Afga­nis­tán. Has­ta siem­pre mís­ter Biden.

Por Gua­di Cal­vo*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 18 mayo de 2021-.

Tras fina­li­zar el alto el fue­go decre­ta­do por el tali­bán, por las fes­ti­vi­da­des del Eid-ul-Fitr, (cul­mi­na­ción del ayuno) que mar­ca el fin de Rama­dán, el mes sagra­do del islam, se reini­ció la esca­la­da mili­tar ini­cia­da por los insur­gen­tes, el pri­me­ro de mayo, fecha en que ten­dría que haber cul­mi­na­do la reti­ra­da de las tro­pas tan­to de los Esta­dos Uni­dos y sus socios, que inva­die­ron el país en 2001, según los acuer­dos de Doha, fir­ma­dos en febre­ro del 2020, entre la admi­nis­tra­ción Trump y los repre­sen­tan­tes del gru­po inte­gris­ta. La el pre­si­den­te Joe Biden, no ha res­pe­ta­do, alar­gan­do su pre­sen­cia has­ta el pró­xi­mo 11 de septiembre.

Duran­te las pri­me­ras horas del 16 de mayo, se comen­za­ron a regis­trar ata­ques con­tra dife­ren­tes pues­tos del Ejér­ci­to Nacio­nal Afgano (ENA) cer­ca­nos a Lash­kar Gah, la capi­tal de la siem­pre dis­rup­ti­va pro­vin­cia de Hel­mand, y otros don­de según fuen­tes ofi­cia­les habrían muer­to 21 terro­ris­tas, sin cono­cer­se el núme­ro de bajas entre las tro­pas regu­la­res. Al tiem­po que en la pro­vin­cia de Kan­dahar, tam­bién se repor­tan acciones.

El reini­ció de las accio­nes, pone más pre­sión a la nue­va ron­da de nego­cia­cio­nes, ini­cia­das el pasa­do vier­nes en Doha (Qatar), don­de habían comen­za­do en sep­tiem­bre del años pasa­do para sus­pen­der­se tres meses des­pués, sin lle­gar a acuer­dos polí­ti­cos sus­tan­cia­les, entre la jefa­tu­ra del Tali­bán, y los dele­ga­dos del pre­si­den­te afgano Ash­raf Gha­ni. Los tali­ba­nes se habían nega­do a par­ti­ci­par de la con­fe­ren­cia pro­pi­cia­da por Washing­ton en Estam­bul, en abril últi­mo, con el fin de ace­le­rar las con­ver­sa­cio­nes de paz, dete­ni­das en diciem­bre 2020.

Gha­ni, no solo debe enfren­tar, cada vez más des­guar­ne­ci­do, las pre­sio­nes del tali­bán, que está ata­can­do en la mayo­ría de las 34 pro­vin­cias afga­nas, sino la cada vez más viru­len­ta pre­sen­cia de Daesh Kho­ras­san, que tras el irra­cio­nal ata­que con­tra una escue­la cer­ca­na a Kabul, el pasa­do ocho de mar­zo, en el que murie­ron unas noven­ta per­so­nas, en su mayo­ría alum­nas (Ver: Kir­guis­tán-Tayi­kis­tán. Algo más que una gue­rra por el agua) en un aten­ta­do explo­si­vo, revin­di­ca­do por el Daesh, el vier­nes cator­ce, con­tra una mez­qui­ta, en Sha­kar Darah, al noroes­te de Kabul, mató a una doce­na de personas.

Es muy difí­cil ima­gi­nar la situa­ción a la que se pre­ci­pi­ta­ra Afga­nis­tán, des­pués del once de sep­tiem­bre, ya que des­de 2018, los muyahi­di­nes de mullah Hiba­tu­llah Akhund­za­da, han teni­do un avan­ce impa­ra­ble, pasan­do a con­tro­lar 87 de los 407 dis­tri­tos del país, al tiem­po que dispu­ta otros 214, lo que sig­ni­fi­ca un 53 por cien­to, del total del terri­to­rio nacio­nal. Y ame­na­za con con­quis­ta 16 de las 34 capi­ta­les provinciales.

