Migran­tes. La terri­ble his­to­ria de Wil­ton, el niño nica­ra­guen­se encon­tra­do en la fron­te­ra con Esta­dos Unidos

Por Wil­fre­do Miran­da, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 14 de abril de 2021. 

El niño de 10 años había cru­za­do a EE UU con su madre, que huía del aco­so de su expa­re­ja. EL PAÍS loca­li­za a la fami­lia y recons­tru­ye la his­to­ria de la mujer cen­tro­ame­ri­ca­na y su hijo.

A los ojos del mun­do, Wil­ton era un migran­te nica­ra­güen­se que había sido aban­do­na­do en un para­je semi­de­sér­ti­co de Texas. El niño de 10 años apa­re­ció a prin­ci­pios de mes en un vídeo que se hizo viral en el que pedía ayu­da llo­ran­do a un agen­te de la Patru­lla Fron­te­ri­za esta­dou­ni­den­se. Su ima­gen se con­vir­tió en un sím­bo­lo de la pri­me­ra cri­sis migra­to­ria que afron­ta el Gobierno de Joe Biden. Pero su his­to­ria reve­la una tra­ge­dia mayor: comien­za con una hui­da jun­to a su madre, que tra­ta­ba de esca­par del aco­so y la vio­len­cia de su expa­re­ja, des­de las mon­ta­ñas de El Rama —en la cos­ta Cari­be Sur nica­ra­güen­se — , y ter­mi­na con un secues­tro en la fron­te­ra nor­te mexi­ca­na. EL PAÍS via­jó a la comu­ni­dad de ori­gen de los migran­tes para recons­truir la his­to­ria de madre e hijo.

A más de 3.000 kiló­me­tros de la fron­te­ra entre Esta­dos Uni­dos y Méxi­co, en una pro­fun­da comu­ni­dad gana­de­ra empo­tra­da en El Rama, Soco­rro Lei­va sufrió una con­mo­ción al ver a su nie­to llo­ran­do en hora­rio cen­tral en un tele­dia­rio local. Ella igno­ra­ba por com­ple­to que su hija, Mey­lin Obre­gón Lei­va, había migra­do con el mayor de sus dos hijos a Esta­dos Uni­dos. La abue­la de 66 años que­dó des­con­cer­ta­da. “Esta­ba coci­nan­do la cena cuan­do mi espo­so gri­tó fren­te al tele­vi­sor: ‘Soco­rro, ¡vení, ve!, ese es el hijo de la Mey­lin’, me dijo. En efec­to, era mi niño. En una mano traía un bul­ti­to y pedía auxi­lio”, rela­tó Lei­va a EL PAÍS en su casa, ubi­ca­da en la comar­ca El Paraí­so, de don­de, según cuen­ta, madre e hijo salie­ron para esca­par de un mari­do maltratador.

Ambos con­si­guie­ron lle­gar a terri­to­rio esta­dou­ni­den­se, pero con la fron­te­ra cerra­da a nue­vos casos de asi­lo, fue­ron devuel­tos casi inme­dia­ta­men­te a Méxi­co y caye­ron en manos de un car­tel que los secues­tró. Poco des­pués, en Mia­mi, Misael Obre­gón, el her­mano de Mey­lin y tío de Wil­ton, y quien había ayu­da­do a los migran­tes a finan­ciar el via­je, reci­bió la pri­me­ra lla­ma­da extor­sio­na­do­ra. Le pedían 5.000 dóla­res por cabe­za. Él solo podía pagar la mitad del res­ca­te y acor­dó con la madre que cru­za­ran a EE UU al niño de 10 años. Libe­ra­do por sus cap­to­res, el menor fue encon­tra­do el 1 de abril por el agen­te fron­te­ri­zo que gra­bó el vídeo que se hizo viral. La deses­pe­ra­ción del migran­te aban­do­na­do en medio del desier­to y pidien­do auxi­lio con­mo­vió a EE UU y Cen­troa­mé­ri­ca y se con­vir­tió en sím­bo­lo del dra­ma de la pri­me­ra cri­sis migra­to­ria a la que se enfren­ta el Gobierno de Joe Biden.

