Por Monoco, Resumen Latinoamericano, 12 de abril de 2021.
Marlene nació el 13 de abril de 1953. Su ética revolucionaria la llevó a no doblegarse ante los criminales que la torturaban. Antes, en su vida de militante y estudiante, su moral revolucionaria estaba en pensar siempre en los demás: familiera, buena amiga, alfabetizando a los más vulnerables y luchando en las calles.
Foto de portada: Erica Voget
Cuñata
El 24 de septiembre de 1976 Marlene, con sus 23 años, salió temprano de su casa, en la calle 125 Nº 148 de Berisso, para ir a cursar en la Facultad de Medicina de La Plata; donde era estudiante avanzada de Obstetricia. Y nunca regresó.
La desaparición de Marlene – «Cuñata», como la llamaban cariñosamente sus amigos – tronchó una vida plena y una carrera brillante, y hundió en la desesperación a su familia y seres queridos.
Marlene Kegler Krug nació 13 de abril de 1953, en el seno de una familia de origen alemán en la colonia de Hohenau, en el Departamento de Itapúa, Paraguay. Su familia era oriunda de Sajonia y había emigrado a causa de la pérdida de cosechas y la consecuente hambruna. Creció siendo bilingüe (alemán-español) junto a sus padres Helma Krug Schneider y Eitel Benedicht Kegler Scheller y sus cuatro hermanos, siendo ella la menor. Fue una activa miembro de la Iglesia Evangélica Alemana del Río de la Plata, en la Congregación Alto Paraná: participó del grupo de jóvenes y fue maestra de escuela dominical.
Con un sólida formación cultural, que incluía el manejo del idioma inglés, además del alemán y el español, Marlene decidió su ingreso a Medicina en la Universidad Nacional de La Plata, en 1972; por ello vino a la Argentina.
De buen porte, delgada, facciones armoniosas, cabellos castaño claro cortitos y ojos del mismo color, vivaces y expresivos, Marlene se ganaba enseguida el aprecio de quienes la conocían; se destacaba por su sencillez, humildad y espontaneidad, por su alegría de vivir, por su risa contagiosa; los más allegados la definen como una persona de muy buenos sentimientos, solidaria y muy responsable de sus actos. Recuerdan su amor por la familia, el montón de fotos de sus padres y hermanos que siempre llevaba con ella, para mostrar a los amigos; la inclinación por los pequeños detalles: una hebilla con un nomeolvides de metal pintado de rosa, un sombrerito paraguayo de plata filigranada, colgando de una cadenita que llevaba al cuello y que le había regalado su papá; si olvidaba algo en casa de alguna compañera – anteojos de sol, un piloto de nylon -, lo dejaba de regalo, como si sospechara su destino y necesitara sembrar cosas suyas para que no la olvidara. Generosa y cálida, un amigo aún recuerda con nostalgia cómo, camino a la facultad, ambos se demoraban comiendo las moras negras que poblaban los árboles en noviembre, o compartían los sándwiches que le daban a ella, cuando salía de trabajar.
«La recuerdo como una persona solidaria, buena y dulce» Nelida Vidal, ex Detenida, amiga y compañera de vivienda de Marlene. |
Pese a provenir de un hogar de buena posición económica y a que sus padres pretendían a toda costa pagarle los estudios, ella sólo aceptaba la mitad del dinero indispensable para cubrir sus gastos; el resto se lo ganaba haciendo tareas de empleada doméstica, porque consideraba que el trabajo es un derecho al que debe tener acceso todo el mundo.
Decía Marlene: «No puedo vivir tranquila, sabiendo que hay millones de personas que se mueren de hambre día a día.» |
Profundamente sensible, Marlene no fue ajena a los acontecimientos que signaron el último tramo del gobierno constitucional justicialista. La preocupación por los sufrimientos del pueblo y por los problemas del ámbito estudiantil – el cierre de la Universidad y del Comedor Universitario, especialmente -, la llevaron a militar en una agrupación política estudiantil, vinculada al Frente Antiimperialista por el Socialismo (FAS).
