Resumen Latinoamericano, 28 de abril de 2021.
Un año ya ha pasado y la ausencia de Pelusa se sigue sintiendo como ese doloroso 29 de abril de 2020, cuando en plena pandemia, como ahora, se hizo dificultoso hasta darle el último adiós. Pero Carrica fue siempre un hueso duro de roer a la hora de que alguien quisiera ponerle freno, y tampoco pudo con él la muerte, ya que fueron muchos de sus compas de ATE, que se acercaron a despedirlo y abrazar a su compañera la «Gringa» Ríos. Sus enseñanzas, su legado de lucha indeclinable contra los de arriba y su compromiso permanente con los de abajo, siguen vigentes y nos ayudan a seguir en este difícil tiempo que nos toca soportar. Este jueves a las 16 lo evocaremos en un encuentro convocado por ATE, y el viernes su foto estará junto al Gringo Tosco, Ongaro y Azucena Villaflor en otro acto que haremos en Plaza Constitución a las 17. A todos ellos y muchos más, como a Pelusa, les debemos las ganas de seguir peleando hoy y siempre. Te extrañamos compañero. (Carlos Aznárez)
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HECTOR CARRICA EN EL RECUERDO DE RICARDO ZAMBRANO
Me llamo Ricardo Zambrano, soy médico traumatólogo y gran amigo de Pelusa Carrica, hijo de la gran compañera Irma Laciar de Carrica.
Lo conocí en el año ’96 cuando me vino a ver a mi consultorio por un dolor de cuello. Rapidamente entramos en confianza, nos hicimos amigos y compañeros de militancia por la Salud Pública. Al poco tiempo de conocerlo ya me había enganchado para dar una mano en la lucha por el Sanatorio Finocchietto y luego por el Instituto Malbrán.
Eran los años del gobierno de Menem y él estaba luchando junto a los compañeros y compañeras contra las privatizaciones y los despidos. En el Malbrán hubo una lucha muy importante con 6 meses de toma, movilizaciones y una gran solidaridad de la sociedad que logró la reincorporación de todo el personal.
Otra lucha muy importante también de esos años fue la que se llevó adelante para evitar el cierre y la privatización del Sanatorio Finocchietto en beneficios de las prepagas y los sanatorios privados.
Carrica peleaba sin cesar contra los dirigentes sindicales burocráticos de aquellos años, y de ahora, que formaban parte de esa avanzada de la salud privada sobre el hospital público. Me refiero a personajes como Cavalieri (Sindicato de Comercio) que se quedó con TIM-Galeno Life; Alberto Mazza, ministro de Salud de Menem que se quedó con los Sanatorio Trinidad , Güemes y el Dupuytren; los Moyano que se quedaron con el Sanatorio Antártida y otros más.
Dirigentes que hicieron fortunas con las denominadas APE (Adelanto de Prestaciones Especiales) donde sobrefacturaban en tomografías, ecografías y resonancias y después se quedaban con los sanatorios.
Luego me motivó a meterme en la Federación Nacional de Salud de la CTA, que había armado el querido dirigente de ATE, Carlos Cassinelli, un grandísimo compañero que falleció en un accidente de avión.
Así vino la Marcha Grande en el año 2000 donde 300 compañeros marcharon desde Rosario a Buenos Aires para exigir un Seguro de empleo y formación y nosotros colaboramos en la atención médica de los marchantes. Nosotros nos quedábamos hasta las 3 o 4 de la mañana atendiéndoles las patas a los caminantes. Años después en una reunión o en un congreso de la CTA, pido la palabra para hablar y unos gritan: ¡A este lo conocemos de cuando nos atendía los pies en la Marcha Grande!
Las heridas en los pies era el principal problema. Yo inventé un método que fue muy útil. No pinchábamos las ampollas porque es una defensa del organismo. La protegíamos con tela adhesiva vendaje para corregir los vicios que podía tener… Fue una experiencia que está contada en el libro de Carlos Del Frade. Fue una escuela para muchos jóvenes esa experiencia….
Otra pelea que dimos, a pedido de Víctor de Gennaro, secretario General de la CTA Nacional, fue la de viajar a Salta para evitar la privatización de la Delegación Sanitaria Federal, una institución que se ocupa de la sanidad en la zona de frontera: paludismo, cólera, lesmaniasis, salud materno-infantil, sanidad animal. Era una repartición muy importante que dependía del Ministerio de Salud de la Nación.
El gobierno quería convertir ese predio, donado por el Dr. Luis Güemes a la provincia, en un hotel 5 estrellas con ruleta, sauna y todos los chiches bajo la excusa de montar un museo para las momias incas de Llullaillaco.
Era un tremendo negociado que pudieron parar los trabajadores.
Por esos años, junto a Pelusa en la Federación de Salud, no solo nos anotábamos en las luchas contra las privatizaciones y los despidos, también encaramos otras luchas como la vez que fuimos a Concordia para evitar la instalación de un generador eléctrico de 12 mil voltios frente a un jardín de infantes o el apoyo que dio la CTA ‑en su congreso realizado en Mar del Plata- a la despenalización del aborto.
