Ecología Social. Bioinsumos: “Lo que sale de la tierra vuelve a la tierra”

Eco­lo­gía Social. Bio­in­su­mos: “Lo que sale de la tie­rra vuel­ve a la tierra”

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Por Marián­ge­les Gue­rre­ro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de mayo de 2021.

De la mano de la agro­eco­lo­gía y de los cues­tio­na­mien­tos al uso de agro­tó­xi­cos, cre­ce la uti­li­za­ción de bio­in­su­mos, pro­duc­tos en base a micro­or­ga­nis­mos natu­ra­les uti­li­za­dos para enri­que­cer los sue­los y las pro­duc­cio­nes del agro. Ya exis­ten des­de “bio­fá­bri­cas” has­ta cáma­ras empre­sa­rias del sec­tor. El deba­te sobre la regu­la­ción. La dispu­ta entre el cono­ci­mien­to colec­ti­vo y popu­lar, y los peli­gros de la apro­pia­ción del saber para solo bus­car rentabilidad.

En el cam­po se pro­du­ce la dispu­ta por nue­vas for­mas de cul­ti­var, más ami­ga­bles con el ambien­te, más sanas para las per­so­nas. Ante el recla­mo de los pue­blos fumi­ga­dos y la con­cien­ti­za­ción de las orga­ni­za­cio­nes socia­les sobre la comi­da enve­ne­na­da, los bio­in­su­mos se pre­sen­tan como una alter­na­ti­va al uso de agro­tó­xi­cos. Estas for­mas de “curar” los cul­ti­vos y enri­que­cer los sue­los pro­po­nen un deba­te acer­ca de qué insu­mos (y qué sabe­res) para qué mode­lo agropecuario.

“Los bio­in­su­mos son fer­ti­li­zan­tes vivos que tra­ba­jan en una rela­ción de sim­bio­sis con las plan­tas. Los bio­fer­ti­li­zan­tes que usa­mos gene­ran vida en el sue­lo”, intro­du­ce Jor­ge Frías, pro­duc­tor cha­que­ño de bio­in­su­mos. “Todo lo que nos rodea está for­ma­do por mine­ra­les. Tra­ba­ja­mos con esos micro­or­ga­nis­mos para que esos mine­ra­les que no tie­nen vida pasen a tener­la, en for­ma de plan­tas o de ani­ma­les”, agre­ga el agri­cul­tor de Puer­to Tirol, des­de su cha­cra “La tie­rra sin mal”.

Frías expli­ca que muchos de los mate­ria­les úti­les para pro­du­cir los bio­in­su­mos se gene­ran en el cam­po. Por ejem­plo: estiér­col vacuno, ceni­zas vege­ta­les, hari­na de roca. “Las hari­nas de roca son rocas moli­das”, acla­ra el pro­duc­tor. “Com­bi­na­mos muchos mate­ria­les, saca­mos pie­dra de las mar­mo­le­rías, uti­li­za­mos mucho car­bón vege­tal, mucho car­bono. Usa­mos leche orde­ña­da, que tie­ne mucha vida micro­bia­na, o leva­du­ras”, pro­si­gue. “Lo que sale de la tie­rra vuel­ve a la tie­rra”, defi­ne el productor.

Para el entre­vis­ta­do, los bio­in­su­mos son “una tec­no­lo­gía ances­tral”. “La agri­cul­tu­ra tie­ne 8000 años de exis­ten­cia y los pro­duc­tos de sín­te­sis quí­mi­ca tie­nen entre 70 y 80 años. Así que hay una vas­ta expe­rien­cia en agri­cul­tu­ra. Todas esas herra­mien­tas que se uti­li­za­ban antes se vuel­ven a usar; aho­ra con las bio­fá­bri­cas se incor­po­ran nue­vas téc­ni­cas para ade­lan­tar cier­tos pro­ce­sos y para lograr con­ser­var o alma­ce­nar, tener dis­po­ni­bi­li­dad inme­dia­ta de esos insu­mos en fun­ción de las nece­si­da­des de cada cul­ti­vo”, argumenta.

