Pales­ti­na: Habla­mos con Samah Jabr, una de los solo 22 psi­quia­tras de Cisjordania

Samah Jabr es una de las solo 22 psi­quia­tras que pres­tan ser­vi­cios a la pobla­ción que vive bajo la ocu­pa­ción en Cis­jor­da­nia, unos 2,5 millo­nes de personas.

Naci­da en Jeru­sa­lén, Jabr cre­ció como una resi­den­te sin dere­cho de ciu­da­da­nía. A lo lar­go de su vida, ha esta­do expues­ta a la ocu­pa­ción mili­tar, sien­do tes­ti­go del impac­to de even­tos trau­má­ti­cos como el encar­ce­la­mien­to y la demo­li­ción de casas en el bien­es­tar psi­co­ló­gi­co de los palestinos.

“Cre­cer en Pales­ti­na como jero­so­li­mi­ta­na me hizo cons­cien­te de la vul­ne­ra­bi­li­dad de mi situa­ción y me hizo com­pren­der que la injus­ti­cia es un pató­geno muy impor­tan­te que per­ju­di­ca el bien­es­tar del pue­blo pales­tino bajo la ocu­pa­ción”, dice Jabr a MEMO.

Des­pués de gra­duar­se de la Facul­tad de Medi­ci­na de la Uni­ver­si­dad Al-Quds, Jabr siguió una for­ma­ción avan­za­da en psi­quia­tría y psi­co­te­ra­pia infan­til en Fran­cia e Ingla­te­rra, para más tar­de vol­ver a Pales­ti­na. Ade­más de su tra­ba­jo clí­ni­co, tam­bién ha esta­do docu­men­tan­do sus expe­rien­cias des­de 1998, escri­bien­do para medios de comu­ni­ca­ción y publi­can­do artícu­los aca­dé­mi­cos para revis­tas especializadas.

“Mi tra­ba­jo en medi­ci­na me acer­có a las expe­rien­cias de las per­so­nas”, comen­ta, “y sien­to la res­pon­sa­bi­li­dad éti­ca de brin­dar un tes­ti­mo­nio sobre los casos clí­ni­cos y las expe­rien­cias de los palestinos”.

Jabr me dice que ha encon­tra­do muchas víc­ti­mas de tor­tu­ra físi­ca y psi­co­ló­gi­ca a lo lar­go de su carre­ra, pero son las cica­tri­ces menos visi­bles las que más le han impresionado.

Por ejem­plo, nos rela­ta el caso de un joven que aho­ra duer­me con una bol­sa de ropa inte­rior jun­to a su cama por­que tie­ne un temor cons­tan­te de vol­ver a ser arres­ta­do. Otro caso que dejó su hue­lla en Jabr fue el de unas her­ma­nas cuya madre fue dete­ni­da por sol­da­dos israe­líes en una reda­da en su casa. Temien­do otra incur­sión, las chi­cas dur­mie­ron en la habi­ta­ción del medio de la casa duran­te meses en lugar de sus habi­ta­cio­nes, com­ple­ta­men­te ves­ti­das y con sus pañue­los en la cabeza.

“La gen­te está más intere­sa­da en lesio­nes con­cre­tas; la ampu­tación de una pier­na o un trau­ma en la cabe­za “, expli­ca,” y a menu­do no pres­ta­mos aten­ción cuan­do la heri­da no sangra”.

Habla­mos sobre cuán­tas per­so­nas murie­ron y cuán­tas resul­ta­ron heri­das, pero ade­más hay un mon­tón de sufri­mien­to invi­si­ble“.

“Per­ci­bo mi res­pon­sa­bi­li­dad éti­ca no solo de rea­li­zar el tra­ba­jo palia­ti­vo nece­sa­rio para abor­dar las con­se­cuen­cias del abu­so, sino tam­bién de infor­mar y hacer lo que se pue­da para dete­ner el abu­so y la injusticia”.

