Por Karen Méndez,
Tras 11 días de hostilidades, Israel aprobó un alto el fuego con la Franja de Gaza. Las confrontaciones provocaron la muerte de 232 palestinos, 65 de ellos niños, y 12 israelíes, entre ellos dos niños. Entrevista con David Segarra, documentalista y sobreviviente de la Flotilla de la Libertad.
Cesan los bombardeos sobre la Franja de Gaza y el lanzamiento de misiles de las milicias palestinas hacia Israel, pero quedan las víctimas, las evidencias, los testimonios y los destrozos, especialmente los de la Franja de Gaza, un pequeño territorio que durante 11 días sufrió uno de los ataques más intensos que ha ejecutado el Ejército israelí contra la población palestina desde 2014.
El uso desproporcionado de la fuerza del Ejército israelí contra la población palestina provocó indignación y condena en distintos puntos del mundo, principalmente porque no era la primera vez que el Estado israelí destruía hospitales, escuelas, residencias y acababa con la vida de cientos de civiles inocentes de la Franja de Gaza.
En los últimos años, activistas, organizaciones defensoras de derechos humanos y Gobiernos, han denunciado que Israel estaría aplicando un régimen de apartheid y una limpieza étnica contra los palestinos para apoderarse de sus territorios.
David Segarra, periodista y documentalista español, es una de esas personas que ha alzado su voz para denunciar esos crímenes. En mayo de 2010 viajaba en la conocida Flotilla de la Libertad, que pretendía llevar ayuda humanitaria a Gaza, cuando el Ejército israelí para impedirlo, asaltó la flotilla, asesinó a nueve activistas e hirió a otra treintena de tripulantes.
El testimonio de Segarra, que tras el ataque estuvo varios días detenido por las fuerzas israelíes, quedó plasmado en el documental Fuego sobre el Mármara. Años más tarde, Segarra se adentró en la vida de los palestinos y plasmó en un libro fotográfico cómo es Vivir, morir y nacer en Gaza, como tituló su obra.
—David, 11 años después de lo vivido en la Flotilla de la Libertad, una nueva escalada de violencia entre el Ejército israelí contra milicias palestinas azotó a la población gazatí. ¿Cómo recibiste tú las noticias que llegaban desde la Franja de Gaza?
—Es parte de un proceso histórico que comenzó en 1948, que es un proceso de conquista colonial del territorio de Palestina por el proyecto colonial israelí. Es decir, ha habido 73 años de continuación y de expansión colonial de este proyecto. Esto como punto para entender el contexto y la raíz de lo que está sucediendo.
En segundo lugar, se mantiene también la pauta, la estrategia y la táctica de militares israelíes de causar bajas civiles. Es parte de su doctrina militar, la destrucción de hospitales, escuelas, universidades. También es una parte muy importante de su doctrina militar el atacar a los medios de comunicación.
En la Flotilla de la Libertad lo vimos claramente cuando fue asesinado uno de los periodistas, claramente identificado, con una cámara. Lo vimos también en el 2014 cuando se produjo el mayor ataque a la prensa del siglo XXI cuando en solo un mes y medio 17 periodistas fueron asesinados. Ahora lo vimos de nuevo cuando edificios enteros de la prensa internacional, de medios de todo el mundo: árabes, europeos, norteamericanos y palestinos, fueron volados frente a las cámaras de todo el mundo. Es decir, todas estas pautas se van repitiendo.
Lo que sí se está viendo actualmente es que hay un cambio del contexto y de las condiciones, tanto de la opinión pública internacional como de la geopolítica y del equilibrio mundial. Eso está cambiando de manera muy profunda.
—Cambiando en qué sentido. ¿Qué ves?
—El cambio se produce desde diversos puntos de vista. Respecto a la opinión pública, aunque Israel desde hace muchas décadas, en todas las encuestas y en todos los sondeos de opinión que hay a escala internacional es uno de los países más condenados y rechazados por la opinión pública internacional por sus actuaciones violentas. También es cierto, que desde el propio Israel ellos mismos están asumiendo eso, analizándolo con bastante frustración y desesperación.