Sin embar­go, denun­cia una acción cor­po­ra­ti­va de las empre­sas del agro­ne­go­cio: “cuan­do algún pro­duc­tor se ani­ma a pro­bar estos pro­duc­tos u opta por ellos por­que son más bara­tos, hay toda una pre­sión sobre él para que no los compre”.

Reem­pla­zar los pro­duc­tos químicos”

Des­de la pro­vin­cia de Bue­nos Aires, el inge­nie­ro agró­no­mo espe­cia­li­za­do en micro­bio­lo­gía del sue­lo Car­los Abe­ca­sis pun­tua­li­za: “Los bio­in­su­mos son ele­men­tos pro­du­ci­dos por micro­or­ga­nis­mos o insec­tos. Son sus­tan­cias que segre­gan los mis­mos bichos en gene­ral e inclu­so se con­si­de­ra bio­in­su­mos a aquel pro­duc­to que está hecho con los mis­mos micro­or­ga­nis­mos o los mis­mos insec­tos. Se podrían des­cri­bir de dos for­mas: por un lado, los que están hechos con el mis­mo bicho o los que segre­ga el bicho”.

Los bio­in­su­mos pue­den tener diver­sos obje­ti­vos o accio­nes, como con­tro­lar algún tipo de pato­lo­gía: un hon­go que se ha desa­rro­lla­do en exce­so o un insec­to que se ha trans­for­ma­do en plaga.

“Enton­ces se uti­li­zan cier­tos bio­con­tro­la­do­res para actuar en esos desa­rro­llos des­equi­li­bra­dos de los sis­te­mas bio­ló­gi­cos”, dice Abe­ca­sis. Des­pués hay otro tipo de bio­in­su­mos que se uti­li­zan para aumen­tar la fer­ti­li­dad natu­ral de los sue­los, con pro­bió­ti­cos o micro­or­ga­nis­mos que segre­gan sus­tan­cias bené­fi­cas para el sue­lo. Tam­bién exis­ten otros que con­tie­nen sus­tan­cias bio­es­ti­mu­lan­tes para las dis­tin­tas eta­pas de la vida de la plan­ta, que hacen que desa­rro­llen deter­mi­na­das carac­te­rís­ti­cas si se apli­can en el momen­to correc­to. Hay otros que se apli­can sobre las semi­llas, con el obje­ti­vo de favo­re­cer la ger­mi­na­ción y el desa­rro­llo de raíces.

“Lo más intere­san­te del con­cep­to de bio­in­su­mos es que no son ele­men­tos que sir­ven para un fin deter­mi­na­do sino que muchos de ellos gene­ran una mejo­ra en el equi­li­brio del sis­te­ma”, sin­te­ti­za Abecasis.

¿Los bio­in­su­mos pue­den reem­pla­zar a los pro­duc­tos de sín­te­sis química?

—Se pue­den reem­pla­zar cien­to por cien­to. Tene­mos muchos casos, des­de hace doce años que tra­ba­ja­mos con esto y pode­mos decir con total con­tun­den­cia que se pue­den reem­pla­zar los pro­duc­tos de sín­te­sis quí­mi­ca y se pue­de pro­du­cir la mis­ma can­ti­dad de kilos, o mejor cali­dad en reali­dad de lo pro­du­ci­do, sean gra­nos, fru­tas u hojas. En cual­quier tipo de cul­ti­vo se logran reem­pla­zar los insu­mos mejo­ran­do la cali­dad y la sani­dad de lo que se pro­du­ce. Si estoy per­ma­nen­te­men­te uti­li­zan­do insu­mos de sín­te­sis quí­mi­ca, esos insu­mos van a ter­mi­nar gene­ran­do toxi­ci­dad en los ali­men­tos que, o lo come el ani­mal, o lo come­mos noso­tros. O noso­tros come­mos el ani­mal que con­su­mió agro­tó­xi­cos. Ter­mi­na sien­do un círcu­lo vicio­so muy com­pli­ca­do de salir. Los bio­in­su­mos lite­ral­men­te reem­pla­zan a los fer­ti­li­zan­tes, a los insec­ti­ci­das o a los fun­gi­ci­das. Diría que de un año para el otro, o a lo sumo en dos años, uno pue­de estar tra­ba­jan­do sin insu­mos de sín­te­sis quí­mi­ca o por lo menos haber redu­ci­do más de la mitad de su uso.

