Uru­guay. Detie­nen en Espa­ña a repre­sor Fle­ming Gallo: se lo acu­sa ser un acti­vo cola­bo­ra­dor con la dic­ta­du­ra mili­tar /​Torturó a sus ex com­pa­ñe­ros de militancia

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de mayo de 2021.

Per­ci­ba­lle soli­ci­tó la extra­di­ción de Fle­ming Gallo, cola­bo­ra­dor del FUSNA

Lo detu­vie­ron en Espa­ña en el mar­co de una inves­ti­ga­ción por tor­tu­ra a ex-pre­sos y x‑presas polí­ti­cas, como la excan­di­da­ta a vice­pre­si­den­ta por el Fren­te Amplio. Gra­cie­la Villar.

«La Compu­tado­ra» era una agen­cia inter­na, crea­da en 1976, que fun­cio­na­ba en depen­den­cias del S‑2 (inte­li­gen­cia), en el Cuer­po de Fusi­le­ros Nava­les (FUSNA). Su come­ti­do era sis­te­ma­ti­zar infor­ma­ción de los inte­rro­ga­to­rios a los dete­ni­dos y ana­li­zar la situa­ción de las orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas con­si­de­ra­das «enemi­gas» (veá­se «El extra­vío», Bre­cha, 15-I-16).

Para sus tareas, con­ta­ba con una estre­cha par­ti­ci­pa­ción de algu­nos dete­ni­dos que cola­bo­ra­ban con el S‑2 en el aná­li­sis sobre la vera­ci­dad de las res­pues­tas brin­da­das por el res­to de los dete­ni­dos, que eran inte­rro­ga­dos bajo tor­tu­ras en esa uni­dad mili­tar. Con estos ele­men­tos, la Compu­tado­ra com­ple­ta­ba fichas de los dete­ni­dos y ela­bo­ra­ba infor­mes sobre las estruc­tu­ras de las dis­tin­tas orga­ni­za­cio­nes polí­ti­cas perseguidas.

Uno de sus pri­me­ros cola­bo­ra­do­res fue un mili­tan­te del Par­ti­do Comu­nis­ta del Uru­guay (PCU), dete­ni­do a prin­ci­pios de 1976, sobre el final de la Ope­ra­ción Mor­gan, que se que­bró duran­te la tor­tu­ra y, azu­za­do por los ofi­cia­les del FUSNA, se trans­for­mó en dela­tor. Pero no solo eso: tuvo una acti­va par­ti­ci­pa­ción en el inte­rro­ga­to­rio de varios de sus excom­pa­ñe­ros de partido.

El fis­cal espe­cia­li­za­do en crí­me­nes de lesa huma­ni­dad Ricar­do Per­ci­ba­lle soli­ci­tó, días atrás, la extra­di­ción de Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio, aquel exmi­li­tan­te comu­nis­ta que se trans­for­mó en cola­bo­ra­dor en la Compu­tado­ra. Gallo fue dete­ni­do sobre prin­ci­pios de este año, en Espa­ña, tras un pedi­do de cap­tu­ra libra­do en su con­tra en octu­bre de 2019, en el mar­co de una inves­ti­ga­ción por deli­tos de tor­tu­ra con­tra ex-pre­sos polí­ti­cos en el FUSNA.

La extra­di­ción de Gallo fue soli­ci­ta­da tras una denun­cia penal pre­sen­ta­da por Maria­na Felár­ti­gas, que incor­po­ró los tes­ti­mo­nios apor­ta­dos hace más de una déca­da en otro expe­dien­te por tres ex-pre­sas polí­ti­cas: San­dra Tole­dano, Bea­triz Pacie­llo y Gra­cie­la Villar. Las tres fue­ron dete­ni­das en agos­to de 1979 y tras­la­da­das al FUSNA, don­de fue­ron inte­rro­ga­das y tor­tu­ra­das. Su otro­ra com­pa­ñe­ro tuvo un rol cla­ve en esas deten­cio­nes y par­ti­ci­pó acti­va­men­te de los inte­rro­ga­to­rios, pre­gun­tan­do, pero tam­bién –en algu­nos casos– tor­tu­ran­do. «Fui­mos dete­ni­das las tres jun­tas, des­pués de que él nos ve», con­tó Villar a Bre­cha.

Villar y Gallo tenían una mili­tan­cia con­jun­ta, pero tam­bién un estre­cho víncu­lo fami­liar. Él era espo­so de su pri­ma her­ma­na; el tío de ella, Ramón Núñez Barre­ra, era mili­tan­te comu­nis­ta de toda la vida, esta­ba pre­so y supo que muchos mili­tan­tes comu­nis­tas habían sido dete­ni­dos por­que Gallo «había tra­ba­ja­do mar­can­do gente».