Si leemos los medios israelíes de estas semanas, de estos días, lo que vemos es que todos ellos dicen lo siguiente, leo textual un titular del Jerusalem Post: «Israel está ante una guerra de la imagen y la está perdiendo». Todos los medios israelíes dicen eso: estamos perdiendo la batalla de la imagen a escala mundial a pesar de contar con presupuesto, de contar con el apoyo de medios en Estados Unidos y Europa, a pesar de contar con el apoyo de las grandes empresas tecnológicas y las redes sociales, a pesar de ello el fracaso es enorme, es muy profundo.
Otro factor nuevo, bueno, que lleva ya varios años en el siglo XXI, pero que es un fenómeno nuevo en la historia, es la enorme rebelión de millones de ciudadanos judíos de todo el mundo, especialmente de Estados Unidos, que se sienten interpelados por lo que hace Israel porque Israel afirma siempre que comete sus crímenes en nombre del judaísmo y de la población judía mundial, y por supuesto, cada vez hay más jóvenes en todo el mundo judío que rechazan esto radicalmente. Lo que ha cambiado es que si hace 20 años lo rechazaban o lo criticaban, lo que estamos viendo en los últimos años es que hay directamente una alianza abierta, explícita y profunda entre millones de judíos con los palestinos, no solo con organizaciones en solidaridad con Palestina, sino directamente con los palestinos.
Se está produciendo una alianza entre la diáspora palestina con la población judía mundial. Esto no había pasado y es un factor importante.
Pero, el factor fundamental y es el que afecta a todas las áreas del planeta tierra, y que en eso también hay consenso entre analistas de un bando y otro, es sobre el declive económico y por tanto político, diplomático y militar de occidente, y el crecimiento imparable de todas las potencias asiáticas. Es decir, los aliados que crearon Israel cada vez están más débiles, mientras que las potencias periféricas, cada año que pasa, son más fuertes. Todo esto ocurre en contra de los intereses del proyecto colonial israelí, y lo saben. También eso sale en la prensa israelí publicado.
—Después de aquel ataque a la Flotilla de la libertad estuviste detenido por dos días en Israel. Luego, años después fuiste a Gaza. Podríamos decir que viviste, conociste una parte de la realidad de ambos bandos. ¿Cómo los describirías?
—Creo que lo que más sorprende a las personas que visitan tanto el Estado de Israel como los territorios ocupados palestinos es la diferencia profunda tanto de las realidades económicas, como de la realidad cultural.
Cuando estuve en Gaza, en Cisjordania y en Jerusalén, la población siempre acoge y recibe al periodista con los brazos abiertos. En Gaza me podía mover con absoluta y total libertad como periodista extranjero, entrevistando a quien quisiera y fotografiando a quien quería.
Sin embargo, la relación que tenemos los periodistas extranjeros con el Estado de Israel siempre es de carácter violento. Es decir, da igual la ideología o del país del que provengas, siempre la relación es hostil.
En la Flotilla de la Libertad nos atacaron, secuestraron, mataron a un compañero periodista, nos robaron el material, en 2014 vimos cómo mataron a 17 periodistas, ahora en 2021 vemos cómo están destruyendo los edificios de la prensa, han matado a dos periodistas ya. Incluso periodistas estadounidenses proisraelíes están quejándose continuamente de que en Jerusalén o en Tel Aviv, tanto la Policía como grupos radicales, los atacan.
Hay un protocolo, podríamos decir, de rechazo a la comunicación, de rechazo al periodismo por parte de Israel, y, al contrario, por parte de Palestina abrazan a la prensa, y eso tiene una lógica aplastante y una explicación muy sencilla: Israel evita que haya prensa para que no queden testigos de los crímenes de guerra que se perpetran, mientras que la parte palestina sí necesita que haya prensa justamente para que se transmita a escala internacional lo que está sucediendo.
Eso lo saben todos los periodistas del mundo, sean de un bando o de otro. Todos los periodistas que han estado allí saben que sucede y la verdad que es una situación terrible, pero el periodismo debe traspasar eso para evitar la censura y este silenciamiento.