Con­ti­núa rela­tan­do otra his­to­ria de un niño pales­tino que le dijo que los guar­dias en pri­sión eran mejo­res que su padre por­que le daban un ciga­rri­llo para fumar mien­tras que su padre no. “Más tar­de, supe por ese chi­co cómo su padre no pudo pro­te­ger­lo de ser arres­ta­do”, continúa.

“Este es un peque­ño ejem­plo del tipo de daño invi­si­ble que sufren las per­so­nas vul­ne­ra­bles y el tipo de inti­mi­dad abu­si­va que las per­so­nas pue­den tener, que pue­de alte­rar sus sen­ti­mien­tos y su sis­te­ma de valo­res”, dice, “y estos ejem­plos son muy comunes”.

Docu­men­tan­do trau­ma en la película

La direc­to­ra de cine fran­ce­sa Ale­xan­dra Dols se puso en con­tac­to con Jabr a fina­les de 2012 para pre­sen­tar sus escri­tos como la base del docu­men­tal des­pués de haber encon­tra­do un artícu­lo que Jabr escri­bió en 2007 para el Infor­me de Washing­ton sobre asun­tos de Medio Orien­te titu­la­do “Dan­cing to Dif­fe­rent Drum­mers – But Dan­cing, Neverthe­less”, que explo­ra lo que un acto sig­ni­fi­ca­ba para dife­ren­tes indi­vi­duos. El artícu­lo comien­za con un encuen­tro con una pacien­te suya dicién­do­le que esta­ba “bai­lan­do como una galli­na dego­lla­da” cuan­do mata­ron a su hijo, y lue­go sigue sus otros encuen­tros ese día con sol­da­dos israe­líes bai­lan­do en un pues­to de con­trol y lue­go ella mis­ma bai­lan­do en una boda familiar.

Vaci­lan­te al prin­ci­pio, Jabr escri­bió a Ale­xan­dra en 2013 para acep­tar que se roda­ra el docu­men­tal. La tri­pu­la­ción lle­gó a Pales­ti­na a fina­les de año.

“Dols lle­gó con dos volun­ta­rios”, dice Jabr, seña­lan­do las difi­cul­ta­des que el equi­po había encon­tra­do para ase­gu­rar la finan­cia­ción para el mon­ta­je. “Pero el hecho de que no fue­ran apo­ya­dos por una gran ins­ti­tu­ción me tran­qui­li­za­ba”, dice Jabr, indi­can­do su preo­cu­pa­ción por la cen­su­ra gene­ral de su dis­cur­so. “Veo la resis­ten­cia como una res­pues­ta salu­da­ble a la reali­dad vio­len­ta y la ocu­pa­ción, don­de la gen­te tie­ne que some­ter­se a la injus­ti­cia” explica.

Esta idea se hizo eco de las diver­sas voces pales­ti­nas entre­vis­ta­das en la pelí­cu­la, que pro­vie­nen de una varie­dad de ante­ce­den­tes de todo el espec­tro polí­ti­co e ideológico.

“Las entre­vis­tas y la gra­ba­ción de mis artícu­los toma­ron mucho tiem­po”, agre­ga Jabr, “pero estoy satis­fe­cha con la película”.

Me gus­tó cómo visua­li­zó Dols mis artícu­los. Me hizo leer­los y pro­por­cio­nó imá­ge­nes que hacen que los artícu­los, los temas y las ideas sobre las que escri­bo sean más visi­bles“.

Des­pués de haber asis­ti­do a la pri­me­ra sema­na de pro­yec­cio­nes en Fran­cia, Jabr dice que encon­tró la pelí­cu­la como una gran herra­mien­ta para el deba­te, agre­gan­do que la reac­ción fue alen­ta­do­ra. “Es una pelí­cu­la de dos horas pero la gen­te se que­da­ba otras dos horas para deba­tir y hacer pre­gun­tas”, dice.

