Resumen Latinoamericano, 28 de abril de 2021.
En una decisión que no tiene otra explicación que la necesidad del Gobierno Macrón de encubrir la grave crisis que atraviesa el país, este miércoles se han emitido diez órdenes de detención contra antiguos miembros de las brigadas Rojas italianas. Siete de ellos ya han sido detenidos. Perseguidas en su país por haber sido insurgentes, se calcula que cerca de 200 ex luchadorxs italianos viven en Francia y rehicieron sus vidas. La doctrina Mitterand, emitida por el presidente socialista francés, Françoise Mitterand, dio en su momento protección contra la extradición a los radicales de izquierdas si no estaban acusados de asesinato y prometían renunciar a la violencia.
A petición de Roma y por orden del presidente de Francia, Emmanuel Macron, este miércoles se llevaron a cabo las detenciones.
Desde el Elíseo mantienen que se trata de una decisión perfectamente coherente con la doctrina Mitterand, que ha provocado tensiones entra ambos países durante años.
La abogada Irene Terrel, que ha llevado casos de varios luchadores huídos, asegura que la decisión es una «traición a Francia» y que supone juzgar 40 años después a personas que ya han rehecho su vida en territorio francés, con nietos e hijos.
El Ejecutivo fascistoide italiano de Mario Draghi, por su parte, celebra la medida, que considera «histórica», mientras las familias de las víctimas mantienen que los muertos no prescriben.
Los detenidos, entre los que se encuentran Giorgio Petrostefani, Marina Petrella, Giovanni Alimonti, Roberta Cappelli, Enzo Calvitti, Sergio Tornaghi y Narciso Manenti, comparecerán en un plazo de 48 horas ante la fiscalía del Tribunal de Apelación de París y, a continuación, un juez deberá decidir si prolonga su detención o les concede la libertad condicional. El mismo tribunal decidirá sobre la solicitud de extradición de Italia.
Las Brigadas Rojas, fundadas en los años 70 eran de ideología Marxista-Lenninista, y lograron reunir en sus filas a numerosos jóvenes obreros y estudiantes. Antiimperialistas y anticapitalistas desarrollaron una importante campaña de ataques a intereses y ejecutivos trasnacionales, así como a políticos democristianos de entonces.