La noche de su deten­ción, las tres habían asis­ti­do a un reci­tal de resis­ten­cia a la dic­ta­du­ra en la Gale­ría del Nota­ria­do. De repen­te, un com­pa­ñe­ro se acer­có a Villar y le dijo que ade­lan­te, en las pri­me­ras filas, esta­ba «su pri­mo», que en ese momen­to esta­ba, supues­ta­men­te, dete­ni­do en el FUSNA. «Ya sabía­mos que Fle­ming no solo se había que­bra­do, sino que salía a la calle a que­mar gen­te», rela­tó Villar. Fue ahí que él mira hacia atrás y las ve.

«No encuen­tro pala­bras para defi­nir lo que sen­tí», con­tó. «El dolor, la ver­güen­za, la ver­güen­za fami­liar; mi tío esta­ba pre­so, mi pri­ma, que era mili­tan­te de la UJC [Unión de la Juven­tud Comu­nis­ta], y el mie­do, un mie­do que hoy no podría des­cri­bir. Fue un decir: “Aho­ra que nos vis­te, somos can­di­da­tas”. Esa mis­ma noche nos detu­vie­ron, come­ti­mos la inge­nui­dad de ir a nues­tras casas», dijo Villar. Fue dete­ni­da jun­to con su espo­so. Su pri­me­ra hija, Tania, una niña, tam­bién fue lle­va­da y entre­ga­da a su abuela.

Fue­ron tras­la­da­dos enca­pu­cha­dos y mania­ta­dos al FUSNA, secues­tra­dos, ya que nun­ca fue­ron pro­ce­sa­dos por la jus­ti­cia mili­tar. Los inte­rro­ga­to­rios y las tor­tu­ras se mez­cla­ban con sus vidas per­so­na­les: Tole­dano esta­ba emba­ra­za­da de 36 sema­nas y estu­vo inter­na­da en el Hos­pi­tal Mili­tar; Villar y su espo­so no sabían el des­tino de su hija: «Pen­sá­ba­mos que la había­mos per­di­do». Fue­ron diez días que pare­cie­ron muchos más, por­que «ahí los minu­tos son días y los días son meses».

En 2005, las tres deci­die­ron pre­sen­tar­se ante la Jus­ti­cia y denun­ciar las tor­tu­ras sufri­das. Para ellas, poder decla­rar fue un hecho sus­tan­ti­vo. «Es reabrir heri­das y poner en pala­bras situa­cio­nes de vio­len­cia extre­ma y poder decír­se­las a otras per­so­nas», dijo Villar. Sobre todo por­que esos diez días en el FUSNA que­da­ron mar­ca­dos: «Esto que­da laten­te en el cuer­po nues­tro; muje­res some­ti­das a vio­la­ción, mano­sea­das, éra­mos muy jóve­nes. Hay algo que no se borra nun­ca más, que que­da como una mar­ca indeleble».

Poder decla­rar esas situa­cio­nes tam­bién fue sen­tir que exis­te la jus­ti­cia y que esos crí­me­nes no que­da­rían impu­nes: «Esta es la demo­cra­cia por la que tan­to pelea­mos», dijo. «Esto rati­fi­ca, una vez más, que el pasa­do, por más que se quie­ra ente­rrar, sale […]. El silen­cio se trans­for­ma en un acto de com­pli­ci­dad cuan­do quie­nes come­tie­ron estas atro­ci­da­des no son juz­ga­dos. Fle­ming no solo trai­cio­nó las ideas por las que decía que pelea­ba, sino que pasó a tra­ba­jar direc­ta­men­te con los repre­so­res; para mí es pro­fun­da­men­te dolo­ro­so», expre­só Villar.

Un docu­men­to titu­la­do «Compu­tado­ra: resul­ta­dos de su tra­ba­jo y situa­ción al 28 de noviem­bre de 1979», des­ta­có el tra­ba­jo de los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia del FUSNA en la estruc­tu­ra­ción de una red de infor­man­tes infil­tra­dos en «filas del enemi­go», que se cons­tru­yó median­te la cap­ta­ción de cola­bo­ra­do­res entre los dete­ni­dos. Esa red «logró el des­ba­ra­ta­mien­to de la red clan­des­ti­na del PCU. De no haber media­do un fino tra­ba­jo de infil­tra­ción (una labor de inte­li­gen­cia que lle­gó has­ta la deten­ción del pri­mer secre­ta­rio del PCU en Uru­guay) no se hubie­ra logra­do ni cer­ca­men­te [sic] su des­mem­bra­mien­to» (veá­se «El extra­vío», Bre­cha, 15-I-16).