Estas áreas les ha ser­vi­do a los com­ba­tien­tes: para reclu­tar y entre­nar com­ba­tien­tes, incau­tar fon­dos, esta­ble­cer cen­tra­les de reabas­te­ci­mien­to, cam­pa­men­tos, y como pla­ta­for­ma para lan­zar ata­ques a los cen­tros urba­nos impor­tan­tes. El tali­bán inclu­so con­tro­la yaci­mien­tos mine­ra­les de varios dis­tri­tos, los que jun­to al opio y la heroí­na, han comen­za­do a ser una impor­tan­te fuen­te de finan­cia­ción de su guerra.

Este nivel de supre­ma­cía, que se pro­du­jo mien­tras las fuer­zas esta­dou­ni­den­ses y de la OTAN seguían acti­va, hace que nadie crea que Kabul, pue­da sos­te­ner una línea de defen­sa, acor­de a el reto que debe­rá enfren­tar, si los mullahs, dis­po­nen a seguir avan­zan­do y final­men­te asal­tar la capital.

El man­do tali­bán de inten­tar hon­rar los acuer­dos con Washing­ton debe­rá sofre­nar a los man­dos medios que ve la vic­to­ria al alcan­ce de la mano, muchos de ellos hom­bres de trein­ta y pocos más años, que han entra­do a lo orga­ni­za­ción sien­do prác­ti­ca­men­te niños y tras vein­te años de sacri­fi­cios, habién­do­lo entre­ga­do todo y con miles de sus her­ma­nos inmo­la­dos en esos com­ba­tes, resig­nar­se a no coro­nar la gue­rra con una vic­to­ria total, pon­drá en un bre­te al mullah Akhund­za­da, quien sin duda enfren­ta­rá fuer­tes reme­zo­nes inter­nos, los que se sal­da­ran con muchas vidas de lea­les y heroi­cos com­ba­tien­tes, mien­tras que otros no duda­ran en mudar­se al Daesh Kho­ras­san, que está dis­pues­to en con­ti­nuar la gue­rra, has­ta lograr la crea­ción de un Esta­do Islá­mi­co, lo que en apa­rien­cia podrá posi­bi­li­tar, la reti­ra­da de los nor­te­ame­ri­ca­nos, para quie­nes vol­ver abier­ta­men­te al terreno sería prác­ti­ca­men­te impo­si­ble des­de el pun­to de vis­ta polí­ti­co ya que. Washing­ton, lo asu­ma o no se reti­ra mili­tar­men­te derro­ta­do, y polí­ti­ca­men­te tan gol­pea­do en su fren­te interno, que no exis­ten pla­fón, para que has­ta des­pués de varias admi­nis­tra­cio­nes Esta­dos Uni­dos vuel­va a inten­tar una aven­tu­ra simi­lar a la afga­na, sino es por una razón de peso y cons­ta­ta­ble y no como el fan­tas­mal ata­que a las torres, el que a casi vein­te años de suce­di­do sigue gene­ran­do cada vez más dudas.

Amé­ri­ca, no es un buen ami­go.

Mien­tras las fuer­zas inva­so­ras de occi­den­te se apron­tan a aban­do­nar Afga­nis­tán y los Tali­ba­nes rela­men su vic­to­ria, los ciu­da­da­nos del país los casi 34 millo­nes de habi­tan­tes no saben cuál será final­men­te su des­tino, y si por los pró­xi­mos años le toca­ra vivir en una demo­cra­cia cada vez más afian­za­da o de un gol­pe ate­rri­cen, una vez más en el siglo XII lugar don­de los tali­ba­nes sumer­gie­ron al país entre 1094 y 2001.