Solo en el mes de mar­zo, la Patru­lla Fron­te­ri­za ha aprehen­di­do a más de 172.000 indo­cu­men­ta­dos, prin­ci­pal­men­te cen­tro­ame­ri­ca­nos. Se tra­ta de la cifra más alta regis­tra­da en un mes en 15 años. Pero la mayo­ría de esos migran­tes han sido expul­sa­dos por el títu­lo 42 del Códi­go de Esta­dos Uni­dos invo­ca­do por Donald Trump por la pan­de­mia y que Biden ha man­te­ni­do, sal­vo algu­nas excep­cio­nes como la de los meno­res no acom­pa­ña­dos, que han colap­sa­do el sis­te­ma de aco­gi­da esta­dou­ni­den­se. Los que son devuel­tos, como Wil­ton y su madre, corren el ries­go de caer en manos de las mafias que se lucran de los indo­cu­men­ta­dos en esa zona de la fron­te­ra nor­te mexicana.

Una hui­da de la vio­len­cia de géne­ro
En su remo­ta comu­ni­dad de ori­gen está la otra par­te de la tra­ge­dia. De allí huyó Mey­lin Obre­gón el 8 de febre­ro con el mayor de sus hijos, Wil­ton, por­que sen­tía que no tenía opcio­nes para vivir de mane­ra segu­ra. Cin­co días antes de empren­der su tra­ve­sía migra­to­ria, la madre acu­dió a la Fis­ca­lía de Nica­ra­gua a inter­po­ner una denun­cia con­tra el que había sido su pare­ja, Láza­ro Gutié­rrez Lagu­na. “Mi hija denun­ció todo… En la decla­ra­ción dijo que no que­ría que Láza­ro andu­vie­ra detrás de ella, ni rogán­do­le ni nada”, ase­gu­ra Lei­va. “La Fis­ca­lía dio una orden para que él se pre­sen­ta­ra, pero no se pre­sen­tó. El aco­so siguió y ella me dijo que no se podía que­dar más en mi casa. Yo le pre­gun­té por qué, si yo soy su madre y esta es su casa tam­bién. ‘Yo sé por qué te lo digo’, me dijo varias veces. Yo sen­tí que ella se esta­ba des­pi­dien­do, pero no creí que se fue­ra tan largo”.

De acuer­do a Lei­va, su “hija huyó de una mala rela­ción”, de una pare­ja que le era infiel, la humi­lla­ba y mal­tra­ta­ba. “A mi hija la corría de la fin­ca a cada rato. Le res­tre­ga­ba las muje­res en la cara; una vez le echó las vacas enci­ma. No estoy segu­ra si la agre­dió físi­ca­men­te, pero ese hom­bre cual­quier cosa le podía hacer. Ella regre­sa­ba a la fin­ca de Láza­ro por amor a sus hijos, pero des­pués de 12 años de rela­ción, ella ya no sopor­tó más”, ase­gu­ra la abuela.

Fren­te a la casa de Soco­rro Lei­va se encuen­tra un billar, don­de el espo­so de su hija Mey­lin lle­ga­ba a aco­sar­le cuan­do ella se fue a la casa de su mamá bus­can­do refu­gio. CARLOS HERRERA
Antes de que su hija acu­die­ra a la Fis­ca­lía, Lei­va obli­gó a Gutié­rrez Lagu­na a fir­mar una car­ta ante un pas­tor evan­gé­li­co y un líder comu­ni­ta­rio de El Paraí­so en la que se com­pro­me­tía a no mal­tra­tar más a su pare­ja. Pero no sur­tió efec­tos. “Ella le tie­ne mucho mie­do a él”, dice la abue­la de Wil­ton. Mey­lin Obre­gón Lei­va no le con­ta­ba mucho a su madre, pero deci­dió con­fiar­le su sufri­mien­to a su her­mano resi­den­te en Mia­mi. Misael Obre­gón finan­ció el via­je irre­gu­lar para poner fin al cal­va­rio de su her­ma­na, sin ima­gi­nar que ella se diri­gi­ría a otro infierno en manos de las mafias. Aho­ra la mujer está cau­ti­va en “una bode­ga”, en un lugar des­co­no­ci­do en el nor­te Méxi­co, según su her­mano, quien ha podi­do hablar con ella.