El grupo se reunía en un salón de una Congregación de la Iglesia Evangélica Luterana Unida. Ella colaboraba con los compañeros que hacían pintadas callejeras pidiendo la reapertura de la Universidad, pegaban afiches y repartían volantes. Participó en algunos de los incontables actos relámpagos que generalmente se realizaban en el centro de La Plata y en los que, desafiando la represión, los estudiantes cantaban consignas y distribuían panfletos, antes de que llegara la policía. Además participaba de campañas de alfabetización en villas miseria.
«Ella tomó siempre decisiones, posiciones, de acuerdo a la coyuntura en que vivíamos, socio-política, no fue indiferente; siempre tuvo su compromiso revolucionario. Como iban pasando los años, Marlene, iba asumiendo los compromisos, siempre motivada por el bien de los más indefensos.», afirma Juan García Espino, compañero de militancia y amigo de Marlene. |
Eran los tiempos de la impunidad para la Triple A, cuyos asesinatos prometían un sombrío futuro a quienes quisieran cambiar lo que era injusto. Dos de sus víctimas fueron los Secretarios Académicos Rodolfo Achem y Carlos Miguel, fueron secuestrados en La Plata el 8 de octubre de 1975, sus cadáveres aparecieron a las pocas horas en Sarandí, acribillados a balazos; el sepelio se convirtió en una impresionante movilización de dolor y protesta en la que Marlene participó, y que fue violentamente reprimida por la policía.
Entre tanto, Marlene Kegler Krug continuó con sus estudios, y en 1976 se especializó en obstetricia. El golpe de Estado el 24 de marzo dio comienzo, en forma sistemática, a la desaparición forzada y tortura de las personas que no eran afines a sus lineamientos, y que habían estado vinculadas a los movimientos sociales y políticos.
«Con ella charlábamos y habíamos llegado a una conclusión, que al recibirnos, íbamos a ir a trabajar a los lugares donde están los más desprotegidos, a los lugares más inhóspitos.», recuerda Juan García Espino. |
Además de trabajar, estudiar y militar, Marlene encontró tiempo para el amor, el joven que impactó su corazón, aún hoy no encuentra consuelo pensando que las cosas pudieron haber sido distintas, si no se hubieran separado por cuestiones del momento.
Detenida Desaparecida
Marlene fue secuestrada en la calle, mientras esperaba al colectivo, frente a la Facultad, en el Paseo del Bosque, avenida 60 entre 120 y 121. Tres de los cuatro hombres de civil que viajaban en un Torino, se abalanzaron sobre ella e intentaron introducirla en el automóvil, Marlene se resistió con fuerza, aferrándose a una columna de alumbrado público y profiriendo gritos de auxilio, pero no pudo evitar ser arrastrada hasta el Torino, a cuyo volante aguardaba el cuarto hombre. Varios transeúntes trataron de ayudarle, pero los secuestradores dispararon al aire e introdujeron a Marlene dentro del baúl. Finalmente, el auto partió a toda velocidad. Los testigos dijeron que tendría patente de Mendoza y que, en el forcejeo, a uno de los secuestradores se le cayó una credencial policial.
El diario «El Día» de La Plata informaba, 48 horas después,– aunque sin identificar a la víctima – que una joven había sido secuestrada al mediodía de ese 24 de septiembre. Las descripciones de los testigos que presenciaron el hecho, confirmaron que era Marlene. La credencial policial, encontrada fue entregada a los efectivos del ejército que arribaron al lugar casi de inmediato, para – según El Día – inspeccionar la zona en procura de los secuestradores. No hace falta decir que ese operativo fue infructuoso.
El decano de Medicina, Manuel García Mutto, se acercó al lugar y mintió sin más, que «Marlene no era alumna de la Facultad».
Días después, el domicilio de Marlene fue allanado por personas vestidas de civil, que lo inspeccionaron cuidadosamente, sin que esto trascendiera a la prensa.