—Israel siempre ha dicho que ellos ejercen su derecho a la legítima defensa. Pero en medio de esos ataques vemos que asesinan civiles, atacan escuelas, derriban edificios de la prensa internacional, como tú mencionas. ¿Por qué Israel se sentiría con tanta libertad para cometer estos hechos que, según el derecho internacional, serían crímenes de guerra?
—Según el Derecho Internacional y las leyes internacionales, Israel no tiene derecho a atacar militarmente a civiles ni territorios que Israel como Estado está ocupando. Al contrario, según Naciones Unidas, las poblaciones que están bajo ocupación militar siempre tienen derecho a defenderse. Esa es la primera manipulación del derecho internacional, como la mayoría de los periodistas deberían saber. Esto es el primer punto.
Segundo punto, sobre la impunidad. También es sencillo. Israel es el Estado más condenado por violaciones de derechos humanos por la Asamblea General de Naciones Unidas. En la Asamblea General de Naciones Unidas se encuentran todos los Estados del planeta tierra, sin embargo, la arquitectura es antidemocrática porque esa Asamblea General no tiene poder de decisión ya que el Consejo de Seguridad, donde se encuentra Estados Unidos y otras potencias, tiene derecho de veto.
Cada vez que 180 o 170 Estados del planeta condenan a Israel, uno solo de ellos, Estados Unidos, paraliza cualquier medida para detener los ataques israelíes. Es decir, Israel fue creado por el imperio británico, por Europa y después fue heredado su patronazgo por Estados Unidos. Sin Estados Unidos y sin Europa, Israel no podría hacer lo que está haciendo. Eso lo sabe Israel, Palestina y todos los países miembros de Naciones Unidas. Por eso, desde el momento en el que el mundo multipolar va transformando la realidad del equilibrio geopolítico, va haciendo que esta protección euro-estadounidense hacia Israel sea cada vez más insostenible, tal y como sucedió con el Estado de Sudáfrica, que es el antecedente de este caso.
—¿Cómo evalúas el papel de la UE, que no contempló sanciones contra Israel porque, dijeron, era muy prematuro y había que agotar los caminos diplomáticos, mientras que por casos individuales como el de Navalny o Leopoldo López han impuesto severas sanciones a Rusia y Venezuela?, ¿Cómo se explica?
—Se explica porque la Unión Europea es parte de esa colonización israelí. Es decir, primero hay que entender que la Unión Europea no tiene un consenso. Hay una multitud de Estados y cada uno tira en una dirección. Por otro lado, no tienen la más mínima autonomía diplomática y militar.
Hay que recordar que la Unión Europea tiene una ocupación militar estadounidense, voluntaria, pactada, que tiene bases militares extranjeras no europeas en Europa. La Unión Europea no tiene autonomía respecto a Estados Unidos para tener una política internacional autónoma y soberana.
Luego, gran parte de los Estados europeos, en su momento Gran Bretaña, Alemania y Francia, sobre todo, apoyan la colonización de Palestina, por eso la Unión Europea es tan valiente y fuerte con sus rivales geopolíticos como Cuba, Venezuela, Irán, Rusia, China, cualquier país del mundo que no sea parte de esta alianza, es decir la OTAN, con ellos son muy valientes y con cualquier supuesta violación a los derechos humanos, real o ficticia, la van a denunciar, condenar y aplicar sanciones, pero en el caso de Sudáfrica no lo hicieron, en el caso de Colombia no lo hacen, en el caso de Pinochet o Videla tampoco lo hicieron.
También hay que recordar el apoyo financiero y militar. Israel es un Estado completamente dependiente económica y militarmente de Estados Unidos y de Europa. Recordemos que las armas israelíes se las han vendido, regalado en el caso de Estados Unidos, las potencias occidentales, desde Francia hasta Alemania, Inglaterra.
Quedará para la historia que los crímenes de colonización de Sudáfrica y ahora de Israel fueron hechos no solo con la connivencia, sino con el apoyo explícito de las potencias europeas y Estados Unidos.
—Mientras se agudizaba la situación en Palestina, estalló la crisis entre Marruecos y España, sube la tensión entre China y Estados Unidos, entre Estados Unidos y Rusia. ¿Qué tendrían en común todos estos asuntos?, ¿por qué cree que el mundo está tan convulsionado?