¿Cómo se rela­cio­na el uso de bio­in­su­mos con los monocultivos?

—Si yo ali­men­to la bio­di­ver­si­dad de los bichos del sue­lo, voy a tener menos posi­bi­li­dad de que una plan­ta se tor­ne domi­nan­te. El 80 por cien­to de los pro­duc­to­res e inge­nie­ros agró­no­mos del pla­ne­ta tra­ba­jan con malas pra­xis, por­que hay muchas cosas que están mal defi­ni­das de base. Una de ellas es el mono­cul­ti­vo, hacer un cul­ti­vo en for­ma per­ma­nen­te. El caso de la soja es el más cla­ro, pero pue­de ser soja o tri­go o raba­ni­tos. Eso lo que hace es eli­mi­nar la bio­di­ver­si­dad, por­que si la úni­ca plan­ta que pone­mos es esa, esta­mos for­zan­do a la natu­ra­le­za, que es bio­di­ver­sa por natu­ra­le­za, y repi­tien­do el mis­mo cul­ti­vo. Esto gene­ra que todo lo que esté en ese sue­lo se vaya espe­cia­li­zan­do y hacien­do cada vez menos diver­so. Siem­pre hay un mis­mo tipo de micro­or­ga­nis­mo, un mis­mo tipo de insec­to, un mis­mo tipo de hon­go. Enton­ces se refuer­za algo que es malo para todo el sis­te­ma, por­que jus­ta­men­te a medi­da que aumen­ta la bio­di­ver­si­dad se hace más esta­ble cual­quier sis­te­ma vivo. Lo que yo reco­mien­do es no solo no hacer mono­cul­ti­vos, sino que en el mis­mo pre­dio se hagan inter­siem­bras: se pon­ga más de una espe­cie para que el sis­te­ma se haga más estable.

Para Abe­ca­sis, la agri­cul­tu­ra con­ven­cio­nal está más enfo­ca­da en la pro­duc­ción sin impor­tar dema­sia­do si el sue­lo se degra­da o no se degra­da. “Si yo cada año pier­do el cin­co por cien­to de mi fer­ti­li­dad natu­ral, cada año le voy a tener que poner más fer­ti­li­zan­tes. El aumen­to de fer­ti­li­zan­tes no me va a gene­rar más pro­duc­ti­vi­dad, al con­tra­rio: hay un pun­to en el cual la cur­va cam­bia, por­que el sue­lo ya está tan enfer­mo que no pue­de dar plan­tas sanas”, indica.

En los últi­mos diez años, por el uso extrac­ti­vis­ta de los terre­nos, se per­dió la mitad del nivel de mate­ria orgá­ni­ca en los sue­los de la Pam­pa húmeda.

“Per­der mate­ria orgá­ni­ca no es solo per­der la vida del sue­lo sino del pla­ne­ta. Por­que si yo ten­go un mal sue­lo, voy a tener mal ali­men­to y si ten­go mal ali­men­to voy a tener enfer­me­da­des. Es una con­se­cuen­cia direc­ta”, expli­ca el inge­nie­ro agrónomo.

Sin embar­go, Abe­ca­sis aler­ta que no hay que con­fun­dir bio­in­su­mos con la pana­cea. “Hay muchos de ellos que están gene­ra­dos a par­tir de una bac­te­ria o de un hon­go, que se lla­ma bio­con­tro­la­dor. Ese bio­con­tro­la­dor equis supues­ta­men­te mata a un hon­go que nos está comien­do nues­tra plan­ta. Has­ta ahí, yo podría decir que está bien. ¿Pero qué suce­de? Si lleno el pla­ne­ta de ese bio­con­tro­la­dor estoy gene­ran­do un nue­vo des­equi­li­brio bio­ló­gi­co”, explica.

