Pen­sa­mien­to crí­ti­co. La fal­ta de con­cien­cia demo­crá­ti­ca fue fatal para Brasil

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de mayo de 2021.

El momen­to deci­si­vo para el gol­pe que rom­pió con la demo­cra­cia em Bra­sil, sacó al Par­ti­do de los Tra­ba­ja­do­res (PT) del gobierno e intro­du­jo gobier­nos anti­de­mo­crá­ti­cos, anti­na­cio­na­les y anti­po­pu­la­res, como los de Temer y Bol­so­na­ro, fue cuan­do la dere­cha orques­tó el impeach­ment de Dil­ma Rous­seff (foto) en 2015 /​2016 y las fuer­zas demo­crá­ti­cas no tuvie­ron fuer­zas para salir a las calles a defen­der la demo­cra­cia y sucum­bie­ron al gol­pe de derecha.

El enor­me apo­yo masi­vo que tuvie­ron los gobier­nos del PT duran­te tres man­da­tos se basó, sobre todo, en el éxi­to de sus polí­ti­cas socia­les. Cam­bian­do la prio­ri­dad del ajus­te fis­cal de los gobier­nos neo­li­be­ra­les de Fer­nan­do Collor de Mello y Fer­nan­do Hen­ri­que Car­do­so, los gobier­nos de Lula da Sil­va y Dil­ma gana­ron y con­so­li­da­ron un gran apo­yo popu­lar, que per­mi­tió su elec­ción y reelec­ción en cua­tro elec­cio­nes suce­si­vas, de 2002 a 2014.

Sig­ni­fi­ca­ti­va­men­te, el gran bas­tión del apo­yo guber­na­men­tal fue el nores­te, la región más pobre de Bra­sil, y que tuvo la trans­for­ma­ción más espec­ta­cu­lar en los gobier­nos del PT. Y, al mis­mo tiem­po, el sec­tor con menos apo­yo a los gobier­nos del PT fue el de la cla­se media del sur­es­te y sur de Bra­sil. Que tam­bién se ha bene­fi­cia­do con las polí­ti­cas socia­les del PT ‑aun­que, rela­ti­va­men­te, en menor medi­da que los más nece­si­ta­dos, los más pobres‑, y para quie­nes la cues­tión demo­crá­ti­ca sue­le tener un gran peso.

El caso de San Pablo es para­dig­má­ti­co. Esta­do más pobla­do, con la mayor pobla­ción de ori­gen del nores­te del país, con las mayo­res des­igual­da­des y con­tra­dic­cio­nes socia­les en Bra­sil, debi­do a la extra­or­di­na­ria rique­za de las éli­tes y la inmen­sa masa de pobla­ción pobre, ini­cial­men­te fue un bas­tión del PT, pero ha deja­do de ser­lo. La suce­si­va reelec­ción de gober­na­do­res del PSDB (par­ti­do social­de­mó­ca­ta) es una expre­sión de ello. Las difi­cul­ta­des para reele­gir los gobier­nos muni­ci­pa­les del PT en la ciu­dad de São Pau­lo ‑Luis Erun­di­na, Mar­ta Suplicy y Fer­nan­do Haddad‑, con­fir­man esta difi­cul­tad de con­so­li­da­ción del PT en São Paulo.

El PT, pese al pres­ti­gio gana­do con sus polí­ti­cas socia­les, no obtu­vo un apo­yo amplio y per­ma­nen­te en las gran­des peri­fe­rias de São Pau­lo ni en las gran­des metró­po­lis del sur­es­te y sur de Bra­sil, como se podría espe­rar, debi­do a su éxi­to en la pro­mo­ción de los dere­chos de los sec­to­res más pobres de la población.

Las fuer­zas demo­crá­ti­cas, la izquier­da y el PT no han desa­rro­lla­do un dis­cur­so y un tra­ba­jo de sen­si­bi­li­za­ción popu­lar que demues­tre cómo la demo­cra­cia es un valor fun­da­men­tal para Bra­sil, que solo en la demo­cra­cia la mayo­ría de la pobla­ción pue­de impo­ner su volun­tad, que sola­men­te en una demo­cra­cia la elec­ción y reelec­ción de los gobier­nos del PT fue posi­ble. La visión de la izquier­da tra­di­cio­nal de la “demo­cra­cia bur­gue­sa” deva­lúa la demo­cra­cia y pro­mue­ve una acti­tud ins­tru­men­tal de demo­cra­cia: que la demo­cra­cia se usa en la medi­da de lo posi­ble, mien­tras se pue­da. Pero no como una demo­cra­cia que, con todas sus limi­ta­cio­nes, fue con­quis­ta­da por la lucha popu­lar con­tra la dic­ta­du­ra, que es la izquier­da la que valo­ra la demo­cra­cia, que la dere­cha gober­nó, la mayor par­te del tiem­po, como dic­ta­du­ra, que tan pron­to como pudo rom­pió la demo­cra­cia para sacar al PT del gobierno.

