Ya se ha completado más del 80% de la construcción de la presa del Gran Renacimiento de Etiopía, según anunció el ministro etíope de Agua e Irrigación, Seleshi Bekele, sin que se haya relajado la tensión en el noreste africano por la gestión del agua. Bekele añadió que el embalse de la presa se llenará por segunda vez, según lo previsto, durante la próxima temporada de lluvias y que “estamos dispuestos a responder a las preocupaciones de Sudán sobre el llenado y a intercambiar información”.
El presidente egipcio, Abdel Fattah Al-Sisi, ha subrayado que su país no comprometerá su seguridad hídrica y ha destacado la necesidad de alcanzar un acuerdo legal vinculante, que preserve los derechos de agua de Egipto y evite que la región sufra más tensiones e inestabilidad.
¿Qué esta pasando en el noreste de África?
Etiopía está construyendo una presa de entre 4.000 y 5.000 millones de dólares cerca de la frontera con Sudán que, según dice, proporcionará al país la electricidad y la regeneración económica que tanto necesita. La cuantía la aportan la propia Etiopía, con gran esfuerzo, y China, que sufraga el 30% a través de sus entidades bancarias. Cuando esté terminada, la presa podrá almacenar unos 70.000 millones de metros cúbicos. La idea es generar algo más de 6.000 megawatios de electricidad gracias a una planta hidroeléctrica, lo que contribuiría de manera decisiva a cubrir el gasto energético de un país de más de 100 millones de habitantes y en pleno crecimiento demográfico.
Egipto, principal obstáculo para la presa
Egipto cree que restringirá su acceso a las aguas del Nilo. La reducción de tan solo un 2% del agua del Nilo provocaría una catástrofe en su economía, que depende en buena medida de la agricultura en torno al río, y la pérdida de su medio de vida para unas 200.000 familias. El Nilo Azul aporta el 60% del agua que llega a Egipto. Pese a la oposición egipcia, la obra, adjudicada a una empresa italiana, Salini Costruttori, ha seguido adelante y ya está construída al 80%. Sudán, el tercer país implicado, la ve con buenos ojos porque podría beneficiarse de la energía producida.
El Cairo quiere que Etiopía garantice que Egipto recibirá 40.000 millones de metros cúbicos de agua del Nilo o más. El ministro etíope de Riego, Seleshi Bekele, afirmó que Egipto ha renunciado a esta exigencia, pero Egipto insiste en que no lo ha hecho y emitió una declaración en este sentido. También hay una cuestión sin resolver sobre la rapidez con la que se llenará la presa, ya que Egipto teme que si se llena demasiado rápido, podría afectar a la electricidad generada por la presa alta de Asuán.
Sudán también ve amenazada su estabilidad
A Sudán también le preocupa el impacto en sus propios flujos de agua. Las autoridades sudanesas afirmaron ayer que la presa del Gran Renacimiento Etíope amenaza la seguridad de la mitad de la población sudanesa, según informaron las agencias de noticias.
En declaraciones a los medios de comunicación, el ministro de Riego y Recursos Hídricos, Yasser Abbas, subrayó que es necesaria una voluntad política para alcanzar una solución al conflicto de la presa. Abbas reiteró la postura anterior de Sudán de que busca un acuerdo para facilitar el intercambio de datos sobre la presa, y señaló que el nivel de agua del Nilo disminuyó después de que se llenara por primera vez el embalse de la presa.
Destacó que el descenso del nivel del agua del Nilo amenaza la seguridad de cerca de la mitad de la población sudanesa que vive en las orillas del Nilo Azul. Dijo que su país quiere un acuerdo que facilite el intercambio de datos para garantizar el funcionamiento seguro de la presa, subrayando que el intercambio de datos es un derecho de los países que comparten el Nilo.
El origen colonial de la gestión del Nilo
De fondo está el impresionante crecimiento demográfico de ambos países y las necesidades básicas. Históricamente, los países subsaharianos fueron excluidos de los beneficios del paso del río por su territorio. El tratado de 1902 firmado entre Gran Bretaña, que controlaba Egipto y Sudán, y Etiopía impedía a los etíopes llevar a cabo ninguna obra que afectara al curso de agua. Estos acuerdos, que los egipcios reivindican como “derechos históricos”, son ahora calificados de “coloniales” por los actuales dirigentes etíopes, que no los reconocen.
Fuente: Monitor de Oriente /El País.