Por Ricardo Cobián Figeroux*, Resumen Latinoamericano, 12 de abril de 2021.
«Una deuda no es más que la perversión de una promesa.
Es una promesa corrompida por las matemáticas y la violencia«
–David Graeber
«La deuda o la vida«
–Mirian Muñiz Varela
1. La memoria colectiva es corta y oportunista. La de los deudores larga y dolorosa. La repetición de promesas y soluciones draconianas a la deuda confirma “los dispositivos de poder, sometimiento y servidumbre”[2]. No sabemos con exactitud de cuánto es la deuda nuestra de cada día. Nadie lo sabe. No lo saben porque la deuda se estira y se contrae a la vez, crece y decrece según quien informa: la Junta, el gobierno, los bonistas, la Reserva, la banca, los abogados, los economistas, los prestamistas o los prestatarios.
Queda, sin embargo, la palabrería del argot financiero, la retórica del miedo, la política del cálculo. El aviso ominoso de las consecuencias ‘catastróficas’ de caer en la quiebra, acompañada por la inminente violencia de la austeridad. No sabemos cuál es la hebra precisa para deshilar la maraña de una deuda descomunal. Deuda que engordó por décadas con la tóxica levadura de la usura y del lucro.
2. “La deuda es impagable” afirmación lapidaria pronunciada por Fidel Castro en un discurso histórico en el Encuentro Sobre la Deuda Externa de América Latina y el Caribe, el 5 de agosto de 1985, en La Habana[3]. Frase que marcó el derrotero de la política fiscal de la revolución cubana. Las consecuencias de esa sentencia, conllevaba vivir embargado por una deuda impagable y, por consiguiente, perder el crédito en el mercado financiero. En otras palabras, suponía nada menos que desafiar las exigencias del capital financiero. Pero, el hecho es que el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la Bolsa de Valores y las Casas Acreditadoras, los Fondos de Inversión son las que imponen el control del flujo monetario en el mundo, lo que en estrictu sensus significa la renuncia al crédito. Y en términos prácticos a no tener acceso al dinero[4].
Aunque los hechos fueron distintos en temple, tiempo, lugar y acción, el ex gobernador Alejandro García Padilla, ante el inevitable naufragio fiscal del gobierno puertorriqueño repitió ‑aunque nada épico, ni provocador, sino más bien tímidamente- la misma frase lapidaria[5], quizá sin advertir las consecuencias políticas al traer a la palestra pública el inminente hundimiento fiscal, alarmando a medio mundo financiero. Afirmación que supuso un manotazo al avispero de las casas acreditadoras, a los bonistas y a los inversionistas que tienen pillado miles de millones de dólares[6]. Manotazo que bien pudo destapar la madeja de inversiones de alto riesgo, de contubernios financieros y de posibles transacciones nebulosas que por décadas se hicieron a espaldas del pueblo.
Las casas acreditadoras son las que establecen las clasificaciones según el valor de la compra y venta de bonos de inversión de capital. Es deuda para emitir más deuda para pagar –que en el caso de Puerto Rico– se calcula el servicio a la deuda en unos $4,000 millones anuales (a 30 años) con un margen muy fino de fuente de repago. “La máquina de la deuda –afirma Muñiz Varela (siguiendo al concepto de “máquina de guerra” de Delleuze/Guattari)– no deja de expresarse como una fórmula perversa: primero como goce y después como expiación, culpa y sacrificio”.[7]
Si el gobierno altera los números y si las casas acreditadoras no corroboran la información financiera, los inversionistas estarían comprando deuda bajo condiciones engañosas y el gobierno, con la compra de bonos se estaría endeudando aún más. La compra-venta de bonos nutre el fondo de inversión de la banca financiera pues necesita cada vez más capital de inversión para sostener la crisis “…el capitalismo habría hecho de la deuda su motor, y de la crisis permanente su “modus operandi”[8] generar más deuda para obtener más ganancia. La deuda es impagable y sempiterna[9].