Insu­mos para el suelo

Jor­ge Frías rela­ta que ini­cia­ron el pro­ce­so agro­eco­ló­gi­co a fines de 2008. En ese momen­to la pro­duc­ción pri­ma­ria que tenían no era para la ven­ta sino para el con­su­mo. Así lle­ga­ron al 2015, momen­to en el que comen­za­ron a aumen­tar los volú­me­nes de pro­duc­ción para comer­cia­li­zar. “Tra­ba­já­ba­mos en la rota­ción de cul­ti­vos, enri­que­cien­do el sue­lo a par­tir de com­post, con cul­ti­vos lla­ma­dos de ser­vi­cio, que son aque­llos que hacen un apor­te nutri­cio­nal al sue­lo. En el 2018 nos encon­tra­mos por pri­me­ra vez con la tec­no­lo­gía de lo que es la pro­duc­ción del bio­in­su­mo”, relata.

En 2019 empe­za­ron a pen­sar en una bio­fá­bri­ca, para pro­du­cir en mayor can­ti­dad y ven­der. “Esto sur­ge por­que nues­tra gran­ja tie­ne una super­fi­cie de tres hec­tá­reas y lo que nos suce­día es que corría­mos el ries­go de que los veci­nos empe­za­ran a pro­du­cir con apli­ca­ción de vene­nos”, expli­ca Frías. “Como no tene­mos la posi­bi­li­dad de com­prar más tie­rras para aumen­tar la super­fi­cie agro­eco­ló­gi­ca, lo que empe­za­mos a hacer es tra­tar de incul­car la agro­eco­lo­gía. Has­ta que los pro­duc­to­res de Puer­to Tirol nos hicie­ron el plan­teo de por qué no hacía­mos noso­tros los bio­in­su­mos y ellos los com­pra­ban. Ahí empie­za a ron­dar la idea de hacer la bio­fá­bri­ca”, cuenta.

Hoy ven­den a pro­duc­to­res pri­ma­rios, a huer­tas fami­lia­res urba­nas y a per­so­nas que cul­ti­van can­na­bis para uso medicinal.

El desa­fío es con­se­guir el regis­tro de los pro­duc­tos ante el Ser­vi­cio Nacio­nal de Sani­dad y Cali­dad Agro­ali­men­ta­ria (Sena­sa), para poder cir­cu­lar con ellos. Uno de los requi­si­tos que pide el orga­nis­mo es hacer dife­ren­tes tipos de ensa­yos con los pro­duc­tos. “Par­te de los ensa­yos los hace­mos con el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Tec­no­lo­gía Agro­pe­cua­ria (INTA). El INTA está pro­ban­do usar bio­in­su­mos en cul­ti­vos exten­si­vos. Los resul­ta­dos los vamos a tener den­tro de un año”, dice Frías.

Por su par­te, Abe­ca­sis tra­ba­ja en la empre­sa HMA4 Socie­dad Anó­ni­ma, radi­ca­da en La Matan­za (Bue­nos Aires). Allí desa­rro­llan una tec­no­lo­gía lla­ma­da “bio­re­ge­ne­ra­ción de suelos”.

Es un paque­te tec­no­ló­gi­co que tie­ne tres eta­pas. La ini­cial, que es el diag­nós­ti­co del sue­lo, como seres vivos que son, y no como un ele­men­to iner­te. La segun­da eta­pa es la defi­ni­ción, en base al diag­nós­ti­co, de un bio­tra­ta­mien­to que con­sis­te en incor­po­rar con­sor­cios de espe­cies micro­bia­nas al sue­lo y a la plan­ta para que se equi­li­bre el ecosistema.

Ela­bo­ran una rece­ta de bio­tra­ta­mien­to para ese sue­lo. Una vez que ter­mi­nan de armar el tra­ta­mien­to, duran­te todo el pro­ce­so que dura, hacen un moni­to­reo sate­li­tal y a cam­po para evi­tar que haya algún des­vío duran­te el pro­ce­so. Una vez que ter­mi­nan todo el pro­ce­so hacen un nue­vo aná­li­sis del sue­lo para eva­luar cómo evo­lu­cio­nó. Ese es el infor­me final que le dan al pro­duc­tor con su sue­lo curado.