En otra oportunidad, como integrantes de la Federación de Salud, formamos parte de una comitiva –integrada por Jorge Rulli, una enfermera llamada Karina Espíndola, Graciela Ríos, Pelusa y yo- que recorrió las poblaciones wichis en el Chaco para denunciar que le habían sacado el acceso al agua, el intento de quitarles las tierras, el flagelo de las tuberculosis y el Chagas que azotaban a esos pueblos y la resistencia de los hospitales de la zona para atender a los indígenas. En solidaridad con esta situación, los trabajadores y trabajadoras del Ministerio de Salud de la Nación lo tomaron por un día.
Una vez hicimos tanto quilombo porque no querían atender a un wichi en un hospital que el hecho tuvo repercusión en los diarios y se vieron obligados a atenderlo. Ellos aprovecharon para denunciar a las personas que se querían quedar con sus tierras.
Claro que nada de esto fue gratis. Yo denuncié con nombres y apellidos a los usurpadores por un programa de radio y me hicieron juicio. Además, al regresar de ese viaje en un auto con el techo descubierto, nos arrojaron un panal de abejas desde un camión que no sobrepasó.
Años después Pelusa fue como interventor a ATE Chaco y siguió con sus denuncias por los atropellos que sufrían las comunidades originarias en toda la zona del Impenetrable. También hicimos un informe sobre el “burntout” (agotamiento laboral crónico) que sufrían los trabajadores de la salud que estaban mal pagos y súper explotados. Es una forma de agotamiento que sufren los médicos y enfermeras por las tensiones que viven al ser abusados laboralmente.
También fue muy importante, años después, otra toma que hicimos, con huelga de hambre incluida, en el Ministerio por la muerte de chicos por desnutrición infantil. Fue una movida que tuvo mucha repercusión en los medios. Pelusa salía todos los días por televisión y por las radios denunciando la situación. Hubo un afiche muy lindo de la CTA que se hizo famoso.
La Federación de Salud de la CTA, no era una federación de gremios como hace la CGT sino una unión de trabajadores de la salud en relación con el pueblo, con los que usan el hospital público. Era una política de la CTA de unir los esfuerzos de sus organizaciones en federaciones como la de Energía (José Rigane), de Tierra y Vivienda (Luis D´Elía), del Neumático (Wasiejko), de Educación (Marta Maffei), etc.
Pelusa, en su carácter de delegado general del Ministerio de Salud de la Nación, tenía mucha influencia y se peleaba con todos. Con UPCN, con el gobierno, con el ministro y con quién hiciera falta. Era un hombre de acción y su presencia y su actividad nunca pasaban desapercibida. Y yo lo acompañaba a muerte.
Una linda historia que vivimos juntos fue en el 2005 durante el Encuentro de los Pueblos en Mar del Plata, cuando vino Bush a la Argentina, en el que estuvieron Hugo Chávez, Evo Morales, Hebe de Bonafini, Diego Maradona y muchos más unidos contra el ALCA.
A la hora de armar el equipo de emergencia sanitaria, los cubanos estaban a cargo de la seguridad, se decidieron por los compañeros de la Federación de Salud de la CTA porque nos conocían de cuando mandamos un cargamento de insumos médicos (vendas, gasa, remedios, etc) a la isla por un grave incendio que habían sufrido.
Así fue que instalamos una carpa, con ambulancia y con todo un equipo médico con enfermeras, colegas, traumatólogos y todo lo necesario para la atención médica. Fue una enorme responsabilidad que asumimos en un acto que ya es histórico.
No me quiero olvidar de algo que es muy importante para mí de lo que él tiene la culpa, por decirlo de alguna manera. En el año 2001, cuando cae De la Ruia, surge la iniciativa de hacer un hospital en la Comuna 8 (Villa Lugano, Villa Soldati y Villa Riachuelo) porque allí viven más de 200.000 personas y no había ninguno.
Me llama Pelusa y me dice que la Federación de la Salud adhería a ese reclamo y me pide que me ocupe del asunto. Así empecé a participar de reuniones con Aníbal Ibarra, entonces intendente de la Ciudad, y de asambleas que se hacían en Av. Riestra y Murguiondo donde hubo un acto que habló Pelusa.
Así fue que Ibarra finalmente hizo una Audiencia Pública de Requisitoria Ciudadana sobre la Factibilidad de la Construcción de un Hospital en Villa Lugano en el Cine Club del Progreso. Finalmente, esa iniciativa se concretó y hoy tenemos al futuro Hospital Cecilia Grierson en vías de terminarse.
Quién fue
Pelusa era un tipo extraordinario que como yo o Carlitos Aznares –sus amigos, y tantos otros no tuvimos una vida fácil, sufrimos persecución, represión, violencia….
Pelusa era compañero de todo o nada; no tenía matices, él respondía en bloque, respondía blanco o negro. Algo que en la vida cotidiana puede ser difícil pero que tiene un gran valor; uno puede confiar y contar con él en las situaciones de peligro.
Hay un dicho latino que dice «El amigo verdadero se prueba en las situaciones inciertas» y eso Pelusa era el mejor. Era el primero que se anotaba: en la puerta del Ministerio, enfrentando al gobierno de Menem, de Macri (y a todos los demás).Uno sentía siempre su apoyo, su respaldo y me gusta creer que él sentía lo mismo de mí.