En enero de 1977, una comunicación telefónica anunció a sus padres Ettel Benedicht Kegler Scheller y Helma Krug Schneider, que Marlene estaba detenida en una dependencia del Gran Buenos Aires.
Convencida y comprometida revolucionaria “Yo con el enemigo no hablo”
Marlene tenía una forma de ver un mundo y actuaba en consecuencia. Luego de ser secuestrada no cambió, aunque la quisieron doblegar, una y otra vez, con las peores torturas, inimaginables; no pudieron con ella.
Entre los «Fundamentos del fallo» que condenó a 23 acusados por el “Circuito Camps” está el testimonio de Juan Guillermo García Espino: «declaró haber conocido a Marlene Kleger Krug, con quien tuvieron un gran lazo de amistad y de militancia. Recordó que estuvieron reunidos Marlene y dos o tres compañeros más en la habitación de su casa, al mes o mes y medio de la caída de Mario Roberto Santucho, leyendo comunicados de distintas agrupaciones en homenaje a su compañero, tras lo cual acompañó a Marlene hasta la esquina de 2 y 40, a tomar el micro 202, entre las 22 y 23 hs. Explicó que al día siguiente se comentó que habían secuestrado a una persona paraguaya, por lo cual se contacto con uno de los compañeros que habían estado en su casa y este le confirmó que se trataba de Marlene. Recordó haber escuchado comentarios de personas que estuvieron detenidas con ella, entre ellos un médico que le contó, que tenía los ojos vendados y que un torturador le dijo que a la paraguaya con todas las atrocidades que le habían hecho, no le habían podido sacar ningún dato; circunstancia que afirmó el dicente estando seguro de que se trataba de Marlene, pues, manifestó que la conocía bien y que de haber hablado, él hubiera sido el primero al que hubieran buscado».
Diversos testimonios prueban que Marlene Kegler Krug estuvo detenida en varios centros clandestinos de detención en el Gran Buenos Aires.
Pablo Díaz, un sobreviviente de «La Noche de los Lápices» la vio en el Pozo de Arana, donde estaba siendo brutalmente torturada: “Cuando estaba en la sesión de tortura, nosotros escuchábamos los gritos que se producían. En un momento dado hay un silencio, y los guardias empiezan a decir que ‘se les había quedado’. Se empezaron a jactar, y decían que ‘la tiraran a los perros’. Era generalmente el que comandaba ese campo. Otro represor dijo: ‘Entiérrenla en el fondo’. El caso es que Marlene no volvió más. Nosotros no volvimos a escuchar los gritos de la tortura de Marlene, por lo cual pudo haber sido el destino final los fondos del propio campo.”
Tiempo después fue vista en otro campo, «Puesto Vasco», de Quilmes. Ambos centros clandestinos de detención estaban comandados por la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Marlene también fue vista por Alicia Carminati en el Pozo de Banfield, y por Nilda Eloy en el Vesubio. Cuando Nilda la vio, tenía las marcas en las manos y en los pies y en la espalda de haber sido crucificada.
Otro sobreviviente, Walter Docters, declaró que aun bajo tortura Marlene cuestionaba a la dictadura.
Perla Diez, ex presa política, la recordó como a una chica que se destacaba por su fortaleza y resaltó la frase que todos los sobrevivientes recuerdan que les soltaba a sus torturadores durante los interrogatorios en Arana: “Yo con el enemigo no hablo”.
Procesos judiciales
Los padres de Marlene Kegler Krug exigieron el 7 de octubre de 1976 al Ministerio del Interior argentino informaciones sobre el paradero de su hija, pero no recibieron respuesta alguna. Al día siguiente presentaron una denuncia en la seccional policial de Berisso. Durante los años siguientes presentaron seis Hábeas corpus; todos fueron rechazados. En enero de 1977 se les informó telefónicamente que su hija se encontraba en un centro de detención en el Gran Buenos Aires. No tuvieron ninguna otra noticia acerca de su paradero.