3. Los tecnócratas financieros, inversionistas y especuladores acuden a un repertorio de terminologías técnicas como inflación, contracción, recesión, depresión, deflación, etc., fórmulas y estrategias para mantener la jerarquía de sus intereses y el control de riesgo del “estado de emergencia”. El insólito endeudamiento de los monopolios de corporaciones de servicios esenciales con presupuestos multimillonarios no se explica y mucho menos, que hayan caído en la bancarrota, si no es por la corrupción, la negligencia y la impunidad.
Para una muestra un botón: la Autoridad de Energía Eléctrica, un monopolio estatal, que arrastra la inconcebible deuda de $10 mil millones de dólares y, sin embargo, las casas acreditadoras le otorgaron clasificación de bonos de inversión, posiblemente a sabiendas de la insolvencia que venía arrastrando desde antes del 2010. Más aún, las firmas de inversión prestaron cantidades cuantiosas para mejoras capitales y mantenimiento que no solo, no se llevaron a cabo, sino que año tras año se le estuvo prestando para las supuestas mismas mejoras.[10]
La situación de la AEE ilustra, el festín de la danza de los millones que por décadas bailaron y que en este estricto presente en el que escribo siguen bailando. El contrato del consorcio LUMA abrirá una caja de pandora de corrupción y de negligencia en la gestión pública. No deja de levantar banderas de alerta las posibles clasificaciones “fraudulentas” de las casas acreditadoras en contubernio con ejecutivos de las grandes firmas de inversión y con la complicidad de altos funcionarios de la AEE y de otras corporaciones públicas. Lo que tenemos en realidad es una apropiación del fisco para “cuadrar” presupuesto y regresar al mercado de bonos y de paso, acomodar los intereses de los inversionistas[11].
La Junta de Supervisión Fiscal, en cuatro lentos años, le ha costado a los contribuyentes cientos de millones de dólares: los contratos a lujosos bufetes (adictos a los $ litigios), alquileres y salarios nunca vistos; choferes, viajes y otros viáticos[12]. Las Leyes 20 y 22 del 2012, de exención de contribuciones (considerada un paraíso fiscal) del ex gobernador Luis Fortuño,[13] hecha a la medida de los millonarios, bajo el supuesto de estimular la inversión, nos ha costado $20,614 millones[14]. No se trata de que hayamos retrocedido al 1900, es que en realidad nunca nos movimos más allá de la Ley Foraker. Como señala Karen Entrialgo: “solo cuenta la sobrevivencia del aquí y ahora” (Entrialgo: 2019,32).
4. Desde antes de Muñoz Marín, de gobierno en gobierno, la economía puertorriqueña ha sido sometida a la dependencia del crédito y al mantengo federal. Mientras más ahorra el gobierno más se gasta; mientras más empleados despiden, más aumentan los contratos externos; mientras más aumentan los impuestos, menos se recauda; mientras más leyes anticorrupción, más escándalos de corrupción; mientras más reducción en asesores, más contratos a consultores; mientras más impuestos, menos dinero en la caja china de Hacienda; mientras más fondos federales, más seco sigue el Fondo General; mientras mayor es el crédito, mayor es la deuda; mientras mayor es la deuda, mayor la sumisión, a mayor sumisión, mayor capital monetario y, por consiguiente, mayor sumisión a la deuda[15].
5. La crisis se ha secularizado[16]. Es orgánica y permanente. El estado natural del capitalismo financiero es la sostenibilidad de la crisis. Necesita de la crisis para renovarse. Su propósito es el lucro sin fin: crecer ad infinitum. “[…] el sujeto logra expiar la deuda…siempre hay una culpa, una deuda infinita” (Duprey: 2019, 48). Ahí reside su fundamento ideológico, su ontología, si se quiere[17]. El capital financiero “vive del culto extremo al crédito […] el capitalismo es una religión cuya fe (el crédito) ha sustituido a Dios […] una religión cuyo dios es el dinero” (Agamben: 2018, 4). De ahí la necesidad de mantener deudores “condenados a vivir a crédito” (Agamben: 5) so pena de caer en el des-crédito; los desacreditados se vuelven descastados sociales. No existen para fines prácticos de la banca financiera –aunque el mercado del “sentimental politics” le rinde buenos beneficios. Los deudores en cambio están sometidos a pagar “con una onza de carne de su cuerpo”.[18] Esos son –en el decir de Walter Benjamin– “los que cargan la culpa (sin pecado) de una deuda “impagable”[19].
