Resumen Latinoamericano, 16 de mayo de 2021.
En diversos escenarios se asume la reflexión sobre la fractura de la sociedad colombiana en forma de estallido social. Abordar esta discusión busca dar respuesta urgente a dos preguntas ineludibles: ¿Cuál es la caracterización de la crisis?, y ¿Cuáles son los escenarios de su salida?
Mientras Iván Duque se pasea orondo y remeda al gran burgués que paga su limosna con chapitas y botones, en diversos escenarios se asume la reflexión sobre la fractura de la sociedad colombiana en forma de estallido social. Abordar esta discusión busca dar respuesta urgente a dos preguntas ineludibles: ¿Cuál es la caracterización de la crisis?, y ¿Cuáles son los escenarios de su salida?
En ese contexto se puede analizar la crítica elaborada por Hernando Gómez Buendía para El Espectador, quien con la plena intención de desalentar el paro, afirma que las demandas costarían cerca de 81 billones de pesos, equivalentes a cuatro reformas tributarias. Esa valoración es un ejercicio manipulador en la línea de quienes solo ven el lado del gasto público y lo tratan como si fuera limosna para el pueblo.
Gómez Buendia como muchos otros intelectuales funcionan como aquellos borriquitos que aprendieron solo un camino y para no salirse del renglón se limitan a repetirlo. Para ellos, solo existe una situación en la que el trabajo es una cosa que se vende en favor de los más ricos, por ende les es imposible entenderlo como la contribución que todas las personas en edad de trabajar puede aportar a la sociedad. Aporte del que se benefician solidariamente todos y que es el fondo de donde proceden los recursos que financian el gasto público.
Resulta más bien interesante la intervención de Gilberto Tobón S. en el programa “Nos cogió la noche” en la que sostiene, de forma descarnada, que el país funciona con un capitalismo de pira en el que las instituciones del Estado son apenas un medio para los negocios de una pequeña élite.
Sin embargo, el claro diagnóstico de Tobón se deja arrastrar por el escepticismo al afirmar que aquí todos estamos corrompidos, lo que impide ver que el mismo paro está forjando formas de cambio. Podríamos citar tambien al exministro de hacienda Juan Carlos Echeverry, quien al recomendar la lectura del Ensayo Sobre la Ceguera de Saramago, identifica al país con una nación de ciegos, precisamente en un momento en que la reflexión crítica recorre calles y ciudades como nunca antes.
Caracterización de la crisis y posibles salidas
A tono con la situación, abordaremos aquí el tema de las posibles caracterizaciones de la crisis, mientras sabemos que miles de personas están abocadas a encontrar respuestas colectivas a los problemas, labor implementada en muchas ciudades y regiones del país en las Asambleas Populares. Como ya se sabe, el estallido se produjo frente a la iniciativa de la reforma tributaria de Carrasquilla, a lo que siguió el incendio del país logrado por la presidencia bicéfala de Uribe-Duque, al dar un tratamiento militar al descontento popular.
Este diagnóstico se limita a la existencia de una crisis fiscal bajo la disculpa que en 2020 se habría gastado mucho en subsidios. Requiriéndose tapar el hueco para evitar que las calificadoras de riesgo lo rajaran y que la estabilidad macro se viese trastocada. A lo anterior se sumó un discurso de apariencia social, tendiente a reducir la pobreza, cuando en realidad quería contener la potencial explosión social. Desde el gobierno ya se habia caracterizado y por eso adelantaron importantes inversiones para la represión.
Luego de 17 días del paro, siendo menos capaces que los borriquitos –con disculpas a estos‑, hoy siguen afincados en la posición de la crisis fiscal y es por eso que la mesa de negociación la asumen como un escenario para desactivar el paro, tal como han urgido con su llamado la ANDI y el Consejo Gremial.