“Algu­nos pro­fe­sio­na­les de la salud men­tal que asis­tie­ron me desa­fia­ban sobre la cues­tión de la neu­tra­li­dad y la impar­cia­li­dad”, con­ti­núa. “Algu­nos de ellos lle­ga­ron con la supo­si­ción de que ser polí­ti­ca­men­te obs­ti­na­do care­ce de pro­fe­sio­na­li­dad y eso me per­mi­tió pro­fun­di­zar en la res­pon­sa­bi­li­dad éti­ca que con­si­de­ro nece­sa­ria, y en la impor­tan­cia de com­pren­der el con­tex­to (…) sin igno­rar los con­flic­tos intra­per­so­na­les en los individuos”.

Des­pués de la pro­yec­ción, Jabr reci­bió una car­ta en la que un miem­bro de la audien­cia escri­bió que Israel debe ser sui­ci­da para per­mi­tir que la direc­to­ra de cine pue­da entrar en Jeru­sa­lén o per­mi­tir que Jabr via­je al exte­rior para cri­ti­car al Esta­do hebreo. Su encuen­tro con él fue abor­da­do en un artícu­lo que escri­bió des­pués de la proyección.

La pelí­cu­la tam­bién se pro­yec­tó en Pales­ti­na y fue acep­ta­da para el fes­ti­val de cine “Days of Cine­ma”. Más tar­de ganó el Pre­mio Sun­bird al mejor documental.

El gru­po israe­lí de pro­fe­sio­na­les de la salud men­tal para los dere­chos huma­nos, Psy­choAc­ti­ve, tam­bién orga­ni­zó una pro­yec­ción de la pelí­cu­la. “Hubo un espec­tro de reac­cio­nes dife­ren­tes”, dijo Jabr, “y la pri­me­ra reac­ción fue el silen­cio y la tristeza”.

Mien­tras que algu­nos israe­líes fue­ron alen­ta­dos no solo a tener una opi­nión sobre la ocu­pa­ción sino a actuar en con­tra de ella, otros acu­sa­ron a la pelí­cu­la de ser uni­la­te­ral y care­cer de una pers­pec­ti­va israelí.

“La direc­to­ra deja en cla­ro des­de la pri­me­ra esce­na, don­de hay una con­ver­sa­ción entre un israe­lí y un pales­tino, que ha deci­di­do seguir la his­to­ria del pales­tino”, expli­ca Jabr.

Salud men­tal en Palestina

Cin­cuen­ta años de ocu­pa­ción han deja­do a los pales­ti­nos con una de las tasas más altas de des­ór­de­nes de salud men­tal en Orien­te Medio, sin embar­go los ser­vi­cios de salud men­tal con­ti­núan estan­do entre las áreas con menos recur­sos de pro­vi­sión de salud, con pre­su­pues­tos y per­so­nal insuficientes.

“Estas defi­cien­cias no solo están influen­cia­das por la reali­dad sobre el terreno, sino tam­bién por las acti­tu­des de los res­pon­sa­bles polí­ti­cos en mate­ria de salud”, dice Jabr, “pero a pesar de estas limi­ta­cio­nes, hay cre­ci­mien­to en esta pro­fe­sión y esta­mos hacien­do mucho para mejorar”.

En su cali­dad de jefa de ser­vi­cios de salud men­tal en Cis­jor­da­nia, Jabr está tra­tan­do de desa­rro­llar un mode­lo de ser­vi­cios que se corres­pon­da con los recur­sos dis­po­ni­bles. “Estoy tra­tan­do de pro­mo­ver una jerar­quía de ser­vi­cios, median­te la cual tan­to médi­cos gene­ra­lis­tas, enfer­me­ras como pro­fe­so­res pue­dan pro­por­cio­nar inter­ven­cio­nes de baja inten­si­dad para apo­yar la resi­lien­cia y el bien­es­tar de las per­so­nas”, agre­ga, así como “para iden­ti­fi­car a quie­nes nece­si­tan ayu­da y der­var a aqué­llos que nece­si­tan una inter­ven­ción más espe­cia­li­za­da a pro­fe­sio­na­les adecuados”.

La edi­to­rial anda­lu­za Hojas Mon­fíes ha anun­cia­do que edi­ta­rá el libro de Jabr que dió lugar al docu­men­tal en cas­te­llano en los pró­xi­mos meses.

Fuen­te: Moni­tor de Orien­te.

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