La par­ti­ci­pa­ción de Gallo en esa red de cola­bo­ra­do­res que­dó regis­tra­da en diver­sos docu­men­tos halla­dos en el archi­vo del FUSNA y en el archi­vo Berrut­ti. Según un infor­me de Inter­pol, una per­so­na con su mis­mo nom­bre y ape­lli­do e igual fecha de naci­mien­to ingre­só a Esta­dos Uni­dos en 1980, por Nue­va York; esa per­so­na no tenía ante­ce­den­tes y por su rol de cola­bo­ra­dor no fue pro­ce­sa­do por la jus­ti­cia militar.

Por esos años, Gallo se radi­có en Méxi­co, has­ta que fue iden­ti­fi­ca­do por la colec­ti­vi­dad de exi­lia­dos uru­gua­yos en ese país y deci­dió retor­nar a Uru­guay, don­de vivió varios años y tra­ba­jó como geren­te de una ins­ti­tu­ción médi­ca en Minas (Lava­lle­ja). Fue iden­ti­fi­ca­do años des­pués por Villar, enton­ces diri­gen­te de la Fede­ra­ción Uru­gua­ya de la Salud, duran­te un con­flic­to sindical.

Des­pués de ese con­flic­to, se radi­có en Espa­ña jun­to con toda su fami­lia. Sería dete­ni­do en ese país euro­peo a pedi­do de la Jus­ti­cia uru­gua­ya. El fis­cal Per­ci­ba­lle soli­ci­tó su extra­di­ción por los deli­tos de pri­va­ción de liber­tad y reite­ra­dos deli­tos de abu­so de auto­ri­dad con­tra los dete­ni­dos, sin per­jui­cio de que se le pue­dan impu­tar otros deli­tos, dije­ron fuen­tes judi­cia­les a Bre­cha.

Gallo tam­bién apa­re­ce men­cio­na­do en una denun­cia pre­sen­ta­da por más de cua­ren­ta ex-pre­sos polí­ti­cos, nuclea­dos en el colec­ti­vo Cry­sol, por tor­tu­ras en el FUSNA. En esta denun­cia, ade­más de ofi­cia­les de la Arma­da y del Ejér­ci­to, apa­re­cen men­cio­na­dos otros dos cola­bo­ra­do­res de la dic­ta­du­ra, Rober­to Patro­ne y Ariel Ricci.

Gallo Sco­na­mi­glio, Fle­ming Julio

Ex mili­tan­te de la Unión de Juven­tu­des Comu­nis­tas, fue apre­sa­do en el año 1976, a par­tir de ese momen­to comen­zó a actuar como dela­tor y tor­tu­ra­dor del cuer­po de Fusi­le­ros Nava­les, depen­dien­te de la Arma­da Nacio­nal, al menos has­ta el año 1980.

De acuer­do a la sen­ten­cia por la cual fue­ron con­de­na­dos Gre­go­rio Alva­rez y Juan Car­los Lar­ce­beau por su res­pon­sa­bi­li­dad en mas de 30 homi­ci­dios espe­cial­men­te agra­va­dos, Gallo inte­gró un gru­po de tareas lla­ma­do «La compu­tado­ra» que fun­cio­nó den­tro de la estruc­tu­ra del S2 (inte­li­gen­cia) del FUSNA, dedi­ca­do al pro­ce­sa­mien­to de infor­ma­ción sur­gi­da de ope­ra­ti­vos y actas de inte­rro­ga­to­rios bajo tor­tu­ra a dete­ni­dos. En el docu­men­to cita­do se esta­ble­ce que en este gru­po «par­ti­ci­pa­ron acti­va­men­te los dete­ni­dos Fle­ming Julio Gallo Sco­na­mi­glio y Rober­to Patro­ne Bel­de­rrain, los que orde­na­ban la infor­ma­ción, con­fec­cio­na­ban fichas de cada dete­ni­do o reque­ri­do, meca­no­gra­fia­ban y tam­bién inte­rro­ga­ban y salían al exte­rior a cola­bo­rar en pro­ce­di­mien­tos. Tenían cier­ta auto­no­mía para mane­jar­se y some­tían tan­to a hom­bres como muje­res dete­ni­dos a tra­tos degradantes.»

Asi­mis­mo, Gallo es men­cio­na­do en al menos tres cau­sas judi­cia­les por deli­tos de lesa huma­ni­dad cum­plien­do un rol repre­si­vo des­ta­ca­do, par­ti­ci­pan­do en la iden­ti­fi­ca­ción de sus ex com­pa­ñe­ros y com­pa­ñe­ras de mili­tan­cia y las tor­tu­ras a los mismos:

El Fis­cal espe­cia­li­za­do en deli­tos de lesa huma­ni­dad soli­ci­tó su extra­di­ción des­de Espa­ña, don­de fue cap­tu­ra­do en el año 2021.

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