Reactivación de la protesta social
La actitud guerrerista del “dúo incendio” logró activar la protesta que había quedado congelada a fines de 2019. Momento en el que ya se había evidenciado una crisis social con muchas facetas, que implican problemas como: pensiones, salud, empleo, educación, minero-energética, ambiental, productiva…, y la lista se amplía. También las discusiones habían mostrado lo fatuo de hacer cuentas sobre cuánto costarían las demandas sociales, pues la amplia lista (104 puntos del pliego de emergencia) evidencia que todo el ordenamiento del país es el que falla. Es por eso que la posible salida exigía de un conjunto de nuevas leyes y reformas que reordenasen el país.
La crisis social sería, al menos, producto de las leyes con las que se implementó la Constitución de 1991 y que darían paso al “modelo” neoliberal. Ese modelo convirtió en mercancías servicios esenciales para la reproducción de la vida en sociedad como salud, educación, pensiones, vivienda… Además, sumó ventajas legales que han permitido a empresas capitalistas reducir sistemáticamente y con facilidad el salario y facilitó la entrega indiscriminada de recursos naturales a multinacionanes, sobre todo extranjeras, a las que se les anima cobrándoles mínimos impuestos.
Al sumar la venta de estas mercancias y los montos de esas ventajas, durante treinta años, fácilmente se encuentra la fuente de los más de treinta mil millones de dólares que tienen como capital legal los grandes grupos, a los que se deben sumar los 52 mil millones de dólares que tienen algunos colombianos en cuentas en el extranjero, y que incluso el exministro Cárdenas Santamaría llamó a echarles el ojo.
Sí las políticas neoliberales hubieran causado la crisis social, esta sería el reporte de que este «modelo» no funciona. En ese sentido se requeriría cambiarlo porque promueve la riqueza especulativa bancaria –como la de Luis Carlos Sarmiento‑, desincentiva la producción nacional, y genera desigualdad y pobreza. En su lugar, sería más adecuado un modelo de regulación capitalista que promoviese una mejor redistribución del ingreso nacional, la actividad productiva y que no descansase en el extractivismo que perjudica el medio ambiente y las poblaciones rurales mediante la guerra.
Pero aún hay más, porque los resultados anteriores solo habrían sido posibles debido a que el Estado ha sido capturado por una élite y usado en su exclusivo beneficio. Alcaldías, gobernaciones, Congreso, Gobierno Nacional, Fiscalía, Corte Suprema y todo el aparato judicial, son instituciones que hacen parte de un negocio, el de la industria de la corrupción, mediante el cual las empresas privadas se apalancan y se apropian de los recursos del presupuesto público, que en 2021 supera los más de trescientos trece billones de pesos.
La amplísima lista de los llamados “escándalos y carteles” son la clara evidencia de la forma mafiosa cómo se acumula el capital en el país. El capitalismo pirata del que habla Tobón. Por lo tanto, también habría una crisis de la institucionalidad del Estado, que genera una crisis de representación, o una crisis de legitimidad que justificaría la desobediencia civil en curso.
Ahora bien, si las instituciones estatales, que en el papel se definen como democráticas y de derecho, no representan a la ciudadanía. Lo que habría desencadendo el paro sería una crisis de gobierno en camino de ser una crisis de gobernabilidad. Es más, el gobierno bicéfalo es el principal agitador de las contradicciones sociales, no solo por tomar una posición cerrada y absurda para defender los privilegios de la élite mafiosa, sino por querer sostener ese ampuloso régimen mediante la violencia, antes que sobre el consenso.
La impericia del gobierno ha sido señalada por César Gaviria y hasta por la ANDI, que le tiró de las orejas y pidió que les cobre impuestos a ellos, que son los de la plata. Sin embargo, el mal olor del gobierno apenas distanció a los gremios, partidos y grandes medios de comunicación, pero aún lo rodean, pues saben que de ello depende la maltrecha institucionalidad.