De resis­tir a Mon­san­to a las biofábricas

Las expe­rien­cias de pro­duc­ción de bio­in­su­mos se repli­can en todo el país. En Cór­do­ba, la movi­li­za­ción de la loca­li­dad de Mal­vi­nas Argen­ti­nas logró en 2016 que Mon­san­to desis­tie­ra de ins­ta­lar allí su plan­ta de maíz transgénico.

En el mar­co de esa lucha, hace tres años, sur­gió la idea de pro­du­cir de mane­ra agro­eco­ló­gi­ca. “Empe­za­mos con esta alter­na­ti­va y a expe­ri­men­tar a par­tir de la bio­fá­bri­ca. Ahí empie­zan a abrir­se dis­tin­tas bio­fá­bri­cas a nivel nacio­nal, que inte­gran el Movi­mien­to de Tra­ba­ja­do­res Exclui­dos”, seña­la el pro­duc­tor Facun­do Mon­guz­zi. Actual­men­te, el MTE tie­ne otras cin­co bio­fá­bri­cas, dis­tri­bui­das en Misio­nes y Bue­nos Aires. Ade­más, pla­nean cons­truir dos más, en La Rio­ja y en Rosa­rio Des­de Mal­vi­nas Argen­ti­nas ven­den lo pro­du­ci­do a ciu­da­des como Río Cuar­to o Río Pri­me­ro y tam­bién a loca­li­da­des de Bue­nos Aires.

“La pro­pues­ta de ‘Mal­vi­nas Agro­eco­ló­gi­ca’ sur­ge a par­tir de la pro­duc­ción de ver­du­ras en media hec­tá­rea. Y veía­mos que tenía­mos que gene­rar más fuen­tes de tra­ba­jo. Enton­ces en la coope­ra­ti­va empe­za­mos a dis­cu­tir esto, no que­dar­nos solo en la opo­si­ción a Mon­san­to. Empe­za­mos a hacer los bio­in­su­mos, que hoy ven­de­mos a pro­duc­to­res. La idea es ven­der­les en can­ti­dad para que ellos pue­dan apli­car estos pro­duc­tos”, rela­ta Monguzzi.

Son rece­tas que vie­nen desa­rro­llan­do los cam­pe­si­nos des­de hace muchos años. Es una recu­pe­ra­ción cul­tu­ral de esas prácticas.

Labo­ra­to­rios campesinos”

La tie­rra fru­ti­lle­ra de las ori­llas del río Coron­da (San­ta Fe) vio lle­gar las fumi­ga­cio­nes a sus cam­pos de fru­ta y vio tam­bién nacer ‑a fuer­za de resis­ten­cia con­tra los agro­tó­xi­cos- los “labo­ra­to­rios cam­pe­si­nos”. Están ubi­ca­dos en Des­vío Ari­jón, a 30 kiló­me­tros al sur de la capi­tal provincial.

Des­de la orga­ni­za­ción Des­vío a la Raíz, Jere­mías Chau­que expli­ca la expe­rien­cia: “Los labo­ra­to­rios fun­cio­nan a cie­lo abier­to. No se pagan doc­to­ra­dos, tene­mos maes­tros como Ángel de 82 años, o doña Cla­ra de 76, que nos hablan de la luna y de cuan­do el pue­blo se ves­tía de olor a fru­ti­lla”. Un aro­ma que se fue per­dien­do con las semi­llas trans­gé­ni­cas y las sus­tan­cias químicas.

“Tie­nen piza­rro­nes de barro por­que escri­bi­mos en nues­tras huer­tas, labran­do, sem­bran­do, cose­chan­do, rege­ne­ran­do. Nos per­mi­ten gene­rar y desa­rro­llar nues­tra pro­pia tec­no­lo­gía en un tacho de 200 litros o reco­lec­tan­do micro­or­ga­nis­mos del mon­te más anti­guo de Des­vío Ari­jón”, dice Chauque.

En ese recu­pe­rar los sabe­res cam­pe­si­nos ances­tra­les, la pro­duc­ción de bio­in­su­mos es una apues­ta por res­ta­ble­cer el equi­li­brio de las tie­rras arra­sa­das por los fer­ti­li­zan­tes sin­té­ti­cos y la iden­ti­dad de un pue­blo agri­cul­tor des­pla­za­do por las lógi­cas extractivistas.