El 29 de setiembre de 1983, poco antes del fin de la dictadura militar, con el auspicio de la embajada alemana, 41 familiares presentaron al juez federal Oscar Mario Salvi, una hábeas corpus colectivo a favor de 48 personas de origen alemán o descendientes de alemanes, detenidas y desaparecidas en la Argentina, durante la dictadura. Entre ellas se encontraba Marlene.
El caso de Marlene fue denunciado a la CONADEP, que lo incluyó en la causa «Provincia de Buenos Aires II», remitida al juzgado federal Nº 4 de La Plata, el 4 de diciembre de 1984. Las investigaciones fueron suspendidas con la promulgación de Ley de Punto Final de 1986 y la Ley de Obediencia Debida 1987.
El 22 de mayo de 2003, la Coalición contra la Impunidad en Argentina presentó el caso Kegler Krug ante la justicia alemana. En el marco del foro ecuménico 2003 de la Iglesia Evangélica en Alemania la ministra de justicia alemana Brigitte Zypries recibió el 28 de mayo a representantes de la Coalición contra la Impunidad en Argentina. Durante el encuentro, Arturo Blatezky del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y Rolf Koppe, obispo de la Iglesia Evangélica en Alemania, una denuncia en contra de los secuestradores de Kegler Krug. La fiscalía de Núremberg-Fürth inició las correspondientes investigaciones, que se suspendieron el 12 de agosto de 2003, fundamentándose en el hecho de que Kegler Krug no era ciudadana alemana sino que contaba con un pasaporte falso, y que no sería posible averiguar detalles sobre su defunción. La Coalición contra la Impunidad en Argentina presentó una objeción. El 20 de octubre de 2004 los familiares de desaparecidos argentinos y el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos publicaron una solicitada en la que se reclamaba a la justicia alemana que continuara con las investigaciones. Entre otros, la solicitada fue firmada por el obispo Miguel Hesayne y el Premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel.
Todos los esfuerzos empeñados en obtener noticias sobre el paradero, fueron inútiles; Marlene sigue desaparecida y sus secuestradores, continúan impunes.
Homenaje
El 17 de noviembre de 2017 la Facultad de Medicina de la Universidad de La Plata inaugura un mural en su memoria. La obra fue creada por el célebre ilustrador Carlos Pinto, emplazada en un muro de 15×3 metros y que le llevó más de tres meses de labor y mucho estudio e investigación.
Además la inauguración estuvo acompañada de una muestra fotográfica de Érica Voget.
Escrito dedicado a Marlene
«TODOS SUS SUFRIMIENTO LOS LLEVO CONMIGO PARA QUE NO SUFRAN, AUNQUE VEAN EN MI LA MÁS EGOISTA Y MÁS AÚN TENGAN QUE ODIARME, ÚNICAMENTE ASI SABRE QUE HE VIVIDO Y NO VAN OLVIDARME, NO SUFRAN POR LAS MISERAS GOTAS QUE SANGRAN DE MIS VENAS Y MÁS AÚN SI A MI CUERPO DE USTEDES ALGÚN LO SEPAREN, !NO SUFRAN!»
Juan García Espino dijo: «Estas letras las escribí hace más de cuarenta años, y las leí al término de mi declaración como testigo en el juicio de la verdad, circuito Camps.«
y agregó:
«GRAN CORAJE, MORAL, ETICA REVOLUCIONARIA, SE LLEVO TODO CON ELLA , NO DELATO A NADIE, LA NOCHE ANTERIOR HABIAMOS ESTADO JUNTOS, COMO LO HACÍAMOS TODOS LOS DIAS»
En el transcurso de la vida, a Juan el destino lo llevó a la Puna de Atacama, a Paso de Jama, al Chaco, al Impenetrable, las Yungas de Orán y Tartagal a estar al lado de los más desprotegidos. Quizás, en la velocidad de los acontecimientos no se percató de algo que, con el tiempo volvería a vincular, tal vez de manera más espiritual, con los momentos y utopías compartidas con su amiga y compañera de militancia: «Pasaron los años y un día reflexioné. Esto era lo que habíamos hablado con Marlene.»