No se trata de pérdida o de ganancia, sino de acumulación, de acaparación de acumulación. Por eso, la banca financiera perfeccionó un instrumento llamado ‘crédito’ del latín (credere–creditum) que significa creer, confiar, tener fe. Es la fe del deudor, la ‘razón’ del crédito que cumple con el deber de deber. Sin el creditum no hay credibilidad, no eres fiel de fiar: te falta la fide-l-idad, la fides;[20] que es la promesa de pagar lo debido. Para Agamben el capitalismo “no tiene ningún objeto. Cree en el puro hecho de creer, en el puro crédito, esto es en el dinero” (4)
El dinero es un pedazo de papel impreso con una firma ‘autorizada’, una cara o imagen y un número que certifica su valor. La representación del valor de ese papel firmado, ha quedado eliminado de su referente simbólico. En el decir de Agamben “el medio que vuelve posible el intercambio no puede él mismo ser intercambiado […] la naturaleza misma del dinero se transforma […] todo valor de uso desaparece”[21]. (Agamben: 6)
La deuda no ocupa tiempo y espacio. Existe en un presente categórico. Las acciones de la bolsa de valores (le llaman ‘acciones’ a números con valores de cambio que miden la competencia del mercado de valores) están en un impertérrito continum. Son millones de clics en las miles de pantallas digitales como un sube y baja de valor. Un valor abstracto, vaciado de representación efectiva; mediatizado por prácticas auto regulatorias del capital financiero. Son números, cifras, algoritmos sin vínculo real con el valor de uso. Para Guy Debord “El espectáculo es el dinero porque […] en él la totalidad del uso se ha intercambiado por la totalidad de la representación abstracta”[22].
El valor de uso pierde el nexo que valida su representación, se vuelve aleatorio, autorreferencial. Las acciones, los bonos y otras formas de especulación financiera son abstracciones (aunque con consecuencias concretas) a beneficio de la banca corporativa. Transferencias de miles de trillones de números y cifras que salen y llegan alrededor del mundo a la velocidad de nanosegundos, pasando de cientos de miles de manos a otras manos[23]. Cifras y números digitales moviéndose en los miles de monitores en las bolsas de valores que promueven a nivel global riquezas y miserias por igual.
6. El Capital se lo traga todo, se ha comido la política, se ha engullido el ambiente, la energía, la comida, los inmigrantes. Y, tarde o temprano se comerá también a la economía. Todo es deuda y dinero en el tiempo.
La deuda es un espejismo digital, “apariencias de apariencias” –como diría Schopenhauer[24]– una abstracción matemática de la contabilidad líquida, diseñada para mantener la crisis y la simulación de la crisis. La experiencia de las decisiones sobre ajustes a la deuda externa llamada “servicio a la deuda”, usualmente son malas noticias para los países. La deuda es, hasta cierto punto, una construcción doxástica con la que aprendemos a vivir resignados.
7. Los actores del mercado hacen extrapolaciones espurias de proyecciones económicas a 40, 70, y hasta de 100 años para determinar el saldo de una deuda. En esos contratos, no hace falta la razón, son autos de fe. El futuro está hipotecado desde el pasado en un perenne presente de endeudamiento a largo plazo. Imposible escapar de esa mutación metafísica que es el capital monetario. Las crisis económicas han precipitado en cascada otras crisis de legitimidad y de gobernabilidad. Aquí la entropía tiene su dialéctica en el tiempo: “[…] la deuda neutraliza el tiempo […] constituye una violencia sobre el tiempo” (Entrialgo: 2019, 27).
