Por Dany G. Díaz Mejía. Resumen Latinoamericano, 25 de mayo de 2021.
Un problema estructural es una falla en cómo diseñaste algo más grande y cómo está en la raíz, si no lo resolvés te puede desbaratar toda la estructura. Eso es lo que pasa si ponés un perro adicto a los huevos a vigilar tus gallinas y lo que pasa con las MER en Honduras.
El 14 de marzo tuvimos elecciones primarias en Honduras. Hubo un momento en donde se rumoraba que podrían ser suspendidas o pospuestas, por lo que quizás lo más destacable del proceso fue que las tuvimos. Sin embargo, las elecciones primarias se dieron con las mismas reglas que nos llevaron al caos del 2017. Esta normativa establece que cada Mesa Electoral Receptora (MER) se conforma por miembros de partidos políticos, no por representantes de la sociedad civil. Cada MER recibe los votos, resuelve disputas, y luego hace un acta que resume cómo votó la gente asignada a su urna. Esta acta es la que se cuenta en el total de cada elección, por lo que es el documento que se usa para resolver cualquier alegato de irregularidad. Es decir, mi voto individual no será lo que se discuta si hay un supuesto chanchullo en la MER que me tocó votar, solo se revisará el acta, la cual es llenada por gente a la que le conviene que gane su partido.
En noviembre usaremos la misma normativa porque al Congreso Nacional no le conviene ni apetece aprobar una reforma electoral. Con 14 partidos compitiendo, en teoría deberían ser unas elecciones muy transparentes, ya que con tantos ojos sería difícil hacer fraude. En la práctica, solo el Partido Nacional tiene suficientes representantes para cada MER en el país. Además, las credenciales que reciben los partidos políticos no tienen nombres, así que el día de las elecciones es fácil traficarlas de un partido a otro. Es decir, un partido pequeño puede dar sus credenciales a representantes de un partido más grande, a cambio de todo tipo de favores o promesas, permitiendo que una MER pueda estar totalmente controlada por representantes de un solo partido.
En mi aldea era común tener gallinas, las cuales vivían en tu patio trasero, ponían huevos, y tendían a ser resguardadas por el perro de la casa. Hasta ahí todo bien. Pero si a tu perro le dabas a probar un huevo crudo, podía llegar a gustarle tanto que se comía el resto y así dejaba de ser un guardián efectivo. Cuando eso pasaba, a nadie se le ocurría matar al perro o dejar que los huevos se echaran a perder. En esos casos, lo más sensato era hacer un gallinero sobre una estructura alta para que el perro cuidará las gallinas de amenazas externas, pero no te dejara sin huevos, que en casos como el de mi familia, eran una fuente importante de comida. Un problema estructural es una falla en cómo diseñaste algo más grande, y como está en la raíz, si no lo resolvés te puede desbaratar toda la estructura. Eso es lo que pasa si ponés un perro adicto a los huevos a vigilar tus gallinas y lo que pasa con las MER en Honduras.
Otro ejemplo es lo que pasa con las más 89 mil familias cuyas viviendas fueron afectadas por los huracanes Eta e Iota. Hace un mes visité el Valle de Sula y noté que, sobre una casa que había quedado totalmente cubierta de lodo, una familia puso cuatro estacas, unas paredes de nailon azul, y una lámina de zinc delgadísima para poder dormir. La mayoría de los albergues habían cerrado por falta de fondos, la familia no tenía otro lugar al cual regresar, y por lo tanto la única solución era improvisar una suerte de segundo piso sobre la casa sepultada por el lodo, ahora seco y sólido. Cuando la temporada de lluvias se intensifique, el lodo volverá a convertirse en tierra mojada y la estructura entera colapsará.
Para evitar más tragedias este año, el Congreso debe pasar una reforma electoral y apoyar a las familias del Valle de Sula con viviendas dignas.
Fuente: Gato Encerrado