Por Nahuel Lag, Resumen Latinoamericano, 26 de abril de 2021.
Saberes campesinos, alimentos industriales y con uso de agrotóxicos, crítica al sistema de certificación de alimentos orgánicos, el academicismo, la microbiología de la tierra, la agroecología, diversidad y producción al ritmo de la naturaleza. Son algunos de los temas presentes en el libro «La agricultura orgánica en píldoras».
Jairo Restrepo, el ingeniero agrónomo colombiano referente de la agricultura orgánica regional, habla de cómo fertilizar los suelos con elementos orgánicos que podría pasar como desechos en un encuentro con campesinos y campesinas en Las Rosas, Córdoba. Entre los asistentes está Carlos Julio Sánchez, docente del Movimiento Campesino de Córdoba, ilustrador, sociólogo. Escucha las ideas de Restrepo sobre el círculo virtuoso entre suelos sanos, alimentos sanos y cagar sano para volver al suelo, los dibuja y lo sintetiza en una viñeta. Carlos y Jairo están en el mismo salón por impulso de Eduardo Belelli, del Movimiento Campesino de Córdoba (MCC) y coordinador del reciente libro escrito por Restrepo e ilustrado por Sánchez: La agricultura orgánica en píldoras.
Desde aquel primer encuentro en Las Rosas, Jairo llama “el dibujante” a Carlos. En el año de la pandemia del Covid-19 —síntesis de cómo el ser humano invade y agota la naturaleza— los dos junto a Belelli intercambiaron decenas de correos en los que llegaron adjuntas unas 80 páginas de ideas y reflexiones en las que Restrepo repasó la filosofía orgánica que difunde en sus talleres, en sus 40 trabajos de divulgación como El ABC de la agricultura orgánica, fosfitos y panes de piedra o desde la web de su nave insignia: La Mierda de Vaca.
En manos de Sánchez y Belelli quedó la tarea de masticar y seleccionar los saberes que llegaban desde Cali, Colombia, para lograr 52 frases finales, que se transformaron en 52 viñetas en las que las máximas de Restrepo se traducen en dibujos coloridos y de impacto a cargo de Carlos. “Pensamos que podíamos hacer un material que no fuera el manual de agricultura orgánica de Jairo, que ya está hecho, sino algo de lectura sencilla, con textos provocativos e imágenes que impacten. El objetivo es que movilice, que haga pensar y genere debate”, explica Sánchez en diálogo con Tierra Viva.
¿Por qué 52? ¿Por qué “píldoras”? Belelli explica que la idea surgió de una ida y vuelta con Sánchez en el que pensaron cómo ir dosificando los saberes de la agricultura orgánica, de una idea por día o con más tiempo incluso: una idea por semana, o sea, 52 en el año. El formato podía ir desde una caja de tarjetas hasta un almanaque, pero finalmente se condensó en un libro con el respaldo de la Fundación Rosa Luxemburgo, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) y el Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI-Somos Tierra).
“La agricultura industrial quema el suelo, mata la vida, produce uniformidad. La agricultura orgánica alimenta el suelo, promueve la vida, produce variedad”, resume Restrepo en una de las 52 píldoras. Agricultura orgánica, saberes campesinos, alimentos industriales, alimentos envenenados con agroquímicos, crítica al sistema de certificación, crítica al academicismo, microbiología de la tierra, diversidad y producción al ritmo de la naturaleza. Ese podría ser un repaso de los temas que aborda el libro.
La amplitud de temas parece difícil de abarcar, pero el libro propone desde la leyenda de su título no apresurarse, como los tiempos de la naturaleza: “No se las trague enteras, mastíquelas con paciencia”, invita. “Hay píldoras que son de denuncia, que a quien está en tema le puede parecer algo ya visto, pero aún hay gente que no lo conoce. Como que se utilizan como herbicidas los mismos químicos que se usaron para las guerras. Otras píldoras contienen los saberes campesinos que no han sido olvidados, que se han construido por 10.000 años, y están disponibles para volver a la tierra. Una vez que tomás la píldora de la conciencia, no hay vuelta atrás. Te va a convenir saber qué estás comiendo”, sostiene Belelli.