Chau­que expli­ca que el obje­ti­vo es apli­car físi­ca, quí­mi­ca y bio­lo­gía cam­pe­si­na para poten­ciar la vida y la fer­ti­li­dad del sue­lo y, por sobre todo, para el desa­fío de rege­ne­rar­nos como socie­dad. “Des­de nues­tra orga­ni­za­ción deci­di­mos avan­zar en una pro­pues­ta que nos per­mi­ta hacer de cada espa­cio de pro­duc­ción un refu­gio del saber, de la semi­lla. Bus­ca­mos inter­pe­lar lo aca­dé­mi­co, un terri­to­rio muy lejano e inac­ce­si­ble para las fami­lias cam­pe­si­nas empo­bre­ci­das por el agro­ne­go­cio”, agrega.

Empre­sas de bioinsumos

En 2017, se orga­ni­zó la Cáma­ra Argen­ti­na de Bio­in­su­mos (Cabio). Hoy nuclea a 23 empre­sas pro­duc­to­ras de bio­in­su­mos de la Ciu­dad de Bue­nos Aires, de la pro­vin­cia de Bue­nos Aires, de San­ta Fe, de Entre Ríos, de Corrien­tes, de Sal­ta. Tie­rra Viva dia­lo­gó con su pre­si­den­te, Rober­to Rapela.

Expli­ca la impor­tan­cia de los bio­in­su­mos en el con­tex­to de la cri­sis ambien­tal glo­bal. “Cuan­do no se pro­du­ce de mane­ra sos­te­ni­ble se gene­ran más emi­sión de dió­xi­do de car­bono y más gases de efec­to inver­na­de­ro, que traen como con­se­cuen­cia alte­ra­cio­nes en el medioam­bien­te”, indi­ca. Afir­ma que con la pro­duc­ción de los bio­in­su­mos se pue­de pro­du­cir de for­ma ami­ga­ble, sos­te­ni­ble y sus­ten­ta­ble. Para Rape­la, uno de los desa­fíos más impor­tan­tes es “pro­du­cir ali­men­tos sanos para toda la humanidad”.

En el con­tex­to nacio­nal, el pre­si­den­te de Cabio des­ta­ca el rol de los bio­in­su­mos en aque­llos muni­ci­pios don­de hay limi­ta­cio­nes para el uso de agro­quí­mi­cos. Seña­la que en esos luga­res se pue­den usar per­fec­ta­men­te los bio­in­su­mos, ya que no hay alte­ra­cio­nes de la botá­ni­ca ni peli­gro para el humano. “Es posi­ble demos­trar que pode­mos hacer una agri­cul­tu­ra sana y sus­ten­ta­ble”, reflexiona.

Des­de la Cáma­ra tra­ba­jan en la redac­ción de un pro­yec­to de ley de bio­in­su­mos que regu­la­ri­ce al sec­tor. Actual­men­te están vigen­tes las reso­lu­cio­nes 3509926411 del Esta­do Nacio­nal. La pri­me­ra esta­ble­ce las con­di­cio­nes para incor­po­rar los bio­con­tro­la­do­res al regis­tro de pla­gui­ci­das y pes­ti­ci­das. La segun­da regu­la a los fer­ti­li­zan­tes bio­ló­gi­cos, bajo el para­guas gene­ral de fertilizantes.

Los trá­mi­tes rela­ti­vos a bio­in­su­mos en el Sena­sa se rea­li­zan en el mar­co del área de agro­quí­mi­cos. No hay una ins­tan­cia esta­tal espe­cí­fi­ca para quie­nes pro­du­cen insu­mos bio­ló­gi­cos. En ese mar­co, los pro­duc­to­res bus­can gene­rar una nor­ma­ti­va pro­pia, ade­más de bre­gar por ace­le­rar los pro­ce­sos de regis­tro de los bio­in­su­mos en el Senasa.

Des­de Cabio tam­bién impul­san la crea­ción de una currí­cu­la edu­ca­ti­va nacio­nal sobre bio­in­su­mos, que no exis­te en el país. Rape­la seña­la que los inge­nie­ros agró­no­mos o los vete­ri­na­rios no tie­nen for­ma­ción en bioinsumos.