Los políticos endeudan el gobierno para mover la economía y la economía perpetúa a su vez a la clase política en el poder. Pero cuando ese poder político –como es el caso de Puerto Rico– no tiene control de su política económica, para maniobrar con las exigencias totalitarias del capital, entonces tenemos la fórmula perfecta para la sumisión y para el abandono del estado de bienestar social
Mientras la hegemonía de la deuda decida la vida, la vida entonces deprecia como un valor mueble. Las medidas del pago al ‘servicio de la deuda’, son impuestas por los monopolios financieros internacionales y condenan a las economías en desarrollo a la miseria.
El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y las tres celestinas de las Casas Acreditadores imponen el modelo capitalista de crecimiento basado en la adicción de coger préstamos con más préstamos. La deuda con más deuda se paga. La violencia de la austeridad es el castigo cínico de la penitencia por la quiebra: la “culpa” de in-cumplir el “deber” de pagar por lo que se debe; de perder la con-fianza que es perder la fianza con el “fia-dor” el “dador” de confianza. Pues sin confianza no es posible el mercado de valores.
8. El desafío político que enfrenta nuestro tiempo es la angustia postrema; la apatía o el odio hacia el otro; el agotamiento filosófico; la ausencia de sí, el tedio, la nuda vida. Supone reivindicar la lentitud; la biología de las cosas: su composición y descomposición; la humanidad (no el humanismo) en cada singular; el devenir creativo. Los retos políticos nos llevan a avanzar proyectos de fuerza crítica, de justicia social, climática, alimentaria y de inmigración. Pero el reto más apremiante es restaurar la confianza entre las personas y entre las naciones. De lo contrario estaremos condenados a cargar, no solo con una deuda impagable, sino con un ominoso ‘nuevo mundo’.
Ahí está incólume la sombra alargada de la silueta del incivil fusil que nos acecha desde el lado frívolo de las cosas y amenaza con secuestrar lo que nos queda de esperanza radical. La violencia política vaciada de contenido es terror y vértigo que mata la ilusión[25]. La violencia política con contenido banal es el mayor peligro para la vida en la urbe.
La anarquía, la incertidumbre del riesgo, el futuro apocalíptico, el fin de los tiempos, el fin de la historia, orbitan alrededor del concepto de “catastrofismo” como algo caótico, anárquico del fin de un principio, en tanto principio del fin… que vuelve “El capitalismo no conoce un principio, es an-árquico, está siempre en acto de volver a comenzar… coincide con su necesidad incesante de innovación”[26]. (Agamben:8). La retórica de las narrativas “catastrofistas” sacude la molicie política. La movilización supone el reto de superar la movilización. Se trata, quizá, de reinventar la discusión política; de recuperar el silencio del pensamiento; de asumir la contingencia como estrategia política para viabilizar las rupturas contra el estado de emergencia gobernado por decretos, y abrirnos a los problemas del país-mundo desde una posición “desideologizada”. Se trata, quizá, de radicalizar la democracia, no a las derechas, ni a las izquierdas.
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[1] *La Deuda a la que me refiero está enfocada en la deuda pública, en especial la de Puerto Rico. Ver fuentes primarias sobre el tema de la deuda en: Archivo Bibliográfico: sobre la crisis fiscal y económica de Puerto Rico, 2012 – 2017. (3,000 fichas de noticias de la prensa escrita, organizada por año y mes) en: galileo.uprrp.edu y en umbral.uprrp.edu
[2] Duprey, Marlene, “La deuda y la quimera: comentario sobre el performance “Chatarra”: una poética de la crisis” de Ricardo Cobián, Revista Cruce, Violencia y deuda, 11 nov., 2019, p.41 – 50. https://issuu.com/revistacruce.com
[3] En su discurso Fidel advirtió que la deuda externa contraída con el capital financiero se convertiría en una hipoteca eterna, impagable e incobrable. “Nosotros decimos es impagable por razones matemáticas, económicas […] Pero nosotros decimos también: es un imposible político […] Los gobiernos no están en condiciones, en ningún país de América Latina de aplicar esas medidas (de alto costo social) del FMI, en ninguno; ni a sangre y fuego pueden hacerlo […]”
[4] En último análisis, podemos decir que la tecnología, los bienes muebles, inmuebles, de servicio y naturales, las cosechas, las tierras y las materias primas en tierra, mar y aire en realidad son propiedad el Mercado.