—Es parte del declive, del intento de querer ganar tiempo, de pararlo si pudiesen, para frenar el declive económico que se está produciendo en la Unión Europea y en Estados Unidos.
La nueva administración estadounidense es una administración que viene de una doctrina de guerra asimétrica de guerra en red, cuya doctrina, a diferencia de los conservadores, de George Bush o de las políticas de gritos de Donald Trump, es mucho más sutil, mucho más inteligente, mucho más astuta.
La táctica de la administración Biden se basa en la confrontación indirecta, la misma que aplicó Carter, Obama, que plantea que las guerras de Estados Unidos no las han de combatir ellos. Las guerras de Estados Unidos para tratar de detener el desarrollo de potencias emergentes, deben ser combatidas por agentes locales, como lo vimos en Siria, Libia, los incidentes de Marruecos o los recrudecimientos de los ataques en Palestina.
Es decir, Estados Unidos lo que pretende es crear una pantalla de niebla donde nada quede claro, donde todo esté confuso, pero si unimos los puntos, todos los nuevos incidentes que están surgiendo en los últimos meses, todos tienen una misma dirección: atacar a los rivales geopolíticos de Estados Unidos. Su objetivo es cortar la Ruta de la Seda, desestabilizar a sus rivales.
El caso de Marruecos es aún más encubierto porque ahí hay un ataque a sus propios aliados. Estados Unidos siempre ha hecho eso, sabiendo que por su debilidad la Unión Europea no puede responder. Estados Unidos, junto a Gran Bretaña, siempre ha tratado de debilitar y desestabilizar a la Unión Europea.
Hay que recordar que Marruecos hace muy poco, por iniciativa del Gobierno de Trump, reconoció ciertos derechos del Estado israelí a cambio de que Estados Unidos reconociera que la ocupación del Sáhara era parte de Marruecos. En ese contexto sucede la crisis actual. El Gobierno de Marruecos sabe que está protegido por Israel y por eso quiere desafiar tanto al Sáhara como a Argelia como al resto de África y del Magreb, pero también a Europa. Sabe que Europa es débil, sabe que la Unión Europea está fragmentada y sabe que su Gobierno está protegido por Gran Bretaña, Estados Unidos, por Israel e incluso por Francia. Por eso vemos esta serie de incidentes que todos tienen en común el debilitar a los rivales geopolíticos de Estados Unidos.
Todo esto lo que les hace es ganar tiempo porque cada año la economía estadounidense y europea se hace más pequeña, mientras que la del mundo emergente, fundamentalmente asiático, cada vez es más grande, y Biden lo que pretende es ganar tiempo.
—O sea, ¿que esa nueva era que se vendió con Biden no es tal?
—Hay una coherencia dentro de la incoherencia, que es una paradoja, pero hay una coherencia. Es decir, desde George Bush a Clinton, a Obama, Biden, todos tienen un punto en común, que es la defensa de los intereses económicos, políticos y militares de Estados Unidos en el mundo, todos ellos van a hacer lo mismo, que es imponer su dominio, su hegemonía al resto de la humanidad.
La diferencia que radica en cada una de las administraciones es la metodología, las maneras de hacerlo y, es cierto, que mientras Trump pasó a la historia como uno de los presidentes más odiados por la opinión pública internacional verbal, por su falta de educación, lo cierto es que durante su Gobierno no se inició una sola guerra, él las mantuvo, por supuesto, no las detuvo, pero no se iniciaron.
Con Obama lo que vimos fue el fuego que incendió América Latina y el fuego que incendió todo Oriente Medio. Con Biden, con el poco tiempo que lleva ya estamos viendo un incremento muy dramático de la violencia en el mundo. Esa es su estrategia. La estrategia de Trump era mucho más aislacionista, mientras que la estrategia de Biden es la de lanzar y proyectar la desestabilización hacia sus enemigos, por eso para el mundo puede ser, ya historia lo dirá, mucha más peligrosa la administración de Biden.
Fuente: Sputnik