Píldoras orgánicas ¿y agroecológicas?
“La agricultura orgánica certificada aumenta la exclusión de los más pobres e impide el acceso a una alimentación sana”, advierte Restrepo en una de las píldoras. La oposición a la certificación es uno de las batallas del referente colombiano por ser parte de un sistema de captura de los alimentos por parte de las multinacionales y la industria alimentaria y, en el mismo debate, a nivel regional están las palabras “orgánica” o “agroecología”. El libro desde su título propone la mirada de Restrepo a favor de recuperar el concepto de lo “orgánico”.
“Uno de los ejes de nuestra escuela campesina en el Movimiento Campesino de Córdoba es la agroecología, pero Jairo me dijo que no usaba ‘agroecología’ porque lo usan las multinacionales, la industria alimentaria, lo usan los enemigos, se lo apropiaron. Aunque orgánica también es una palabra que está muy manoseada”, expone Sánchez en el ida y vuelta teórico, y Belelli agrega: “Jairo plantea que hablar de ‘agroecología’ es hacer una ciencia de agricultura y ecología, que genera más academia. Más investigación, más congresos que no transforman la realidad en el territorio”.
Sin embargo, al repasar las viñetas el debate va quedando saldado ya que el valor de lo local, del conocimiento campesino, la preservación de la biodiversidad son el espíritu de estas prácticas más allá del término utilizado. “La agricultura orgánica es la agricultura del lugar. El campesino del lugar es el que tiene el conocimiento básico para un desarrollo agrícola exitoso”, condensa la idea de la última píldora del libro.
Lo que queda expuesto es el rechazo a la homogenización propuesta por el modelo industrial con la certificación como una de sus expresiones: “No hace falta que un organismo certifique nada porque la agricultura campesina se sostiene por sí misma, los que debería justificarse son los otros, que inventaron la certificación para cercenar derechos, circulación de alimentos y semillas; para cercenar la agricultura orgánica, en definitiva”, señala Sánchez.
“La certificación encarece los precios de los alimentos, cuando la agricultura campesina es orgánica per se. Volver a hablar de ‘agricultura orgánica’ es recuperar el término que se habían quedado las multinacionales y certificadoras”, agrega Belelli.
Píldoras orgánicas, píldoras de esperanzas
El formato libro de las 52 píldoras es una eventualidad para los integrantes del Movimiento Campesino de Córdoba que tienen como mayor expectativa que las ideas de Restrepo puede comenzar a girar de cualquier manera, que las viñetas de Sánchez se transformen en fotocopias, pósters, afiches, powerpoints o píldoras digitales.
“Las píldoras vienen a debatir, a poner propuestas sobre la mesa. Los textos contienen mucha esperanza y los dibujos de Carlos son esperanzadores. Está el conocimiento, está el cómo y desde los movimientos campesinos se está haciendo, solo hay que darle fuerza”, se esperanza Belelli y abre dos preguntas para las que el libro aporta respuestas: ¿Quién alimenta al mundo? ¿Qué estamos comiendo? ¿Cómo recuperar la memoria campesina-indígena y producir comida?
“Quizá mucha gente no vaya a leer el manual gordo de Jairo. Quizá sea gente que no lee artículos largos, pero si lee una frase contundente y le gusta un dibujo bonito: a lo mejor se hace alguna pregunta o se interesa por profundizar en el tema”, comparte sus expectativas “el dibujante” y confía en que el interés que se pueda despertar con las píldoras permita “sumar gente, sumar conciencias, llegar a corazones y voluntades”, en particular, de aquellas personas que viven en las ciudades alejadas de la realidad de los campos donde se producen los alimentos: “La alimentación es algo que va más allá de lo urbano o lo rural o de si tenés una huerta o tenés un campo, la alimentación es un problema de todos”.