Se tra­ta de una demo­cra­cia libe­ral como sis­te­ma polí­ti­co. Por eso es fun­da­men­tal refle­xio­nar sobre qué tipo de Esta­do y demo­cra­cia quie­re la izquier­da. Cuál es el sis­te­ma más demo­crá­ti­co posi­ble para Bra­sil. ¿Qué tipo de trans­for­ma­cio­nes se nece­si­tan para expan­dir aún más la demo­cra­cia y elu­dir sus aspec­tos antidemocráticos?

La fal­ta de esta con­cien­cia demo­crá­ti­ca entre el pue­blo per­mi­tió a la dere­cha arti­cu­lar el derro­ca­mien­to de Dil­ma Rous­seff, con argu­men­tos fala­ces y anti­de­mo­crá­ti­cos, que de nin­gu­na mane­ra debe­rían per­mi­tir el impeach­ment de un pre­si­den­te. No había con­cien­cia demo­crá­ti­ca para movi­li­zar al pue­blo en defen­sa de la demo­cra­cia, estu­vie­ra de acuer­do o no con el gobierno de Dil­ma. Fue un gobierno reele­gi­do demo­crá­ti­ca­men­te por el pue­blo. La dere­cha inten­tó hacer una espe­cie de refe­rén­dum sobre el gobierno. E impu­so el impech­ment como si un gobierno, even­tual­men­te no apro­ba­do en los pri­me­ros meses del nue­vo man­da­to, pudie­ra ser derrocado.

Es cier­to que las mis­mas con­di­cio­nes para la reelec­ción de Dil­ma fue­ron un fuer­te lla­ma­do de aten­ción por la pér­di­da del apo­yo popu­lar de los gobier­nos del PT. Aecio Neves ganó en el sur­es­te y en el sur con más de dos ter­cios de los votos. Dil­ma logró ser reele­gi­da, en gran medi­da, por­que tenía más del 70 por cien­to de los votos del nores­te. Y triun­fó por un peque­ño mar­gen de votos, a pesar de haber hecho un muy buen gobierno des­de el pun­to de vis­ta de las polí­ti­cas socia­les y haber ter­mi­na­do su man­da­to con Bra­sil tenien­do, por pri­me­ra vez en su his­to­ria, el pleno empleo.

El PT asu­mió que, lue­go de ganar las elec­cio­nes, podría gober­nar al menos otros cua­tro años, demos­tran­do que no esta­ba al tan­to del pro­ce­so gol­pis­ta que se esta­ba ges­tan­do en el país duran­te el pri­mer man­da­to de Dil­ma y como el sis­te­ma polí­ti­co esta­ba en pro­fun­da cri­sis, impul­sa­do por las cam­pa­ñas con­tra la polí­ti­ca y por la des­ca­li­fi­ca­ción del PT vin­cu­lan­do­lo a la corrup­ción. No enten­dió lo qué esta­ba pasan­do y por qué se esta­ban pro­du­cien­do mobi­li­za­cio­nes gol­pis­tas en 2015 y 2016 y por qué reper­cu­tie­ron en impor­tan­tes sec­to­res de la pobla­ción. El PT no tenía asi capa­ci­dad de actuar, de orga­ni­zar fuer­zas polí­ti­cas para la defen­sa de la demo­cra­cia, acom­pa­ña­das de movi­li­za­cio­nes popu­la­res, que pudie­ran neu­tra­li­zar y derro­tar el gol­pe que se esta­ba articulando.

Es cier­to que en 1964, aun con gran­des movi­li­za­cio­nes popu­la­res en defen­sa del gobierno de Jan­go Gou­lart y la demo­cra­cia (encues­tas reve­la­das mucho más tar­de mos­tra­ban el apo­yo mayo­ri­ta­rio que tenía el gobierno de Jan­go) no fue­ron sufi­cien­tes para evi­tar el gol­pe. Pero eso fue un gol­pe de Esta­do arti­cu­la­do duran­te déca­da y media y que con­tó con el apo­yo acti­vo de la FFAA, que final­men­te se hizo car­go del gobierno y gober­nó por más de dos décadas.