[5] Entrevista al NYT el 28 de junio de 2015. CNNMoney (2015) “Gobernador de Puerto Rico: la deuda es impagable”, 29 junio, www.cnnespañol.cnn.com
[6] Sobre la imprecisión de la cuantía, unos señalan que la deuda externa es de $70 mil millones, para otros son $76 mil sin los intereses. Hay quienes afirman que son $150 mil con las pensiones. Están los que advierten que la deuda es más alta de lo que imaginamos. Quedan los que exigen una auditoria forense certificada. Los de línea dura denuncian que la mitad es ilegal, y los que proclaman que hay que restarle la deuda extra constitucional.
Muñiz Varela, Mirian “La deuda: axiomática de la propiedad y aparato de captura de las vidas” en Violencia y deuda, Revista Cruce, Crítica socio cultural contemporánea, 11, nov. 2019, (p.5 – 14) https://issuu.com/revistacruce.com. La “máquina de guerra” de los países industrializados ¡es la máquina de imprimir billetes!
[8] Entrialgo, Karen, “Deuda y tiempo”, Revista Cruce, Crítica socio cultural contemporánea, 11, nov. 2019, (p.25 – 33) https://issuu.com/revistacruce.com.
[9] Según Agamben, “La religión capitalista proclama un estado de crisis permanente […] está siempre en acto de volver a comenzar […]” (8) https://artilleriainmanente.noblogs.orgs/2018/agamben
[10] La historia se repite –a pesar de los serios informes negativos de economistas y especialistas en energía. La legislatura de mayoría PNP aprobó a la carrera en su última sesión del cuatrienio –y posteriormente aprobado por la J.S.F., el contrato de la compañía LUMA Energy y sus matrices ATCO y Quanta para administrar la transmisión y distribución de la AEE. En apenas ocho meses han facturado $88millones -¡$11 millones al mes! Y ni siquiera han empezado a ejecutar.
[11] La auditoría de la deuda –que prometió el gobernador en su campaña 2020- parece más simulacro para estar en record, pues no sería una auditoría independiente, sino una contratada, por varios millones de dólares, por la Junta y el Ejecutivo, lo que resultaría gananciosa para sus clientes e inoficiosa para el pueblo.
[12] Por ejemplo a Natalie Yaresko, directora ejecutiva de la JSF, le estamos pagando $650, mil al año, más beneficios marginales.
[13] La legislatura actual está revisando estas leyes para enmendarlas y consolidarlas en un nuevo proyecto de ley.
[14] El nuevo Monitor del DE nos costará $79 millones al año. La Junta de Supervisión Fiscal acaba de crear la oficina de Oficial Financiero de Puerto Rico con más gastos y un contrato de $102 mil más gastos marginales a un tal John, W. Hill. “La oficina del CFO”, El nuevo día, 27 de febrero, 2021,p.30.
[15] Walter Benjamin (1920) plantea que “el capitalismo es el culto más extremo que haya existido” en “Capitalismo como religión”, Llama, Madrid, 2014. Marlene Duprey siguiendo a Benjamin, afirma que “ el capitalismo es […]algo que en nuestra época ha alcanzado sus mayores cuotas de sometimiento” (Duprey, 48)
[16] Retomo el concepto de Giorgio Agamben: “El capitalismo hereda y seculariza al extremo su carácter anárquico…” Op cit. 9.