Las reducidas y esquemáticas lecturas que hemos mencionado podrían evidenciar la crisis de un tipo de capitalismo: elitista, mafioso, y militarista, es decir de sello colombiano. Ese capitalismo se debe a la viejas herencias del pasado conservador y en consecuencia algunos se atreven a decir que se requiere más capitalismo, un nuevo tipo de capitalismo basado en la competencia e innovación y acompañado de instituciones vitalizadas por un real Estado de derecho democrático y social. Para ello, entonces, las reformas tienen que cubrir la institucionalidad estatal, afectar las reglas de juego del mercado y el capital, y forjar ciudadanos activos.
¿Más capitalismo?
Frente a los que piden más capitalismo u otro tipo de capitalismo, hay otros que argumentan que esa relación social es la causante de todas las problemáticas antes mencionadas. Situación que se expresa hace ya tiempo en crisis como las de 2002, 2008, o las de Grecia, Italia o Chile.
En Colombia, desde los años setenta el capitalismo tiene serios problemas para acumular capital a través de la explotación “normal” de la mano de obra, de ahí que, para sostener su rentabilidad intensifica la carta de bajar el ingreso de los trabajadores. Lograndolo en el largo plazo mediante el sometimiento violento del proletariado y las demás clases populares. Esa crisis estructural se manifiesta y acompaña de varias de las anteriores, pues las formas mafiosas y la utilización del Estado para beneficio de una élite son los mecanismos con los que se compensa la ineptitud e inviabilidad de esa relación social.
Así que de acuerdo a esa versión, no se trata de un asunto meramente sectorial, institucional, de ausencia de representación o de malas herencias, sino de un tema estructural. De allí que es el capitalismo el que debe ser superado y en su lugar se debería forjar una sociedad poscapitalista, que podríamos llamar socialista.
Siempre que por socialismo entendamos un proceso volcado a superar la explotación del trabajo y no algunos esperpentos capitalistas que se hacen pasar en su nombre. Se trata entonces de una sociedad en que la forma de producción material no entra en pleno choque con la democracia, como sucede bajo el capitalismo, y más bien permite su verdadera implementación en la historia, pues hasta ahora la democracia ha sido reducida a una ideología que habla de igualdad, cuando en la práctica existe todo lo contrario.
Esquema de lecturas sobre la crisis | ||
Tipo de crisis | Actor principal | Salidas |
Crisis fiscal | Capital y gobierno | Reforma tributaria = 12 billones |
Crisis sectoriales. (empleo, salud, pensiones, ambiental, productiva, educativa, pobreza) | Diversos sectores sociales y gremiales | Reformas parciales, y/o nuevas leyes. |
Crisis de gobierno, o de régimen de gobierno uribista | Algunos partido políticos | Sacar a la ultraderecha y dar paso a fuerzas democráticas |
Crisis de gobernabilidad | Algunas fuerzas de izquierda | Cambio en la institucionalidad |
Crisis del modelo neoliberal | Algunas organizaciones sociales y movimientos de izquierda | Un modelo de redistribución del ingreso nacional que sea socialmente incluyente |
Crisis del capitalismo | Algunas fracciones de izquierda | Poscapitalismo o socialismo |
Confundir en la caracterización de la crisis puede dificultarnos el diálogo y los posibles acuerdos sobre las salidas alternativas. En todo caso, se debe tomar en cuenta que no hay relación unívoca entre tipo de crisis y la salida que se produzca. Pues esto depende de la conciencia colectiva y de la alternativa organizativa que se forje en medio de ella. Por eso insistimos, que el pueblo colombiano ya ha empezado a allanar ese camino de las alternativas de salida mediante las asambleas populares, que probablemente desemboquen en una Asamblea Nacional Popular.
Cerramos aquí, pues en medio del paro no hay tiempo para tanta lectura. Advirtiendo lo esquemático de las visiones presentadas y notando que ellas ni son excluyentes, ni tampoco necesariamente complementarias.
Foto de portada: Getty Images
Fuente: Trochando sin Fronteras