Aho­ra era una arti­cu­la­ción mucho más débil, que podría haber sido derro­ta­da. La res­pon­sa­bi­li­dad no es solo de los gobier­nos del PT y del PT como par­ti­do, sino de todo el cam­po popu­lar, inclui­dos los movi­mien­tos socia­les, que tam­bién han con­cen­tra­do la con­cien­ti­za­cion popu­lar en las con­quis­tas socia­les, sin com­bi­nar­lo con la indis­pen­sa­ble cons­ciên­cia demo­cra­ti­ca. Se acu­só a la izquier­da de no valo­rar la demo­cra­cia, de uti­li­zar­la para lograr sus obje­ti­vos. Cuan­do per­dió la demo­cra­cia, con el gol­pe de 1964 y la dic­ta­du­ra mili­tar, empe­zó a valo­rar­la. Pero sin enten­der el tipo de Esta­do que sur­gió del pro­ce­so de rede­mo­cra­ti­za­ción, sus poten­cia­li­da­des y sus límites.

Nun­ca en la pla­ta­for­ma fun­da­men­tal del cam­po popu­lar estu­vo el tema de “demo­cra­ti­zar la demo­cra­cia”. En Boli­via, Ecua­dor y Vene­zue­la se con­vo­ca­ron Asam­bleas Cons­ti­tu­yen­tes, que demo­cra­ti­za­ron a los Esta­dos, cam­bia­ron su carác­ter, como con­di­ción para los gobier­nos anti­li­be­ra­les y demo­crá­ti­cos que empe­za­ron a tener esos países.

Es nece­sa­rio incor­po­rar la idea de que el Esta­do está con­di­cio­na­do por una deter­mi­na­da corre­la­ción de fuer­zas, que es un espa­cio de dispu­ta entre fuer­zas demo­crá­ti­cas y anti­de­mo­crá­ti­cas, entre la esfe­ra mer­can­til y la esfe­ra públi­ca. Que el Esta­do actual tie­ne una fuer­te estruc­tu­ra anti­de­mo­crá­ti­ca, que inclu­ye a las FFAA, la poli­cía, el Poder Judi­cial, la for­ma de repre­sen­ta­ción política.

Que, por tan­to, es tarea prio­ri­ta­ria de la izquier­da y de todas las fuer­zas demo­crá­ti­cas, del PT en pri­mer lugar, refle­xio­nar sobre la natu­ra­le­za del Esta­do exis­ten­te, hacer un balan­ce de lo que ha suce­di­do con ese Esta­do des­de la rede­mo­cra­ti­za­ción – con los gobier­nos neo­li­be­ra­les, con los gobier­nos del PT, con los gobier­nos de res­tau­ra­ción anti­de­mo­crá­ti­ca – para defi­nir los temas demo­crá­ti­cos fun­da­men­ta­les que se deben enfren­tar. Tan­to para desa­rro­llar un tra­ba­jo de con­cien­cia popu­lar sobre la impor­tan­cia de la demo­cra­cia, como para defi­nir los lími­tes del Esta­do actual y cómo res­tau­rar el poten­cial demo­crá­ti­co que per­mi­tía a los gobier­nos del PT y, pro­ba­ble­men­te, seña­lar la nece­si­dad de una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te, que rede­fi­ne la natu­ra­le­za del Esta­do, demo­cra­ti­zan­do la demo­cra­cia, defi­nien­do meca­nis­mos que blo­queen los pro­ce­sos de mili­ta­ri­za­ción del Esta­do, que pro­mue­van la demo­cra­ti­za­ción de los medios de comu­ni­ca­ción y del Poder Judi­cial, que esta­blez­can, de mane­ra ins­ti­tu­cio­nal, meca­nis­mos de par­ti­ci­pa­ción popu­lar en el Esta­do, que rede­fi­na las for­mas de elec­ción de los par­la­men­ta­rios, esta­ble­cien­do meca­nis­mos de revo­ca­ción y refe­ren­dos median­te los cua­les el pue­blo pue­da revo­car a un gobierno que no res­pon­de de las pro­pues­tas por las que fue ele­gi­do- entre tan­tas otras cuestiones.

En defi­ni­ti­va, es fun­da­men­tal res­ca­tar la polí­ti­ca y el Esta­do como temas cen­tra­les en el Bra­sil de hoy. Solo con este res­ca­te será posi­ble res­tau­rar y con­so­li­dar la demo­cra­cia en el país. La con­cien­cia demo­crá­ti­ca enrai­za­da en la con­cien­cia popu­lar es con­di­ción indis­pen­sa­ble para la cons­truc­ción de un país menos des­igual, menos injus­to, más soli­da­rio, de un Bra­sil eman­ci­pa­do y soberano.

Foto: Car­los De Sou­za (AFP)

Fuen­te: Pági­na 12

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