“Que­re­mos que se fomen­te la difu­sión de los bio­in­su­mos por­que prác­ti­ca­men­te no hay publi­ci­dad y sí exis­te muchí­si­ma de los agro­quí­mi­cos. Has­ta aho­ra los bio­in­su­mos habían pasa­do a un cri­te­rio de pro­duc­ción case­ra, de poca capa­ci­dad por­que el con­cep­to es que los bio­in­su­mos no pue­den ser uti­li­za­dos en pro­duc­cio­nes exten­si­vas, y eso no es real”, sos­tie­ne el pre­si­den­te de Cabio.

Sen­ti­dos en disputa

Entre el reco­no­ci­mien­to del Esta­do y el des­plie­gue de nue­vas tec­no­lo­gías, Rape­la rei­vin­di­ca la pro­duc­ción indus­trial del bio­in­su­mo. “Aque­llos que se hacían case­ros hoy se hacen téc­ni­ca­men­te con un desa­rro­llo muy impor­tan­te en cuan­to a cali­dad empre­sa­rial y a desa­rro­llos tec­no­ló­gi­cos. Pen­sar que se pue­den hacer de mane­ra case­ra hoy no tie­ne nin­gún sen­ti­do”, sostiene.

Sin embar­go, des­de Cha­co, Jor­ge Frías pro­po­ne otra mira­da: “Hoy tenés que cer­ti­fi­car que el pro­duc­to ven­ga de un labo­ra­to­rio, cuan­do hay pro­duc­to­res que vie­nen fabri­can­do estos pro­duc­tos hace muchos años. El sis­te­ma de pro­duc­ción indus­trial tien­de a que­rer coop­tar los bio­in­su­mos, en cier­ta par­te por­que hay una movi­li­za­ción des­de la ciu­dad para que no se siga apli­can­do agroquímicos”.

En Cór­do­ba, Mon­guz­zi recla­ma que las regla­men­ta­cio­nes sean acor­des a los pro­duc­to­res y a la agri­cul­tu­ra fami­liar, no al mode­lo empre­sa­rial, por­que des­pués cer­ti­fi­car un pro­duc­to es muy caro. “Los orga­nis­mos del Esta­do que están para eso: INTA, Sena­sa y las uni­ver­si­da­des, tie­nen que apo­yar la agri­cul­tu­ra fami­liar para que los agri­cul­to­res se que­den en el cam­po”, manifiesta.

En medio de esa ten­sión entre for­mas arte­sa­na­les e indus­tria­les de pro­du­cir, tam­bién apa­re­ce el agro­ne­go­cio, dis­pues­to a apro­piar­se a los sabe­res alter­na­ti­vos para incluir­los en su paque­te comercial.

En ese sen­ti­do, Jere­mías Chau­que denun­cia que “las agro­cor­po­ra­cio­nes están coop­tan­do este avan­ce, inau­gu­ran­do sus fla­man­tes eco­gón­do­las, paten­tan­do semi­llas, bac­te­rias y hon­gos, están lle­ván­do­se por delan­te pro­ce­sos que veni­mos dan­do en nues­tros territorios”.

“En este con­tex­to, tene­mos más preo­cu­pa­ción que expec­ta­ti­vas, más incer­ti­dum­bre que cer­te­zas. Es fun­da­men­tal pro­fun­di­zar el deba­te, hacer correr la voz, los sabe­res y todo lo que per­mi­ta lograr que este avan­ce don­de el agro­ne­go­cio está sien­do inter­pe­la­do por los pue­blos fumi­ga­dos, sea una ver­da­de­ra herra­mien­ta para labrar dere­chos y no un insu­mo más para el eco­agro­ne­go­cio”, advier­te Chauque.

Fotos: UTT

Fuen­te: https://​agen​cia​tie​rra​vi​va​.com​.ar/​b​i​o​i​n​s​u​m​o​s​-​l​o​-​q​u​e​-​s​a​l​e​-​d​e​-​l​a​-​t​i​e​r​r​a​-​v​u​e​l​v​e​-​a​-​l​a​-​t​i​e​r​ra/, Rebe­lión.

Itu­rria /​Fuen­te

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