% de los votos, mantendrá fuerte presencia política. El fracaso del segundo juicio político a Trump, es resultado de esa presencia y del temor de los republicanos a contradecir a sus bases partidarias (casi el 50% del electorado, de los cuales más del 70% creen que hubo fraude en las elecciones). El triunfo de los demócratas anuncia el fin del unilateralismo de la administración Trump. En el acto en que el ahora presidente presentó a los funcionarios que ocuparan cargos en Seguridad Nacional y Política Exterior se dieron algunos indicios: “EEUU está de vuelta para liderar el mundo”, “No podemos resolver los problemas del mundo solos. Necesitamos la cooperación, necesitamos asociaciones”. ¿Se trata de un regreso a las políticas de la administración Obama? No necesariamente, pero sí que podrían retomarse algunos lineamientos de política exterior.
La declinación de EEUU es un proceso de larga data que se está acelerando. Sin tomar en cuenta este dato central no es posible comprender la escalada de China en los últimos cuatro años. El debilitamiento de la hegemonía norteamericana en el mundo es la expresión de lo que viene pasando dentro del imperio. El asalto al Capitolio del 6 de enero hizo emerger los conflictos de clase, raciales, étnicos, de género e ideológicos que atraviesan la sociedad estadounidense. Puso en evidencia como las élites políticas y económicas surfean sobre esas fracturas múltiples. Dejó en claro también que el régimen de la democracia liberal, justamente en el país que se autoconsidera su “cuna” ‑cuyo objetivo central es proteger a las élites- está en crisis y que esa crisis se expande por buena parte el mundo occidental.
La administración Biden primero deberá enfrentar la situación política y económica interna, incluso siguiendo algunas políticas de la administración Trump, necesita tener más cohesionado el frente interno para iniciar la recuperación en el plano internacional. Está obligado a recomponer relaciones con sus aliados históricos europeos, fundamental para mantener el liderazgo del imperio. Mientras, ha regresado al Acuerdo Climático de París y a la OMS al mismo tiempo que renovó los ataques a Venezuela, reforzó su presencia militar en Asia, nombró un numeroso consejo asesor destinado a elaborar propuestas para contener el avance global de China y negocia su reincorporación al pacto nuclear con Irán y el Consejo de Seguridad de la ONU.
América latina
Nuestra América, golpeada por la pandemia y por las crisis económica y ambiental, se inserta en este escenario sin un proyecto propio. Si en las últimas dos décadas proliferaban los discursos promoviendo la integración, si se crearon organismos supra nacionales como UNASUR, la CELAC o el ALBA-CTP ‑que por primera vez excluían la participación de EEUU y Canadá- si hubo proyectos como el Banco del Sur, la moneda única o Petrosur, hoy no hay nada, el Grupo Puebla no llena este vacío. Incluso el Mercosur está amenazado por la posición de Brasil de flexibilizarlo y permitir acuerdos bilaterales mientras que la Alianza por el Pacífico (de corte neoliberal) está totalmente desdibujada. Para peor la primarización ha avanzado en varios países mientras se ha devaluado la perspectiva industrialista.
Así la región ha perdido peso internacional, está dividida y fragmentada, sometida a la presión de una doble dependencia: de EEUU, porque no ha cambiando su status de “patio trasero” ‑la designación en el BID de un funcionario norteamericano, rompiendo así una larga tradición, es muestra de ello (hay que computar que ayudo la ausencia de una candidatura unificada de la región). De China, porque no es solo el principal mercado para nuestros productos primarios sino también porque la República Popular es la principal fuente de acumulación de capitales y proveedora de financiamiento.
Los resultados electorales que se van acumulando en la región muestran fuertes derrotas de las derechas –lo que no implica el fin de la fase neoliberal del capital- y el retorno de gobiernos de centro, progresistas o neodesarrollistas en general (ahora llamados progresismos moderados). Habrá que esperar para conocer si es una retomada del ciclo anterior, luego de algunos años de las derechas neolioberales, o se trata de un nuevo ciclo cuyos contenidos están por verse. De todas formas y mas allá de las tácticas políticas a emplear frente a estos nuevos gobiernos en la coyuntura, en un mediano plazo nada pueda esperarse de las élites políticas y económicas, tampoco de las alicaídas burguesías nacionales. Solo la acción conjunta de sus trabajadores y clases populares, como en Bolivia, Chile o Haití… y coordinación a nivel regional, caso Alba de los Pueblos, puede dar una salida duradera orientada al anticapitalismo.
Interrogantes
En poco tiempo la economía china superará a la estadounidense, lo que no implica que EEUU deje de ser la primera potencia mundial y su poderío militar siga superando al de todos los otros países juntos. ¿Cómo se ubicará el complejo militar-industrial frente al nuevo gobierno? Conviene recordar que históricamente los demócratas se han involucrado en más acciones militares que los republicanos. Los flujos comerciales y de capital así como la definición de zonas de influencia juegan un rol determinante en el tablero internacional, generan confrontaciones que históricamente se han definido en el terreno militar. No necesariamente tiene que ser así en este siglo XXI. Sin embargo se abre un gran interrogante: ¿qué puede pasar en un país imperial que ve declinar su hegemonía y desvalorizarse su moneda pero que al mismo tiempo su poderío militar es creciente?
El poder global está en acelerada transición. EEUU, Asia/Pacífico y Europa mueven sus fichas pero la resolución no será rápida. Aún no hay condiciones para sustituir la hegemonía de un imperio en declinació, este vacío genera posibilidades pero también riesgos..
*integrante del colectivo EDI –Economistas de Izquierda –