[17] “[…] en Occidente moderno, lenguaje, praxis, y economía no tienen fundamento en el ser…” Op cit 8.
[18] Me remito aquí a una frase en la comedia El mercader de Venecia de William Shakespeare.
[19] Walter Benjamin, El Capitalismo como religión, La Llama, Madrid, 2014.
[20]Fides “fidelidad personal. Implica reciprocidad. Poner la fides propia en alguien” (5).
[21] Según Agamben la ´desmaterialización´ del dólar ocurrió “El 15 de agosto de 1971, Richard Nixon cuando declaró que la convertibilidad del dólar en oro quedaba suspendida” (2)
[22] La sociedad del espectáculo, “La mercancía como espectáculo”, 46, Pre-textos, Valencia, 2008.
[23] Sobre la fatal codicia en las maniobras de la bolsa de valores ver The Hummingbird Proyect, dirigida por Kim Nguyen, 2018.
[24] Ver ensayo “La ideocracia” de Miguel de Unamuno, en El caballero de la triste figura, Buenos Aires: Espasa calpe,1944.
[25] El sistema económico-político está estructurado para mantener la crisis de la necesidad y el deseo. Se agudiza la crispación socio-económica en los continuos linchamientos de negros en EEUU por parte de la policía y de los supremacistas a plena luz del día y con impunidad jurídica. En los desahucios masivos y el aumento significativo de la población sin techos. (En Puerto Rico se calculan alrededor de más de 500 mil deambulantes). En la brecha que se abisma entre pobres y ricos al punto de reducir significativamente la clase media trabajadora al tiempo que aumentan los “trillonarios” del capitalismo catastrófico.
[26] La etimología del vocablo “catástrofe” deriva del griego Katastépho (subvierto/destruyo) y de strépho (doy vueltas) es decir “volver a subvertir”, Joan Corominas, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Edit. Gredos, Madrid, 1973. Hay ciertas correspondencias semánticas entre ambos vocablos que invita a más elaboración.
REFERENCIAS
- Agamben, Giorgio, “el capitalismo como religión” https://artilleriainmanente.noblogs.orgs/2018/agamben.
- Benjamin, Walter, El Capitalismo como religión, La Llama, Madrid, 2014.
- Cobián, Figeroux, Ricardo, El país de cuatro sótanos: sobre la crisis fiscal y económica de Puerto Rico, Diálogo Digital, octubre 2014.La democracia bestial: Trump contra Trump y el fin de los medios, 80grados, octubre 2020.
- Sobre la crisis fiscal y económica de Puerto Rico, 2012 – 2017, Umbral, Facultad de Estudios Generales, Universidad de Puerto Rico.
- Corominas, Joan, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Castellana, Edit. Gredos, Madrid, 1973.
- Debord, Guy, La sociedad del espectáculo, “La mercancía como espectáculo”, 46, Pre-textos, Valencia.
- Duprey, Marlene, “La deuda y la quimera: comentario sobre el performance “Chatarra”: una poética de la crisis” de Ricardo Cobián, Revista Cruce, Violencia y deuda, 11 nov, 2019, 41 – 50. https://issuu.com/revistacruce.com
- Entrialgo, Karen, “Deuda y tiempo”, Revista Cruce, Crítica socio cultural contemporánea,11, nov. 2019, (p.25 – 33) https://issuu.com/revistacruce.com.
- The Hummingbird Proyect, dirección: Kim Nguyen, Netflix, 2018.
- Muñiz Varela, Mirian “La deuda: axiomática de la propiedad y aparato de captura de las vidas” en Violencia y deuda, Revista Cruce, Crítica socio culturalcontemporánea,11,nov.2019 https://issuu.com/revistacruce.com.
- Unamuno de Miguel, “La Ideocracia”, en El caballero de la triste figura, Buenos Aires: Espasa Calpe, 1944.
- Shakespeare, William, El mercader de Venecia.
*Fuente: 80grados