El día que EL PAÍS visi­tó a Soco­rro Lei­va en El Paraí­so, tras un via­je de más de 300 kiló­me­tros des­de Mana­gua, el tele­dia­rio local vol­vió a dar­le noti­cias des­agra­da­bles. A Lei­va le dije­ron que su hija esta­ba secues­tra­da por una mafia de coyo­tes. En su comu­ni­dad no hay ener­gía eléc­tri­ca y la señal del móvil es ape­nas per­cep­ti­ble. Su úni­ca cone­xión al mun­do es cuan­do las bate­rías ali­men­ta­das por unos pane­les sola­res son acti­va­das y dan corrien­te al peque­ño tele­vi­sor mar­ca Sankey.

“¡Ay, Dios mío!”, dijo Lei­va al escu­char el rela­to de la pre­sen­ta­do­ra de noti­cias. La abue­la se lle­vó una mano al pecho y otra a la boca para inten­tar con­te­ner el llan­to. Fue impo­si­ble. “Ya solo Dios con su poder pue­de librar­la. En manos de esa gen­te cual­quier cosa pue­de suce­der”, dijo. “Si aquí [en Nica­ra­gua] hubie­ra una ley que pro­te­gie­ra a las muje­res, tal vez mi hija no se hubie­ra ido”, sostuvo.

Soco­rro Lei­va mira en el tele­dia­rio con las noti­cias de su hija. CARLOS HERRERA

En una entre­vis­ta con medios loca­les, Láza­ro Gutié­rrez Lagu­na ase­gu­ró que ter­mi­nó con su exmu­jer “por pro­ble­mas de pare­ja” y que con­sen­suó con ella que Wil­ton via­ja­ra a EE UU. Pero la abue­la lo nie­ga y dice que el niño no qui­so irse con su padre cuan­do él tra­tó de arre­ba­tár­se­lo a la fuer­za unos días antes de que Mey­lin se fue­ra. El otro hijo de la pare­ja sí se que­dó en Nica­ra­gua con él.

En medio de estas ver­sio­nes, la vice­pre­si­den­ta Rosa­rio Muri­llo se ha impli­ca­do en el caso del menor aban­do­na­do en la fron­te­ra. La voce­ra del Gobierno de Daniel Orte­ga ha dicho que la nica­ra­güen­se via­jó “por pro­ble­mas en el hogar”, dejan­do al mar­gen las evi­den­cias de vio­len­cia de géne­ro, un mal endé­mi­co que este año ya se ha cobra­do la vida de 19 muje­res en ese país, según la ONG Cató­li­cas por el Dere­cho a Deci­dir. Ade­más, la pri­me­ra dama infor­mó de que su Gobierno ha ini­cia­do ges­tio­nes para la repa­tria­ción del niño de 10 años, que en este momen­to está en un alber­gue para meno­res no acom­pa­ña­dos en Browns­vi­lle, Texas.

Lei­va, sin embar­go, pre­fie­re que su nie­to se vaya con su hijo a Mia­mi y que su hija haga lo mis­mo si con­si­gue salir con vida de su secues­tro. “En este país ni cuan­do las matan [a las muje­res] hacen algo. Es en vano”.

Itu­rria /​Fuen­te

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