Si bien para el ciu­da­dano común la angus­tia, sobre su futu­ro inme­dia­to debe ser acu­cian­te, para un amplio sec­tor de esos ciu­da­da­nos, que han cola­bo­ra­do con los inva­so­res, cono­cen de ante­mano cual será ese futu­ro, con mucha suer­te una muer­te rápida.

La mayo­ría de ellos han ser­vi­do de intér­pre­tes, a las tro­pas nor­te­ame­ri­ca­nas en ope­ra­cio­nes y otros han sido per­so­nal civil que tra­ba­ja­ron para el gobierno esta­dou­ni­den­se y dife­ren­tes agen­cias de la OTAN, que no han podi­do acce­der a lo que se cono­ce como visa espe­cial de inmi­gran­te (SIV), un pro­gra­ma crea­do en 2009, simi­lar al que tam­bién se imple­men­tó en Irak. Muchos de sus posi­bles bene­fi­cia­rios se han que­ja­do de lo com­ple­jo que son los trá­mi­tes mucho más a par­tir del esta­lli­do del COVID-19.

El sis­te­ma de visas en las últi­mas sema­na ha sido amplia­do por el Con­gre­so nor­te­ame­ri­cano a unas 26500, aun­que toda­vía que­dan otras 18 mil sin resol­ver, aun­que se esti­ma que en ver­dad han sido 300 mil los civi­les que han tra­ba­ja­do para los Esta­dos Uni­dos, sin con­tar a sus fami­lia­res direc­tos, a los que había que sumar tam­bién a los “seño­res de la gue­rra” (líde­res regio­na­les), con algún poder de fue­go des­de la gue­rra anti­so­vié­ti­ca, que a par­tir de 2001, tras aliar­se a los inva­so­res han sido finan­cia­dos y rear­ma­dos por estos ejér­ci­tos y cuyas fami­lias y sus com­ba­tien­tes serán tam­bién obje­to de las repre­sa­lia del tali­bán

Los ase­si­na­tos selec­ti­vos, en las calles de Kabul, están alcan­zan­do pro­por­cio­nes alar­man­te, perio­dis­tas, cate­drá­ti­cos, jue­ces y fun­cio­na­rios, han sido las víc­ti­mas ele­gi­das por los sica­rios que ope­ran libre­men­te, dán­do­le un aspec­to toda­vía más som­brío a la reti­ra­da nor­te­ame­ri­ca­na. El avi­so de los inte­gris­tas es cla­ro, “no olvi­da­ran” y las eje­cu­cio­nes van a con­ti­nuar más allá de cual­quier fecha. Des­de 2016 más de 300 tra­duc­to­res han sido ase­si­na­dos. Lo que pre­anun­cia las carac­te­rís­ti­cas del mata­de­ro en que se con­ver­ti­rá el país a par­tir de que los últi­mos mili­ta­res nor­te­ame­ri­ca­nos los aban­do­ne. Ya que las ven­gan­zas casi per­so­na­les, esca­pan del con­trol de los mullahs, si es que las qui­sie­ran evitar.

Mien­tras, el Secre­ta­rio de Esta­do nor­te­ame­ri­cano, Antony Blin­ken, se com­pro­me­tió a ayu­dar a los anti­guos cola­bo­ra­cio­nis­tas. Lan­zan­do una revi­sión de los SIV, con­tro­lan­do las demo­ras e incor­po­ran­do medi­das anti­frau­de, en una carre­ra de lle­gar con la buro­cra­cia antes que una bala ven­ga­do­ra, que diga: “has­ta siem­pre mís­ter Biden”.

*Gua­di Cal­vo es escri­tor y perio­dis­ta argen­tino. Ana­lis­ta Inter­na­cio­nal espe­cia­li­za­do en Áfri­ca, Medio Orien­te y Asia Cen­tral. En Face­book: https://​www​.face​book​.com/​l​i​n​e​a​i​n​t​e​r​n​a​c​i​o​n​a​lGC.

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